Capitulo 12
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
—No llames así a mi sobrino...el no es ningún bastardo, que te quede claro—le exigió Sasuke a su cuñada con voz fuerte y molesta, por la forma en que se expresó del niño.
—YO LO LLAMÓ COMO SE ME DA LA GANA—grito Izumi fuera de si y caminando en círculos de un lugar a otro—Ahora esa maldita me intentara quitar a mi esposo, pero no lo pienso permitir ¿me entienden? NADIE ME VA QUITAR LO QUE ES MIO—de nuevo les grito y tomando el bolso salió sin decir nada, dejando a los tres Uchihas sorprendidos por la forma tan despectiva en que se refirió al niño.
Fugaku recordó las fotografías en el celular y se olvidó por completo de la rara nuera, para dirigir toda su atención hacia su nieto. Una sonrisa se estampó en el rostro del patriarca, al ver todas las fotos—¿Como se llama?—pregunto aún mirando la pantalla del teléfono.
—Tenchi Hyuga... y te aseguro que las fotos no le hacen honor a verlo y sostenerlo en brazos. Ese niño me robo el corazón—añadió Sasuke.
—¿Como fue que diste con él?—cuestionó sin entender, porque de pronto una nueva persona llegaba a sus vidas sin haberla esperado.
—Todo fue una gran coincidencia, la chica con la que estoy saliendo, es una de las mejores amigas de Hinata y cuando quedamos de ir al parque, Neji Hyuga llevó al niño.
Por obvias razones, preferí no encontrarme con el Hyuga y decidí hacer unos cuantos sobornos para conseguir la dirección de Hinata—Mikoto escuchaba todo en silencio, con el corazón palpitando con rapidez al saber todo lo que decían de su nieto. Era un niño... un niño llamado Tenchi—Conseguí la dirección y una de sus amigas me permitió entrar a esperarla, dado que ella no se hallaba en ese momento, así que pude jugar con Tenchi—sonrió Sasuke al recordarlo—un rato después llego la madre acompañada de Chiyo—tanto Fugaku, como Mikoto, miraron hacia el hijo menor sin poder creerlo.
—¿Chiyo esta con ella?—pregunto el patriarca confundido.
—Así como lo escuchas... mi nana se fue de aquí para ir a vivir con ella y ayudarla con el niño, también ella sabía sobre el embarazo—declaró el joven, mirando hacia su madre.
—Esto es demasiado, no logró procesarlo—Fugaku negaba con la cabeza—Necesito conocerlo—soltó mirando a Sasuke, que no pudo más que peinar su cabello hacia atrás.
—No podemos padre... Hinata me mostró el documento que mi hermano firmó, renunciando a la paternidad y también aceptando que ninguno de nosotros puede acercarse al niño, a menos, que ella lo permita—confesó Sasuke desanimado.
—¿Pero que fue lo que hizo Itachi?—cuestionó mirando a su esposa, la cual también estaba consternada, al no haber tenido conocimiento sobre la orden de alejamiento.
—Lo siento mucho... yo creí que estaba haciendo lo correcto cuando le pedí que se fuera para que Itachi no sufriera—la fémina no se atrevía a levantar la mirada—Izumi dijo estar embarazada y yo sabía que mi hijo se pondría muy mal. Él se había convertido en un ser sombrío, amargando, por tener que estar casado con ella y no con la mujer que amaba—soltó tratando de exponer los motivos que la llevaron a semejante infamia.
—Escúchame bien lo que voy a decir, porque es lo que sucederá—advirtió Fugaku—Hare lo que sea necesario para formar parte de la vida de mi nieto, pero ni Sasuke, ni yo, intercederemos por ti para que la madre te deje ver a tu propio nieto... mismo al que renunciaste y despreciaste—sentenció el patriarca y se retiró hacia su oficina, seguido por Sasuke.
Mikoto se quedó mirando como su familia comenzaba a dividirse por sus malas acciones. Ella sabía que Itachi había renunciado a la paternidad, pero nunca imaginó que Hinata pusiera una orden de alejamiento para los Uchihas. No podía culparla, después de todo el daño que le hicieron, pero para su mala suerte, anhelaba conocer a esa criatura que llevaba su sangre. Definitivamente, el castigo por sus malas decisiones iba ser demasiado doloroso.
—¡Estoy aquí madre! ¿Donde esta Izumi? Dijo que aquí me estaba esperando—la matriarca Uchiha se estremeció al escuchar la voz de su primogénito.
