Capitulo 1
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
—Date prisa Hinata, te la pasas nada mas haciéndote la tonta para no hacer nada.
—Lo siento Anko-Sama, p-pronto terminaré los escalones para continuar con los pisos—respondió la ojiperla a su madrastra.
—Eso esperó, es lo menos que puedes hacer después de que te permito vivir aquí—Hinata agacho la cabeza y continuó encerando la madera de los escalones de la mansión Hyuga.
La morena suspiró cuando terminó con todo el piso, sus manos eran un desastre y ni hablar de las rodillas, por permanecer por tantos periodos de tiempo hincada.
—Toma, necesito que laves toda esta ropa y que la planches para esta misma noche—Hanabi le arrojó un montón de ropa en el piso y salió sin decir nada mas.
Hinata a menudo imaginaba que ella era la Cenicienta, pues era la que se encargaba del aseo de toda la mansión, como también de preparar las comidas y tener limpia toda la ropa. Su realidad era similar a la de el cuento de hadas, solo que en su realidad, su padre nunca la quiso. Hiashi se había casado con Anko cuando ella cumplió tres años y a los doce años de matrimonio, el patriarca murió dejando a la madrastra como su tutora legal. En su realidad, tampoco había hermanastras, solamente tenía a Neji, que era su primo pero que apenas cumplió 18 años y se marchó para liberarse de los continuos maltratos a los que también era sometido. Desde entonces no volvió a saber nada de él y eso le causaba mucha tristeza.
Y también estaba Hanabi, su media hermana menor, la cual era hija de Anko y su padre pero la trataba igual, que si no fuera nada suya y se ajustaba perfectamente al cuento en el papel de hermanastra.
Apenas cumplió 16 años y se leyó el testamento de su padre, no obstante, ella no estuvo presente, así que no tenía idea del contenido, pero estaba segura que su padre la había odiado hasta después de muerto, puesto que, apenas un día después de la lectura, Anko la sacó de la escuela y la convirtió en la sirvienta de los Hyugas, diciendo que Hiashi la había dejando sin nada y que por ende, si quería vivir allí, tenía que encargarse de los quehaceres de la casa.
Ella no dejo de estudiar en sus pocos ratos libres, su deseo era llegar a ser diseñadora de moda como fue su madre, aunque su madrastra y Hanabi se reían de ella cuando la veían dibujando modelos de ropa, nunca dejó que le eso le afectara.
Llevaba mucho tiempo sin salir a ningún lado, tampoco miró a sus amigos y ni hablar de su principe azul, a quien admiraba desde que lo conoció en las reuniones de las empresas, cuando aún vivía Hiashi.
Él era el hombre mas guapo que ella había visto, ni siquiera los príncipes podían competir con tan apuesto ejemplar, que además de ser bello por fuera, también era bello por dentro. Él era todo un caballero y la morena quería que fuera ese caballero, quien la rescatara de su calabozo.
La madre de su principe visitaba la mansión a menudo y siempre le decía que podía contar con ella para cualquier cosa que necesitara, también la alegraba contándole sobre la vida de su hijo mayor sabiendo el enamoramiento que la ojiperla tenía con él.
Hinata no sabía si la dama Uchiha era sincera, o no, porque se decía muy amiga de su difunta madre, pero a la vez, era muy amiga de Anko y las dos viajaban sólo para obtener lo mas nuevo en moda de vestir, gastando grandes cantidades de dinero que la Hyuga, no sabía de donde salía, puesto que su madrastra siempre se quejó por la falta de dinero.
[...]
—La compañía está en números rojos y si no hacemos algo pronto, tendremos que declararnos en banca rota—Fugaku ojeaba los libros con toda la información acerca del estado de la empresa.
—¿Que...? Esto no puede ser—Mikoto se llevó la mano a la frente, tratando de calmarse después de escuchar a su esposo.
—Trataré de encontrar un socio para que podamos seguir en el negocio, pero si no consigo a nadie, será mejor que empieces hacerte a la idea y dejes de estar gastando en cosas que ni siquiera necesitas—advirtió Fugaku a su esposa que parecía tener un colapso nervioso.
—No me pidas eso ¿como crees que lo van a tomar nuestros hijos...? Tenemos que encontrar una solución lo antes posible—afirmó la Uchiha saliendo de la oficina sin poder creer lo que había escuchado.
