Capítulo 13

Poco tiempo después de que se pudieran reencontrar, Elizabeth fue dada de alta del hospital. Sabían que había muchas cosas de las cuales debían hablar pero había mucho tiempo para eso y tanto Kakashi como ella lo sabían. Naruto, Sasuke, Hinata y Gai decidieron dejar a ambos peli platas a solas mientras cada uno se retiraba para atender asuntos propios que cada quien tenía.

A Kakashi aún le costaba demasiado creer que todo eso fuera real. Tantos años de desesperante búsqueda, escuchando a muchos conocidos y desconocidos repetirle durante años que se rindiera, que probablemente su hija estuviera muerta; muchas veces creyendo esas palabras; para que finalmente esa niña que creyó perdida estuviera ahí. Justo ahí. Frente a él, sonriéndole con tanta inocencia y con tanta curiosidad reflejada en su mirada por cada cosa que veía.

Muchos conocidos le habían dicho que se hiciera una prueba de ADN para asegurarse de que realmente era ella y no una impostora que casualmente era similar y tenía la misma edad que tendría su hija. Sugiriendo nuevamente al mayor de los Hatake que su hija en realidad estaba muerta. Pero sin contar el claro hecho de que la chica frente a él era claramente la reencarnación de Athena; confirmado por sus alumnos, y decidía creerles; había un detalle que no muchos conocían sobre el clan Hatake. Y es la conexión tan profunda que estos tenían con los suyos, en especial con sus hijos. No importa que tantos años pasaran o que tan diferentes se vean de la última vez que se vieron, si esos dos Hatake aún comparten algún tipo de vínculo emocional o, principalmente, sanguíneo, serán capaces de reconocerse. Por ésta razón muchos conocían al clan Hatake como los lobos de la hoja, por su ferocidad, lealtad y fuerte vínculo con los suyos.

Ambos habían optado por recorrer la aldea, pues Elizabeth quería conocer el lugar donde nació, su aldea. Kakashi no se negó y la llevó a recorrer tantos lugares como se le ocurrieron. La menor, a pesar de ser la reencarnación de la diosa de la sabiduría y poseer ahora todos los recuerdos de sus vidas pasadas, no podía mirar con asombro cada cosa nueva que se le presentaba. Cada flor, color, objeto o incluso por cada nuevo aroma que percibía. La curiosidad inundaba cada célula de su cuerpo al igual que la felicidad. Apenas habían pasado algunas horas desde su reencuentro con su "madre" y de su salida del hospital y no había parado de sonreír por lo felices y tranquilos que se veían todos a su alrededor. Evidentemente aún estaba preocupada por su padre, y el miedo de que Madara le hiciera algo a él y fuera tras ella dañando a tantos inocentes en el proceso aún la tenían preocupada, pero no dejaría que esa preocupación arruinaran ese momento tan feliz que compartían ambos. Elizabeth sabía que su padre se reuniría con ellos pronto.

Kakashi no se encontraba muy diferente; la curiosidad que se veía tan claramente reflejada en los ojos de su hija no hizo otra cosa más que provocarle ternura. Había tantas cosas que quería hacer y enseñarle a su hija, tantas cosas que quería mostrarle para compensar el tiempo perdido con su pequeña. Se la habían arrebatado de sus brazos prácticamente nada más nacer y ahora se aseguraría de que nadie le arrebatara su luz de nuevo. Protegería a su hija de quien fuera e incluso daría su propia vida si con eso aseguraba que ella estuviera a salvo. Al mismo tiempo tenía tantas preguntas para hacerle, que no sabía por dónde empezar. Tenía tantas cosas rondando su cabeza, pero no dejaría que eso arruinara éste día. Pues ya tendría mucho tiempo para preguntarle a su hija sobre todos esos años perdidos.

Pasaron todo el día recorriendo la aldea, viendo lugares que para la chica eran completamente nuevos, probando comidas o simplemente hablando en alguna banca de algún parque sobre algo sucedido durante el correr del día. Cuando estaba atardeciendo, Kakashi llevó a su hija a la cima del monte Hokage para ver el atardecer. La vista era hermosa, nada igual a lo que ella hubiera visto antes. Y no es que hubiera mucho que ver creciendo encerrada en una cueva toda su vida y siendo su único contacto con el exterior su padre.