—¿Que pasa? ¿Porque lloras?—pregunto con el ceño fruncido, sin dejar de ver a su madre en ese lamentable estado.
—No es nada hijo... no te preocupes... sólo, ya sabes, a veces siento nostalgia mirando algunas fotografías de ustedes cuando eran bebés—respondió restándole importancia a su estado de ánimo. El chico se dirigió hacia ella y la envolvió en un tierno abrazo, demostrando todo su cariño hacia ella.
—¿Y donde está Izumi?—volvió a preguntar, limpiando el resto de lágrimas del rostro de la matriarca.
—Ella se fue sin decir nada—el joven suspiró cansado por la actitud de esa mujer. La convivencia entre ambos, se había vuelto insoportable, ya casi no hablaban. El comportamiento de Izumi era muy inestable y la idea del divorcio cada vez se hacia mas y mas presente, como el único modo de terminar con toda esa situación.
—¿Donde esta padre y Sasuke?—pregunto para saludarlos e ir con ellos, como lo hacía cuando los visitaba.
—Están en la oficina de tu padre—respondió la fémina sabiendo lo que estaba por suceder.
—Gracias madre, ire con ellos—le dijo dandole un beso en la frente, para dirigirse hacia la oficina. Estaba por entrar, cuando su teléfono celular sonó anunciando que quién llamaba era Izumi—¿Que pasa Izumi?—pregunto al responder la llamada.
—¡Itachi..! Me siento muy mal...¿puedes venir? Te necesito—el azabaches frunció el ceño al escuchar a su esposa llorando y pidiendo que fuera a verla.
—¿Que es lo que pasa?—cuestionó poniendo sus dedos en el punte de la nariz, pensando que quizás se le había quebrado una uña y a eso se debía su llanto, puesto que ya en otras ocasiones había sucedido.
—Por favor Itachi, ven y aquí te digo lo que quieras saber, pero ahora te necesito—el Uchiha suspiró y no tuvo otro remedio que marcharse.
...
Minutos mas tarde, arribó a su apartamento en busca de Izumi. Suspiro fastidiado por verse obligado a atender la súplica que esta le hizo de acudir a verla. Apenas abrió la puerta y lo que miro lo descoloco por completo. El lugar era un completo desastre, todo los cuadros de las paredes estaban en el piso hechos pedazos, los sillones oscuros que tenían en el recibidor, eran deplorables, rasgados completamente y el desastre continuaba por todo el lugar.
—¿Que fue lo que pasó aquí?—le preguntó el joven a la mujer sentada en la silla que tenían junto a la ventana de su habitación.
Ella al verlo corrió a sus brazos sin dejar de llorar y sin pronunciar ninguna palabra que explicará la condición en la que encontró el apartamento.
—Prométeme que nunca me dejarás—Itachi no dijo nada al pedido absurdo que de buenas a primeras le pedía la mujer—¿Porque no respondes? ¿Acaso piensas dejarme?—la falta de respuesta la puso en alerta y su enojo se hizo más grande. Tenía que evitar a toda costa que él la abandonará por el supuesto hijo, el cual, para su mala suerte, la familia Uchiha ya parecía idolatrar sin siquiera conocerlo. Llegó tan molesta de la casa de sus suegros, que sin darse cuenta, destrozo todo a su paso, en un intento de poder calmar la creciente ira que llevaba dentro.
—¿Que fue lo que pasó?—cuestionó molesto y evadiendo las preguntas que ella le estaba haciendo.
—No lo se, yo... tuve miedo a perderte y siento que no podría soportarlo, yo te amo Itachi, sabes que siempre te he amado—le dijo aferrándose a él.
—Izumi, creo que debemos ver un médico, estas muy alterada—el Uchiha no bromeaba, la condición de su esposa no parecía normal, quizás había mezclado algún medicamento con alcohol y eso le estaba ocasionando ese comportamiento extraño.
Antes que ella respondiera, su celular comenzó a sonar. Él lo saco con la intención de responder, no obstante, antes de lograr hacerlo, Izumi miro que quien llamaba era Sasuke y en un acto impulsivo le arrebató el aparato y lo arrojó contra la pared, haciendo que se quebrará en varias partes. Aún no podía dejar que Itachi supiera sobre la existencia del moscoso, primero tenía que pensar bien que hacer para evitar que la dejara por la loca y el bastardo.
