58. Siempre Juntos
—¿Es eso verdad Sarah?
John acababa de afirmar que mi amigo, David Brewster, que había tratado de ayudarme, podría estar muerto. Sentí cómo el corazón se me cerraba en un puño. Sabía que era posible, pero necesitaba escucharlo, necesitaba saber que estaba bien y que nada le había pasado.
—Sólo es una teoría, ¡una de tantas, John! También puede ser que se haya escondido simplemente, que su bomba lógica tuviera una vida limitada; o que haya visto algo que le haya hecho parar el ataque —se defendió Sarah—. Esta última es mi teoría más personal, pero creo que también es sólida.
—Me dijiste que teníais a los mejores —dije con inquina mirándola directamente a los ojos.
—Y los tenemos, por eso lo hemos podido contener y no ha penetrado en nuestros sistemas. Tu amigo es uno de los mejores también.
—Y suponiendo que haya podido ver eso que vosotros no hayáis visto. ¿Qué podría ser? —pregunté.
—Espero que lo sepamos pronto. Desde que el virus ha dejado de actuar, tenemos vía libre. El resto de las medidas de seguridad ya las hemos dejado atrás. Ahora estamos analizando todas las conexiones puente que ha habido en los últimos tiempos entre las conexiones del servidor de AESystems con otros servidores en el resto del mundo y entrando en cada uno de esos sistemas para ver si contienen un rastro de Renasci. Lo mismo estamos haciendo con todos los rastros encontrados en el clonado del disco de Sanders. Es una labor tediosa.
Comprendí al instante lo que aquella labor ingente suponía. AESystems se relacionaba comercialmente con muchas empresas, filiales y asociadas. Aquello era como encontrar una aguja en un pajar.
—Bien. Dejémonos de inútil cháchara informática y centrémonos en lo que sabemos y en lo que debe hacer Charlotte. ¿Qué habéis pensado hacer? —interrumpió John las divagaciones de Flynn.
—Tengo a casi todos nuestros medios humanos volcados en esta operación.
—¿Y esos medios son...? —preguntó John con retintín.
Sarah miró a J, claramente ofendida, no le estaba gustado nada su tono irónico.
—Esos son cuatro equipos de vigilancia sobre Charlotte y su entorno, un equipo técnico operativo y nuestro equipo de tácticas especiales. Además de seguimiento las veinticuatro horas del día por medios electrónicos y tres satélites dedicados en exclusiva a esta operación. En Reino Unido contamos además con el apoyo del MI5 y del MI6 en el momento que lo requiramos. Nuestras infraestructuras de supercomputación trabajan en esto solamente y ECHELON para las comunicaciones. El resto de medios los tengo centrados en la búsqueda de Brewster. ¿Te parece suficiente, John? —increpó Sarah.
—¡Fiu! —Silbó J mientras agitaba la mano en un gesto de suficiencia—. ¡No! —dijo tras una pausa—, ¡no me parece suficiente! Me parecería suficiente si no hubieseis implicado a Charlotte en todo esto. Sois unos carroñeros. ¡Todos vosotros! Y el primero de ellos tu jefe, ese mamón lameculos que no tuvo huevos para hacer lo que tenía que haber hecho.
—¡John! —Fruncí el ceño—. A mí me parecen suficientes. ¿Eso es mucha gente, verdad Sarah? —pregunté confiando que así fuera.
—John tiene razón, no es suficiente. Nunca será suficiente. Pero es lo que tenemos y todo lo tenemos volcado en ti, en protegerte. No deberías estar metida en todo esto, pero estás y me alegro de que seas tú y no otra persona. Charlotte, no puedo pedirte que hagas nada más de lo que ya estás haciendo.
—Vale. ¿Qué debo hacer en esa reunión?
—No sabemos lo que te van a decir, pero confía en tu instinto —me dijo mientras tomaba mi mano.
—Es lo único que tenéis: su instinto —protestó John haciendo aspavientos con las manos como un niño.
—John, cariño, ya está bien, por favor. No estás ayudando nada y te necesito.
