2 . The one and only spiderman
Como de costumbre, Miguel había mentido.
Sabía que si Benjamin Parker planeaba conseguir una muestra genética de Alchemax previa al accidente, había un único lugar en el que podría encontrarla: los almacenes abandonados del sector industrial. A Spiderman le había llevado unos meses dar con ellos, escondidos bajo los nombres de varias empresas fantasma, todas de alguna forma relacionadas a la gran corporación cuya directora estrechaba sus manos con altos rangos políticos, el arácnido apenas los había encontrado luego de semanas siguiendo a un cabecilla de la corporación. En ese caso específico estaba centrado en ir detrás del hombre, y el contenido de aquellos almacenes no le resultó de particular interés, sólo era el cementerio del que alguna vez había sido su prometedor futuro, en el que, de haber las cosas resultado ligeramente distintas, él también estaría enterrado.
Que el agente Parker supiera de ellos no sólo indicaba la profundidad que su investigación acerca de la corporación tenía, sino también la gravedad del peligro que lo acechaba. Miguel no tenía forma de saber la razón por la que Benjamin quería que reconociera las muestras genéticas, pero estaba seguro que jamás iba a poder averiguarlo si dejaba al agente ir hasta los almacenes por su cuenta. Por lo que no dudó en ponerse el traje y seguir el camino del hombre desde una distancia prudente, manteniéndose oculto en las sombras de los carteles de neón, confiando en sus aumentados sentidos para reconocer a otra persona que estuviera haciendo lo mismo que él.
—Noticias de nuestro invitado —La voz de Lyla sonó en su oído, emocionada, casi podía imaginar la picara sonrisa en su rostro al decir:—, esto va a encantarte.
—Sorpréndeme.
—Los registros que hay de su trabajo como agente de paz fueron actualizados hace un par de días, la fecha coincide con la primer visita que el agente hizo a la mansión —informó—. Me pareció curioso, así que indagué un poco más y haciendo algo de trampa descubrí que previo a la actualización, no existían.
Miguel sonrió bajo su máscara. Parker era un mentiroso.
—¿Alchemax?
—No. Esto tiene una marca criptográfica diferente, te diría que incluso única, no pude encontrar nada de ella —respondió, el pelinegro entonces comprendió la emoción que tenía.
—Gracias Lyla.
Miguel siguió columpiándose con la noche como su mejor aliada, era ágil y se movía rápido, mucho más rápido que el hombre promedio, apenas una sombra que desaparecía antes de que cualquier mirada curiosa pudiera quedarse mucho tiempo fija sobre ella. Ya ingresando en el sector industrial la oscuridad se intensificó, la zona estaba libre de publicidades holográficas y pantallas gigantes, sólo la típica y suave iluminación neón, bañando las calles y construcciones de una mezcla de azules y rosados.
Ben detuvo su vehículo en un callejón, un par de calles previas a las de los almacenes. Miguel temió que saltara el alambrado, disparando la silenciosa alarma del lugar, pero el castaño entró por la puerta haciendo uso del mismo dispositivo en su muñeca con el que le había mostrado sus supuestas credenciales de la fuerza.
El deposito de Alchemax estaba abandonado, o al menos así lo aparentaba. Era una gran zona con tres gigantesco hangares repleto de cajas con proyectos desechados o complejas maquinarias de variadas funciones, algunas descompuestas, otras simplemente descartadas. El que más competía al dúo era el más pequeño, de lejos parecía menos importante que los otros, pero era el único con contraseña en su puerta y un pequeño símbolo que indicaba riesgo biológico. Dentro había largas hileras de estanterías cubiertas por placas de cristal, todas repletas con tubos de ensayo con contenidos brillantes y materiales químicos. En el centro había una especie de consola, bastante anticuada para los estándares de la época, estaba claro que el lugar se había diseñado como mínimo un par de décadas atrás.
Spiderman seguía los pasos del agente Parker por la claraboya en el techo. La luz de la luna era tenue, oscuras nubes habían comenzado a rodearla, indicando la próxima tormenta, y dentro, la consola era el único dispositivo que emitía luz. Ben tomó asiento en la pulcra consola y empezó a tipear, sin pasar por alto el hecho de que no había nada de polvo en el lugar.
Miguel se distrajo mientras observaba al hombre, recordando la información que Lyla le había revelado. No era parte de las fuerzas de paz, pero tampoco estaba involucrado con Alchemax, su investigación era real, y claramente había algo o alguien detrás de él lo suficientemente importante como para tener una huella digital que Lyla no podía seguir.