—¿QUE DEMONIOS TE SUCEDE?—grito el azabache molesto, como nunca antes le había gritado a ella—¡Sabes! Mejor olvidalo...—el joven tomo su almohada y salió de la habitación dejando sola a su esposa.
...
—¿No respondió?—pregunto Fugaku al ver que Sasuke guardaba el teléfono, después de varios intentos por contactar a Itachi.
—No, al parecer esta apagado—respondió—pero creo que es mejor no decirle nada. Dejemos que sea él, quien lo vea con sus propios ojos, para ver si se avergüenza de sus acciones—sugirió el menor, recibiendo una afirmación por el patriarca, los cuales sabían que el momento estaba por llegar en apenas unos días.
[...]
Los días habían transcurrido y el acercamiento entre Hinata y Madara, se había intensificado desde la noche que la fue a ver para darle apoyo.
Madara ya tenía listas las reservaciones en un exclusivo restaurante de la ciudad, donde pensaba llevar a la ojiperla antes de salir de viaje de negocios. Se habían estado viendo a diario en casa de ella y las secciones de besos lo dejaban más débil de su autocontrol, dado que el deseó por ella iba en aumento, a tal grado, de querer hacerle el amor en todos los lugares de su casa, desde la sala, hasta la mesa del comedor, donde ella le llevaba los deliciosos platillos para cenar.
Aunque tratará de negarlo, se había apegado mucho a ella y también al niño, ya se sentía como una parte de esa familia. Sabía que era muy pronto, pero ya no quería esperar. Sus intenciones hacia ella eran serías, a eso se debía el el detalle especial que llevaba para ella. Días atrás, mandó hacer un costoso dije de corazón, en oro blanco, el cual al abrirse, mostraba engravados los rostros de Hinata, junto al de Tenchi. Los tomó de la fotografía que les sacaron en casa de Hashirama. Era algo muy personal entre madre e hijo, así que excluyo su rostro, dejando que sólo aparecieran ellos dos. Deseaba que fuera algo para llevar siempre cerca de su pecho, de ese modo, la ojiperla lo recordaría, aún cuando estuvieran separados.
Esa misma noche después de dárselo, le pediría ser formalmente pareja y de esa forma, darle a saber a todos que ellos dos estaban juntos, que ellos eran novios, que ella y su bebé ya tenían quien diera la cara por ellos... que cualquier desplante hacia esas dos personas, sería directamente hacia él.
Suspiró nervioso acomodando la corbata roja, la cual completaba el elegante atuendo de traje negro y camisa gris oscura. Aunque siempre fue un hombre orgulloso y seguro de si mismo, esta vez, debía admitir que estaba nervioso por salir con una mujer como Hinata.
No tenía nada que ver con el hecho de ser modelo, sino a un conjunto de ideas que ni siquiera él, podía explicarse, entre ellas, la que mas peso estaba ganando y constantemente lo inmutaba, era la diferencia de edad entre ambos. También estaba lo autosuficiente que era ella en toda la extensión de la palabra, pues esa mujer era toda una triunfadora en el ámbito de los negocios, ademas de parecer siempre segura ante cualquier imprevisto.
Estaba seguro que debía tener a muchos pretendientes con mejor fama. Obviamente, mucho mejor que la suya... especialmente, la de ser un mujeriego acostumbrado a romper corazones. Fue realmente irónico, dado que antes se enorgulleció de serlo y ahora sólo lo ponía en desventaja ante ella.
Se miro por última vez, después tomo sus llaves y salió hacia dónde lo esperaba la mujer de su vida, como le gustaba llamarla.
...
Hinata terminaba con su cabello, el cual había trenzado en la parte frontal, haciendo el efecto de una diadema, dejando el flequillo y lo restante suelto. Optó por maquillaje suave, armonizando con el bonito vestido largo de una sola manga larga. La prenda se adhería a su cuerpo resaltando la abertura hasta media pierna. Optó por color negro, al igual que las sandalias de alto y fino tacón, mientras que para su bolso, los accesorios y los labios, prefirió rojo.
—¡Te ves hermosa!—exclamo Chiyo, al verla acercarse a ellos para besar a Tenchi antes de marcharse.
—¿Usted cree?—cuestionó temerosa, al no estar segura de haber elegido bien.
—Me darás la razón, cuando te vea el Uchiha—soltó haciendo sonrojar a la ojiperla, quien sin querer, recordó la forma en que Madara la besaba, con tanta urgencia y pasión.
