41. Reencuentro

Conduje hasta el garaje de mi casa. En el camino pensé en desbloquear el teléfono y llamar a John, pero prefería enfrentarme a su mirada y sus preguntas directamente, sin interponer un teléfono entre nosotros.

Era tarde, el sol hacía mucho rato que se había puesto y apenas quedaba gente en la calle. Anduve hasta mi casa pensativa y nerviosa. Me temblaban las piernas. Había tratado de crear un guion de mi discurso para cuando tuviera delante de John, pero fui incapaz. Tenía frente a mí, la ponencia más difícil de mi carrera.

Al girar la esquina y llegar a mi calle miré hacia el portal de mi casa. Esperaba encontrarme con J allí, inquieto, observando, esperando una explicación a mi mensaje. Pero John Andrews no estaba. En su lugar, la calle estaba desierta.

Me inquieté mucho al llegar a mi portal. Esperaba abrir la puerta y encontrarme con aquel hombre grande y fuerte sentado en las escaleras, dispuesto a abrazarme, a amarme para siempre, pero los sueños son sueños y aquel no se había cumplido. Miré de nuevo hacia la calle, esperando encontrarlo en algún sitio, tal vez sentado y ensimismado en sus pensamientos, pero no había rastro de John por ninguna parte.

Había memorizado el teléfono de Julius en mi cabeza y lo había borrado del teléfono, tal y como me había dicho. Me sentí tentada de llamarlo y preguntarle. Seguro que sus agentes lo tenían controlado, al fin y al cabo, era parte importante de su operación. Era absurdo, tenía que enfrentarme a aquello yo sola.

-Al fin y al cabo, eres la nueva agente K -me dije llena de amargura.

Pensé que John ya no estaba. Había permanecido frente a mi casa durante horas y probablemente se había cansado de esperar. Me había dicho en un mensaje que tenía que viajar al sur.

-¡Un mensaje! -una luz se encendió en mi cabeza y pronto tenía a John desbloqueado de nuevo-. Eres tonta, Charlotte.

A los pocos segundos mi teléfono recibió una llamada entrante. Era John.

-¡Hola! -le dije emocionada.

-Hola Charlotte, pensaba que no querrías hablar conmigo más... -el tono de John no era precisamente de ilusión.

-Sí... no... verás John... Quería hablar contigo -no sabía que decirle.

-¿Ahora?

-Sí, pero esperaba que estuvieras... -¿Cómo le decía que sabía que había estado esperándome en mi casa?-. ¿Me dijiste que pasarías por Londres?

-Así es. Estoy en Londres.

-¡Genial! ¡Podríamos vernos!

-¿Quieres que nos veamos Charlotte? Yo es lo que más deseo -confesó John.

-¡Sí, claro, por favor! Tengo que explicarte muchas cosas -le dije ilusionada.

-¿Tienes novio? -la pregunta de J me dejó descolocada. ¿Cómo podía pensar que tenía novio?

-No John, ya te lo dije, no tengo novio. Necesito hablar contigo, por favor. Quiero pedirte disculpas -empezaba a ponerme más y más nerviosa. Deseaba ver a ese hombre y lo deseaba ya.

-¿Has cenado ya, morenita? -su tono había cambiado.

-¡No! ¿Quieres que cenemos juntos? -no era una pregunta sino más bien una invitación en toda regla.

-Claro, quiero muchas cosas... -me dijo juguetón-. Estás espectacular Charlotte, ¿no vendrás de estar con tu novio verdad? Me romperías el corazón.

-¿Cómo? -me giré y miré en todas direcciones. ¿John me estaba viendo?- No John, no hay ningún novio a la vista. ¿Dónde estás?

-¿Conoces el Döner Kebab que tienes en la esquina de tu casa? ¿Por qué no te das la vuelta y cruzas la acera?

Miré hacia el comercio de comida rápida que estaba en la acera de enfrente. Estaba abierto y salí disparada hacia allí esperando encontrarme a John.

-¡Claro!

-No corras, princesa. No quiero que te rompas un tobillo y tengamos que pasar la noche en el hospital. Allí no me dejarían cuidarte bien...

Al llegar frente al restaurante de comida turca lo vi. Estaba sentado frente al gran escaparate. Su visual a mi casa debía ser perfecta. Sin duda, me había visto llegar desde allí. Colgué el teléfono y me quedé paralizada. El agente Samson también estaba allí. Ocupaba la mesa de al lado, en compañía de una mujer joven. Ni siquiera me miró.