¿Como pensaba Fugaku que ella dejaría de tener su alto estatus? Su familia siempre permaneció en lo mas alto de la economía, incluso fueron mejores que los mismos Hyugas, quienes también estaban a gran nivel. No, definitivamente no. Ellos no se iban a quedar en la ruina para enfrentar las habladurías de las personas de la alta sociedad.
El celular mostró un texto de Anko, recordándole que pasará por la mansión Hyuga para mostrarle los últimos diseños de la temporada invernal.
Cerro los ojos con pesadez, no podía exponerse contando lo que estaba pasando, aunque ellas compartían secretos oscuros, como lo del testamento de Hiashi, donde le dejaba la fortuna de su fallecida esposa Hikari Hyuga, a su hija mayor, pues por ley, era a ella a quien correspondía todo, por el hechó de ser la única hija de Hikari, la que en vida fue dueña del 80 por ciento del capital... Hiashi contaba con apenas el 20 por ciento y nunca pudo tocar la parte de acciones que le tocaron a Hinata.
El Hyuga sabía que Hikari dejó todo a Hinata porque no confiaba en él y el hechó de dejar encargado a Neji, cuando este cumpliera la mayoría de edad, lo demostraba todo.
Al morir Hiashi, dejó solamente el 20 por ciento que era lo único que poseía, para Anko y Hanabi. Anko falsificó el testamento y le hizo creer a la pobre chica, que su padre no dejó nada para ella.
Hinata era tan ingenua, que nunca sospecho nada y sin estar Neji, quedó a merced de la madrastra, dejándola aislada de todo contacto, que pudiera llegar y abrirle los ojos.
Mikoto se enteró por casualidad, pero guardó el secreto aún sabiendo que Hinata no merecía algo así y que al morir Hikari, le prometió cuidar a la ojiperla.
—¡Pero claro Hinata...! Ella es la solución—se dijo en un monólogo mientras conducía a la mansión Hyuga.
[...]
Los fuertes gemidos y el olor a sexo, llenaban la habitación del moreno que envestía con ímpetu a su amada. Los dos estaban sudados y entregados al placer, como en cada encuentro que compartían.
—Te amo—dijo el Uchiha entre jadeos.
—Ha-ha-Itachi—gimió Izumi, cuando llegó al límite, algunas envestidas mas y el Uchiha la siguió llegando también.
—¿Te quedarás esta noche conmigo?—pregunto Itachi abrazando a su novia.
—Si...pero sólo por esta noche—suspiró, dándose el valor para poder hablar—¡Itachi esta será la última vez que nos veamos!—Itachi se sentó en la cama muy sorprendido.
—¿Que quieres decir Izumi?—pregunto sin entender nada.
—Sabes que mi sueño es ser actriz y me ofrecieron estudiar dos meses en la academia de actuación situada en Londres—la joven evitó la penetrante mirada de Itachi—No estoy segura que lo nuestro funcione estando tanto tiempo lejos.
—¿Estás terminando conmigo?—Izumi bajo el rostro y asintió, dejando al Uchiha sin palabras. Itachi se levantó de la cama para vestirse, estaba muy decepcionado y ya no tenía sentido tratar de persuadirla para que no se fuera—Entonces, será mejor que te vayas de una vez—ordeno el muchacho saliendo de la habitación.
[...]
Mikoto se puso en contacto con Shisui, que era el abogado de la familia como también su sobrino. Le pidió averiguar todo, sobre la custodia de Hinata, incluso, pidió información sobre la herencia y días después, ya tenía todo la información en sus manos, ahora sólo tenía que hablar con Itachi esa misma noche.
...
Esa noche durante la cena Fugaku les dio a conocer el estado financiero en el que estaban. Los dos jóvenes Uchihas se lo tomaron mejor de lo que el suponía a diferencia de su esposa.
Itachi propuso varios negocios en lo que conseguían un socio confiable y Sasuke, propuso buscar ayuda con Madara.
—De sobra sabes que mi hermano no es una opción—reprochó Mikoto, dirigiéndose a su hijo menor.
—Hmph no veo cual es el problema—dijo Sasuke despreocupado.
Él sabía que su madre, no tenía mucha comunicación con sus hermanos menores Madara e Izuna y que todo era por la fama de mafiosos, que ambos tenían por todo Tokio donde nadie se atrevía a llevarles la contraria, especialmente a Madara, que estaba acostumbrado a siempre salirse con la suya consiguiendo cualquier cosa que deseara.
