33. Bajo Control
Cuando te encuentras en situaciones de gran estrés, y yo lo estaba en ese momento, a veces tu mente te juega malas pasadas. Lejos de hacerte pensar y razonar de una forma coherente, te saca de tu momento y se te lleva hacia lugares que jamás se te ocurrirían. Se produce un cortocircuito, abandonas la realidad y caes en un estado muy similar a la locura temporal.
Mi cabeza me transportó a una diminuta isla donde sólo había un cocotero y una pequeña choza hecha con ramas y hojas de palmera. El mar, cristalino y verdoso, dejaba ver una especie de pez prehistórico nadando. Después llegaba uno más grande, abría la boca y lo engullía, y luego otro hacía lo mismo con aquel. Sobre el cocotero, un chimpancé me miraba sonriente mientras le daba vueltas a una manivela. Ésta, accionaba un generador que hacía que la única bombilla de la choza se mantuviese oscilantemente iluminada. Yo estaba desnuda y miraba hacia la cabaña. De detrás de la cabaña, aparecía John con un teléfono en la mano que lanzaba con fuerza al mar, después se giraba y se encogía de hombros en un gesto absurdo e infantil. Él también estaba desnudo y pronto yacíamos sobre la arena blanca y hacíamos el amor apasionadamente; por testigos: un mono y un pez cada vez más grande engullendo al anteior en una especie de danza infinita.
Supe que el mundo había finalizado sus días y sin embargo yo estaba con John y el mono allí. De repente, John ya no estaba, mi barriga comenzaba a abultarse y al momento me encontraba dándome a luz a mi misma. Renacía de mis propias entrañas para volver al mismo ciclo del mono y la palmera, choza y peces, que cada vez eran más grandes y pronto engullirían la propia isla.
Desperté al escuchar unos golpes secos. Frente a mí, había un coche patrulla con las luces girando como si fuese una discoteca. Un policía uniformado golpeaba con los nudillos y mucha insistencia la ventanilla de mi coche. El motor todavía estaba en marcha. Me dí cuenta que la aguja del nivel del depósito marcaba que estaba lleno, aunque estaba segura que debería estar a menos de la mitad. De nuevo unos golpes, esta vez más insistentes. Salí de mi ensoñación y dí un salto en el asiento.
—¿Está bien? —decía el policía.
—Perdone agente —le dije después de bajar la ventanilla—. Estaba cansada y me eché a un lado. No quería tener un accidente por quedarme dormida.
—De acuerdo, señorita, permítame su documentación y la del vehículo.
Mientras miraba y comprobaba mis papeles, continuó hablando.
—No es el sitio adecuado para descansar. Ha habido varios robos violentos en la zona, no es un sitio seguro para una señorita, podrían darle un susto. Un poco más adelante, tiene usted un pequeño hotel que...
—Gracias, no es necesario, ya estoy mucho mejor. Me voy ya.
—Como quiera —me dijo el hombre muy amable—, conduzca con cuidado, por favor.
Arranqué de nuevo mi coche y, tras orientarme un poco, me dirigí a mi casa a descansar. Tenía muchas cosas que solucionar, pero lo primero era solucionar mi falta de descanso, higiene y apetito.
Al llegar a mi casa y entrar por la puerta, observé la estancia. El salón me esperaba, cálido, con mis muebles y gran pantalla de televisión, todo estaba aparentemente en su sitio.
—Al menos, si pierdo cualquier cosa en casa, siempre puedo recurrir a mis vigilantes —me dije a mi misma. Estaba segura que ellos serían minuciosos en sus búsquedas.
Fui directa a la cocina. Tras poner dos rebanadas de pan en la tostadora, abrí la nevera y me serví un vaso de leche fría. Después me dirigí al despacho y levanté la tapa del ordenador portátil. Abrí la aplicación de correo electrónico y comprobé que tenía un nuevo mensaje. Era de las 08:02AM.
Apreciada Charlotte,
No era necesario avisar de su enfermedad. La próxima vez que venga tan tarde a las oficinas, pídale por favor al encargado de seguridad que active la calefacción de nuestra planta. Ya le he llamado personalmente la atención para que no vuelva a ocurrir.
Espero que se recupere bien. Después tómese los días que necesite para visitar a su familiar y no vuelva hasta que solucione esos problemas. La familia es lo primero.
Con mis mejores deseos de que no sea nada grave, reciba un saludo,
Sanders, O.
