016
Estos días han sido totalmente insoportables, las chicas casi no me dejan respirar, no me dejan sola ni un segundo, por lo cual no me había podido contactar con Aldo.
Les pedí a las chicas un teléfono, y me trajeron uno, más una ipad, una laptop, una kindle, y hasta una Xbox.
Será que si pido una casa pequeña, ¿Me den una mansión de cuatro pisos?
Ya estaba mucho mejor de las heridas gracias a Roier, aparte de que soy de curación rápida.
Soy difícil de matar. Matt Donovan me dicen.
— Tengo que ir con Samy — Murmura Vic separándose de mis labios.
Samy salió de la habitación y nos dejó a nosotras solas, estuvimos un rato jugando en la Xbox pero cuando me aburrí, decidí desconcentrarla del juego dándole unos besitos, los cuales se convirtieron en una sesión intensa de besos.
— ¿Me van a dejar sola? ¿Y ese milagro? — Bromeó acariciando su cuello.
— Prométeme que te quedarás acá, Mara, solo será por hoy, es tu último día de reposo — Me pide con sinceridad.
— Te lo prometo, Vic, no me levantaré de esta cama, tengo de todo acá — Señalo todo a mi alrededor, tenía hasta un mini refri con snacks — Lo único que me faltaría serían dos lindas mafiosas.
— Vendremos en un rato, dolcezza — Suelta una risita levantandose de la cama — Nos vemos luego.
Besa mis labios cortamente y sale de la habitación, cerrando la puerta. Espero pacientemente un rato, para luego salir a ver el pasillo y al no ver muros en la costa, cierro la puerta y entro corriendo al baño.
— Vamos, contesta — Murmuro al teléfono luego de marcar el número de Aldo.
— ¿Si?
— Aldo, soy yo — Murmuro — No te había podido llamar antes, tenía dos escoltas encima de mi.
— Lo supuse — Dice soltando una risita — ¿Estás bien? ¿Cómo salió todo?
— Todo salió muy bien, todo acorde al plan — Digo con orgullo — Me enteré de algunas cosas.
— ¿Qué cosas? — Pregunta con curiosidad.
— Mis padres están vivos, ¿Tú lo sabías?
— Había escuchado hablar vagamente de los Salvatore, pero nunca conocí a ninguno — Me asegura y le creo.
— Bien, ¿Tienes información para mí?
— Sí, tú equipo ya está aquí. Todos están muy felices de saber que estás viva — Me informa y sonrió ligeramente — ¿Deseas hablar con alguien?
— Pásame a Molly.
— Enseguida, jefa.
Espero unos segundos, donde escucho algo de ruido al otro lado de la línea.
— ¿Mar? — Escucho la características voz de Molly y sonrió ligeramente.
— Hola Molly, me alegra saber de ti.
— Ohhh, mi niña, me alegra tanto saber que estás bien — Dice con una emoción palpable en su voz — Ya todos queremos entrar en acción, solo estamos esperando tus órdenes.
— Me alegra escuchar ese entusiasmo, porque los necesito más atentos que nunca, ya no soy una niña y el mundo no sabe lo que se le avecina.
Hablo un par de minutos más con ella, acordando algunas cosas y dejándola a cargo junto a Aldo.
Dicido darme un baño, ya que estaba harta de seguir descansando. No soy una persona que le guste estar quieta por cierto tiempo necesito acción y adrenalina.
Luego de bañarme y vestirme, salgo de mi habitación y camino por los pasillos de la mansión, aunque cuando estoy por bajar, escucho voces subiendo y corro en silencio hasta la habitación más cercana.
Esto parece una oficina, ¿Será de las chicas? Por supuesto que es de las chicas, esta es su casa.
Mordisqueo mi labio inferior y me cuestionó si debería darle un vistazo a los documentos, aunque si las chicas me descubrían, me metería en problemas.
Al carajo.
Empiezo a revisar los documentos con rapidez pero con cuidado de dejar todo en su sitio, leía por encima y la mayoria eran negocios, aunque me detuve en un documento que tenía mi nombre.
