Capitulo 8
Aquí les traigo el nuevo capitulo de ésta historia.
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*En la actualidad*
Un hombre de cabello oscuro, con una bata negra con nubes rojas y con una máscara anaranjada cubriendo su rostro; se encontraba de camino hasta la cueva donde se encontraba aquel hombre que hace años había salvado y arruinado su vida. ¿A qué me refiero? Bueno, para poder explicarlo debemos remontarnos hasta 12 años en el pasado, poco después de que él "muriera" en un derrumbe en una fallida misión en Kannabi...
*12 años atrás*
Habían pasado solamente tres meses desde la muerte de su querida compañera Rin Nohara a manos de Kakashi Hatake. El adolescente tenía muy en claro que la muerte de Rin no había sido completamente culpa de Kakashi, pues su amado peli plata jamás habría asesinado a su compañera. Sabía que, para que pasara lo que sucedió, solo había dos posibles opciones: Rin o Kakashi había sido controlado por el enemigo obligando a que la situación desembocara en aquella tragedia; o por alguna razón que no lograba comprender Rin había decidido suicidarse a manos de Kakashi. Aunque su corazón y mente trataban de creer que se trataba de la primera posibilidad.
Sin embargo, las palabras del anciano que lo salvó meses atrás en aquel derrumbe no paraban de hacer mella en su cabeza. Después de todo, puede que aquel viejo que en un inicio creyó que estaba loco, no estuviera tan mal de la cabeza como creía. Después de todo, este mundo le había abierto los ojos por la fuerza. El mundo Shinobi no era para nada el lugar de luz y bondad que él creía. El mundo Shinobi estaba repleto de maldad y odio. Estaba podrido desde adentro. Y no había manera alguna de repáralo por las buenas.
Aquel anciano, Madara, le daba la posibilidad de crear un mundo desde cero donde los sueños de todos se hicieran realidad. Donde Rin no esté muerta. Donde ya nadie tendría que sufrir...Donde Kakashi ya no tendría que seguir sufriendo...Porque Obito lo sabía. Sabía que Kakashi estaba sufriendo más que nadie ésta situación y las consecuencias de vivir en un mundo repleto de personas egoístas y malvadas. Crear un mundo de sueños donde no haya maldad le permitiría a Obito darle a su querido Kakashi la vida que el peli plata siempre debió tener a su parecer.
Porque si, ya no era un secreto para prácticamente nadie lo que Obito sentía por Kakashi. Y para suerte del joven Uchiha, sus sentimientos siempre fueron correspondidos por el último miembro vivo del clan Hatake. A ojos de Obito, Kakashi se merecía vivir en un mundo perfecto donde nadie le hiciera daño. Un mundo donde Kakashi pudiera crecer con sus padres a su lado, un mundo sin guerras, donde Rin; a quien ambos chicos consideraban una hermana; jamás hubiera muerto. Y donde él mismo pudiera hacer una vida feliz junto a su amado compañero de cabellos plateados.
Semanas después de la muerte de Rin, Obito se escabulló en la aldea para poder ver el estado de salud de su amado. Grande fue la sorpresa que se llevó al enterarse del verdadero estado de Kakashi. Pues Kakashi era un doncel con un mínimo de 4 meses de gestación. Obito no era tonto, al hacer las cuentas no le fue difícil deducir que ese pequeño que crecía en Kakashi era hijo suyo. Era fruto del amor que él y Kakashi se tenían. Eso lo llenó de alegría y rabia. Pues la noticia de que sería padre llenó su corazón de alegría, sin embargo, el que mandaran a su amado a una misión prácticamente suicida en el estado en el que estaba no hizo más que llenar su corazón de rabia y odio. Dándole más razones a Obito para seguir el plan de Madara. Pues ahora, Obito quería crear un mundo perfecto para Kakashi y para su futuro hijo o hija.
Cuando Kakashi ya tenía solamente siete meses de embarazo, Madara le ordenó a Obito que liberara el poder del Kyubi en la aldea. Pues según él, ese era el primer paso para el plan de un mundo perfecto. Obito obviamente se negó rotundamente a hacerlo, pues arrebatarle el Kyubi a Kushina la terminaría matando y terminaría condenando al hijo de su ex sensei, Minato, probablemente a una vida de sufrimiento como Jinchuriki, en una aldea que estaba podrida desde dentro. Eso sin mencionar que pondría en un gran peligro a Kakashi y a su futura bebe, quienes eran su única luz en esa oscuridad. No lo haría. Tal vez el mundo Shinobi estaba podrido pero Kushina, Minato, su hijo, Kakashi y su pequeña eran las únicas personas que, a su parecer, merecían la salvación. No provocaría una tragedia que los pusiera en peligro.