El timbre sonó y Chiyo se encargó de dejar entrar al elegante azabache, el mismo que no tardó en dirigir sus oscuras orbes hacia la ojiluna, logrando sonrojarla casi de inmediato... Después de unos minutos jugando con el niño, los dos se despidieron y partieron a la cita que tenían.
Salieron hacia el auto y antes que la ojiperla se subiera, Madara la tomo de la cintura y le robó un apasionado beso que la dejó con las piernas sin fuerza. El azabache sonrió complacido por el efecto que tuvo en ella.
—¡Estas hermosa! No cabe duda... seré el hombre mas envidiado de la noche—aseguró volviendo a besarla.
—Lo mismo digo... usted también se ve muy bien—añadió sin aliento por el beso que acababa de terminar.
El azabache le abrió la puerta, luego rodeó el auto para también subir. Manejo mirándola por el rabillo del ojo, ella lucía perfecta, no había otra forma de describirla.
El Uchiha estacionó frente al lugar, siendo recibidos por un chico que abrió la puerta de Hinata y esperó por unos segundos, hasta que Madara le entregó las llaves del auto. Después de hacerlo, el azabache tomo la mano de la ojiperla y ambos caminaron, adentrándose al lugar que él había reservado.
—¡Buenas noches! Pasen por aquí—un joven vestido de mesero, los guió hasta una de las mesas mas apartadas y privadas del elegante restaurante. Hinata pudo darse cuenta, de la cantidad de miradas que ambos, estaban atrayendo y más aún, por el hecho de ir tomados de la mano.
Los que los veían pasar, no podían evitar notar las diferencias entre ambos, dado que el varón poseía rasgos duros y hasta un toque de maldad en las oscuras orbes, mientras su delicada acompañante, se veía dulce, con la mirada amable. La mejor forma de describirlos fue pensar en un ángel y un demonio.
—¿Te gusta el lugar?—le preguntó Madara en el momento de llegar hasta la mesa. La posición era perfecta, pues se hallaba a orillas de los grandes ventanales, dejando ver las luces de la ciudad. Sin duda, una visita privilegiada.
—Es muy bonito... yo nunca antes estuve aquí, ni siquiera sabía de esta área, me reuní aquí con algunos clientes, pero no sabía que el restaurante contaba con este lugar—añadió mirando las fuentes de los jardines que se iluminaban al subir y bajar. Definitivamente, el lugar donde la llevó era todo un espectáculo a la vista y en ese momento, se sintió alagada por el trato que Madara le estaba dando.
El azabache sonrió complacido, le gustaba mucho cuando la impresionaba, ya que ella no era fácil de hacerlo, Hinata no era de las que se impresionan con costosos objetos, sino mas bien, por cosas tan insignificantes, como lo era una visita al zoológico. De verdad que cada día la admiraba mas.
Madara le recomendó, algunos de los mejores platillos y ella dejó que él pidiera por ambos, quería probar los gustos del Uchiha y al llegar la comida, tuvo que admitir que no se equivocó. A la hora de pedir el postre, fue ella quien escogió para los dos y al igual que la cómoda, también el azabache se sintió complacido por la elección de la ojiperla.
—Gracias Uchiha-san...grasias por esta noche... esta es la primera vez que salgo a una cita que no sea de negocios—confesó desconcertando al varón, quien no lo podía creer.
—¿De verdad?— cuestionó con cautela, para no hacerla sentir incómoda.
—No le miento—respondió con una genuina sonrisa, la cual no dejó pie a ninguna duda.
—En ese caso, me siento alagado por ser el primero al que le das la oportunidad de disfrutar tu compañía—reiteró tomándole la pequeña mano para darle un casto beso, que la hizo sonrojarse por la intensa mirada que le estaba dando. De esa manera, él se acercó hasta ella y le robó un apasionado beso, mismo que la joven correspondió.
—¡Hinata!— la llamó—Los días a tu lado, han sido los mejores que he vivido y quisiera que así continuaran. Tenchi y tu ocupan un lugar muy importante aquí—el azabache tomo la mano de Hinata, para colocarla a la altura de su corazón—Quiero pedirte que samos oficialmente una pareja... quiero que seas mi novia—la Hyuga se quedo sin palabras al ver a Madara sacar una cajita de terciopelo roja y alargada. La abrió frente a ella mostrando un hermoso dije de corazón colgando en una cadena.