Mi nombre real.
Era la prueba de ADN, pero era nueva. Era con mi padre y teniamos un 99% de compatibilidad.
Mi padre.
Hace unos días se había marchado y no se despidió, no se que habrá pasado, luego de su ida notaba a las chicas tensas.
Dejo las pruebas en su lugar y sigo buscando.
Veo un cajón con candado, aunque noto que el candado está abierto.
No debería...
¿Por qué había una carpeta con mi otro nombre?
Antes de siquiera revisarla y escucho movimiento en el pasillo, acercándose. Meto rápidamente la carpeta entre mi camisa y pantalón. Menos mal también llevaba una chaqueta por encima que lograba tapar que ocultaba algo.
Me acerco rápidamente al pequeño balcón con el corazón en la boca y apoyo mis codos en el barandal como si estuviera mirando el cielo.
Aunque por dentro estaba que me desmayaba del susto.
Me encantó, tenía tanto sin hacer esto, aunque quiero más acción.
— ¿Qué haces acá? — Escucho la voz seria de Samy y me volteo.
Las dos vienen con una expresión de enojo.
— Estaba aburrida e intente abrir el balcón de mi habitación, pero se encuentra cerrada, así que me metí en esta. Quería ver el cielo — Miento fácilmente.
— No me gusta que entren a esta oficina sin mi permiso — Dice Samantha con el ceño fruncido.
— Pero Samy, es.. — Hablo pero me interrumpe.
— Dije que no me gusta, Mara — Dice con seriedad y trago saliva — Espero que está situación no vuelva a pasar.
— Pues si el balcón de mi habitación no estuviera cerrado, ni siquiera hubiera salido, pero ustedes son unas paranoicas que no me dejan ni respirar un poco — Digo con enojo.
— Solo te estamos cuidando, ya que eres muy propensa a ser secuestrada o herirte — Dice Vic con el ceño fruncido.
— Pues yo no les pedí ayuda, he podido toda mi vida sola, y está vez no será la excepción — Digo con seriedad.
— Bien, haz lo que se te de la gana, luego no vengas a llorar cuando te sientas mal — Me dice Samantha con una seriedad mortal — Victoria y yo saldremos por una semana, tú te quedarás aca.
— ¿Qué? ¿Pero por qué? Yo quiero ir con ustedes — Digo un poco alterada.
Yo no me quería quedar sola aquí.
— Tú misma dijiste que no te dejamos respirar, puedes hacer lo que quieras, dentro de esta mansión por supuesto — Dice Victoria con malicia — Te íbamos a llevar, pero ya vemos que no sería de tu agradó.
— Pero ni siquiera me preguntaron — Me quejo.
— Ya la decisión está tomada — Dice Samantha mirandome.
Me acerco rápidamente a Vic y rodeo su brazo con los míos, mirándola con un puchero.
— Viiiic, no me pueden dejar sola — Me quejo apretando su brazo.
— Dolcezza — Murmura mirandome con una expresión más ligera.
Ja, justo en el clavo.
Aunque mi felicidad duró poco cuando otros brazos me agarraron por la cintura y me subieron a un hombro.
— No voy a permitir que nos manipules a tu antojo — Dice Samantha caminando conmigo en su hombro, sacándome de aquella oficina.
— Bájame — Golpe su espalda, aunque esta ni se inmuta y sigue caminando.
Al llegar a la habitación, me deja en el suelo y yo le doy un empujón, haciéndola retroceder ligeramente y que me mirara de muerte.
— Escúchame muy bien — Toma mi barbilla para hacer que la mire — Aquí las que mandan somos nosotras y no dejaremos que una niñita venga a mandarnos. Te quedarás en la mansión, no saldrás y esperaras a qué regresemos y cuando eso pase debemos hablar de algo importante, ¿Entendido?
La mire con rabia contenida sin decir absolutamente nada.
— ¿Me entendiste? — Mueve mi rostro y asiento ligeramente — Quiero palabras, dulzura.
