003

No se en qué momento me quedé dormida, pero se que al día siguiente alguien estaba tocando mi puerta y tenía el libro que había empezado a leer sobre mi pecho.

— Un momento.

Me arreglo un poco mi pelo y me acerco a la puerta para abrirla.

— Buenos días — Me saluda Ari con una gran sonrisa — ¿Te desperté?

— Si, no te preocupes — Digo restregando uno de mis ojos.

— Vic me dijo que te buscara para bajar al comedor, comerás con nosotros — Dice la rubia entrando a la habitación.

— ¿Nosotros? ¿Quién son nosotros? — Pregunto confundida cerrando la puerta.

Un momento...

¿Por qué abrí yo la puerta, si supuestamente estaba cerrada con llave?

— Yo abrí la puerta con la llave, pero preferí tocar antes de entrar — Dice Ari como si estuviera leyendo mi mente.

— ¿Hablé en voz alta o lees mentes? — Pregunto confundida.

— Ninguna de las dos, pero tú cara confundida te delató — Dice soltando una risita — Te traje algo de ropa, bañate y cambiate, yo te espero para bajar juntas.

Asiento levemente aún confundida y tomó la bolsa con ropa que me extiende, para luego meterme al baño.

Al sentir el agua caer sobre mi cuerpo, suelto un suspiro de relajación, esto se sentía bien.

Luego de darme la ducha, me cambié en el mismo baño y me miró en el espejo, un pantalón negro que resaltaba mi figura junto una blusa pegada color beige, al cual tenía un poco de escote.

Me gusta, es más mi estilo.

— Ya estoy — Digo saliendo del baño.

— Te ves guapísima — Dice con una sonrisa — ¿Te ayudo con el cabello?

— Tendría que secarlo para hacerme algo y no tenemos tiempo.

— Aún faltan 20 minutos, ven — Dice para luego sacar un secador de cabello del clóset.

Me siento en una silla mientras está seca mi cabello.

— Cuando entraste, dijiste que "Comerás con nosotros" y no me contestaste quienes son nosotros — Le recuerdo.

— Pues Samantha, Victoria y Mauro, a esos ya los conoces — Me dice — También están Mari, la hermana de Mau, Juan, el cual es mi esposo, Ama y Filis, mi hermana y su esposo, esos somos todos.

— No sabía que estabas casada, cool.

— Lo se, estoy joven para decir eso — Bromea — Me enamore joven, ese muchachito me cautivo.

— Que bonito un amor así — Sonrió con melancolía — ¿Cuantos años tienes?

— 25 — Me dice — ¿Tú?

— 24 — Contesto — Solo nos llevamos un año.

Seguimos una charla un poco trivial hasta que al fin mi cabello estaba seco, y Ari lo peino amarrando dos mechones de cabello hacia atrás y dejando el resto suelto, era simple y lindo.

— Listo, vamos a comer.

La rubia entrelaza su brazo con el mío y salimos de la habitación.

No pierdo la oportunidad para darle un rápido vistazo a todos lo que nos rodea, se notaba que era un lugar con muchas cosas caras, probablemente una simple pieza cueste mas que yo.

Y dos millones es mucho.

Pasamos por una ventana que da a un patio grande, el cual tiene una piscina y unos columpios.

— ¿Todo bien? — Pregunta Ari mientras bajamos las escaleras.

— Si, estaba mirando todo, es muy bonito — Contesto.

— Si, lo es — Dice Ari con una sonrisa — Hoy podríamos ir a la piscina, la pasaremos súper.

Le doy una media sonrisa pero la idea no me simpatiza, no me gustaba esa idea.

No me gustaban las piscinas, ni el mar, ningún lugar que tuviera mucha agua, lo único que me gustaban eran las duchas.

— Buenos días — Dice Ari entrando a otra habitación, la cual era mucho más grande y con gente, la cual asocie con el comedor.