El pelinegro estaba acostumbrado a conseguir las respuestas que buscaba, y Benjamin Parker comenzaba a ser una incógnita demasiada tentadora como para dejar sin resolver.
—¡¿Usas esa máscara y trabajas para Alchemax?! —exclamó el agente Parker, levantándose del asiento de la consola y desenfundado su arma.
Miguel temió haber sido descubierto, pero no, Ben apuntaba su arma hacia un lugar dentro del deposito, entonces decidió utilizar su visión nocturna, sus ojos tornándose rojos bajo la máscara mientras los oscuros rincones se revelaban ante él. Allí, adherido a una pared, había un sujeto en un traje que lo conmocionó. Spiderman.
El impostor se movió por las paredes y Ben disparó varias veces, con su arma calibrada para aturdir. El destello de los disparos cegó a Miguel, quien con su visión nocturna era extremadamente sensible a la luz. Entonces el Spiderman de traje clásico atacó a Ben en la oscuridad, acertando una dura patada en su estómago y luego utilizando sus redes para lanzarlo contra una de las estanterías, la gruesa cubierta de cristal agrietándose ante el duro impacto. Aquel arácnido no estaba allí para persuadirlo sino para eliminarlo, y por la fuerza conque estaba atacando a Ben, dejando al hombre una cortina de tiempo demasiado corta para defenderse de los golpes, no tardaría demasiado. Aunque estaba claro que podía ser más rápido, pero no, a aquella araña le gustaba jugar con su comida.
Miguel finalmente se recuperó y rompió parte de la claraboya de un fuerte golpe, los cristales cayendo y despedazándose alertando al dúo, mas Spiderman no le dio tiempo al impostor para reaccionar, una telaraña se había pegado a él antes de que lo notara y con un fuerte tirón, Miguel lo trajo hacia él, haciéndolo atravesar la claraboya y luego dándole un fuerte golpe bajo el mentón.
El impostor dio un par de vueltas y finalmente pudo enderezarse en el techo, ambos se observaron en silencio durante unos segundos y luego la batalla se reanimó, Miguel abalanzándose sobre él con sus garras desplegadas y el otro esquivado el golpe por muy poco. Dentro del deposito, con la alarma ahora inundando el lugar de una intermitente luz rojiza, Ben regresó adolorido a la consola, decidido a terminar su trabajo.
En el techo, Miguel había sido lanzado por el borde gracias a una telaraña que no había podido esquivar, pero tan rápido como se encontró cayendo utilizó otras dos sobre el edificio para aprovechar la velocidad e impulsarse de regreso hacia arriba, impactando una dura patada sobre el impostor, al que claramente habían entrenado, pero no para luchar contra alguien como él.
Spiderman era brutal, una vez en el impostor estuvo en el suelo rápidamente se posó sobre él, deteniéndolo con una telaraña en sus pies y luego golpeando su rostro repetidas veces, descargando una furia cegadora con cada impacto. Dio un par de golpes más incluso luego de haber notado que había dejado de responder, y al ver la oportunidad servida en una bandeja de plata frente a él, sus alargados colmillos comenzaron a crecer.
Miguel nuevamente había perdido el equilibrio y no podía contener la bestia hambrienta en su interior. Luchar contra las ansias de sangre era como negarse a beber agua luego de una larga caminata en el desierto, no había fuerza de voluntad que pudiera imponerse, por mucho que le disgustara. Cuando levantó su máscara hasta la nariz, revelando sus colmillos, el impostor se sacudió aterrorizado, revelando que había regresado a la consciencia, y en el pequeño instante que tuvo disparó una red directo a la cara de Miguel, quien llevó ambas manos a su rostro para liberarse, dándole al otro la oportunidad para empujarlo y sacárselo de encima.
Al finalmente liberarse, el impostor había desaparecido, escabulléndose con rapidez entre los edificios, y abandonando rápidamente el sector industrial. El pelinegro se debatió si seguirlo, pero con su sed de sangre más controlada, optó por acompañar a Ben hasta su auto, asegurándose que esté seguro.
Una vez llegó, disparó una telaraña inmovilizando su mano justo sobre la puerta, y luego otra para atrapar su torso contra el resto del vehículo.
—Lo hizo bien agente —El enmascarado descendió colgando de cabeza de su telaraña y subió su mascara hasta la altura de su nariz—. Me hará volver a creer en el sistema si sigue así.