— Si — Murmuró entredientes.
— Buena niña — Suelta mi rostro y la miro con enojo, al igual que a Victoria por no intervenir.
— Entonces las veo en una semana. Ojalá su avión se caiga — Me cruzo de brazos sentandome en la cama.
— Que buenos ánimos — Dice Vic rodando los ojos — No vuelvas a entrar a esa oficina.
— No lo volveré a hacer — Ruedo los ojos — ¿Cuándo se van?
Samy mira su reloj — Justo ahora.
— ¿Qué? ¿Por qué no me dijeron antes que se irían?
— Porque no lo sabíamos — Se encoge de hombros.
— ¿Y a dónde irán? — Pregunto con curiosidad.
— Noruega — Contesta Vic.
Abro la boca ligeramente — ¡Yo quiero ir!
— Otro día será, está vez debemos ir por trabajo y tú te vas a quedar aqui castigada por imprudente — Dice Samy haciendo que Vic se ría.
— No tengo 5 años para que me castigues — Bufó.
— Una niña de cinco años se comportaría mejor que tú — Dice con seriedad y ruedo los ojos — Nos vemos luego, dulzura.
Toma mi rostro desprevenidamente y junta nuestros labios, en un beso que al principio no correspondo, pero lo hago cuando muerde mi labio y me enciende totalmente.
— No te emociones — Dice cuando tomo su cuello — Debemos irnos ya.
— Si me llevas, podríamos hacerlo en el avión — Le guiño un ojo.
— Nuestra primera vez no será en un avión — Rueda los ojos separándose de mi.
— A mi no me parece tan mala idea — Interviene Vic acercándose a mi — Siempre dando buenas ideas, Dolcezza.
Ahora es la platina la que junta nuestros labios y este si es más pasional, ya que es Samantha la que nos separa.
— Es hora de irnos.
Suelto un suspiro — ¿Las puedo acompañar a afuera?
Las dos asienten y bajamos hacia el patio, dónde había una zona para aterrizar el avión.
— Nunca me voy a dejar de sorprender con sus cosas de mafiosas — Murmuró mirando el avión.
— Debemos irnos ya.
Las dos vuelven a besar mis labios, pero estaba vez es más delicado, un beso lleno de amor y sin perversidades.
Las veo irse y y jugueteo con mis dedos, nunca me había quedó sola aquí sin ellas.
— Dime qué no planeas escapar — Escucho la voz del moreno a un lado mío y ruedo los ojos.
— Pensé que irías con ellas — Bufó
— No, prefiero quedarme acá para joderte la vida. Me lesione en la última misión y se llevaron a Osvaldo y a Mari — Muestra su mano vendada
— Que desgracia. ¿Sabes si tienen juegos de mesa?
— Si, una de las habitaciones está llena de distintos juegos. La sala de juegos casi no vamos allí por estar en peligro constante — Se encoje de hombros.
— ¿Te apetece jugar algo conmigo? Para crear vínculos, ya sabes — Digo con una amplia sonrisa y este me mira extrañado.
— ¿Me vas a matar mientras esté distraído?
Ruedo los ojos — No, solo en el juego, te lo prometo.
— Está bien — Suelta un suspiro — ¿Quieres invitar a las hermanas Garza?
— ¿Te da miedo estar solo conmigo? — Me burló y me gano una mala mirada de su parte — Pero si así será más divertido y podemos hacer equipos.
— Bien, vamos a buscarlas — Me dice adentrándose en la mansión.
— Iré primero a mi habitación, quiero ir al baño y debo tomarme una pastilla.
— Ok, te esperamos allá, no tardes.
Subo a mi habitación rápidamente y me saco la carpeta con mi nombre de la blusa. La escondo entre el colchón y la cama, rogando porque nadie busque en este sitio.
Voy al baño y luego me tomo la pastilla, ninguna de las dos cosas era mentira, yo nunca digo mentiras.
Bueno, a veces si las digo, pero eso no viene al tema.