Para Sasuke, eso no era ningún impedimento para tener contacto con ellos, pues aunque esa era la fama que tenían, nunca se les comprobó ningún negocio ilegal y sus empresas eran de las mas ricas, como también de las mas poderosas de la cuidad.
—De hecho, yo tengo la solución—anuncio la matriarca, atrayendo la atención de todos en la mesa— ¿Recuerdan a Hinata Hyuga?—los tres afirmaron con la cabeza, aunque tenían mucho tiempo sin verla—ella está siendo maltratada por Anko y yo me acabo de enterar—sonrió cuando logro obtener toda la curiosidad de los tres hombres —Le prometí a su madre antes de morir que cuidaría de ella y hasta ahora, no lo he hecho porque no sabía nada de lo que Anko le estaba haciendo—paró por un momento para beber agua—Hinata es la heredera del 80 por ciento de toda la fortuna Hyuga y Anko la engañó para no darle nada—los varones quedaron consternados, con lo que la matriarca les estaba relatando.
—Vaya mujer—murmuro Fugaku.
— Quiero traerla a vivir aquí con nosotros, convirtiéndome en su tutora legal, ya que le faltan algunos meses para cumplir la mayoría de edad, pero para que Hinata acceda a toda la fortuna Hyuga, necesita estar casada, de lo contrario, no puede tocar nada hasta que cumpla 22 años según lo especificado en el testamento—los tres hombres la escucharon sin saber a donde quería llegar con toda esa información y en ese momento, Mikoto encaró a su hijo mayor—¡Itachi...!— el Uchiha levantó la mirada hacia su madre—Si tu te casarás con Hinata, estarías ayudándola a escapar del infierno en el que vive y también estarías ayudando a la empresa de la familia—antes que su hijo pudiera decir algo ella continuó—La herencia de Hinata es muy grande debido a que Hiashi, nunca pudo tacar nada de ese dinero. Al casarte con ella, su capital podrá ayudar a prevenir la banca rota que se viene encima—concluyó la matriarca.
—¿Te has vuelto loca mujer...? ¿Como se te ocurre pedirle eso a Itachi? Además, tampoco es justo para la pobre chica—reprochó Fugaku.
—Es ayuda mutua para salir ganando ambas partes. Al sacar la empresa adelante, el capital de Hinata será regresado, solo tendrá que permanecer casada hasta que cumpla 20 años y ella podrá disponer de toda la herencia sin necesidad de nadie. Llegando esa fecha y se podrán divorciar sin ningún contratiempo... Por favor hijo, ayuda a Hinata y ayúdanos a nosotros también—pidió Mikoto dirigiéndose a su hijo mayor.
Itachi era una persona muy sensata y a la vez justa. Nunca trato de sacar provecho de nadie, pero después que Izumi terminó con él, su carácter se había vuelto mas fuerte y no quería tener que atarse a esa joven solo para usar su dinero, pero su madre no dejo de insistir en que también estaría ayudando a la Hyuga.
Después de muchas discusiones entre toda la familia, Itachi, finalmente aceptó pedir matrimonio a la chica. Sasuke y Fukagu estaban en contra, pero él estaba decidido, a fin de cuentas, no tenía nada que perder y todo sería por poco tiempo.
[...]
El día en que Mikoto le anunció a Anko que se llevaría a Hinata, la madrastra enloqueció, la llamo traidora y mal amiga. La Uchiha se defendió argumentando que todo lo hacía por el bienestar de la joven, que pronto se convertiría en su nuera.
Anko amenazó a la Uchiha, pero después de que Shisui le mostrara que podían demandarla por falsificación del testamento, Anko no tuvo mas remedio que doblar las manos. Mikoto se marchó, anunciando regresar por la joven apenas tuviera todo listo.
Anko le contó todo a Hanabi y entre las dos decidieron tratar de persuadir a Hinata, para que no aceptara irse con los Uchihas.
La madrastra se había esforzado mucho para mantener a hinata bajo su dominio, incluso leía todas las cartas que el estupido de Neji le mandaba a la mustia y después las quemaba. El chico le contaba que le estaba yendo muy bien y que pronto regresaría para llevársela con él, pero eso nunca lo hubiera permitido, si hasta la saco de la escuela para evitar que alguien se interesara en ella y terminara casada. Ahora tenía que pensar bien en su siguiente paso.
Tenía miedo de perder todo, hasta la mansión que legalmente estaba a nombre de la primogénita de su marido. El maldito viejo no les había dejando mas que una propiedad situada a las afueras de la cuidad y ella no pensaba en tener que vivir en ese lugar al igual que una simple pueblerina.
