Epilogo

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.



Dos semanas pasaron, desde que los recién casados, regresaron de su luna de miel. Y ahora, vivían en casa de Madara. Las cosas marchaban mas que bien, Chiyo y Sasano también se mudaron con ellos y poco después Izuna informó que se marcharía a un apartamento para no estorbar a la familia. Hinata prácticamente le rogó que no lo hiciera, a fin de cuentas él vivía, en una de las alas separadas de la mansión, la cual contaba con cocina sala y baño, era casi como otra casa, pero en el mismo terreno. El azabache no tuvo otro remedio que desistir y se quedó donde estaba.

Una noche durante la cena, el timbre de la mansión sonó y una de las empleadas les informó que una joven buscaba a Izuna. El azabache se sorprendió, pues no esperaba visitas, pero de igual manera se dirigió hasta la sala.

Madara, Hinata, Obito, Tenchi y Chiyo, continuaron con la cena, cuando escucharon a Izuna elevando la voz, con mucha molestia. Obito fue el primero en llegar a la sala, seguido, por Hinata y Madara. Los tres se  encontraron con una hermosa rubia, la cual se veía muy molesta, pero lo que mas les sorprendió a todos, fueron los dos bebes dentro de una carriola doble.

La rubia los miró a todos con sorna y molestia, mientras mantenía los brazos cruzados.

—¿Que pasa aquí?—se dispuso a preguntar Madara.

—Pasa que Izuna, no se protegió cuando tuvimos una ardiente noche de sexo y ahora es padre de dos niños, los cuales no puedo, ni quiero cuidar debido a mi edad y mi carrera—la joven era una modelo estadounidense, con la que Izuna compartió una sola noche. Él ni siquiera la había recordado hasta que la miró parada allí—Pueden hacer pruebas de paternidad, si lo desean y como ya le dije a él... En caso de que tampoco los quiera, los dare en adopción—la ojiperla se llevó las manos al pecho y se acercó a los niños de apenas un mes de edad.

—No, no es necesario ponerlos  en adopción, se quedarán con nosotros—Hinata miró a Izuna y este se quedó sin palabras, puesto que no estaba preparado para una noticia como esa y no sabía que hacer.

—¿Estas dispuesta a renunciar a ellos?—preguntó Madara y la chica asintió de inmediato—¡Bien! Llamare a mi abogado para arreglar todo—ya sin los bebes, la rubia se retiró dejando la información, las bolsas con los pañales, leche y todo, lo que pudieran necesitar.

Apenas se cerró la puerta y Obito soltó las carcajadas burlándose de su tío—Eso te pasa por no protegerte...ahora eres un "papi' lo que siempre quisiste ser, solo que no en el buen sentido—pasado el trago amargo y asimilado la situación, también Madara comenzó a reír a costa de su hermano menor, el cual los fulminó con la mirada y ellos lo ignoraron para continuar riendo.

Como si del karma se tratara, Obito, recibo una llamada telefónica, de una ex novia de la universidad, con la cual se reencontró meses atrás y estuvieron manteniendo relaciones sexuales. La mujer le soltó la noticia que en cinco meses sería padre, pero a diferencia de Izuna, él se vio en la obligación moral de casarse con ella, en una forma de enmendar los errores de ambos. Esta vez fue Izuna quien se burlo de él, por dejarse atrapar y por mantenerse enamorado de Rin, por tantos años. Obito se defendió argumentando, que solo lo hacía por el bien del bebé, pero de todas formas, no se liberó de las burlas.

Entre Hinata, Chiyo y las empleadas, cuidaban de los gemelos. Aunque al principio Izuna se vio reacio a aceptarlos, terminó muy apegado a ellos.

Para Tenchi, fue gratificante ayudar en lo que podía, a los dos niños que lograron robar el corazón de su madre.

[...]

Dos años después de casarse, Hinata y Madara, le dieron la bienvenida a Raiko, el hijo de ambos. El pequeño azabache, compartía los mismos rasgos físicos de los Uchihas.

Madara agradeció a Hinata, por la gran dicha de convertirlo en padre y sobre todo de poder estar con ella durante todo el proceso, el cual, se perdió cuando su mujer tuvo a Tenchi y lo lamentaba, porque, aunque su esposa tuvo cambios drásticos de humor, era jodidamente encantadora. Madara prácticamente, se la pasó encima de ella, durante el embarazo y no le importaba recorrer la cuidad con todos sus hombres, buscando los extraños antojos de su Reyna. Ella no se le negaba, pero los últimos meces, él se convirtió en el antojo de su mujer y eso lo complació de sobre manera.