Le envío un mensaje al número de Aldo con algunas cosas que necesitaba que hicieran, para luego borrar el mensaje de mi teléfono sin dejar rastro alguno.
Descubrí que las chicas al darme el teléfono le habían puesto un chip, luego de investigar, me di cuenta que solo era un chip de localización y no tenían acceso a la información del teléfono, o eso esperaba.
Salgo de la habitación y camino por los pasillos y olvidé preguntarle a Mau en qué habitación está la sala de juegos.
— ¡Mara! — Escucho la alegre voz de Ari y me volteo.
— Hola Ari — Sonrió levemente.
— Me alegro mucho verte ya por acá — Enrolla su brazo con el mío, para empezar a caminar — ¿Te diriges a la sala de juegos? Invitamos a Juan y Filis, espero no te moleste.
Niego — No me molesta para nada, y si me dirigía allí, aunque no tengo idea de cómo llegar y Mauro no me dijo como.
— Tonto Mauro. Siempre tan despistado — Rueda los ojos — No te preocupes, yo te enseño el camino.
Subimos a un tercer piso, nunca antes había estado aquí. Caminamos al final del pasillo y abrimos la puerta, allí me encuentro a los tres chicos y a Ama.
— Oh, al fin llegan — Dice Juan con una sonrisa — Escogimos algunos juegos, ahora toca escoger cuál jugaremos primero.
— Que escoja, Mara — Propone Ama mientras Ari y yo nos sentamos.
Todos están de acuerdo y escojo jugar "Basta", la ruleta dónde tiene todas las letras y van presionando cada que te toque decir la palabra con esa letra.
Uhh, soy pésima explicando.
— Empecemos por algo fácil, animales — Propone Ama — ¿Listo?
Todos asentimos con la cabeza y empiezo yo.
— Pantera — Presiono la P.
— Halcón — Dice Ari.
— Sapo — Dice Mauro.
— Tigre — Dice Juan.
Así estuvimos hasta que solo quedaba una letra y me tocaba a mi.
— Mauro — Bromo bajando la M.
— Y Mara — Me saca la lengua y lo miro mal, mientras el resto se ríe.
— Ya, ya, sin peleas — Dice Ama riendo ligeramente — Vamos con preguntas más interesantes.
— Maneras de describir a un hombre — Propongo — Empiezo yo.
— La tiradera de veneno va a empezar — Murmura Mauro.
— Bastardos — Digo.
— Infieles — Dice Ari.
— Cabrones — Dice Ama.
— Abusadores — Me le adelanto a Mauro.
— Misoginos — Dice Ari.
— Rastreros — Dice Ama.
Así seguimos jugando las tres mientras los chicos nos miran sin decir nada.
— Hijos de puta — Culminó yo dándole con fuerza al juguete.
— Creo que quedó muy claro su odio a los hombres — Dice Mau alejando el juguete lentamente de mi.
— Yo amo mucho a mi esposito, pero solo a él — Dice Ari besando la mejilla de Juan.
— Y yo al mío — Dice Ama con una gran sonrisa.
— Yo a ninguno — Hago una mueca de disgusto.
— ¿Y si tienes un hijo? — Pregunta Mauro con una ceja alzada.
Mis labios se vuelven una línea y apartó la mirada.
¿Tener hijos? Que sueño sería.
Lastima que nunca podré.
— Mira, Mauro, ya la hiciste sentir mal — Lo regaña Juan.
— Pero no dije nada malo — Se queja Mauro rascando su nuca — Lo siento.
— No te preocupes, solo no vuelvas a decir eso — Le digo con una media sonrisa, aunque salió más como una mueca — ¿Y si jugamos mejor al Uno?
— Acepto. Les voy a patear el culo a todos — Dice Filis sacando las cartas.
Sonrió levemente pero siento la mirada de las dos chicas sobre mi, sentía como me analizaban.
Trago saliva y trato de evitar sus miradas, concentrándome en el juego. Al final, Filis tenía razón y nos dió una patada en el culo a todos, ganando tres veces seguidas.