John se había levantado y me observaba tras el cristal con el teléfono todavía en la mano. Me hizo un gesto para que entrara y negué con la cabeza de forma instintiva. No quería hablar con John allí, delante de Samson o como quiera que se llamase y su acompañante. Volví a ponerme el teléfono en la oreja.

-¿Compras algo de comida y te espero en casa?

La cara de John era un poema. Arqueó las cejas y puso los ojos como platos. Después arrugó el entrecejo. No contestó, pero se dirigió a la puerta.

-Estás muy rara Charlotte -dijo mientras se aproximaba a mí.

-Me alegro mucho de verte John -le dije con la voz rota. Estaba a punto de llorar y no sabía si podría contener las lágrimas-. Compremos comida, tengo mucho que contarte y necesito intimidad.

-¡Intimidad! ¡Suena realmente delicioso! -John me guiñaba uno de esos intensos y profundos ojos marrones-. Vamos dentro y eliges lo que te apetezca.

-Entra tú, por favor. Compra cualquier cosa. Bueno no, yo quiero un Dürüm mixto, doble, con todo y picante. Necesito un momento para respirar -me excusé.

-Como quieras -me dijo extrañado-. ¿Me esperas entonces aquí o me vas a dar plantón?

-Te espero, claro que te espero. -En realidad estaba dispuesta a esperar a aquel el resto de mis días-. Trae patatas fritas también. ¡Venga, que tengo hambre!

John se cuadró militarmente y, llevándose la mano a la frente me contestó.

-¡A sus órdenes! -una enorme sonrisa apareció en su rostro.

-¡Serás pazguato! -le increpé mientras se perdía dentro del comercio.

Al cabo de apenas unos minutos de espera en los que tuve tiempo de revolver mi estómago mirando cómo el agente Samson mantenía lo que parecía una cálida conversación con su acompañante femenina, John salió del restaurante con una bolsa.

-Lo he pedido muy picante -me dijo levantando las cejas exageradamente.

Comencé a andar hacia mi casa y él se puso a seguirme. No sabía qué decirle. La visión de mi torturador Samson en aquel restaurante me había dejado muy mal sabor de boca. Necesitaba llegar a casa.

-¿Vienes pazguato?

-Contigo al fin del mundo.

Llegamos al portal y subimos a casa. Abrí la puerta, la calefacción central del edificio mantenía una temperatura constante muy agradable. Entramos al salón, me quité el abrigo y giré sobre mis pies para enfrentar la mirada de J.

-¿Qué haces aquí? -se me ocurrió preguntarle.

-Pasaba por aquí. ¿Y tú?

-Esta es mi casa.

-A mí me han invitado a cenar.

-Pero tú tenías que irte al sur, ¿no?

-Cambio de planes. Había asuntos que no podían esperar.

-¿Llevas mucho tiempo esperando?

-Acabo de llegar -mintió dulcemente.

Tras leer sus últimas palabras en sus labios, sentí cómo la desesperación crecía en mi interior mientras yo me hacía pequeña y cada vez más indefensa. Me lancé en sus brazos y, su abrazo tierno y acogedor, me hizo sentirme por fin una niña protegida.

-Te he echado de menos Charlotte -me susurró mientras me apretaba contra él-.

-Y yo a ti también J, necesitaba tanto abrazarte -mi voz era un sollozo, un quejido mezcla de amor, angustia y dolor.

-Creí que no querías saber más de mí -confesó John-. Tu mensaje...

-Calla y abrázame -le dije-. Es posible que tú no quieras saber más de mí cuando te cuente lo que tengo que contarte -pensé mientras me apretaba con fuerza a su abrazo.

Y después rompí a llorar.

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¡Hola!

Confieso que tenía muchas ganas de describir el reencuentro, así que tal vez me he recreado un poquito de más. Todavía no llegan las noticias que tiene que darle, eso será en el próximo capítulo.

Hasta entonces (muy pronto), os mando un abrazo de John a vosotras y otro de Charlotte a vosotros.

Quiero dar las gracias a mi amiga DestinyOrPurpose por la sugerencia musical "War of hearts" de Ruelle. Creo que no ha podido ser más acertada, dadas las circunstancias... 

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