—¡Uchiha-san...!—exclamo cubriendo su boca, conmovida por las acciones de ese hombre frente a ella.
—Ábrelo—le pidió mostrando que el corazón se abría. Al hacerlo, la ojiperla no pudo contener una lágrima de alegría, la cual se derramó por las sonrojadas mejillas. Sin decir nada, lo abrazó fuerte—¿Entonces me aceptas?— cuestionó levantando el rostro femenino cos sus dedos para que lo mirara.
—Acepto Uchiha-san, pero por favor...—las emociones de la joven la tenían al límite y quiso creer en un futuro juntos—no me falle—pidió aún atrapada en sus cálidos brazos, de los que no quería salir.
Madara le movió el cabello hacia un lado, aprovechando para darle besos en el cuello y después colocar el dije.
—Descuida, nunca te fallaré mi amor. No lo dudes, yo cuidare de ti y también de Tenchi—declaro dandole besos por todo el rostro, terminando en los labios—y una cosa más—la encaró mostrando seriedad, mientras ella lo veía—ya no me llames Uchiha, quiero que me llames por mi nombre—le pidió y la ojiluna afirmó con una tímida sonrisa, misma que lo hacía derretirse por ella.
Luego de un rato, salieron tomados de la mano. El auto de Madara ya estaba esperando por ellos y después de ver subir a Hinata, también él subió para marcharse.
El auto estacionó en casa de la morena y de inmediato, el Uchiha salió para despedirse de ella, puesto que saldría de la ciudad por tres días en los que estaría lejos de ella.
—Muchas gracias por esta noche, Madara...— agradeció mirándolo a los ojos.
—Gracias a ti bonita... te aseguro que no te arrepentirás por dejarme estar contigo—la rodeo de la cintura, respirando el embriagador aroma perteneciente a la ojiperla y muy a su pesar, se tuvo que separar, o de lo contrario, esta vez ya no tendría las fuerzas de hacerlo.
—Te llamaré todos los días—declaró con convicción.
—Son sólo tres días—le aclaro ella quien sonrió al escucharlo.
—Para mi serán una eternidad—le dijo ya despidiéndose de ella. La miró entrar y también él se fue a su hogar, sin embargo, a diferencia de las otras ocasiones en las que partía con una gran ereccion, esta vez estaba muy feliz, aunque también en esta ocasión, llevaba la ereccion adolorida y mas al recordarla con ese vestido.
[...]
Finalmente la boda de Konan y Nagato había llegado. Los invitados comenzaron a llegar al impresionante salón, que daría la bienvenida a muchos amigos y parientes de ambos novios.
La ceremonia religiosa, había sido algo íntimo, sólo entre las personas mas allegadas a la pareja, como lo eran las modelos, camarógrafos, socios, también los que ayudaron a Nagato con todo lo relacionado con la boda, como Naruto, Neji, Gaara, Temari y Shikamaru.
Kurenai, Asuma, Mito y Hashirama, también los acompañaron junto a sus hijos.
Konan lucía hermosa, parecía un ángel con el traje de novia. Se tomaron muchas fotografías, entre ellas se tomaron con Tenchi, que al ser el ahijado de ambos, no podía faltar. El niño vestía un traje negro con camisa azul, luciendo como un muñequito de pastel. Hinata uso un vestido largo en color azul con mangas largas, dejándole un sexy escote en el pecho y hombros. El cabello estaba levantando en un trenzado alto, dejado mechones y flequillo enmarcando el rostro con ligero maquillaje, tanto ella como el niño, hacían una combinación difícil de ignorar.
Una vez en el salón, todos ocupaban ya sus lugares. Los novios disfrutaban de las felicitaciones y Konan no había dejado de besar a Nagato, por tan excelente boda.
Ino y Neji se sentaron con Gaara, Shion, Shino, Kiba y Naruto, mientras que Tenten esperaba por Sasuke, el cual en ese momento llegó y ambos se sentaron con Deidra, Sasori y Hidan.
Mei también se hallaba entre los presentes sentada con unos modelos y camarógrafos, mientras encontraba alguien mejor, por ejemplo, Madara, era lo que tenía en mente.
...
Hinata caminaba de un lugar a otro, con la intención de no perder de vista a su pedacito de cielo, también Chiyo estaba con ella, cerca de la mesa donde se sentaron los novios.
—Muchas gracias por el vestido Hinata y también por ser parte de todo esto—le dijo Konan abrazándose a ella y llorando de emoción.