— Esto es una puta trampa — Dice Juan tirando las cartas cuando Filis nos gana una tercera vez.
— Acepta tu derrota — Se burla Filis — Soy muy bueno, no hay más que decir.
Juan bufa y la puerta es tocada un par de veces.
— Disculpen que los moleste, señores, pero están buscando a la diavolessa — Dice una de las sirvientas.
— ¿Quién la busca? — Me adelanto a preguntar.
— La señorita Isarel — Contesta y aprieto mi mandíbula.
Vaya, al fin conoceré a una de las amantes de mis chicas.
— Yo la recibiré — Digo levantándome.
— No creo que eso sea buena idea — Dice Mauro levantándose y tomando mi muñeca — Mara, Isarel está loca y sé que Victoria no quiere que se conozcan.
— Victoria no está acá y no puede negarse, así que iré a hablar con ella. Solo le pediré amablemente que se vaya porque Vic no está y además la quiero ver.
— Mara...
— Tu puedes esperar cerca de la puerta, Mauro, pero déjame hacer esto a mí — Le sonrio para tranquilizarlo y este asiente, aunque no se ve muy convencido.
Bajamos hacia la planta baja, dónde Isarel se encontraba, justamente en la biblioteca.
— ¿Tu quién eres? — Me pregunta una voz chillona al entrar a la biblioteca.
Debo contenerme de no taparme los oídos. Que gustos tan cuestionables tiene Victoria.
Aunque ciertamente la chica era guapa, medio morenita, cabello largo, cuervas definidas, un rostro hermoso. Pero tenía un aura horrible, te miraba como si no fueras nadie y su voz era insufrible.
— Soy Mara, una invitada de las chicas — Digo con una ligera sonrisa — o bueno, más que una invitada. Ninguna de las dos está, por lo cual sería mejor que te retires y no vuelvas... Nunca más.
— ¿Eres una de las perras de Victoria y Samantha? Vaya, nunca habían compartido a nadie — Se burla cruzándose de brazos.
— Aquí la única perra de la calle eres tú, así que no entiendo que haces dentro de esta hermosa casa — Digo con un semblante serio.
— Maldita perra, ¿Cómo me llamaste? — Se acerca de una forma "intimidante" hacía mí.
Antes de que me toque un solo cabello, la tomo su pelo y la empujón contra la pared, quedando su mejilla contra la pared mientras se quejaba y yo apretaba en agarre.
— Escúchame muy bien, maldita, nunca más te quiero volver a ver en esta casa o yo misma me encargaré de matarte, picarte en pedacitos y enviárselos a todos los integrantes de tu familia, ¿Me entiendes?
— Es..estás loca — Dice con algunas lágrimas en su rostro.
— Y eso que no me haz visto en acción — Digo con maldad pura — Te quiero fuera de esta casa en menos de cinco segundos.
Suelto el agarre que tenía en ella y está se separa de mi con lágrimas en los ojos, mirándome con rabia.
— ¡Vic se enterará de esto! — Exclama saliendo de la biblioteca.
Sonrió con malicia y miro mi mano que quedó con algunos pelos de la idiota esa.
— ¿Que fue lo que pasó? — Pregunta Mauro entrando.
Escondo ligeramente mi mano detras de mi cuerpo y me encojo de hombros, haciéndome la confundida.
— No lo sé, simplemente le dije que las chicas no estaban y que no me apetecía verla por acá, se puso como una fiera y quiso golpearme, le di un empujón por el repentino momento y salió corriendo como una loca — Digo con inocencia.
Mauro niega soltando un suspiro, y sonrió para mis adentros.
— Isarel es así de insoportable, por eso no quería que vinieras tu, pero lo hiciste bien — Me dice con una pequeña sonrisa, la cuál correspondo — ¿Quieres ir a comer?
Asiento levemente y este sale de la habitación, suelto los pelos de mi mano en la basura y sonrió con orgullo. Soy tan genial.
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