-Este atardecer...es hermoso- la chica estaba deslumbrada por la belleza que se le mostraba.

-Mi niña. De hoy en adelante nadie volverá a separarnos hija mía, te lo prometo- dijo Kakashi mientras abrazaba a su pequeña, cuya mirada le recordaba a la única persona que hasta el día de hoy ocupaba su corazón.

Elizabeth correspondió el abrazo con todas sus fuerzas. Había soñado tantas veces con un momento así junto a su "madre"; imaginando cientos de veces con cómo se vería e imaginando muchas veces cómo se sentiría tener el cariño de una madre pues desde que decidió comenzar a reencarnar como humana; jamás, en ninguna de sus reencarnaciones, había tenido un momento así ni había sabido lo que era el cariño de una madre. Esa era la primera vez, en más de un sentido, que se enteraba de lo que realmente era y de cómo se sentía "el amor de madre". Ante ese pensamiento no pudo evitar llorar.

-¿Qué sucede mi niña? ¿Por qué lloras?- preguntó preocupado Kakashi.

-Así que así se siente- contestó Elizabeth, sin romper el abrazo y dejando que las lágrimas fluyeran libremente por su rostro.

-¿Qué cosa?-

-Así se siente tener una madre...se que probablemente no deba decirte así pero...no puedo evitarlo en éste momento- dijo la chica, aferrándose aún más a Kakashi.

Esas palabras, por alguna razón, hicieron que Kakashi sintiera que su corazón se oprimía. El simple hecho de que su hija se sintiera de ese modo hizo que incluso una parte de él se remontara a su propia infancia. Cuando tuvo que crecer sin el cariño de ninguno de sus padres debido a la crueldad del mundo en el que le había tocado vivir. Sintiéndose tan solo, desconsolado y asustado. No quería eso para su hija. Sin importar lo que sucediera, él estaría ahí para ella y no la dejaría sola en ningún momento.

-No te preocupes por eso. Puedes decirme mamá cuando estemos solos mi niña. No me molesta. No te preocupes, llora si lo necesitas, está bien. Mamá está aquí, mamá te cuida mi niña- dijo Kakashi con una mirada calmada y mientras acariciaba el cabello de su hija.

Esas palabras, tocaron algo en el corazón de la chica. Quien se aferró a Kakashi con más fuerza; si eso era posible; y lloró desgarradoramente. No sabía si lloraba de tristeza, si lloraba de miedo, o incluso no sabía si la razón de su llanto era la felicidad. Simplemente sentía que necesitaba llorar y que no quería volver a separarse de ese cariño y resguardo que finalmente se le estaba brindando. Kakashi simplemente se limitaba a corresponder el abrazo y acariciar el cabello de la chica, permitiendo que esta dejara salir todas esas emociones que seguramente ahora la estaban desbordando.

Permanecieron así durante algunos minutos hasta que el llanto de la chica finalmente cesó y el mayor optó por llevarla hasta un claro algo apartado. Un lugar muy tranquilo que les permitía disfrutar de la belleza y de la tranquilidad de la noche lejos del ruido que aún había en la aldea. Una vez ahí, hablaron, rieron y vieron las estrellas hasta que finalmente, el sueño le ganó a Elizabeth provocando que quedara profundamente dormida, apoyada en el hombro de Kakashi.

Éste último la acomodó suavemente contra un árbol tratando de no despertarla para luego caminar hasta el centro del claro a paso lento y firme. Con un kunai en una mano y habiendo dejado a la vista el sharingan de su ojo, dijo de forma amenazante mirando a un punto fijo entre los árboles.

-Ya sé que estás ahí. No me hagas ir a buscarte, créeme será mejor para ti si muestras tu rostro y me dices tus intenciones por las buenas-

-Jajajaja- una risa fue lo único que se escuchó mientras una silueta se hacía presente en el claro. Se trataba de un hombre enmascarado y con ropa oscura.