—¡Grasias bonita! Gracias por regalarme, esta gran alegría—Madara se limpió la humedad que recorrió uno de sus ojos. Aunque para él, Tenchi era su hijo, sin importar que no fue quien lo engendró, nada lo pudo preparar, para el momento en que literalmente, miró a Raiko naciendo. Paso por diferentes estados de ánimo durante las horas que se llevó el proceso, del parto...Su bonita sufrió mucho y escucharla gritando de dolor sin poder hacer nada, fue los más difícil que le tocó vivir durante toda su vida.
Se aseguro a si mismo, que no volvería a dejar embarazada a Hinata, porque estaba seguro de no poder soportar, verla sufrir de esa manera.

—¡Grasias a usted!—le dijo conmovida mientras, Madara sostenía al bebé en sus brazos—Soy tan feliz, desde que llegó a mi vida—el azabache le limpió las lágrimas y el sudor que todavía se hallaba en su rostro, debido al esfuerzo físico.

...

Horas más tarde, llegaron Izuna y sus gemelos, Kenta y Kento, los cuales llamaban mamá a Hinata y para ella, esos dos niños, eran como sus hijos. Los dos pequeños de dos años venían siguiendo los movimientos y sugerencias del niño mayor y al que llamaban nii san, Tenchi Uchiha.

—¿Estas bien mamá?—le preguntó Tenchi acercándose a su madre, preocupado por ella y por su hermanito.

—¡Pedacito de cielo! Ven conmigo—el niño de cinco años se sonrojó, pero de igual manera avanzó hacia los brazos de su madre.

—¡Mamá...!—Hinata escuchó dos voces mas y supo de quienes se trataba.

—Ustedes también...mis solecitos—los dos azabaches corrieron hacia ella, para ser mimados, tal como Tenchi.

—¿Y donde esta Raiko?—preguntó Tenchi. Madara se acercó a él, con el bebé en brazos, para mostrarlo.

—¿Te gustaría cargarlo?—Tenchi asintió y se acomodó en una silla, para poder sostener a su hermanito, con cuidado. Los gemelos también se acercaron a mirar, encantados de recibir al nuevo integrante.

Mas tarde, la habitación, se llenó de arreglos florales y amigos de la pareja. Todos estuvieron con ellos, por un rato, luego se fueron retirando para dejar descansar a la ojiperla y todo, porque Madara les contó, que su esposa sufrió "muchísimo" para dar a luz. La Hyuga negó con la cabeza, por la exageración de su esposo y todos se rieron de él, en especial, Hashirama, quien pensaba que su mejor amigo, era un exagerado, tratándose de Hinata.

...

Meses después, la ojiperla recibió la llamada de una persona, a la que no pensó volver a ver. Le pidió aceptara un café en el lugar que ella eligiera y por curiosidad, Hinata accedió.

Llegó al restaurante, acompañada de la nana, y de los cuatro niños, ya que les prometió a los gemelos, llevarlos a jugar en los juegos que tenían en ese sitio.

—Grasias por venir—agradeció, dirigiendo su mirada al bebé que sostenía Hinata en brazos.

—¿Para que me llamaste Hanabi?—directa y fría, así soltó la pregunta, pues realmente no entendía que podía querer su hermana después de mas de cinco años sin verse.

—Entiendo tu hostilidad hacia mi, y se que la merezco, por todo lo que té hice—le dijo avergonzada—¡Hinata! Yo se que no nos hemos visto, durante muchos años y que tu vida esta hecha. Tienes unos hermosos hijos y un marido que te adora—sus perladas orbes se centraron en Raiko y una sonrisa se estampó en su rostro.

—No se, a donde quieres llegar Hanabi—Raiko, se removió incómodo, estirando las manos hacia donde jugaban sus hermanos mayores.

—Estoy embarazada y me casare en dos semanas...Pero no puedo, dar ese paso, hasta que no obtenga tu perdón—la Hyuga menor lloraba, mirando hacia Tenchi—Hace mucho quise buscarte, pero no tuve el valor de hacerlo y ahora que estoy por ser madre, necesito tu perdón—Hinata se sorprendió. Ella nunca pensó que este día llegaría. Su hermana, su arrogante y malcriada hermana, esperando su perdón.

