Capítulo 14
*Al día siguiente*
Obito llevaba al menos 10 minutos con la mirada perdida y sin poder reaccionar. ¿La razón? Kakashi le había explicado sobre Athena y sus caballeros y la misma Elizabeth había corroborado la historia mostrándose como la diosa frente a sus padres. Obviamente Obito quedó en estado de shock por todo y no había reaccionado desde entonces.
Kakashi, por su parte, no pudo evitar que se le hinchara el pecho de orgullo cuando su hija le explicó cómo había logrado engañar a Madara para poder escapar, usando la avanzada edad del hombre en su contra. Dejando de lado que se trataba de nada más y nada menos que de la diosa de la sabiduría, el Hatake no pudo evitar pensar, aunque sea por unos segundos, que su hija se parecía a él más de lo que pensaba y eso lo hacía sentir orgulloso de ella. Estaba muy claro que la chica tenía un futuro muy brillante por delante, y ahora tendría a sus dos padres a su lado para respaldarla.
Por otro lado, Kakashi no pudo evitar reírse un poco por la reacción de Obito. Estaba claro que no había cambiado mucho pese a los años que no se habían visto. Claramente había madurado mucho y ya no era ni de lejos aquel niño llorón que recordaba; pero cuando reaccionó así, Kakashi no pudo evitar soltar una leve risa por el breve sentimiento de nostalgia que le había surgido. Ya luego hablarían con el Hokage cuando Obito saliera del shock.
*En otro sitio de la aldea*
Mientras tanto, en los alrededores de la aldea, el equipo 8 estaba por concluir un entrenamiento. Hinata había decidido mantener la existencia de los caballeros de Athena en secreto del resto de su equipo por el momento; no porque desconfiara de ellos, sino porque sentía que aún no era el momento y lo mejor sería esperar a que al menos varios de sus compañeros dorados despertaran. Además, sentía que, de algún modo, ocultándoles ese detalle por el momento, mantendría a su equipo a salvo de los miembros del consejo que fueran tras el poder de los caballeros dorados o de Athena. Si no sabían nada, no correrían ningún peligro.
Kurenai estaba enterada del incidente en el que se había visto envuelta su alumna, el primo y la hermana de ésta. Sabía que habían sido expulsados de su clan y que ahora Naruto los había dejado vivir con él en el complejo Uzumaki. Ya había hablado con su alumna al respecto y le había agradecido a Naruto por su ayuda. Sin embargo, no dejaba de ser una jounin y sabía que había algo que su alumna no le estaba contando, después de todo, no podía pasar por alto la repentina mejora en las habilidades de Hinata, que su cabello (que ahora llevaba sujeto en una cola de caballo) había crecido ridículamente rápido y el hecho de que sentía una presencia bastante extraña pero para nada hostil proveniente de su alumna. No sabía qué era lo que Hinata le ocultaba, pero dada la naturaleza del incidente en el que se había visto envuelta la chica con respecto a su padre y clan, Kurenai prefirió no presionarla y que su alumna se sintiera libre de contarle lo que sucedía cuando estuviera lista.
Culminado el entrenamiento, todos los miembros del equipo 8 se habían marchado cada uno a su casa. Todos consideraban que había resultado ser un entrenamiento bastante productivo para el nivel que llevaban y su trabajo en equipo había mejorado bastante, cosa que tenía muy orgullosa a la jounin sensei del equipo.
Cuando estaba por llegar al complejo de su clan, Kiba sintió una extraña presencia que lo llamaba proveniente del norte de la aldea. Al principio decidió ignorarlo atribuyendo a un efecto secundario del cansancio acumulado del día; pero cuando notó que Akamaru también sentía esa presencia no pudo evitar sentir curiosidad e ir en esa dirección. Mientras más se acercaba al origen de esa presencia, más se alejaba del complejo de su clan y más se alejaba de la aldea. Esto alarmó a Akamaru que, aunque también sentía la presencia que sentía su dueño, sabía que alejarse tanto de la aldea sin compañía alguna podía ser muy peligroso. Sin embargo, en ningún momento se separó de su compañero humano.