-¿Qué es tan gracioso? Mejor deja de reírte y dime quien eres-

-No importa los años que pasen jamás puedo ocultarme de ti, ¿verdad...Bakakashi?-

Eso dejó sumamente desconcertado al peliplata. Solo había una persona que lo llamaba de ese modo y llevaba muerto más de diez años. La sola idea de que alguien estuviera fingiendo y haciéndose pasar por aquel chico con el único propósito de manchar su nombre de alguna forma causó que una gigantesca ira comenzara a recorrer todo su cuerpo.

-¿Cómo sabes ese apodo? Ya déjate de juegos y estupideces y dime ya quién eres- la ira era palpable en su tono de voz.

-Bueno eso es fácil de contestar...aunque sigues siendo un lindo amargado a mis ojos mi Bakakashi- dijo el hombre al mismo tiempo que se quitaba su máscara completamente y la dejaba caer al suelo.

Cuando el rostro de aquel hombre estaba completamente a la vista, algo hizo un vuelco en la mente y en el corazón del peliplata. No podía, no quería creer lo que sus ojos le estaban mostrando. El kunai simplemente cayó de su mano, su cuerpo entero comenzó a temblar, su mente no dejaba de dar vueltas y sus piernas finalmente fallaron. El recuerdo de aquella fatídica misión y el derrumbe de aquella cueva no dejaba de repetirse en su mente una y otra vez, tratando de reafirmar una realidad en la que creyó durante más de una década y que con la sola presencia de la persona frente a él se estaba desmoronando. Su mundo entero se estaba desmoronando bajo sus pies sin que él pudiera hacer nada. El shock fue tan grande que ni siquiera notó cuando aquel hombre se acercó, se arrodilló ante él y secó sus lágrimas suavemente con sus manos. Ni siquiera sabía en qué momento se había puesto a llorar.

Cuando estuvo finalmente tan cerca de él y pudo verlo con más detenimiento es que todo se volvió completamente real para Kakashi. Sus cicatrices en el rostro, evidencia de la fatídica misión que tantas pesadillas le había causado y en la que creyó haberlo perdido, su ojo, ese ojo que tenía una fina conexión con su ojo izquierdo. El sharingan. El mismo que la persona frente a él le regaló a Kakashi el mismo día que consiguió esas cicatrices.

-O..Óbito...¿De verdad eres...tú? ¿Cómo es que...?-

-Así es. Soy yo, Kakashi. Realmente estoy aquí. No tienes por qué llorar, estoy aquí ahora y no planeo irme esta vez- dijo Obito, con una sonrisa intentando tranquilizar al hombre frente a él.

-¿Qué no tengo por qué llorar?...¡¿Qué no tengo por qué llorar?! ¡¿Quién crees que eres para aparecerte luego de tantos años para dar vuelta mi mundo de esta manera?! ¡¿Tienes alguna idea de lo que sufrí durante todos estos años?! ¡¿La falta que me hiciste?! ¡Lloré tu muerte por años y eso me provocó pesadillas por más tiempo del que me gustaría admitir! ¡Luego murieron Rin, Kushina y Minato sensei y tuve que pasar por todo ese dolor yo solo! Cuando nació Elizabeth creí que finalmente podría ser feliz. Aunque sea un poco, ¡pero luego alguien la arrebató cruelmente de mi lado sin que yo pudiera evitarlo! ¡¿Sabes el desespero que sentí?! ¡¿Tienes acaso alguna idea de lo que se siente que lo único que te quedaba te sea arrebatado de esa manera?! ¡Lo que se siente que cada persona que conoces te diga que lo único preciado que te quedaba murió! ¡¿Tienes acaso alguna idea del dolor que se siente la soledad que me hiciste pasar?! ¡No, claro que no lo sabes. Así que no vengas ahora, luego de casi trece años a decirme que no tengo motivos para llorar cuando ni una sola vez en todo ese puto tiempo me diste una sola señal de vida Obito!-

Obito no sabía cómo reaccionar ante todo aquello. La verdad, no se esperaba esa reacción por parte de Kakashi y al mismo tiempo, sabía que cada frase que salía de la boca del hombre frente a él era la pura verdad. Aunque cada palabra se sintiera como una puñalada en su corazón, sabía que él al menos había tenido el consuelo de ver crecer a su hija. Un privilegio que a Kakashi se le había negado. Elizabeth había sido, es y sería siempre su pequeña luz. Pero al mismo tiempo que esa luz se prendió para él, se había apagado para Kakashi por culpa de una persona despiadada y de un destino igual de cruel.