—Sinceramente, me alegro que no haya podido venir Julius —dijo Sarah con una sonrisa conciliadora—. John, estamos haciendo todo lo posible. Eres consciente de la situación en la que nos encontramos todos. ¿Puedo preguntar qué harías tú?
—Los mataría a todos. Emplearía veneno —dijo remarcando despacio sus palabras—. Como cuando aniquilas un avispero. Usas un veneno de acción prolongada y lenta, cuando una avispa entra en el avispero, va contagiando a las otras y así se produce un contagio masivo. Después comienzan a morir todas. Hasta la reina.
—No sabemos dónde está la reina, ni siquiera sabemos quién es la reina de este avispero.
—Buscadla. Charlotte hará lo que tiene que hacer pero yo estaré en el equipo táctico.
—¿Qué es eso? —Mi pregunta iba dirigida a Flynn.
—Son las personas que se encargan de tu seguridad y los primeros en intervenir si la cosa se pone fea.
—¡Ni de coña, John!
—No vas a impedir que esté cerca de ti. Si te pasase algo, no podría perdonármelo. Te lo prometí y lo haré —dijo en tono autoritario.
John tenía el entrenamiento necesario, pero le movían motivos emocionales. Aquello no podía ser bueno.
—Tienes suficiente entrenamiento para ello, me consta que eres un excelente tirador y en el cuerpo a cuerpo eres letal, pero te mueven las emociones y eso podría arruinar cualquier operativo —razonó Sarah.
—Cumpliré militarmente con las órdenes que reciba. Lo juro —sentenció John.
Miré a aquel hombre corpulento. Su enfado de hacía un momento era fruto de su amor por mí. El cuello se me atenazó tratando de evitar ponerme a llorar como loca. Pero no pude reprimir abalanzarme en sus brazos para consolarlo. En ese momento era como un león adolescente que ruge y pelea para demostrar al alfa que tiene derecho a luchar por la manada. Me sentí infinitamente orgullosa de mi chico.
—No es posible, John. Puedo meterte en la vigilancia, pero sabes cómo funciona un equipo táctico. Se conocen entre ellos, trabajan al unísono, como un solo hombre. No podemos permitirnos que desequilibres esa virtud.
—¿Y a qué estamos esperando para entrenarme con ellos? —Aquel hombre no iba a ceder ni un ápice en sus pretensiones.
—Quiero que esté ahí, cerca de mí —sentencié.
Sarah Flynn nos miró a los dos y arrugó la nariz. Éramos uña y carne, lo habíamos sido en los últimos días hasta el punto en que parecía que nos unían años de amor y compañía.
—De acuerdo —concluyó Sarah con una sonrisa conciliadora—. John... eres un terco de mucho cuidado. Julius tenía razón.
—Díselo cuando lo veas. ¿Cuándo empiezo?
—Mañana por la mañana. A las 6 habrá alguien del equipo a recogerte. Espera en el garaje. Os sugiero que durmáis aquí, no hemos detectado ningún seguimiento desde que aterrizasteis. Tampoco ha habido actividad cerca de tu casa, Charlotte. Tú harás vida normal. Vete mañana a casa, pasa el fin de semana allí, haz tus cosas, trabaja, queda con tus amigas.
—De acuerdo —dije sin pensarlo.
Mientras Sarah daba por finalizada la entrevista, se levantaba del sillón y se despedía, yo me aferraba al brazo de mi hombre, me hacía sentir tranquila que él estaría cerca cuando me encontrase sola.
Cuando se hubo marchado me abracé de nuevo a John y lo llené de besos.
—¿Tenemos todavía la pizza? —le pregunté.
—En el coche está.
—Pues vete a por ella. Quiero comer antes de hacer el amor contigo.
Aquella noche volví a quedarme sin cenar.
———————
Espero no dejaros con mal sabor de boca. Aunque ya sé que todavía quedan muchas preguntas sin respuesta y un mar de dudas os separa del resultado de la novela, los próximos capítulos serán mucho más dinámicos, no por petición del público, sino por exigencias del guion. Nos acercamos al final...
¿Sugerencias?
Muchas gracias por leer. Os mando un fuerte abrazo a tod@s.
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