Capítulo 8: "Confesiones en alta mar"
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El viaje hacia la isla donde se encontraba Buggy el Payaso era tranquilo, pero también lento y aburrido. Con el viento a favor y el barco siguiendo una ruta fija, Kael decidió asegurar el timón con una cuerda para que el navío no se desviara. No había mucho más que hacer, así que optó por distraerse de la única manera que se le ocurrió: coquetear con Stella.
Se acercó a donde ella estaba sentada, en la cubierta, mirando hacia el horizonte con una expresión pensativa. Su largo cabello se movía suavemente con la brisa, y aunque parecía tranquila, Kael notó algo de melancolía en sus ojos. Sin pensarlo mucho, se dejó caer a su lado.
Kael: "¿Sabes? El sol se refleja tan bien en el agua… pero no tanto como en tus ojos." Sonrió de lado, claramente orgulloso de su intento de halago.
Stella lo miró con incredulidad y luego dejó escapar una pequeña risa.
Stella: "¿De verdad? ¿Eso es lo mejor que tienes? Pensé que eras más creativo."
Kael: "Solo estoy calentando motores, Stella. Dame un rato y sacaré algo mejor." Le guiñó un ojo.
Mientras el ambiente se relajaba entre bromas, Stella pareció decidir abrirse un poco más. Quizás el aburrimiento, o la confianza que estaba empezando a desarrollar hacia Kael, la llevó a compartir algo que había estado cargando por mucho tiempo. Se acomodó en su lugar y empezó a hablar.
Stella: "¿Quieres saber cómo terminé en esa subasta de esclavos?"
Kael asintió, dejando de lado las bromas por un momento. Su expresión se volvió seria, mostrándole que estaba dispuesto a escuchar.
Stella: "Hace años, fui vendida como esclava por primera vez. El hombre que me compró… era un bastardo que solo veía a las mujeres como objetos, pero tuve suerte. Se obsesionó con otras esclavas que tenía y prácticamente me ignoró. Pude escapar de allí antes de que… bueno, antes de que algo peor pasara."
Hizo una pausa, como si revivir esos recuerdos le costara trabajo, pero continuó.
Stella: "Después de eso, estuve sola por un tiempo. Vagaba de un lado a otro, buscando algo que me diera un propósito. Fue entonces cuando escuché hablar de Gild Tesoro. Su fama, su riqueza… todo eso me hizo pensar que él podría ser mi salvación. Quise encontrarlo y… bueno, pedirle ayuda. Pero nunca lo logré. Él desapareció antes de que pudiera siquiera acercarme."
Kael notó la mezcla de emociones en su voz: tristeza, frustración y un poco de rabia. Decidió no interrumpirla y la dejó seguir.
Stella: "Con el tiempo, me di cuenta de que todo lo que él representaba eran promesas vacías. El amor que alguna vez sentí por él se convirtió en odio. Él pudo haberme ayudado, pero en lugar de eso, me dejó atrás como si no valiera nada."
El ambiente se había vuelto pesado, lleno de emociones reprimidas. Kael sabía que tenía que hacer algo para cambiar eso. Entonces, con toda la seriedad que pudo reunir, la miró y preguntó:
Kael: "Entonces… ¿eres virgen?"
Stella, completamente atónita por la pregunta, se sonrojó de inmediato. Sin decir nada, tomó el primer objeto que tenía a la mano —un pequeño balde de madera— y lo estrelló contra la cabeza de Kael.
Stella: "¡¿Cómo puedes preguntar algo tan estúpido en un momento así?!"
Kael se retorció en el suelo, sosteniéndose la cabeza mientras intentaba no reír.
Kael: "Bueno, al menos logré bajar la tensión, ¿no? Admito que fue un poco directo… pero funcionó."
Stella suspiró, llevándose una mano a la frente. A pesar de todo, no pudo evitar sonreír un poco. Kael tenía esa habilidad extraña de aliviar el ambiente, incluso en los momentos más incómodos.
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Cuando comenzó a caer la noche, Kael decidió bajar el ancla para detener el barco. Era un buen momento para comer algo, así que anunció que prepararía la cena. Stella, aún sonrojada por lo ocurrido antes, ofreció su ayuda.
Stella: "Déjame hacerlo yo. Después de todo, me estás dando comida y refugio. Es lo menos que puedo hacer."
Kael: "¿Y por qué no lo hacemos juntos? Así terminamos más rápido y podemos hablar un poco más. No me gusta el silencio, ¿sabes?"
Mientras cocinaban juntos en la pequeña cocina del barco, Stella aprovechó para hacerle una pregunta que había estado rondando en su cabeza.
Stella: "Kael, ya sabes mucho de mí… pero no sé nada de ti. ¿De dónde vienes realmente?"
Kael se detuvo un momento, pensando en cómo responder. No podía decirle la verdad sobre su vida pasada, así que improvisó.
Kael: "Bueno, fui encontrado y criado por Tsuru, la famosa vicealmirante de la Marina. Ella me enseñó todo lo que sé… aunque nunca me uní a ellos oficialmente. Y hay algo más… encontré una fruta del diablo que me hace inmortal. Es complicado, pero básicamente no puedo morir."
Stella lo miró con los ojos entrecerrados, claramente dudando de la última parte.
Stella: "¿Inmortal? Eso suena… demasiado conveniente."
Kael: "Bueno, ya lo comprobarás con el tiempo. Pero te aseguro que no soy alguien común y corriente."
Mientras Stella reflexionaba sobre sus palabras, Kael pensó para sí mismo: "Tengo que robarle a Buggy. Me estoy quedando sin dinero, y no sé si 400 berries van a durar mucho tiempo. Necesito un golpe grande antes de que las cosas se pongan difíciles."
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Después de cenar, Kael decidió retirarse a su habitación. El cansancio del día lo había alcanzado, y necesitaba descansar antes de enfrentarse al caos que seguramente le esperaba en la isla de Buggy. Se dejó caer sobre la cama, disfrutando del silencio, cuando de pronto escuchó un golpe suave en la puerta.
Kael: "¿Sí? Pase
La puerta se abrió lentamente, revelando a Stella. Ella parecía nerviosa, con una expresión de incertidumbre en el rostro.
Stella: "¿Puedo… quedarme aquí esta noche? Mi habitación se siente vacía, y no quiero tener pesadillas."
Kael, sorprendido pero sin querer rechazarla, asintió.
Kael: "Claro, no hay problema. Si eso te ayuda a dormir mejor, adelante."
Stella se acercó y se acomodó en la cama junto a él. Kael se dio cuenta de algo de inmediato: no le había comprado ropa. Stella, sin pensarlo mucho, empezó a desvestirse, quedándose en ropa interior antes de meterse bajo las mantas.
Kael (pensando): "Genial, esto no va a ser fácil."
Stella se quedó dormida rápidamente, claramente agotada por todo lo que había pasado. Kael, en cambio, no pudo pegar ojo. Entre el calor de su cuerpo cerca del suyo y la falta de espacio en la cama, su mente y cuerpo estaban en conflicto constante.
Kael (pensando): "Esto va a ser una noche muy larga…"
Y con eso, el barco siguió su rumbo, mientras Kael intentaba lidiar con sus pensamientos y Stella dormía profundamente, al fin encontrando un poco de paz.
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