La única reacción que tuvo en ese momento fue abrazar a Kakashi. Un abrazo que en un principio el peliplata se negó a aceptar pero que a medida que pasaban los minutos terminó por corresponder. Pues, una parte de él, muy en el fondo de su corazón, aun sentía amor por ese hombre. Y no lo podía negar aunque quisiera hacerlo. Las lágrimas volvieron a decorar su rostro y se vio en la obligación de quitarse su propia máscara pues ésta le dificultaba el respirar.

-¿Por qué...?- finalmente preguntó Kakashi.

-No tuve elección- fue lo único que pudo responder Obito. Kakashi rompió el abrazo finalmente y, aun con lagrimas en sus ojos preguntó:

-¿A qué te refieres?-

-Debía protegerla yo...no podía permitir que la lastimaran por mi culpa...- ahora fue el turno de Obito de tener un nudo en su garganta, sin embargo, quería ser completamente honesto con el hombre frente a él.

-¿Qué quieres decir con "protegerla"?...¿Te refieres a Elizabeth? ¡¿Acaso fuiste tú quien...?!- La ira volvió a ser palpable en su voz, sin embargo, fue interrumpido por Obito.

-No es lo que crees Kakashi...créeme, hubiera preferido mil veces que nuestra niña creciera contigo que siendo una rehén por mi culpa. No hay un solo día que no me lamente de mis decisiones y de no haber podido protegerlos...-

Kakashi miró fijamente a Obito, incitándolo a continuar hablando. Por más que estuviera conmocionado o incluso enojado con él, necesitaba respuestas y la única persona que podía brindárselas era Obito. Éste último soltó un suspiro, intentando encontrar las palabras para explicar lo que diría a continuación.

-Todo...todo comenzó aquella misión hace doce años. Luego de aquél derrumbe creí que moriría y que jamás volvería a ver a ninguna de las personas que me importaban realmente...que jamás volvería a verte... Sin embargo, un hombre y su sirviente salvaron mi vida y se aseguraron de curar mis heridas. Pero eran tan graves que tardé meses en poder levantarme nuevamente, y mucho tiempo más en conseguir las fuerzas para salir del lugar en donde me encontraba. Escuché, por boca de quienes me salvaron, que Rin y tú estaban en peligro. Me apresuré a llegar hasta donde estaban y ayudarlos pero...cuando llegué...Rin había muerto en tus manos y tu acababas de quedar inconsciente. El odio que sentí en ese momento fue tan grande que acabé con todos aquellos que orillaron a Rin a suicidarse por tu mano...no deje a ninguno con vida...pero luego de eso, ese hombre comenzó a lavarme el cerebro con que éste mundo no tenía salvación, que estaba podrido y que la única forma de salvarlo era siguiendo un plan retorcido que tenía. Mi mente estaba tan dañada que me dejé engañar por sus palabras. Me pidió...como parte de su plan me pidió realizar algo tan atroz que me negué rotundamente a hacer...- un nudo se formó en su garganta y las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

-¿Qué fue lo que te pidió hacer Obito?-

-Me pidió...me dijo que liberara al Kyubi en la aldea y que lo controlara para atacarla...que esa era la primera fase de su plan...-