— Pensé que habían muerto — Dice la patrona con seriedad — Aunque para ti sería un regalo.

— Buenos días para ti también — Me abstengo a rodar los ojos, pero mi tono reflejaba sarcasmo — Y aún no puedo morir, primero debo terminarme los siete maridos de Evelyn Hugo.

— Oh, ¿Te empezaste ese? ¿Que tal vas? — Dice Ari arrastrándome hasta una silla, la cual quedaba entre la patrona y la diabolessa.

Ay no, ayuda.

— Voy por la mitad — Digo soltando un suspiro cuando ya estoy en medio de las dos mafiosas más peligrosas del mundo.

Me lleva la que me trajo.

— ¿Te leíste la mitad en una noche? — Pregunta sorprendida mientras se sienta al lado de un chico con lentes.

— Soy de leer rápido — Contesto brevemente.

Dos mujeres nos empiezan a servir el desayunó y noto como los desconocidos no me quitan la mirada de encima.

¿Les debo o que?

— Me van a gastar si me siguen mirando así — Me undo en mi silla y suelto un bufido, haciendo que tres de ellos aparten la mirada avergonzados pero una chica morena solo me sonríe de lado.

— Solo tenemos curiosidad del porque Victoria te compro — Dice sin miramientos.

— Mariana — Dice Victoria.

— Yo también me hago esa misma pregunta — Me encojo de hombros y noto la mirada matadora de Victoria sobre mi — ¿Pero lo agradezco ya que prefiero eso a ser comprada por un viejo pervertido?

— ¿Lo estás diciendo o preguntando? — Se burla la patrona.

— Lo que te haga sentirme mejor — Le sonrió con sarcasmo.

— Bueno, bueno, dejen de pelear y mejor comamos — Dice una chica pelinegra — Yo soy Ama, por cierto, hermana de Ari.

— Oh, si, Ari me habló de ti — Le sonrió levemente.

Tomó el sándwich que estaba en un plato pequeño y le doy un mordisco, aunque luego de que lo paso, es que me doy cuenta de mi grave error.

La puta.






























*POV Samantha*

— Oh, sí, Ari me habló de ti — El lo último que dice nuestra nueva inquilina para luego darle un mordisco a su comida.

Me sorprendía lo tanto que se parecía a ella, su manera de expresarse, su sarcasmo, hasta su amor por la lectura, si no supiera que ella esta muerta, probablemente pensaría que es ella.

Noto como se paraliza por un momento y suelta el pan con mermelada y mantequilla de maní sobre el plato.

— ¿Estás bien? — Vic se adelanta a preguntar.

¿Las dos estamos pendientes de ella?

— ¿Esto tiene mantequilla de maní?

— Si — Contestó.

— ¿Que? ¿No te gusta? Es lo mejor que hay — Dice Mauro — Bueno, tú eres rara, lo entendería.

Le doy una mala mirada al moreno y ni se porque.

— No, no es que no me guste, es que si la consumó, mis vías respiratorias se cierran y me impiden respirar, también se le dice reacción alérgica, pero no sé si entiendas ese concepto — Dice está a la defensiva.

Todos nos miramos con los ojos abiertos y tomó mi teléfono para llamar al doctor, el cual había quedado de venir por la tarde, pero lo necesitamos justo ahora

— ¿Por qué no lo dijiste antes? — Pregunta Vic en tono de regaño.

— No es como que me hubieras hecho una encuesta de mis alergias antes de comprarme — Dice con obviedad y empieza a toser — Ya se están inflamando.

— ¿Cuanto duras antes de que se cierren totalmente? — Pregunta Filis.

— 15 minutos, 10 a veces — Contesta.

Me alejo para hablar con el doctor y me promete estar aquí antes de 10 minutos.

— El doctor ya viene — Aviso.

— Bueno, quizás el día de piscina será otro día — Dice Ari con una mueca mientras se acerca a Mara — Lo importante es que estés bien.