—Hanabi yo...—la ojiperla se quedó sin saber que decir.

—Por favor Hinata, dame tu perdón, eso es todo lo que te estoy pidiendo...Te aseguró que nunca mas volveré a molestarte—le suplico desesperada. Hinata ya no pudo negarse y todo su ablandamiento, se lo debía a Madara. El logro sacar el rencor de su corazón.

—Lo tienes Hanabi y te deseo de todo corazón, que seas feliz, al lado de tu esposo y tu bebé—se lo dijo de manera genuina. La Hyuga menor, lloro aún mas, al saberse liberada de ese gran peso que cargaba, por haber sido una horrible persona, con su única hermana.

—¿Puedo abrazarte a ti y a tu bebé?—la mayor, se puso de pie y le concedió el pedido. Al final, también Hinata se sintió liberada, de haber podido cerrar ese doloroso capítulo de su vida.


[...]

Años después, Konan, Mito y Kurenai daban por terminado el famoso desfile de modas el cual hacían anualmente.

Las chicas, rara vez subian a las pasarelas, pues ahora se dedicaban a otros proyectos. Pero cuando Konan las llamaba a dicho desfile, anunciándolas como las exitosas y afamadas súper modelos, todas acudían al evento, incluyendo a Hinata, quien todavía era socia de la compañía y diseñadora internacional. Ella tenía un año de haber dado a luz a una niña, la cual no se esperaban, dado que ellos no pensaban tener más hijos, por pedido de Madara.

Eso les acarreó un sin fin de desacuerdos, porque Hinata pensó que su esposo ya no quería tener hijos con ella y Madara, no se atrevió a contarle, el miedo que tenía a verla sufrir, o peor aún, podía perderla. Él se limitó a decir, que ya tenían muchos niños y no necesitaban mas. Era cierto, pues ellos eran prácticamente, los padres de los gemelos, haciendo a cuatro adorables hermanos. Sin mas argumentos, Hinata desistió de querer tener mas hijos y cuando su Tenchi completo 15 años, sufrió un desmayo durante la fiesta. Como un desquiciado, Madara corrió a su auto para llevarla a urgencias. Luego de media hora, el médico los felicito, porque ella tenía dos meses de embarazo. Fue hasta ese momento, que Madara le confesó a su mujer, sobre sus miedos.

Los dos arreglaron sus diferencias, las cuales ni siquiera se habían percatado de tener. El azabache, disfrutó de nuevo de todos los placeres que le trajo el nuevo estado de su ojiperla. Madara se volvía más celoso, porque según él... su esposa lucía irresistible, con su adorable vientre y tenía que cuidarla de mas. Los niños se pusieron felices, especialmente Raiko, el más pequeño de los cuatro. Para alivio del Uchiha, su esposa no se quejó tanto durante el parto y por poco no llega, a estar presente, debido a que él estaba fuera de la cuidad, cuando su esposa dio a luz, a su princesa Gen.

Esa noche, durante el desfile, Madara tuvo que poner en su sitio a varios confianzudos que se atrevieron a proponerle, citas a su esposa. No era raro que tal cosa pasara, desde que se casaron, incluso procuraba estar presente, cuando Itachi, visitaba a Tenchi. Era evidente, que su sobrino, no había podido olvidarla y prueba de ello, era que no se volvió a casar. La forma en que la veía era de pura administración y eso lograba sacar, su lado más posesivo con ella.

...

—M-Madara...—la ojiperla, se retorcía sobre la cama, mientras el azabache, la enloquecía con su lengua, lamiendo todo su clitoris.

—¿Te gusta mi Reyna?—le preguntó dando un beso, justo en esa zona.

—Si...—respondió casi sin aliento.

—Eres mía Hinata y sólo yo puedo ponerte así—afirmó con voz ronca y cargada de deseo. Sin más palabras, continuó con lo que hacia, escuchando como ella gritaba mas y mas. Le encantaba dominarla durante el acto sexual, hacerla gritar, que suplicara por él. Estuvo molesto, la mayor parte de la noche, durante el desfile, siendo testigo, de las miradas llenas de lujuria, que muchos hombres le dirigían. Sabía cuáles eran sus pensamientos, era consiente, que muchos querían ocupar su lugar y el hecho de imaginar a otro hombre haciéndole todo lo que él le hacía, lo molestaba mucho. Esa era la razón, por la cual, esa noche apenas entraron en su habitación y se fue contra ella, para poseerla y darle el más exquisito placer.