Todos los días de esa semana, puso en marcha su plan para convencer a la morena de no aceptar irse, pero al no dar resultados terminaba, mandando a la joven a trabajar en los jardines de la mansión, sin ningún tipo de protección para el inminente calor.
Hinata no sabía que planeaba su madrastra pidiéndole no aceptar ningún ofrecimiento de nadie. Las preguntas no eran claras y ella terminaba diciendo la verdad, la cual era, que si tenía la oportunidad de salir de la mansión Hyuga para ya no ser una carga, lo haría sin pensarlo. Sus respuestas no parecían agradar a Anko, porque desde que le preguntó la primera vez, se esforzó en darle mucho mas trabajo, sobre todo fuera de la mansión.
Su piel estaba quemada por los rayos del sol y las manchas negras bajo los ojos se habían hecho aun mas grandes que nunca debido a la falta de descanso.
Estaba ya por acostarse, cuando Hanabi y Anko entraron en su habitación para tratar de persuadirla de no dejarlas, en caso de otra oferta de trabajo, pero Hinata nuevamente volvió a decir la verdad. Ella preferiría trabajar para otras personas, que por lo menos la dejaran salir a seguir con sus estudios.
Esa noche, Anko enloqueció y terminó maltratando a la ojiperla como nunca antes lo había hecho. Ayudada por Hanabi, cortaron todo el cabello de la morena, para después dejarla casi calva usando una máquina de barbería.
Hinata rogó que pararan, al mirar como hermosos mechones de cabello caían en el piso.
Ella no podía entender el porqué de tanta maldad. Después que se marcharon, se miro en el espejo y lloro como cuando era niña. Su aspecto era horrible, cualquier persona que la viera, pensaría que estaba muy enferma. Su cabello que tanto cuidaba, ya no estaba y la piel que antes parecía de porcelana, ahora estaba quemada y enrojecida, por el sol. Se sintió mas mal que nunca y esa noche no pudo dormir, debido a que cuatro hombres vestidos de blanco, entraron en su habitación para sacarla por la fuerza. Se resistió todo lo que pudo, pero terminaron inyectando su brazo y ya no tuvo fuerza, quedando inconsciente.
[...]
Ya había pasado un mes desde que la sacaron de su habitación a mitad de la noche, estaba en un lugar lleno de personas completamente locas. Dormía muy poco por el miedo que sentía, ya que a menudo, era agredida por alguno de los pacientes que la confundían con otra persona a la que seguramente odiaban.
No es que los médicos fueran malos con ella, el problema era que no le creían, cuando les decía no estar enferma y todo su deplorable aspecto, no dejaba lugar a que ellos pensaran lo contrario.
Cuando la llevaron a pasear al jardín, escuchó voces que le parecieron conocidas y al enfocar bien, de quienes se trataba, su corazón dio un vuelco. Mikoto y uno de los guardias llamado Sasori, quien fue amable con ella desde el día en que llegó, se acercaron a ella con la orden de salida.
[...]
Mikoto maldijo cuando se enteró que Hinata había sido llevada a un centro psiquiátrico, por supuestamente enloquecer agrediéndose ella misma, cortándose todo el cabello antes de intentar suicidarse.
Sabía de sobra que era una mentira, así que se movilizó para encontrar información.
Después de dos semanas, casualmente obtuvo lo que buscaba, por medio de uno de los amigos de Itachi, quien trabajaba en una clínica psiquiátrica y contó la historia de una pobre chica, a quien habían encerrado sin estar enferma, por ordenes de la madrastra.
Contó que la joven era muy linda a pesar de estar tan maltratada y cuando describió el color de sus ojos, Mikoto no tuvo mas dudas de quien se trataba.
Preparó todo para sacarla de ese sitio y también persuadió a Itachi para que se casaran apenas la sacaran, argumentando que Anko, podría hacer algo en su contra de nuevo.
Al llegar a la clínica con la orden de salida para la Hyuga, Sasori la guió hasta donde estaba la joven. La dama Uchiha se sintió muy culpable, al mirar el estado en el que estaba y peor aún, cuando Hinata se aferró a ella como su última esperanza.
—¡Mikoto-san...! Dígales que no estoy loca—rogó la chica sin soltarla.
—Sh-sh-ya, no te preocupes, yo no te dejare de nuevo—aseguró Mikoto, llenando de esperanza a la joven.