— Si, que lastima — Dice Mara tosiendo — Pero es mejor esto a morirme de una manera tan lamentable.

— Hasta para morir exiges — Bufa Mauro — Cuando te mejores, haces una lista de todo lo que seas alérgica.

— Mani y penicilina — Dice.

Me doy una rápida mirada con Vic, la cual me mirada con una mezcla de emoción.

Aparto la mirada y niego con la cabeza, eso es imposible, ella murio en esa explosión.

— Vamos a la habitación en lo que llega el doctor — Le digo tomándola del brazo.

— Solo déjame allí y baja a desayunar, no te preocupes por mi, estaré bien — Dice con la respiración un poco irregular — Hierba mala nunca muere.

— Que desgracia — Bromeó con seriedad.

— Lo se — Dice tosiendo.

Subimos hasta las habitaciones, pero en vez de ir a donde se estaba quedando ella, la llevo a mi habitación.

— ¿Es tuya? — Pregunta con la voz ronca.

— Si — Digo sentándola en la cama y vemos a Vic entrar.

— El doctor llega en cinco minutos — Dice — ¿Crees aguantar?

— Ojalá no — Murmura y la miramos mal — Si, aguantaré.

— ¿Que más no puedes comer?

— Solo maní — Contesta.

Le hago una seña a Vic para que me siga a un lugar apartado de la habitación.

— Tiene sus mismas alergias, ¿En que mierda te metiste? — Le pregunto.

— Yo no sabía eso, Samantha, te lo juro — Me dice — Solo me llamó la atención por su físico, pero ahora cada vez me doy cuenta que se parece mas a ella.

— Morana Salvatore está muerta, Victoria, métete eso en la cabeza — Le digo con seriedad — Mar no volverá de la muerte nunca, y está chica, no es ella.

— ¿Crees que no lo sé? — Me pregunta enojada — Mataría por qué fuera ella, pero se que está muerta y no volverá.

— Pues no parece, te aferras a todo lo que te recuerda a ella — La recriminó.

— Porque no puedo olvidarla, no como tú, que parece que para ti nunca hubiera existido — Suelta con rabia.

Eso se sintió como una puñalada en el corazón.

Mar era el amor de mi vida, de nuestra vida, fue de las personas más importantes para mí y no podía creer que Victoria estuviera diciendo eso.

— ¿Como te atreves? — Levanto la voz mientras doy unos pasos hacia ella, aunque esta ni se inmuta — Por supuesto que para mí si existió, pero no me aférrare a ella toda la vida, han pasado 15 años, superalo.

— Oigan, sigo aquí — Dice Mara con la voz vuelta mierda — Si el doctor no llega pronto, quizas si muera por ahogamiento.

— Iré a esperarlo abajo — Digo para luego salir de la habitación hecha una furia, cerrando con fuerza.





























*POV Mara*

No me gustaba verlas pelear, no me gustaba ver a la gente pelear y menos en mi presencia.

— Ya casi llega el doctor — Dice Victoria sentándose a mí lado — No te preocupes y aguanta un poco más.

— No le caigo muy bien, ¿Cierto? — Le pregunto en voz baja por tener la garganta tan cerrada.

— No es eso, solo que nos recuerdas a alguien del pasado — Dice soltando un suspiro — Ahora concéntrate en no morir, ¿Quieres?

— Bueno — Digo — Oye, si Ari dice algo de ir a la piscina conmigo, dile que no, por favor.

— ¿Por qué? ¿No te cayó bien?

— Me cayó de maravilla, pero no me gustan las piscinas, ni los sitios con muchísima agua — Le contesto y cada vez el aire me faltaba más, provocando que tratará de dar fuertes bocanadas de aire con desespero — Vic, me duele.

— Ya viene el doctor — Dice acariciando mi cabello, lo cual me tranquilizó un poco.