—No puedo más...ahh—la ojiperla gimió fuerte, cuando la hizo llegar al cielo. Sin darle tiempo a reponerse, se introdujo dentro de ella, con fuerza. Ya no podía esperar por más tiempo. La envistió besándola en los labios, el cuello y también en los senos, donde ponía especial atención. Sin mucho esfuerzo, la levantó junto a el poniéndose de rodillas sobre la cama, con ella rodeándolo con las piernas.

—Ponte en cuatro—le ordenó con autoridad. La ojiperla obedeció y después de sonarle una sonora nalgada, adentro su hombría en ella—Esto, es por ponerme celoso toda la noche—le dijo bajando hasta su oido. Le acarició la zona enrojecida y con una de las manos, le tomo de la cintura, mientras con la otra enredo el largo cabello azulado, para tener más control sobre ella—Di el nombre de tu dueño—le dio otra nalgada y ella gritó de la impresión—¿Quien es tu dueño preciosa?

—M-Madara—respondió entre gemidos—Le pertenezco ahh—el azabache sonrió y la levantó, para pegarle la espalda en su pecho. La sostuvo pegada a el rodeándola de la cintura y con la otra mano le estimuló el clitoris, haciendo que ella se estremeciera en sus brazos. Hinata estiró los brazos hacia atrás para acaricierle el cuello, dejando los senos mas sensibles y pronto el azabache los masajeo.

Continuó penetrandola de manera fuerte, mostrándole quien era su único dueño.

—¡Te amo Hinata!—musitó en su oído, para besarle el cuello y dejarle marcas de propiedad. El cuerpo femenino, parecía convulsionar, encontrando sus movimientos, entre gemidos y jadeos. Unos segundos después, ambos llegaron juntos al climax.

—Yo también lo amo—le dijo cuando se tumbaron en la cama y la atrajo hacia él. La ojiperla, intentó levantarse para ducharse y poder dormir, pero los fornidos brazos del azabache no la soltaron.

—¿A donde crees que vas?

—A ducharme—le respondió ella.

—Entonces iremos juntos...No creerás que ya termine contigo ¿verdad?—la Hyuga abrió la boca, desconcertada ¿acaso Madara no se cansaba?

—Pero debemos dormir, recuerde que mañana vendrán todos, para la fiesta de los gemelos.

—Ya te dije, que tu no tienes nada de que preocuparte, porque ya está todo listo...Tu única preocupación, por ahora, es mantenerme satisfecho—remarcó sonriendo—Anda, aquí tienes mucho que hacer—le señaló su hombría, la cual, ya se hallaba endurecida. La ojiperla se dejó llevar, sabiendo que esa sería una de las noches, en que no dormiría.


[...]

El patio de la gran mancion Uchiha, se encontraba, decorado para la celebración, del cumpleaños número trece, de los gemelos. Los chicos, llamaban padre a Izuna...también ya conocían la historia sobre su nacimiento. Sabían que Hinata y Madara, no eran sus padres, pero eso no aminoró el amor que le tenían a la pareja, al grado de considerar que ellos eran sus progenitores. Llamaban papá a Madara, como lo hacían con Izuna. Pero para ellos, la favorita, era su hermosa madre, Hinata. Ella los quería igual que a sus hermanos, Tenchi, Raiko y Gen...Gen fue la única niña, entre cuatro hermanos mayores y también la consentida de todos ellos. La pequeña de un año era adorable. Compartia los rasgos físicos de los Uchihas, pero ella heredo los hermosos ojos Hyuga, muy parecidos a los de sus primos, los hijos de Ino y Neji.

...

Obito y Rin, fueron los primeros en llegar, con su hija Azami, la primogénita, de doce años. A ellos le siguieron, Sasuke, Tenten y Taki, el hijo de ambos, de nueve años de edad.

Ino y Neji, también llegaron temprano, para ayudar a Hinata y por supuesto, para liberarse de la insistencia de sus hijos por querer llegar a jugar videojuegos con sus primos mayores, especialmente, con Tenchi, a quien admiraban como a su ídolo. La rubia dio a luz a su primogénito Hizashi, poco después de la boda de Hinata, siendo este de casi la misma edad que los gemelos y compartiendo, los rasgos Hyuga, el chico era identico a Neji, en todos los aspectos...Cinco años después, tuvieron a Inoichi, este a su vez, era más parecido a Ino, con el cabello rubio, pero con los ojos perla.