Itachi esperaba en la mansión y al entrar su madre acompañada de la Hyuga, tuvo que morder su lengua para no decir algo malo ¿Como pensaban que el podría casarse con esa mujer? Pero lo peor ¿como podría él ofrecerle matrimonio? Por favor, si esa chica parecía una enferma mental.
—Pasa hija—Hinata siguió a la dama Uchiha, hasta que llegó a la sala donde vislumbró al apuesto caballero. Se puso nerviosa y de inmediato se sonrojó. Estaba tan guapo, aún mas de lo que podía recordar, al saber que él también la estaba mirando, recordó su aspecto y se colocó tras Mikoto, para que no pudiera verla, pues debía de estar pensando lo peor de ella.
La dama Uchiha, fulminó a su hijo con la mirada, para que quitara esa expresión de disgusto que se había instalado en su rostro. Itachi respiro hondo y se dedicó a fingir, de lo contrario, no iba poder seguir.
—¡Madre estas de regreso!—exclamó, con una falsa sonrisa. Mikoto de inmediato tomó el brazo de la morena y la colocó junto a ella para encarar a Itachi.
—Itachi, quiero que saludes a Hinata. Ella vivirá con nosotros desde hoy—la Hyuga se sonrojó al tener al Uchiha frente a ella.
—¡Bienvenida Hinata-san...! Es un gusto volver a verla después de tanto tiempo—la morena creyó que se desmayaría cuando su principe toco su mano para saludarla.
—G-gracias Uchiha-san—Itachi fingió una sonrisa, pero por dentro tuvo que evitar rodar los ojos, ante el comportamiento inseguro de la muchacha.
Tenía que hacer uso de toda su paciencia, para poder llevar a cabo lo que su madre planeo. Presentía que se iba a convertir en la burla de todos, cuando se enteraran de su matrimonio con esa mujer. Precisamente él, quien estaba acostumbrado a salir con las mujeres mas hermosas de toda la ciudad, ahora tendría que atarse a la mas fea e insegura. Ni siquiera podía entender porque esa chica lo había irritado tanto.
Los siguientes días, Hinata se encontró con el resto de la familia. Fugaku habló poco, pero le parecía amable y Sasuke, simplemente la ignoró, como si no se tratara de nadie que valía la pena tomar en cuenta.
Su principe se acercó a ella cada vez mas, hasta que una tarde le pidió matrimonio.
Hinata no sabía que decir y terminó corriendo hacia su habitación, pero Mikoto la convenció de aceptar.
La boda fue muy diferente a lo que ella había soñado. Hinata uso un vestido blanco que su suegra compró y se colocó una pañoleta para cubrir su cabeza, debido al estado del cabello, que apenas comenzaba a crecer, causando que se mirara mas mal, por los lugares que estaban mas pelones que otros.
Su principe parecía molesto, pero se veía hermoso vestido completamente de negro.
Se casaron en la misma mansión Uchiha, con muy pocos invitados, entre ellos la novia de Sasuke, una hermosa mujer con cabello rosa, la cual desde que la miró, no hizo nada para ocultar el desagrado que le causó.
También estaba una pareja de una mujer con cabello corto azulado, que se presentó como Konan y su acompañante y novio llamado Nagato, ellos dos y Sasori a quien ya conocía, fueron los únicos que no la hicieron sentir mal burlándose de ella, como todos los demás.
Después de firmar unos papeles que ni siquiera leyó, salió del despacho de su ahora suegro y se dirigió hacia la sala donde estaba su esposo, pero al llegar lo encontró hablando con una hermosa mujer, de cabello negro, largo como era el suyo antes de que se lo cortaran.
Se quedó parada sin saber que hacer, mientras la novia de Sasuke secretaba algo, que estaba segura, tenía que ver con ella por la forma en que la veía para después carcajearse.
Estaba a punto de llorar, cuando Konan la llamo para que estuviera con ellos.
Horas después todos se marcharon, incluyendo a su esposo, que no dejó de lado a la mujer con la que estuvo toda la tarde y a quien llamaron como Izumi.
—¡Vamos Hinata debes estar cansada! exclamó Mikoto para atraer su atención, después de mirar como su ahora esposo salía de la casa con otra mujer que no era ella.
—P-pero ¿que hay de Itachi?—Mikoto se sintió mal por la chica debido al comportamiento poco común que mostró su primogénito, pero según escuchó a Sakura, Izumi, la mujer a la que Itachi amaba, había regresado y quería volver con su hijo.