Segundos después, la puerta es abierta y entra un hombre con un maletín junto a la patrona, la cual venía sería, como siempre.

¿Sonreirá en algún momento?

El doctor saca algunas cosas de su maletín para luego inyectarme algo, lo cual provoca que a los minutos mis vías respiratorias se desinflamen y pueda respirar mejor, aunque mi garganta seguía doliendo.

— Muy bien, Mara, ya controlamos la reacción alérgica, ahora iremos con el chequeo por el que primero me llamaron, debo hacerte un par de preguntas — Me dice el doctor tomando una libreta y un lápiz.

— Yo estoy bien, no se preocupe — Le resto importancia.

— Contesta las preguntas — Dicen Victoria y Samantha al mismo tiempo, aunque Victoria lo dijo en un tono más amable que la otra.

Ruedo los ojos — Bien.

— ¿Comías bien anteriormente?

— Comía té con galletas sin gluten para el desayuno, para el almuerzo alguna ensalada y nada para la cena — Contesto.

— ¿Todos los días era igual? — Pregunta y asiento con la cabeza — ¿Que síntomas presentas?

— Dolor de cabeza, mareos, me duele el cuerpo — Enumeró lo poco que me acuerdo — Ya no recuerdo más.

— ¿Puedes dormir bien? — Pregunta.

— Para la vida tan traumática que tengo, si.

— Tus síntomas van de la mano con la anemia, pero tengo que hacer algunos exámenes de sangre — Dice sacando los utensilios para sacar sangre — Luego de que estén los resultados listos, te daré un diagnóstico y un tratamiento.

Toma mi brazo para luego empezar a prepararlo para sacar sangre, miro atenta todo sus movimientos y suelto un suspiro de tristeza.

Mi sueño siempre fue estudiar medicina, pero nunca he obtenido lo que he querido.

— Listo — Dice poniéndome una curita — Nos vemos luego, Mara, un gusto conocerte.

— Gracias doctor... — Me quedo a la mitad al no saber su nombre.

— Puedes decirme Sebastián — Me dice con una pequeña sonrisa para luego voltearse — Señoritas, ¿Puedo hablar con ustedes afuera?

Las dos mujeres asienten y salen de la habitación, seguidas del doctor, aunque este ultimo se voltea para decirme algo.

— Debes guardar reposo, así que no te levantes — Me advierte y suelto un bufido.

Odio estar en reposo.































*POV Victoria*

— ¿Entonces? — Le pregunto al doctor.

— Debo hacerle un mejor chequeo, pero presenta síntomas de maltrato, dudo mucho que esa dieta se la haya impuesto ella misma — Dice el doctor negando — Mañana por la mañana volveré con los resultados, por los momentos no la dejen pararse de esa cama y traten de que coma suficiente, y nada con mani.

— Bien, gracias Sebastián — Dice Sam.

— Nos vemos mañana, chicas — Se despide este de nosotros, dejándonos solas en el pasillo.

— Tienes razón, ella no es Mar — Digo mirándola — Cometí el error de traerla acá.

— ¿Y que harás ahora?

— Por los momentos me aseguraré que este bien y luego, podría dejarla ir — Me encojo de hombros, aunque eso hacia que mi corazon se apretará — Eso lo haria Mar.

— ¿Gastaste dos millones en eso? — Suelta un bufido — Dos millones para luego dejarla ir.

Miro a Samantha fijamente analizando la con la mirada y sonrió de lado al darme cuanta de algo.

— No quieres que se vaya — Le digo — Por eso no estás de acuerdo conmigo.

— No digas tonterías, no me importa lo que hagas con ella — Rueda los ojos — Solo estoy diciendo qué gastaste dos millones para nada.

— Para salvar a una chica de las garras de un degenerado, poder femenino — Le digo — Y te conozco, tu tampoco quieres que se vaya.

— Bien — Suelto un bufido — Si se parece a ella y no me desagrada tenerla acá.