Ésta respuesta negativa molestó profundamente a Madara. El anciano shinobi no podía creer que Obito de verdad le estuviera llevando la contraria luego de todo lo que había hecho por él. Luego de todo lo que le había enseñado. ¿Qué acaso no quería conseguir un mundo perfecto para todos ellos? ¿Un mundo donde la amada compañera del mocoso estuviera viva? Pues debía entender que siempre hay un daño colateral, pero eso no importaría cuando el plan "ojo de luna" estuviera completo, después de todo, en ese mundo de ilusión todos ellos volverían a estar vivos. Si Obito no cumplía la primera parte del plan, entonces tendría que realizarla él mismo junto a setsu.
Había pasado casi una semana desde su última visita a Konoha, por ende, había pasado casi una semana desde que discutió con Madara y se negó a cometer la locura de liberar al Kyubi en la aldea. Ya encontraría otra forma de comenzar el plan sin terminar cometiendo esa locura. Sin embargo, presentía que algo andaba mal, pues el anciano no había vuelto a tocar el tema desde su discusión. La cansada y rasposa voz de Madara sacó al joven de sus pensamientos.
-La primera fase del plan "ojo de luna" ya fue completada-
-¿A qué te refieres? Te dejé muy en claro anciano que no haría esa locura de atacar Konoha con el Kyubi. A menos que...- Obito palideció cuando la sola idea cruzó por su cabeza
-Lo se Obito, me quedó muy claro la última vez que hablamos. Es por eso que decidí tomar cartas en el asunto personalmente. Cosa que me dejó muy débil de chakra. Espero que la próxima vez dejes de comportarte como un niño inmaduro y hagas las cosas cómo te las digo y cuando te las digo- y sin decir una sola palabra más, Madara se retiró a descansar. No sin antes ordenarle a Setsu que mantuviera vigilado a Obito.
Hablando de Obito, se encontraba en un completo estado de shock. Jamás pensó que al negarse a las órdenes de Madara, éste haría las cosas por su propia cuenta. Es decir, para Obito era solo un viejo que a duras penas podía mantenerse en pie. De repente, por su cabeza pasaron decenas de escenarios del ataque del Kyubi. Cada uno peor que el anterior. En realidad, lo que le pasara a esa aldea poco le importaba, pero lo que le pasara a Minato, Kushina, al pequeño Naruto y en especial a Kakashi o a su pequeña era algo que lo tenía demasiado preocupado.
Con ese pensamiento en mente, y con una mirada repleta de genuina preocupación, Obito tomó su máscara y marchó hasta la aldea lo más pronto y rápido que pudo. Al llegar, el desolador ambiente solamente lo preocupó más. La devastación era tal, que la aldea tendría que levantarse prácticamente desde cero.
Pensando lo peor, Obito evadió la casi nula seguridad de la aldea y fue directamente al cementerio. Recorrió lápida por lapida. Leyó nombre por nombre. Hasta que llegó a dos lápidas que de verdad le partieron el corazón cuando leyó los nombres grabados. "Minato Namikaze" y "Kushina Uzumaki". Sabía que Madara había aprovechado el parto de la mujer de su sensei para facilitar la liberación del zorro. Por lo que la posibilidad de que el pequeño hijo de su ex maestro y su esposa aún estuviera con vida y, tal y como sospechaba, fuera el nuevo Jinchuriki del Kyubi. Obito derramó una única lágrima al mismo tiempo que pedía una silenciosa disculpa a su ex sensei por no haber sido capaz de evitar aquella tragedia.
Al no leer por ningún lado el nombre de Kakashi, Obito no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Eso significaba que su amado y su pequeña aún seguían con vida.
Evitando ser visto, Obito llegó hasta la ventada de una habitación específica del hospital. Pues había escuchado a un par de enfermeras hablar sobre que el parto de Kakashi se había adelantado y había habido complicaciones en el parto. Miró a su amado peliplata repleto de cables y conectado a una máquina que marcaba su pulso. Con su kamui se adentró en la habitación y sin hacer un solo ruido se acercó a su amado, que tenía una respiración acompasada.
