42. Confesiones


Después de un rato de desahogo en el abrazo de John me sentí algo mejor. Cómo había deseado sentirme rodeada por los fuertes brazos de aquel hombre. Cómo habría deseado no tener que contarle lo que debía.

—John... —mis palabras estaban atascadas en la garganta. No había servido de nada ensayar aquello que tenía que decirle.

—¿Qué es lo que te pasa, Charlotte? Te veo muy intranquila. Todo esto, el mensaje que me has enviado esta mañana.

—Tengo algo muy importante que contarte.

John se separó de su abrazo despacio. Me miró a los ojos. Su mirada me hacía arder y sabía que él ardía en deseo, pero también en preocupación por mis palabras.

—Charlotte, estoy contigo. Nunca he estado con nadie igual antes. ¿Tú quieres estar conmigo?

—Pero John...

—Calla cariño —me interrumpió—, no digas nada, por favor. Sea lo que sea lo entenderé. Charlotte —sus ojos miraban a mi boca—, estoy loco por ti. Lo que me ha ocurrido no lo puedo describir.

Cuando acercó su boca para besarme tuve que hacer un esfuerzo titánico para no dejarme arrastrar por el deseo. No había nada más en el mundo en ese momento que J y sus ojos, el poder de su voz que resonaba con intensidad en mi mente y sus manos aferradas a mi cintura. Pero no, no podía hacerlo, no sin contarle el lío en el que estaba metida. No sin pedirle que me acompañase en aquella locura. Necesitaba ser egoísta. Me separé de él.

—Yo... —intenté comenzar mi discurso—, John Andrews, tengo que hablar contigo.

Sus ojos se abrieron como platos al escuchar su apellido, su boca quedó semiabierta sin pronunciar palabra. Titubeó. Abrió la boca, pero no llegó a pronunciar ninguna palabra. Sus manos se separaron de mi cintura. Me miró de arriba abajo, como si fuese un bicho raro.

—¿Qué es lo que ocurre, Charlotte? —estoy empezando a ponerme nervioso.

—Ayúdame a servir esto —dije señalando la bolsa que todavía colgaba de la mano de J—. Necesito comer, sentarme y ordenar mis pensamientos.

—¿Qué es lo que pasa, Charlotte?, ¿hay alguien más?

—No John, te juro que no hay nadie más que tú. No es eso. Dame unos segundos, por favor. Te lo explicaré todo. Necesito hacerlo, pero no sé cómo comenzar.

—De acuerdo.

Me ayudó en lo que le pedí. Cogí unas bandejas y nos sentamos en el sofá, frente a la televisión apagada. John actuaba mecánicamente. No hablaba. Yo tampoco. Abrí una botella de vino tinto, serví las copas. Cogí la mía y la levanté. El hizo lo mismo.

—¿Por qué brindamos? —preguntó con dudas.

—Brindemos por estar vivos.

Chocamos nuestras copas y bebí. John quedó más inquieto todavía, supuse que por el brindis. Apuré toda la copa de un trago. Después me serví otra.

—Charlotte. Cuéntame, por favor. Estoy preocupado. De acuerdo que no te conozco apenas, pero puedes confiar en mí. Necesito saber si estás conmigo. Llevo todo el día jodido por tu mensaje. No creí nunca que unas calabazas pudieran doler tanto. Pero hay algo más que me ha descolocado y ahora...

—Lo imagino — le dije mientras pensaba en el mensaje que le había enviado.

—¿Quién me tenía que contar qué?, ¿por qué he jodido tu vida?, ¿por qué hablabas en plural?, ¿qué es lo que "queríamos" de ti?, ¿quiénes?

—John, fue una confusión. Lo siento. En ese momento pensaba que no eras quien eres, sino otra persona.

—¿Cómo? No te entiendo.

Le miré fijamente mientras arrancaba mi confesión.

—Creí que eras un espía, otro más. Que me habías llevado a la cama solamente para cumplir con los objetivos de una misión.

—¿Un espía?, ¿de qué va esto?

—Verás... el sábado me hicieron vivir la peor pesadilla de mi existencia —le confesé—. Me hicieron creer que habían secuestrado a mi amiga Letty y que la matarían si no robaba cierta información. Pensé que tú también formabas parte del complot.

—Espera, espera... ¿Quién eres Charlotte?

—Soy la misma que conociste el viernes pero ahora estoy metida en un buen lío y te necesito.

—¿Me necesitas? —John se revolvió en el asiento, distanciándose de mí unos centímetros—. ¿Estás metida en asuntos turbios?

—No soy ninguna delincuente, John. Solamente soy una ingeniera que resulta que está relacionada con personas metidas en asuntos muy turbios. Ellos querían información y montaron todo aquello para...

—¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? —me interrogó.

—¡Uf, John!. Esto es muy difícil de explicar si me estás interrogando a cada momento. Te pido que te quedes callado y escuches. Después podrás hacer todas las preguntas que quieras y te juro que contestaré a todas y cada una de ellas.

—De acuerdo. Adelante —dijo muy serio, cruzando los brazos sobre su pecho.

No sabía ni por dónde empezar, pero tenía que hacerlo por algún sitio.

—¿Sabes quién es Julius Grant?

—¿Cómo? —dio un respingo—. ¿Conoces a Julius Grant?

—Vengo de hablar con él.

—Charlotte, ¿eres espía?

—Hasta el lunes no lo era, pero ahora tengo que serlo. No hay más remedio.

—Conozco a Grant hace ya muchos años —dijo con resquemor.

—Lo sé. Él me contó en qué circunstancias os conocisteis. Me dijo que habías agredido a un instructor durante un curso.