Ino y Neji, adoraban a Gen y ese era uno de los motivos por los cuales, también llegaron más temprano.

Konan, Nagato y su hijo, se sentaron con Kurenai Azuma y Merai. La linda chica se convirtió en modelo en la agencia de Konan y como las legendarias modelos, también ella subió a la pasarela, la noche anterior.

Fugaku, y Mikoto también se hicieron presentes, seguidos de Itachi y Shisui. Tenchi los miró desde la entrada y se dirigió hacia ellos. El apuesto chico, de 16 años era el orgullo de sus tres padres, y de sus abuelos. El joven, era todo un genio, ya que a su corta edad, adelantaba clases para ahorrar años, en la carrera de sus sueños. El quería  ser medico de cardiología.

Tenchi mantuvo una muy cercana relación con Itachi, desde el día en que le salvo la vida. Hinata lo dejaba ir a pasar los fines de semana con él, incluso lo llevó de vacaciones. El joven le tenía un gran respeto, de la misma manera que se la tenía a Madara. La ojiperla, le hizo saber a Itachi, que ellos nunca le contarían la verdad, sobre lo que sucedió, en el pasado, sin embargo, el muchacho, era muy inteligente y a la edad de once años, comenzó a ver algunas señales. La admiración de Itachi hacia su madre, era algo que no pasó desapercibido para él y una noche armandose de valor, le pidió a su progenitor, contarle todo.

Itachi, pensó que eso era lo menos que debía hacer, después de todo, él no se merecía tanta admiración, por parte de su hijo, habiéndose portado tan mal con la madre. Tenchi, se decepcionó mucho de Itachi al conocer toda la verdad. Estuvo mas de dos meses sin verlo, hasta que Hinata y Madara, hablaron con él, haciéndole ver, que todo sucedía por una razón y que esos errores, solo les pertenecían a ellos. De a poco, el chico volvió a salir con Itachi y hoy en día, eran muy cercanos. Las cosas inclusive mejoraron, después de saber toda la verdad.

Ahora, el muchacho, se sentía mal por su padre, porque era evidente, que no podía dejar de amar a su madre y ella, solo tenía ojos para su otro papá, Madara, a quien él, le debía mucho, por el gran hombre que era y por la manera de protegerlos a todos. Esa persona, se ganó todo su respeto.

...

Media hora mas tarde, todos los invitados, estaban presentes, con sus familias, como Shikamaru, Temari, su hijo, también Kiba, Karin y todos los demás amigos de todos, incluyendo los compañeros de escuela de los chicos.

...

—¡Vengan todos! Vamos a partir el pastel—los llamó Hinata, pidiendo a los jóvenes que se acercaran a sus hijos. Todos se acercaron, incluyendo las chicas que acosaban a Tenchi.

—Grasias mamá...eres la mejor—le dijeron los gemelos abrazados a ella.

—No se muevan, le tomaré unas estupendas fotografías familiares—les dijo Kiba, con cámara en mano, como siempre.

—Una, con mamá—pidieron Kenta y Kento.

—¿Y que hay para mi?—les pregunto Izuna, acercándose a ellos. Los gemelos se fotografiaron con Izuna, luego, los cinco hijos de Hinata, se colocaron con sus padres. Madara sostenía a Gen y también rodeaba la cintura de la ojiperla, mientras que los cuatro varones, se colocaron a los lados.

Todos pasaron una excelente tarde, hasta que, los amigos, se empezaron a marchar, empezando por Naruto, Gaara y otros mas, quedando solo los más allegados, como todos los Uchihas, Neji y Hashirama con sus esposas. Todos los jóvenes se fueron adentro para jugar videojuegos, como lo era el caso de Raiko y mirar televisión, como los gemelos y su prima Azami.

...

—Ahora regresó—avisó Hinata, para llevar a su hija a la cama.

—¡Espera! Yo lo haré—Madara se echo en brazos la niña, dormida. La llevo a su habitación y cuando regresaba, escuchó música algo cursi, según su criterio, luego escuchó vitoreos de los chicos. La curiosidad, lo llevó hasta donde venían los ruidos.

