49. La Trampa
Tragué saliva y me dispuse a contarle a Szczesny Budny lo que tantas veces había ensayado en mi cabeza. Era mi oportunidad de actuar. Si lo hacía bien, tal vez lograra ganarme su confianza para meterme más en la boca del lobo. Si lo hacía mal, más me valía empezar a contar el tiempo que me quedase de vida.
Era el momento de tender la sutil trampa que tenía preparada.
—Antes de nada, necesito saber que vas a ser muy honesto conmigo con lo que te voy a contar y lo que he de preguntarte. Siempre he confiado en ti.
—Por supuesto Charlotte, tienes mi palabra. ¿Qué es lo que te ocurre?
—Verás, el sábado pasado, unas personas, me amenazaron con matar a mi familia.
—¿Qué? —me interrumpió y entrecerró los ojos—. ¿Quién?
—Una gente absolutamente perversa —le dije con miedo. Era un miedo real, pero se adaptaba a la perfección a mis necesidades para hablar con él—. Me pidieron que traicionara a mi empresa a cambio de mi propia vida y la de los míos.
—¿Qué pasó Charlotte? —preguntó alarmado.
—Me llamaron por teléfono. Me dijeron que matarían a mis seres queridos si no obedecía sus órdenes.
Traté de no mentir pero midiendo mis palabras. Me jugaba que pudiera detectar mis mentiras si no lograba decirle "verdades a medias" tal y como me habían instruido. Si eso llegaba a ocurrir, no imaginaba las consecuencias, pero no quería comprobarlas.
—¿Y qué te obligaron a hacer?
—¿Recuerdas la empresa que me llamó para contratarme en Londres?
—Eh... sí, más o menos. —Estaba mintiendo y eso me ayudaba.
—Verás, me contrataron para dirigir un proyecto de investigación y desarrollo. Mi trabajo consiste en crear una red neuronal que controla autómatas programables.
—¿No tenía que ver con tus conocimientos sobre física del viento y hélices?
—Bueno, sí, pero esa es la otra parte del proyecto. Trabajo también desarrollando prototipos de drones miniaturizados. Llevan un chip de inteligencia artificial que se encarga de estabilizar el aparato bajo cualquier condición de vuelo. Luego integran también un emisor/receptor de distintos tipos de señal que los conecta a la red neuronal, un software de supercomputación distribuida que debe ser capaz de coordinar cientos, e incluso miles de pequeños drones en labores concretas y definibles por el operador.
—¿Y a qué campo de trabajo está dirigido todo eso? ¿Armamentístico?
—No, mi empresa comercializará sus servicios a través de empresas filiales, principalmente para el uso topográfico de los drones. Van equipados con una tecnología de barrido que genera un modelo tridimensional del terreno. El alto nivel de detalle que alcanza en proyecciones en tiempo real, permite todo tipo de aplicaciones industriales. Pero para que el barrido matricial láser funcione correctamente, necesitan que la estabilidad tanto estática como de vuelo tenga el menor error posible.
—Comprendo. Unos aparatos muy útiles y con muchas aplicaciones, no solamente en el ámbito industrial, Charlotte —el muy cabrón me estaba hablando en tono de reproche. La presa estaba husmeando el ambiente.
—Supongo, pero los contratos que tiene mi empresa son para eso. ¿Tienes idea de lo que se podría mejorar el mundo con esa tecnología?
—Tengo idea de que el mundo podría estar en peligro con esa tecnología también. En manos inapropiadas, podría ser un problema —se ratificó en su idea.
—Todo avance científico conlleva peligros, lo sabes muy bien —me defendí. La conversación estaba yendo por buen camino—. Geodesia, topografía, medicina, ingeniería, arquitectura, realidad virtual y aumentada, simulación 3D, software de entretenimiento... Todo a costes muy reducidos. ¡Es una revolución en su campo! —me defendí indignada. Realmente lo estaba.
—De acuerdo, tienes razón. No te lo voy a negar. Seguramente yo también le vería el lado bueno. Pero dime. ¿Qué es lo que te obligaron a hacer? Me preocupa que estés bien Charlotte.
—Me forzaron a robar todas las investigaciones. Tuve que hacer un clonado de los datos de mi disco duro —dije omitiendo a posta el clonado del PC de mi jefe.
—¿Un clonado? ¿Y para qué querían un clonado? Habría bastado una copia de las investigaciones, los proyectos, los cálculos...
—Eso mismo es lo que pensé yo también. Al principio creí que era un asunto de espionaje industrial. Todo esto tiene un coste elevadísimo y producirá unos beneficios muy grandes. Pero después lo supe...
—¿Qué ocurrió?
—Al salir de las oficinas de mi empresa, unos hombres me secuestraron y me llevaron a una sala de interrogatorios.
—¿Pero qué me estás contando Charlotte? ¿Cómo que unos hombres? ¿Qué hombres hicieron eso? ¿Por qué?
—Dijeron que eran de la Scotland Yard. Yo no entendía nada de lo que estaba pasando, pero estaba aterrorizada. Me quitaron el disco duro, me drogaron y me interrogaron hasta la extenuación.
—Me lo imagino pero... —su tono era de duda y encendió todas mis alarmas—. ¿Dices que tu novio no sabe nada de esto?, ¿por qué me lo cuentas a mí y no a él?
—Temo por su vida y temo por la mía. Si él se entera de todo esto, es capaz de hacer cualquier cosa. Aquellos hombres me exigieron el más absoluto secreto.
—No lo comprendo, Charlotte. ¿Por qué te secuestraron? ¿Sobre qué te interrogaron? — Szczesny estaba claramente nervioso, pero yo lo estaba más, lo que tampoco desentonaba con la conversación.