CEO - AESystems
Estaba atónita. Busqué entre los elementos enviados y encontré un correo electrónico enviado desde mi propio ordenador el lunes a las 7:23AM de esa mañana.
Sr. Sanders,
Siento comunicarle que me encuentro enferma. El sábado trabajé hasta tarde y debí coger frío en mi despacho.
Tan pronto me recupere me pondré en contacto. No obstante quería solicitarle ausentarme unos días. Mi tía está enferma y quería ir a Polonia a acompañarla unos días mientras busco alguien para que cuide de ella.
Disculpe las molestias, no se lo pediría si no fuera importante,
Charlotte White
Cerré la tapa y los ojos con fuerza en un esfuerzo de aguantar un grito de protesta. Alguien había entrado, una vez más, en mi espacio vital y había enviado en mi nombre un correo electrónico mientras yo permanecía secuestrada. Aquello era una violación total de mis derechos como ciudadana y como persona aunque a esas alturas debería empezar a importarme todo un bledo.
Mientras untaba gran cantidad de Nutella en las tostadas, durante un segundo, pensé si la policía de verdad me haría caso si denunciase. Enseguida descarté cualquier movimiento en ese sentido.
—Al menos la carta ha justificado mi ausencia —pensé—, pero... ¿por qué le han sugerido a Sanders que yo me iba a ir a Polonia?
Aquel mensaje me dejó muy inquieta. Hacía al menos dos o tres semanas que no sabía de mi tía, que los últimos años sufría algunos problemas de salud. Desde que estaba en Londres, había descuidado preocuparme más de quien cuidó de mí en ausencia de mis padres. Decidí que tenía que llamar a Polonia y averiguar el estado de salud de mi tía. Pero ahora era muy tarde para andar haciendo llamadas y mi cabeza estaba tan embotada que no era capaz de razonar con fluidez.
Me desnudé y abrí el grifo del agua caliente. Me sentía tan sucia y ultrajada, que habría hecho cualquier cosa por limpiar las últimas 72 horas de mi vida, de mi memoria y de mi alma.
Busqué mi diario en el cajón de abajo de la mesita de noche. Estaba ahí, donde siempre, intacto. Lo abrí por la última página escrita y leí:
"Los avances de mi proyecto son cada vez mayores pero me temo que si no aparece pronto alguien en mi vida me voy a quedar para vestir santos. Seca y vieja. ¿Dónde está el amor? Mi cuerpo lo está necesitando."
Aquello lo había escrito una semana atrás. Ultimamente en mi diario apenas aparecían cosas interesantes, pero tenía la costumbre de escrir uno desde que era pequeña. Fue el psicólogo que me trató tras la muerte de mis padres quien me pidió que comenzara a hacerlo. Así podría reconocer en él mis emociones, mis frustraciones y mis deseos más personales. Al leerlos desde la distancia y el tiempo, sería capaz de afrontar nuevos retos.
Observé la siguiente página en blanco por unos segundos. Después cogí un bolígrafo y escribí la fecha del viernes, tomé aire y me dejé llevar por las emociones:
"Mi vida ya no será jamás la misma. Él lo ha cambiado todo. Le amé durante unos momentos maravillosos y sentí entre sus brazos lo que no había sentido desde hacía mucho tiempo. Ahora lo odio con todas mis fuerzas. Me dijo "Te invitaré a nacer de nuevo y vivir intensamente".
Ha cumplido con su palabra. Pero no es lo que yo pensaba que haría conmigo.
Te odio John Andrews."
Omití el resto. No era seguro escribir sobre eso, pero ahí quedaría la fecha en que mi vida cambió para siempre.
Cerré el diario y lo guardé sin hojear nada más. Apagué la luz de la mesita de noche y abracé mi almohada con fuerza, enroscando mis piernas a su alrededor como si eso me ayudase a protegerme.
Decidí que al día siguiente llamaría a Polonia y haría una evaluación completa de mi nueva situación en el mundo.
Y lloré con libertad hasta quedarme profundamente dormida.
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¡Hola amig@s!
Capítulo de transición. Sin tensiones, sin sobresaltos... He querido introducir un sueño. Me gusta interpretar mis sueños y el de Charlotte fluyó entre mis dedos mientras lo escribía tal cual. Al releerlo me ha parecido muy extraño aunque luego le he visto la explicación (la mía, claro). Iba a borrarlo, pero definitivamente se queda. Creo que le da un toque distinto de irrealidad a la novela. ¿Alguna interpretación?
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