-Debes despertar bakakashi...eres fuerte...además...nuestra pequeña princesa te necesita, no puedes dejarla sola a merced de este mundo tan despiadado...debes despertar...-susurró Obito para luego teletransportarse a la habitación en donde se encontraba su pequeña
Se acercó silenciosamente a la incubadora y miró con un profundo amor paternal y una profunda preocupación a la pequeña criatura frente a sus ojos. Su pequeña princesa. El fruto de su amor con Kakashi se encontraba frente a él y estaba luchando por su vida. Se agachó a la altura de la incubadora y con el tono más paternal que pudo susurró a su bebe:
-Hola pequeña princesa, soy tu papá. Sé que no te debes de sentir bien en éstos momentos. Pero se que eres fuerte, lograrás ponerte mejor ya lo veras. Eres igual de fuerte que tu mamá. Te prometo princesa, que aunque no me veas, yo siempre voy a estar cuidándote a ti y a tu mamá. Ahora debo irme, pero no olvides que tu padre te ama con todo el corazón.-
Y tan rápido y silencioso como llegó, Obito desapareció en la oscuridad de la noche. Prometiendo volver al día siguiente para cuidar de Kakashi y su pequeña desde lejos. Prometiendo que no dejaría que nadie les hiciera ningún daño.
*Al día siguiente*
Eran casi las seis de la tarde y Obito regresaba de una pequeña misión como renegado en una aldea no muy lejos de la "guarida", como le gustaba llamarle, donde se quedaba con Madara y Setsu. Planeaba cambiarse de ropa, pues la que tenía estaba repleta de sangre, e ir a ver como estaban Kakashi y su hija.
Grande fue su sorpresa al llegar a la guarida, y ver a Madara con la que rápidamente identificó como su hija en una mano y un kunai apuntando a la cabeza de la infante en la otra. La rabia se comenzó a apoderar de su cuerpo al ver a su pequeña en peligro. ¿Cómo se había enterado Madara de la existencia de su hija? Él se había encargado de mantener en secreto de Madara la existencia de la bebe...a menos que...Setsu. Obito activo su mangekyo de la rabia que estaba sintiendo.
-Madara, déjala. No te atrevas a hacerle daño a mi hija o te juro que yo...-
-¿Qué tu qué? Obito...Setsu me dijo la verdadera razón por la cual no querías que liberara al Kyubi en konoha. Aunque al principio no quería creer que te dejaras llevar por éstas estupideces que no harán más que debilitarte y distraerte de nuestro verdadero objetivo, ahora tú mismo me has confirmado lo que Setsu me dijo. Me parece que desde ahora tendré que tomar otras medidas contigo Obito.-
-¿A qué te refieres?-
-Que si no haces desde hoy lo que yo te ordene, cuando te lo ordene y como yo te lo ordene, la pequeña Elizabeth Hikari Uchiha Hatake tendrá que sufrir las consecuencias- amenazó el anciano mientras acercaba el kunai aún más a la pequeña.
-¡Está bien! Haré lo que digas solo...solo no le hagas daño a mi hija...- hijo Obito mientras se dejaba caer sobre sus rodillas.
-Así me gusta... y ni pienses en engañarme. O ella será quien lo pague- dijo Madara mientras le entregaba la pequeña bebé a Obito, quien la aferró a su cuerpo mientras las lágrimas traicioneras escapaban de sus ojos.
*12 años después, en el presente*
Obito llegaba de una larga misión como renegado, a la guarida donde vivía con Madara, Setsu y donde estaba creciendo su pequeña.
-¡Papá! ¡Volviste!- fue recibido por una pequeña niña de doce años, con una piel clara como la de su madre, ojos oscuros, y un largo cabello plateado y con un mechón de color negro.
-Princesa...ya estoy en casa- dijo mientras abrazaba a su amada hija.
-Papá te extrañe mucho...¿hoy puedo entrenar contigo? el señor Madara no quiere que lo moleste y Zetsu volvió a burlarse de mí- dijo la pequeña con un pequeño puchero que a Obito le recordó mucho a sí mismo cuando tenía su edad.
-Claro que si mi niña- dijo Obito con una sonrisa cansada en su rostro. Después de todo, aún había cosas que no podía negarle a su pequeña princesa.
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