Kiba estuvo caminando a través del bosque por lo que parecieron ser varios minutos, estuvo casi por rendirse creyendo que eso no era más que una pérdida de tiempo y volver a la aldea. Pues de seguro su madre y hermana comenzarían a preocuparse de que él no hubiera regresado. Pero justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, llegó hasta una cueva aparentemente vacía.
-Bueno...ya llegamos hasta aquí, al menos exploremos un poco, haber que encontramos- dijo Kiba antes de adentrarse en la cueva junto a Akamaru quien aún estaba algo nervioso.
Recorrió la cueva por al menos cinco minutos cuando de repente vio algo que brillaba con gran intensidad en el fondo, a tan solo unos pocos metros de él. La oscuridad de la cueva no le permitía ver con claridad qué era aquello así que decidió acercarse para ver con mayor claridad qué era aquello. Grande fue su sorpresa y miedo al ver que lo que se encontraba frente a él era nada más y nada menos que un león de tamaño descomunal a su parecer y que vestía una armadura dorada. Antes de que siquiera pudiera reaccionar, el poderoso rugido del león lo tomó por sorpresa y de repente todo se volvió negro.
*En la mente de Kiba*
Al despertar, se sorprendió mucho al encontrarse frente a un templo estilo griego, con una estatua de león en la entrada, un símbolo que le parecía extrañamente familiar; aunque no identificaba dónde; y la palabra "Leo" escrita sobre él.
-¿Dónde estoy?...Un segundo...¡¿Dónde está Akamaru?!- preguntó alarmado al notar la ausencia de su compañero canino.
Preocupado, Kiba entró al templo para buscar a su compañero canino por todas partes mientras lo llamaba desesperado a los gritos. Sin embargo, no había respuesta ni señales de Akamaru por ningún lado y el desespero de Kiba no paraba de aumentar con cada segundo que pasaba. Sentía una gran preocupación y unas inmensas ganas de llorar por no saber dónde estaba Akamaru.
-No te preocupes. Tu compañero está bien, es lógico que no lo encuentres. Después de todo, estamos en tu mente y él no podía seguirte hasta acá-
-¿En mi mente? ¿A qué te refieres? ¿Quién eres?-
-Me refiero precisamente a eso. A qué estamos en tu mente. Mi nombre es Aioria y soy el caballero dorado de la constelación de Leo al servicio de la diosa Athena-
Mientras se presentaba, el hombre frente a él se hacía cada vez más visible. Se trataba de un hombre que rondaba los 20 años, de cabello castaño claro, y ojos claros. Vestía una radiante armadura dorada que de algún modo le recordaba a la del león de la cueva. Su mirada reflejaba tranquilidad pero al mismo tiempo reflejaba una gran ferocidad, sin embargo, Kiba sentía que no tenía por qué preocuparse por él. Que no era una amenaza.
-Me imagino que debes tener muchas preguntas. Pero no te preocupes, todas ellas te serán respondidas pronto-
Tras decir eso, todo el cuerpo de Aioria se comenzó a convertir en pequeñas partículas de luz dorada que se iban introduciendo en el cuerpo del chico; quien en un principio se resistía a esto, pues no sabía de qué se trataba. Pero poco a poco, los recuerdos de su vida anterior comenzaron a mostrarse ante él. Cada uno, desde que su hermano mayor Aioros lo entrenaba, hasta su muerte en el muro de los lamentos en la guerra santa contra Hades. Ahora entendía todo y sabía cuál era su misión.
*Mientras tanto, en otro lado de la aldea*
Habían pasado al menos dos horas desde que había culminado el entrenamiento con sus alumnos y Kurenai había aprovechado para pasar el resto del día con Asuma en su departamento. Éste le había llevado un ramo de rosas cuando llegó a su casa y ahora ella se encontraba cocinando mientras Asuma se encontraba en la sala poniendo la mesa. Cuando de repente se escucharon los golpes desesperados en la puerta del departamento de la jounin, ambos intercambiaron miradas extrañados.