—¿Pero que rayos?—se dijo al escuchar las voces en el televisor—¿Me quieren explicar, que demonios están mirando?—les pregunto a sus hijos y a su sobrina.

Hinata, invitó a todos a entrar, para estar más cómodos, cuando escucharon a Madara y se acercaron para ver que pasaba.

—Shh...—le pidió Kento.

—Tío, espera a que salgan los comerciales—le pidió Azami, en voz baja, para poder seguir escuchando el televisor.

Madara, se dirigió hacia el control remoto y apagó el electrónico—¿Me van a decir que es lo que están mirando que no puedo interrumpir?

—Pues la telenovela papá—respondió Kanto, sin inmutarse.

Izuna y Obito se miraron el uno al otro, mientras que Hinata se tapo la boca intentando, no reír. Chiyo escuchó y también trató de no reír, pero al fallar, optó por retirarse.

—¿Que ridiculez dicen? ¿Como que telenovelas?—el azabache miró a su mujer, pensando que seguramente ella las veía y de ahí, ellos hacían lo mismo.

—¡Tio! No es ninguna ridiculez—aclaró Azami—Papa y tío Izuna, hasta gritan YES...cuando los protagonistas, se reconcilian...¡Es tan romántico!—todo quedó en silencio por unos segundos, hasta que Hinata, Sasuke Shisui y Rin rompieron a carcajadas, por la expresión de Madara y los dos mencionados.

Los chicos le dijeron  a Madara, sobre como Izuna y Obito, siempre veían las novelas románticas y llenas de drama.

—Veo, que después de todo, si terminaron siendo unos blandengues—soltó Madara mirándolos a ambos y tratando de no reírse de ellos. Pero al verlos sin saber que decir, no soporto y también comenzó a reírse de ellos dos. Tenchi, negó con la cabeza. También él escuchó a su padre preguntar y supo, que ese sería el día, en que el secreto de sus dos "temerarios y despiadados"tíos saldría a la luz. Él y su madre, lo sabían desde muchos años atrás, pero optaron por no decir nada.

Neji, Itachi, Hashirama y Sasuke, no podían creer, que esos hombre tan rudos, tuvieran un lado romántico. Ino, Tenten, Mito y Konan, se fueron hacia la sala donde jugaban Raiko y los otros niños, para no reír frente a los dos avergonzados Uchihas.

...

Horas mas tarde, todos se habían marchado, pero tanto, Izuna, como Obito, sabían, que Madara, se burlaría de ellos, por el resto de sus vidas y no se equivocaban, porque el azabache mayor, no pensaba perdonarles, que también influenciaran a sus hijos, en sus cursilerías y se los recordaría por siempre.

...

—Tu ya lo sabías ¿verdad?—le preguntó el Uchiha a su esposa, cuando la rodeó por la cintura colocándose, justo en el cuello femenino.

—Si, y no tiene nada de malo—respondió estremeciéndose por los besos que Madara le estaba dando. Tal como lo pensó, su esposa ya lo sabía, y estaba seguro, que su hijo mayor también, incluyendo a Chiyo. Sin mas que decir, se dispuso a pensar en algo mejor, como lo era, desnudar a su esposa, para mantenerla despierta otra noche mas.

La familia Uchiha, pasó por muchas pruebas a lo largo de los años, por ejemplo, la muerte por causas naturales de Susano. Eso casi desquició a Madara, por ser testigo del sufrimiento de su hijo y de Hinata. Para suerte de todos, Susano logró tener cachorros, con una hembra perteneciente a los familiares de Kiba y dos de esos cachorros, que ya eran adultos, estaban con sus hijos, también compro una hembra, para su princesa, debido a que a ella también le gustaban los animales.

A pesar de ser un hombre desalmado y vengativo, la vida lo premió con su ángel, la cual era una excelente madre, no solo de sus hijos, sino también de los hijos de Izuna. La mansión que siempre estuvo en silencio, ahora siempre estaba llena de vida.

—¡Te amo mi Reyna!—afirmó apegándola mas a él.

Para ella también fue una bendición, encontrar a Madara y tener una gran familia. Procuraba, darles todo el amor, que podía a sus hijos, pues no quería, que sufrieran lo que ella tuvo que sufrir, por no ser querida.
—También lo amo—le respondió la ojiperla acurrucándose con él, como todas las noches.

Fin.

Ahora si logre terminar el epílogo, espero que les guste y gracias por acompañarme. 😊💕

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