—Yo me llevaré a este hombrecito a comer dangos—les aviso Nagato, al verlas conmovidas.
—Esta bien Nagato-san, en un momento iré por él para lavarle las manos—agregó Hinata sabiendo que Tenchi se mancharía las manitas.
—Konan... no tiene nada que agradecer, todo se lo merece por ser tan buena persona, por ayudarme tanto—Chiyo se unió a ellas, luego llegaron Mito y Kurenai.
Después de un rato Hinata decidió ir por su hijo, dado que ya lo había descuidado por más tiempo del que le gustaba.
...
Itachi no tuvo mas remedio que asistir al matrimonio de Nagato, después de todo, ellos siempre fueron amigos y nada podía borrar ese hecho.
Izumi había estado callada los días que siguieron al incidente donde destrozó el apartamento, pero al ver a Mei, no había parado de hablar con ella y con otras chicas que se sentaron con ellos.
Entre todas las personas, sólo una llamo toda su atención, ella... Hinata. Se veía tan linda, era perfecta de cualquier modo que la miraran, sin querer, sonrió cuando ella también lo hizo con algunas personas que la saludaron.
Fastidiado de estar escuchando las tonterías entre Mei y su esposa, se levantó a buscar la mesa de los postres, donde había dangos y al llegar no pudo evitar sonreír.
—¡Hola! Eres el pequeño al que le gustan los dangos...—se puso a su altura y buscó la persona que estaba a cargo del niño, luego miró a Nagato saludando algunas personas y supo que estaba con él.
—¿Quieres uno?—le preguntó y Tenchi sonrió levantando los brazos para que lo alzara y mirar mejor todo lo que había. De nuevo la misma sensación que tuvo la última vez que sostuvo al pequeño. Una felicidad extraña invadió todo su cuerpo, como si ya se conocieran, no podía explicar todo lo que ese niño le estaba haciendo sentir.
—¡Tenchi!—Itachi y Tenchi voltearon el rostro para ver a una enfurecida Hyuga, que quiénes la veían, pensaron que atacaría como las osas cuando molestan a sus cachorros.
Hinata no podía creer lo que veía, el imbecil ese sostenido a su hijo, causó que en ese momento, ella deseara convertirse en fiera y destrozarlo por atreverse a ponerle las manos encima a su bebé.
—Suelte a mi hijo en este mismo momento o llamare a la policía—amenazó llena de furia y no era la única que estaba furiosa, ya que desde su lugar, Izumi miró todo lo que estaba sucediendo.
—¿Tu hijo?—preguntó el Uchiha mirando al niño, después a ella y no tardó en atar cabos sobre quien era el padre—¡Es mi hijo también!—espetó el azabache ya molesto, por no saber sobre la existencia de su propio hijo.
—MI HIJO NO TIENE PADRE, PORQUE EL MUY COBARDE RENUNCIÓ A SU PATERNIDAD—soltó llena de odio, abalanzándose sobre él para quitarle su hijo.
—¿Que estas diciendo? Yo no sabía que estabas embarazada—continuó mirándola desconcertado.
—No me importa si lo sabía o no... pero si vuelve a tocar mi hijo, lo mandare a la carcel—sentenció y se giró para irse, pero Itachi le tomó el brazo.
—Hinata tenemos que hablar—algo le decía que lo que ella estaba por decir, no le iba a gustar.
La Hyuga trataba de mantener el control, no quería arruinar la boda de Konan. Ese fue el motivo por el que no había levantó la voz tan fuerte, pero que ese hombre le estuviera reclamando la existencia de Tenchi, la estaba dejando con muy poca paciencia.
—¡Itachi! ¿Que haces con esta?— preguntó Izumi viendo al niño con odio, pues a simple vista él era muy parecido a su marido.
Hinata se retorció para zafarse del agarre, pero era inútil, Itachi no la quería dejar ir.
—¡Suélteme!—le exigió y en ese instante, Tenchi comenzó a llorar.
—Ya está bien Itachi... suéltala—le exigió Sasuke, quien llegó uniéndose a la disputa t dándole a la ojiperla, la oportunidad de marcharse.
—Pero Sasuke, es mi hijo ¿que no lo vez?—soltó desesperado e ignorado a Izumi.
—Vamos a otro lado... tenemos mucho que hablar—añadió Sasuke, animándole a caminar hacia afuera del salón, para no seguir atrayendo las miradas curiosas.
Continuara.
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