— Lo sabía — Digo con una sonrisa triunfadora.

— Ajá, como sea, ¿Que ganas con eso?

— Que tengo razón y que ella se quedará acá — Me encojo de hombros.

— Pensé que la dejarías ir.

— Cambie de opinión, la quiero acá con nosotras — Digo cruzándome de brazos — No sera Morana, pero Mara no esta nada mal.

— Mejor ve a verla, no me extrañaría que ya esté tirada en el suelo — Dice rodando los ojos.

— Mejor dame un besito — Le digo acercándome a ella.

— Olvidalo, ayer pasaste toda la noche con Isarel, no quiero saber dónde estuvieron esos labios — Dice mirándome con una mueca de asco.

Ruedo los ojos — Cuando tú estás con Rocío, nunca te digo nada.

— No compares a la perra de Isarel con Rocío, Rocío es alguien amable y es una simple víctima de todo esto, Isarel podría ser la sustituta de algún demonio — Bufa.

— Tienes razón, pero es buenísima en la cama — Digo con una sonrisa ladina, provocando que Samantha me diera un empujón.

— Maldita pervert...

No dejo que termine de hablar, y estampó mis labios contra los de ella, tomándola de la cintura y pegándola a mi.



























*POV Mara*

Llevaba un rato en la habitación sin hacer nada y ya me estaba aburriendo, así que habia optado por salir de la habitación para ir a la mia y buscar mi libro, pero la escena que me encontré.

Sentí cosas de hombre.

Victoria y Samantha se estaban dando un buen beso, con manoseada y todo.

Me toca.

Digo, ¿En qué estoy pensando?

Carraspeo — ¿Interrumpo?

Se separan de golpe al oír mi voz y me miran, las dos tenían las mejillas levemente sonrojadas y esa mirada me estaba matando, ¿Por qué eran tan sexys?.

— ¿Te quieres unir? — Me guiña el ojo Vic.

— ¿Que haces parada? El doctor te dijo reposo — Samantha se acerca a mi y me regresa a la habitación.

— Estoy aburrida — Me quejo mientras está me devuelve a la cama.

— Ahorita te mando a traer los libros que están en la otra habitación — Me dice.

— ¿Dormiré acá? — Pregunto y está asiente — ¿Y tú?

— También — Sonríe con burla — La cama es suficientemente grande.

— Yo también quiero — Dice Victoria.

— A no, que cosas, ahora todos quieren dormir acá — Trato de decir con sarcasmo, aunque me estaban poniendo nerviosa — Mejor inviten al resto y hacemos pijamada.

— La única que tiene permitido dormida y entrar a esta habitación sin permiso es Victoria — Dice Samantha.

— Yo no pedí permiso — Digo y esta rueda los ojos.

— Quedate aquí, iré a buscar los libros — Dice para luego salir de la habitación.

— Que carácter — Bufo.

— Para que la haces enojar — Dice Vic empujando mi cabeza hacia atrás y me quejo.

— Es divertido — Me encojo de hombros.

— Me asusta tu poco miedo hacia la muerte.

— No es como que tenga muchas cosas de valor en esta vida — Me encojo de hombros.

Victoria me mira sin decir nada y se sienta a mi lado, aunque seguía sin decir nada.

— Espero todo eso cambie.

— Está es la vida real, no un cuento de hadas — Le digo — No me enamoraré de ustedes, me volveré su debilidad y me convierta en la reina de la mafia, en unas semanas te aburreras de mi y me sacarás de tu vida, lo mismo hizo Martin.

— No me compares con el imbécil de Martín — Dice con seriedad.

— Lo siento, pero se que eso pasará — Me encojo de hombros y cierro los ojos — Tengo sueño.

— Mejor duerme, cuando despiertes, te traeré algo de come.

— Gracias.

Me acomodó para dormir y siento el olor del caro perfume de la patrona invadir mis cosas nasales, que rico.

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