-Obito...acaso tú...?-

-¡No! No liberé al Kyubi...aunque mi mente estaba muy dañada como para creer en su plan...jamás haría algo que terminara dañando a las únicas personas que aun me importaban...sin embargo...no pude evitar que él lo hiciera...y cuando me enteré, el dolor y la culpa por las muertes de Minato sensei y Kushina se clavaron en mi corazón como una espina que nunca pude sacar. Pero el saber que tú habías sobrevivido me alegró tanto...ahí finalmente supe de ella, supe que esa pequeña que había nacido de ti era mi hija. Nuestra hija. No fue muy difícil deducirlo en realidad y finalmente tenía razones para volver a la aldea...Tú y ella se volvieron esa luz que me salvó y mi motivo para volver...Los visité a ambos en el hospital hasta que finalmente les dieron el alta y me aseguré de ese desquiciado y su sirviente no supieran de ti o de ella pero...para cuando supe...el sirviente de ese anciano demente ya había secuestrado a Elizabeth y me amenazaron con lastimarla si no los obedecía en todo lo que me dijeran...si no seguía su retorcido plan al pie de la letra entonces...entonces ella habría pagado las consecuencias de todo...- para éste punto, las lagrimas recorrían el rostro de Obito mientras Kakashi no sabía cómo reaccionar ante semejante relato.

La historia sonaba hasta cierto punto demasiado descabellada como para que Kakashi la creyera. Es más, si días atrás alguien le hubiera contado que Obito estaba vivo y que además le contaría todo eso seguramente no se lo creería. Pero ahí estaba, sentado frente a el mismísimo Obito Uchiha, quien estaba de rodillas frente a él como implorando su perdón mientras las lágrimas recorrían su rostro con tanta libertad que parecía que jamás se detendrían. Y él mismo estaba llorando. Al parecer el destino había sido demasiado cruel con ambos pero ahora finalmente parecía sonreírles con otra oportunidad. Y al menos él, no la desaprovecharía.

-Perdóname Kakashi...por favor...te lo ruego, perdóname...- La voz de Obito sonaba tan quebrada por el dolor que Kakashi hizo que Obito finalmente lo volviera a mirar a los ojos.

-Ya no hay nada que perdonar Bobito...yo...Yo aun quiero estar a tu lado...como antes de aquella misión, como antes de que todo se fuera a la mierda...no será fácil y creo que los dos lo sabemos...pero yo quiero intentarlo...esta es una segunda oportunidad para ti, para Elizabeth y para mi. Una segunda oportunidad para que los tres podamos ser una familia finalmente...- El rostro del peliplata estaba adornado con una sonrisa esperanzadora que rápidamente contagió a Obito.

-Tienes razón, esta es una segunda oportunidad para los tres y te prometo que no dejare que nadie vuelva a separarnos Bakakashi-

-No dejaremos que nos separen...ven, vamos a casa Bobito- dijo Kakashi, remarcando el "dejaremos".

Kakashi tomó a su pequeña en brazos; quien sorpresivamente aún estaba dormida; y los tres fueron rumbo al departamento del peliplata. Aún había varias cosas que debían aclarar pero eso podrían hacerlo mañana. Había sido un día largo repleto de demasiadas emociones y se debían un merecido descanso. Una vez en el departamento del Hatake, éste dejó a su hija en su habitación la cual parecía previamente preparada para ella.

-Fui modificando su habitación a medida que pasaban los años con la esperanza de volver a verla algún día y si...aun conservo sus cosas que le compré cuando era pequeña- dijo Kakashi a la pregunta no formulada de Obito.

Luego de eso, ambos fueron a la habitación de Kakashi, y aunque al principio fue bastante incómodo por los años que habían pasado separados y los complejos que, al parecer, Obito tenía por sus cicatrices, ambos finalmente se quedaron dormidos abrazados en la habitación del Hatake. Un abrazo que ambos habían añorado y necesitado durante muchos años y que finalmente tenían.

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Tal y como lo prometí, aquí tengo un nuevo capítulo de ésta historia. De verdad espero que les guste porque la verdad yo disfruté mucho escribiéndolo.

Finalmente la familia Obiakaka está reunida!!!!

Obito y Kakashi finalmente se reencontraron y aunque hubieron tenciones, todo pinta que las cosas van a mejorar para ésta pareja. Quién creen que será el próximo caballero en despertar?

Sin más que decir, nos leemos luego :D

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