—No te preocupes por él, mejor sube a tu habitación y duerme tranquila.
Hinata obedeció sin decir nada, pero su corazón se sentía herido. Su principe ni siquiera le había dado un beso, como tampoco hizo nada para frenar los comentarios hirientes lanzados sobre ella. Al saberse sola en su primera noche de bodas, supo que ese definitivamente no era el cuento de hadas que había soñado durante el encierro en la mansión Hyuga.
[...]
Había pasado un mes desde su boda y raras veces veía a Itachi. Él se portaba frío y distante con ella. Hinata se aseguraba de tener siempre lista la ropa, como también la comida de su esposo y a menudo encontraba las camisas manchadas de lápiz labial, que obviamente no era suyo, ya que no usaba y si lo usara, su marido no se acercaba para poder llegar a mancharlo.
Mikoto le dijo, que ese día tendrían una fiesta para celebrar el cumpleaños de Sasuke, así que quiso ser útil y cocino todo con ayuda de Chiyo la nana de los Uchihas.
La anciana la había tratado bien desde que llegó y la Hyuga se sentía bien con ella.
Los invitados llegaron y la Hyuga se había vestido con un vestido negro que Chiyo le consiguió. La anciana le ayudó con el arreglo y cuando terminó, bajo hacía donde estaba su esposo.
A medida que avanzaba entre los invitados, las risas no se hicieron esperar. La ojiperla escuchó comentarios muy hirientes, donde se compadecían del apuesto primogénito, por tener como esposa a una mujer que lucía peor que las sirvientes.
Con los ojos llenos de lágrimas que se negó a derramar, llegó hasta donde estaba Itachi, de nuevo con la misma mujer que estaba el día de su boda.
Itachi se encontraba discutiendo con Izumi, por causa del matrimonio con la Hyuga.
Su amada, con la que había estado acostándose desde que regresó de Londres, le exigía que se divorciara, o de lo contrario la perdería para siempre.
—Dame un poco más de tiempo Izumi... lo que me pides no es fácil—Itachi, había estado bebiendo desde muy temprano y el alcohol estaba haciendo efecto en sus sentidos.
—Será mejor que me vaya, por lo visto yo no te importo, como para dejarla por mi—reprochó la joven, dirigiendo su vista hasta donde estaba Hinata mirándoles. Izumi sonrió con malicia y beso al Uchiha en la boca frente a todos. Al despegarse de él, le dijo—Piénsalo Itachi—dejando al moreno muy molesto con la ojiperla.
Cuando levantó la mirada, se encontró con la culpable de todos sus problemas y enloquecido por el alcohol camino hacia ella, tomándola con mucha fuerza del brazo para llevarla arriba.
—¿Que demonios hacías abajo?—pregunto lanzándola sobre la cama.
—Y-yo-p-pensé...
—Tu pensaste que?—pregunto con rabia, llenando de miedo a la joven.
—Soy su esposa y usted se la pasa con otra—le dijo, entre lágrimas.
—¿Que acaso no te has visto en un espejo?—grito molesto—Nadie en tu lugar, se atrevería a bajar frente a todos con tu aspecto—Itachi estaba fuera de si, él jamás le había faltado al respeto a ninguna mujer, siempre se le consideró como un caballero, pero el temor de perder a Izumi por culpa de Hinata, lo estaba segando.
La miro llorando y algo en él se estrujo, sin saber el porqué. Se acercó a ella y la abrazó, sintiendo el agradable aroma que salía del pequeño cuerpo femenino.
Por primera vez la veía tan cerca y pudo apreciar los finos rasgos que poseía la Hyuga, como también el exótico color de ojos.
Abrumado por la bebida, comenzó a besarla hasta que los dos estaban desnudos sobre la cama, estaba demasiado exitado, como para reaccionar y de una sola estocada entro dentro de ella, causando un grito desgarrador de parte de la ojiperla.
Después de varias envestidas, el dolor disminuyó un poco para Hinata y llevo sus temerosas manos hacia el perfecto rostro masculino, aunque lo que Itachi le hacía no era satisfactorio, pensó que era normal y siguió aguantando sin quejarse.
Después de unos empujes más, su corazón se sintió partido por la mitad, al escuchar a su esposo gritar el nombre que no era el suyo. Itachi, grito el nombre de Izumi cuando terminó dentro de Hinata.
Continuara.
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