—Así es..., y lo volvería a hacer. ¿Me estás contando que el MI6 te ha captado para algún trabajo?

La conversación se hizo difícil, pero logré explicarle las circunstancias en las que me había visto metida. El supuesto secuestro de Letty y el trabajo que había tenido que hacer en AESystems. Le conté mis periplos en aquella habitación blanca, drogada e interrogada hasta la extenuación y cómo luego, Grant, había aparecido para contarme la verdad de lo sucedido.

—¡Mataré a ese tío!

—No John. No matarás a nadie. Grant no es el problema. El problema soy yo, mi trabajo y mis relaciones.

—Te están engañando Charlotte —dijo completamente indignado—. Todo eso que me has contado no es más que una operación HUMINT.

—¿Una qué?

—Una operación de "Human Intelligence". Los servicios de inteligencia emplean técnicas de captación de información a través de la manipulación de las personas, sus emociones y sentimientos. Te hacen creer cosas que son falsas para lograr un objetivo. Te hicieron pensar que tu amiga estaba en peligro para conseguir que robaras su información para poder captarte. Conozco un poco las técnicas del MI6. Cualquiera caería en su trampa. Son unos hijos de puta. ¿Qué te han pedido que hagas? —John estaba acelerado.

—Es cierto, me hicieron pensar eso para conseguirles la información, pero hay mucho más que eso.

—¿Qué hay más? ¿Qué te han pedido que hagas?

—Espera John, te lo cuento.

Le expliqué por qué había sido engañada y el objeto del interrogatorio. Le conté que mi ex novio y mi actual jefe formaban parte de una organización terrorista, sus orígenes y objetivos. Hice un repaso al estado en el que se encontraban mis investigaciones y en qué pretendía Renasci utilizar aquella tecnología.

—Esto es muy gordo, Charlotte. Tú no puedes hacer nada ahí. Si es cierto todo lo que me estás contando, te matarán. Que lo hagan ellos. Que salven al puto mundo ellos.

Le conté la necesidad que tenían de frenar aquella debacle y los motivos por los que había sido reclutada, así como la necesidad imperiosa que tenía La Agencia de que yo trabajase para ellos. No dejé nada sin contarle. Le expliqué qué era La Agencia y cómo pretendían que contactase con el entorno de Renasci a través de Szczesny.

John agachó la cabeza para digerir todo aquello. El silencio se interpuso entre nosotros como una barrera infranqueable, arrasando mis emociones y agonizando mi interior con increíble contundencia.

—John...

—Dime Charlotte —dijo sin levantar la cabeza.

—Lo voy a hacer. Tengo que hacerlo.

—No tienes que hacerlo, Charlotte. No lo hagas.

—He de hacerlo. No puedo quedarme impasible sabiendo que miles de millones de personas morirán si no hago nada por evitarlo.

—Te matarán.

—Puede ser, pero si no me matan ellos, moriré poco después sabiendo que podría haber hecho algo por intentarlo y eso sería mucho peor. Toda mi gente morirá seguramente. Tú morirás. Mi familia morirá. Morirá casi toda la humanidad, John. ¿Comprendes?

—Comprendo, pero tiene que haber otra manera. Seguro que tiene que haberla.

—Creo que no la hay.

Tras un nuevo silencio, John levantó la mirada. Leí odio en ella, pero no sabía si me odiaba a mí o a todo aquello que le había contado. Tenía los ojos arrasados en lágrimas pero no estaba llorando. Mantenía los puños cerrados con fuerza, la mandíbula apretada. Toda la tensión de su cuerpo era un mensaje de furia contenida.

—No puedes hacerlo, Charlotte. No lo permitiré. Mataré a ese hijo de puta con mis propias manos.

—John, por favor, cariño —le dije mientras alargaba una mano para acariciar su rostro descompuesto—, no quiero hacerlo sola. No sabría hacerlo sola. Si me quedan meses de vida y no hago nada, quiero vivirlos contigo.

Una lágrima brotó de los ojos de aquel hombre. Su boca se abrió de nuevo, pero ninguna palabra salió de ella. Me destrozaba ver a aquel hombre descompuesto e impotente, pero me mantuve serena. Mis lágrimas estaban ya secas y mi determinación más fuerte que nunca.

—Pero si he de vivir para tratar de frenar todo esto, quiero hacerlo contigo. Si he de morir en el intento, quiero morir contigo —le dije mientras me acercaba para abrazarlo de nuevo.

Así, fundidos en un abrazo roto, consolando nuestras almas con el contacto de nuestros cuerpos y el silencio de nuestras emociones, le hablé en un susurro con el corazón encendido.

—Las emociones de estos días me han hecho apreciar las cosas de otro modo. Siento la responsabilidad de hacerlo. Me he enamorado de ti, eso no lo va a cambiar nada. Te quiero a mi lado John.

—Charlotte... —pronunció mi nombre acongojado.

—Quiero que estemos juntos hasta el final. Si tú me dices que no, lo entenderé y lo aceptaré. Pero lo voy a hacer —dije con toda la determinación de que fui capaz—, y quiero que vengas conmigo a Varsovia.

——————

Bueno, parece que la cosa va yendo. ¿Aceptará John la propuesta de Charlotte? Bah, esa es una pregunta muy tonta, ¿verdad?

Creo que ya va siendo hora de meterle un par de marchas a la historia. No quiero que os durmáis entre agonías y lamentos.

Así que: pasajeros, en breve pasaremos de la velocidad de paseo a la de crucero. Por favor, abróchense los cinturones...

Por cierto, esta historia ha quedado segunda en un concurso literario de wattpad. A partir de mañana, lucirá en la portada un bonito sello. Gracias a todos por estar aquí leyendo cada día.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top