—Me enseñaron unas fotos y me pidieron que identificase a las personas que aparecían. Estabas tú entre ellas, Szczesny. Lo siento, tuve que identificarte. Tenía mucho miedo. ¡Todavía lo tengo!
—¿Quién más estaba en esas fotos?
—Mi jefe, el director general de AESystems, Oliver Sanders. También estaba allí el Doctor Murakami, que fue mi antecesor en el proyecto y mucha más gente. Gente aparentemente de la alta sociedad y gente normal como tú o yo. Todos desconocidos para mí.
Vi en la mirada de Szczesny una ráfaga de ira que rápido desapareció. Después tomó aire y me habló pausadamente.
—Charlotte, ¿qué te dijeron sobre mí y Sanders?
La presa había reconocido aquel olor atrayente y comenzaba a aproximarse cautelosa a la trampa. Me habría puesto a rezar allí mismo si me hubiese servido de algo. Debía terminar de desplegar la estrategia para hacerle morder la carnada.
—Me dijeron que os conocíais perfectamente. Que ambos formáis parte de la misma organización, algo así como una secta del fin del mundo. De ti sabían que tú habías militado en Otwarte Klatki y que yo había sido tu novia. —Hice una pausa para que digiriera la información—. No me dijeron apenas más cosas.
Szczesny se cogió el mentón y se quedó mirándome fijamente. Las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos mientras ahondaba en mis explicaciones. La tensión era insufrible. Necesitaba terminar con aquello, darle una solución, un fin, positivo o negativo, pero rápido.
La presa se había acercado, estaba a punto, pero todavía permanecía recelosa, así que terminé de realizar el despliegue de la trampa. Debía usar mi mejor cara de póker para aquello. Me sentí preparada.
—Szczesny, me dijeron que los de tu secta queríais usar esa tecnología para hacer daño a personas. Me explicaron que aquello era una investigación oficial y que no podía decir nada a nadie o me acusarían de revelación de secretos, obstrucción a la justicia y de terrorismo ecológico por mi pertenencia a Otwarte Klatki.
Cada vez me costaba más articular las palabras. Tenía un nudo en la garganta que no me permitía seguir hablando mucho más. Después de meditar durante unos momentos, Szczesny habló de nuevo.
—¿Por qué me cuentas todo esto, Charlotte?
—Necesito respuestas Szczesny. No quiero saber en qué andas metido. Sabes ya cómo pienso y no es tan distinto a lo que tú piensas. Hemos vivido muchas cosas juntos y puedo entender muchas otras que hayas podido hacer después.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres saber, Charlotte? ¿Por qué te pones en peligro hablando conmigo?
Budny había mordido el anzuelo. Me estaba dando el pié que necesitaba. ¿Realmente empatizaba conmigo o solamente me estaba interrogando? Daba igual en realidad, no había marcha atrás. Era el momento de cerrar la trampa y cruzar los dedos para atrapar a mi presa.
—He pensado mucho estos días si preguntarte, si hablar contigo o no. Después la operación de mi tía me hizo venir a Varsovia. Tú y yo estuvimos juntos. Yo estaba muy enamorada de ti cuando me fui de aquí. Te habría acompañado al fin del mundo. —Hice una pequeña pausa—. Por favor, dime que no conoces a Sanders. Dime que no sabías con quién iba a trabajar. Dime que tú no tuviste nada que ver con que yo me fuera a Londres y que me dejaste ir porque me amabas y querías verme progresar. ¡Dime que no me utilizaste!
Le estaba mostrando a la versión de Charlotte que quería que viera. Atemorizada, descontrolada e histérica. No había nada fingido en todo aquello. Mis emociones, nerviosas y descontroladas, eran totalmente reales. No necesitaba actuar. Lo único que le escondía eran los motivos reales de mi miedo. Verdades a medias. Lo imaginé disparándome al corazón.
—Charlotte... —Szczesny me habló avergonzado—. Esto no tendría que haber pasado jamás. Lo siento. No te utilicé. Quería mantenerte al margen.
—Me usaste Szczesny, me usaste y no contaste conmigo.
—Yo... Charlotte... No quería implicarte en esto —trató de excusarse—. Por favor, déjame que te explique. No es lo que crees.
Mis ojos estaban bañados en lágrimas. Me temblaba la voz, las manos y las piernas. Cogí mi copa y la apuré de un trago. Después cogí la copa de Budny e hice lo mismo.
Miré fijamente a los ojos de mi presa. Había olido la carnada, se había acercado a ella y la había mordido. Tan sólo debía terminar de accionar la trampa para atraparlo en mis redes. Podía hacerlo e iba a hacerlo.
Me levanté de golpe de la silla. Estaba realmente furiosa y no iba a esperar ninguna explicación. Miré con la cara de desprecio que me merecía aquel ser humano, cerré la mano y le golpeé con todas mis fuerzas en la cara. Szczesny no se esperaba el golpe, se tambaleó en la silla y cayó al suelo arrastrando en su caída las copas vacías que había sobre la mesa.
—¡Mal nacido! ¡Me traicionaste! ¡Me utilizaste! —le grité dejando el poso de la duda intencionada con el viento a mi favor.
Después salí del local a toda prisa con el corazón acongojado, el alma rota y una extraña sensación de satisfacción que envolvía todo mi ser.
——————
A ver, ¿quién se está preguntando qué narices ha pasado aquí?
Comentad,por favor. ¡Me encantan vuestras deducciones, observaciones, quejas y saltitos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top