Su voz grave y rasposa le produjo un escalofrío al castaño, pero las sensaciones que invadían su cuerpo estaban lejos del temor, resultando contradictorias. Sabía que detenerlo era su obligación y que verse superado de aquella forma debía sentirse como una humillación, y sí lo hacía, inmovilizado tan cerca de un objetivo así de importante al haber bajado su guardia, pero sus ojos no podían parar de recorrer la silueta del arácnido trazada por las luces de neón.
—Spiderman... —murmuró el castaño mesmerizado por el enmascarado.
La mirada de Ben se detuvo particularmente en los gruesos y rosados labios del contrario, quien no tardó en notarlo, formulando una picara sonrisa tan libre de escrúpulo que agitó algo en el interior del castaño, que empezó a retorcerse en la telaraña, de repente recordando que se suponía que debía luchar por liberarse.
—No sé quien eres, pero estoy seguro de que tienes idea de lo que estás haciendo cuando te pones esa máscara —espetó el castaño abandonando momentáneamente su trance mientras forcejeaba con la red.
—¿No le gusta como me queda, agente?
Nuevamente, un cosquilleo en la nuca del castaño ante las palabras del tipo en el traje. Cuando éste comenzó a acercarse su mente se nubló, pensamientos e ideas conflictivas chocando entre sí mientras la admiración por los años de oro de los héroes y las cientos de historias que había escuchado se encontraban con el peso de su deber, y el oscuro futuro con el que la ciudad debería lidiar como consecuencia de la mera existencia de aquella persona. Era una dualidad asfixiante en el que apenas en determinados momentos el rostro de su novia aparecía como destellos entre la nebulosa, el pequeño recordatorio de su relación y sus planes a futuro, y con ello todo lo que comprendía que era correcto. Y sin embargo, su mirada no podía despegarse de los tentadores labios del héroe ahora entre abiertos, y le era imposible ignorar el ritmo y la fuerza con la que su corazón golpeaba su pecho.
—Y agente, si vuelve a ver al impostor... —Aún a través de la máscara, Ben sintió la intensa mirada ajena recorriéndolo.
Se sintió expuesto. Se retorció un poco más sin realmente creer que podría escaparse, pero tenía que moverse, de alguna forma tenía que descargar aquella energía eléctrica que sobrecargaba sus sentidos. Pero la liberación apenas llegó cuando sus labios se encontraron con los ajenos, había sido él mismo quien sin poder lidiar con las ansias terminó por eliminar la distancia entre sus rostros. Estaba besando a un vigilante, un criminal. Estaba besando a un desconocido enmascarado sabiendo perfectamente que luego tendría que regresar a su casa, junto a su novia. Pero lo peor es que lo estaba disfrutando.
A Miguel le sorprendió la intensidad del acto, estaba preparado para algo lento y suave, propio de un hombre correcto como Ben. Pero el hambre del agente lo había tomado por sorpresa. Siendo alguien que constantemente luchaba contra sus impulsos, era relativamente sencillo que un pequeño desencadenante lo hiciera perder el control. Con los años había aprendido a reconocer cuando llegaba a aquel peligroso punto, la delgada línea entre él y aquella fuerza primitiva en sus genes. Miguel se reconoció a si mismo en éste cuando, luego de que sus lenguas se encontraran, Ben dejara escapar algo similar a un jadeo.
Al separarse, sus bocas siguieron conectadas por un hilo de saliva. La agitada respiración de ambos se sumo al ajetreado ruido de la ciudad a su alrededor, con las sirenas de policía ahora llegando a escucharse. El rostro de Ben estaba completamente rojo no sólo por la falta de oxigeno, sino producto de la forma en que se había perdido a si mismo por completo, entregándose prácticamente sin luchar a sus impulsos ante un objetivo de aquel tipo, una persona que tenía que capturar y entregar a las autoridades.
—Recuerde que soy el único y original Spiderman —El de traje completó su anterior frase junto a una sonrisa ladina para luego bajar la máscara nuevamente.
Ben observó aún mareado por las sensaciones a los hinchados labios ahora rojizos moverse, aún podía sentir su fantasma moverse sobre los suyos, y a su cálida lengua enredándose con la suya. Spiderman desapareció columpiándose entre los interminables y brillantes edificios, atravesando publicidades holográficas en el aire o maniobrando por ellas hasta internarse en las profundidades de la ciudad que nunca duerme.
Su mente seguía siendo un desastre, ahora empeorado gracias al esfuerzo de procesar lo que acababa de suceder. No podía explicarse ni excusarse, ni tampoco comprendía de donde había salido todo aquello, pero al menos tenía un objetivo en claro: tenía que descubrir quien estaba bajo la mascara.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top