-Yo atiendo- dijo Asuma, mientras abría la puerta del departamento. Se sorprendió al ver a la mayor de los hermanos Inuzuka.
-Ah, hola Hana, ¿se te ofrece algo?- preguntó confundido
-Buenas tardes señor Asuma, disculpe que lo moleste pero ¿se encuentra la señorita Kurenai?-
-Si claro, pasa y espera en la sala que enseguida la llamo-
Asuma volvió a entrar en el departamento acompañado de la chica y fue en dirección a la cocina donde se encontraba su novia apagando la hornalla de la cocina para voltear en su dirección.
-¿Quién era?- preguntó confundida.
-Es Hana Inuzuka-
-¿La hermana de Kiba?-
-Si, pregunta por ti y se ve preocupada. Creo que algo pasó. Está en la sala-
Al escuchar esas palabras, Kurenai fue hasta su sala donde vio a la chica sentada en el sofá, mirando por la ventana con un semblante angustiado y preocupado.
-Hola Hana ¿En qué te puedo ayudar?-
-Buenas tardes señorita Kurenai, disculpe que llegue sin avisar a su casa pero, necesito preguntarle si sabe dónde está mi hermano-
-No tengo idea, la última vez que lo vi fue hace algunas horas luego de terminar el entrenamiento y dijo que se iría a casa. ¿Por qué, pasó algo?- preguntó preocupada la mujer.
-Kiba no llegó a casa luego del entrenamiento. Mi madre y yo pensamos que a lo mejor había salido a algún lugar con sus amigos y se había olvidado de avisar pero ya pasó demasiado tiempo y aún no ha regresado-
-¡¿Kiba desapareció?!-
Luego de esa conversación, y con ayuda de los equipos 7, 9 y 10, además de contar con la ayuda del mismo Obito Uchiha y otros chinin y jounin conocidos, Kurenai y los dos miembros restantes del equipo 8 comenzaron a buscar a Kiba por toda la aldea y sus alrededores pero no había rastro alguno de Kiba.
Fue Naruto; seguido de cerca por Sasuke y Elizabeth; quién detectó un débil rastro de chakra de Kiba que a medida que lo seguían más fuerte se volvía junto con un cosmos que era muy familiar para ellos tres. Luego de varios minutos, llegaron hasta una cueva en donde finalmente lo encontraron. Justo frente a ellos estaba Kiba Inuzuka junto a su fiel perro Akamaru. Estando los tres frente al chico, confirmaron sus sospechas. Kiba era nada más y nada menos que la reencarnación de Aioria de Leo.
Cuando Kiba notó las tres presencias detrás de él y vio de quienes se trataba, se arrodilló frente al Patriarca y frente a la diosa Athena.
-Maestro Dohko, Gran Patriarca, señorita Athena, disculpen si los hice esperar-
-Caballero de Leo, no te preocupes por eso. Ahora volvamos a casa, muchas personas te están buscando preocupadas- dijo Elizabeth, con una voz tranquila y acercándose al chico frente a ella alentando a levantarse.
Luego de eso, todos fueron de regreso a la aldea. Donde varias personas esperaban a Kiba, quien sabía que le esperaba un buen regaño por parte de su madre, su hermana y, muy probablemente, por parte de su sensei por haber desaparecido sin avisar a nadie.
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Bueno gente, aquí tienen un nuevo capítulo. Aioria, el león dorado finalmente despertó. Espero que les haya gustado y sin más, nos leemos pronto!!
PD: A partir del siguiente capítulo iré dejando pistas ocultas sobre los próximos caballeros en despertar. Es decir, a partir del próximo capítulo habrán pistas ocultas del caballero que vaya a despertar a continuación y así sucesivamente hasta que hayan despertado todos los caballeros dorados. Así que estén atentos!! :D
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