3. Alicia - "Separación" (Primera parte)

LA NOCHE OSCURA

Observo las ciudades en ruinas desde los ventanales de la oficina de Thomas. Es de madrugada, pero incluso en la oscuridad de la noche se logra apreciar la destrucción gracias a la luz de luna que baña el horizonte.

No puedo evitar que se me cristalicen los ojos al contemplar mi mundo convertido en polvo, cenizas y escombros. El paisaje que vi desde mi nacimiento es drásticamente distinto ahora. Libertad y unas cuantas ciudades ubicadas detrás de esta siguen siendo las mismas, pero las situadas en la zona opuesta se han convertido en montes ruinosos sobre los que ni siquiera las aves robóticas se atreven a volar. Ni siquiera queda en pie Esperanza, ciudad tan significativa para Aaron y yo.

Los treintaicinco días que siguieron a la destrucción fueron los más difíciles en la historia de nuestro país. Los hospitales que quedaron en pie se llenaron de gente, los espacios públicos fueron invadidos por miles y miles de sobrevivientes que buscaban refugio y el caos era la tónica en cada rincón intacto de lo que quedó de Arkos, y lo sigue siendo.

A pesar de que todos adivinaron que fueron las autoridades quienes estuvieron detrás de la destrucción, nadie se quejó. Todos estaban demasiado aterrados como para alzar la voz, y nadie esperaba que los gobernadores traspasaran tanto los límites. El origen de las aeronaves aún es una incógnita para aquellos que no saben de la existencia de Newtopia, pero tarde o temprano dejará de serlo. Según Thomas, muy pronto las autoridades revelarán a la población la existencia de la nación posguerra y brindarán la posibilidad de trasladarse a ella, siempre y cuando los civiles demuestren que son lo suficientemente devotos al gobierno y sus causas.

Lo bueno de todo es que, a pesar de las muertes y la destrucción, los arkanos tendrán la oportunidad de ir más allá de los límites de Arkos y alejarse de una nación que más temprano que tarde desaparecerá para siempre. Pero, lo malo y negativo del éxodo, será que Newtopia crecerá en adeptos y que las personas inocentes que decidan formar parte de la nación sudamericana peligrarán a causa de la guerra entre Constelación, Eternidad y el gobierno newtópico. Y aunque no perecieran a causa de la guerra, en cualquier momento los gobernadores newtópicos podrían volverse más locos de lo que ya están, traicionar a su propia gente y destruir su nación para infundir miedo en la sociedad.

Es triste pensar que, aunque huyamos, el peligro seguirá acechándonos. Ya no quedan lugares seguros en nuestro planeta. Cada día me cuesta más y más mantener con vida mis esperanzas de un mundo mejor.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por el sonido de mi auricular recibiendo una llamada. Contesto instantáneamente, sabiendo que se trata de David.

Entraremos en los próximos minutos —informa, y se me acelera el corazón—. Espero que valga la pena.

—Yo también. —Suspiro con el corazón en la mano—. Yo también.

Alzo la mirada hacia el cielo nocturno y ruego en mis adentros que David encuentre a mi mejor amigo.

No he parado de investigar sobre el paradero de Aaron desde el día que desapareció, tanto que apenas he tenido tiempo para dimensionar la magnitud de la crisis arkana tras la destrucción. Buscar a Aaron ha sido una tarea exhaustiva e incansable, pero no he trabajado sola en ello.

Thomas, en quien nadie confiaba ni creía, me ha ayudado como nadie.

Él se convirtió en un gran aliado y amigo en los últimos treintaicinco días. Aún mantiene su negación a formar parte de los movimientos opositores, pero ya no está del lado de su padre y los demás gobernadores. Él, al igual que yo, quiere un mejor futuro para su gente. La única diferencia es que no está dispuesto a trabajar con nadie más que yo, pero respeto su decisión.

Aunque lo convenciera de unirse a los eternos, ya no soy tan bienvenida entre ellos. Luego del altercado que tuve con Susan, ella se encargó de hablar mal de mí con todo el mundo. He ido solo un par de veces a la base secreta en las últimas semanas, y en ambas ocasiones recibí miradas despectivas y escuché uno que otro murmullo desfavorable en mi nombre. Nunca pensé que Susan sería capaz de mover influencias para que la gente me rechace.

Por suerte tengo mi propio departamento cerca de la Cúpula, o no tendría un lugar donde dormir o refugiarme del mundo real. Tarde o temprano seré expulsada oficialmente de Eternidad, puesto que ya no soy de ayuda o de confianza para ellos. Arkos fue destruido, y es cuestión de tiempo para que la Cúpula se desmorone. La absurda misión de conquistar a Thomas ya no tiene sentido. En realidad, nunca lo tuvo.

Los miembros de la base secreta de Eternidad se mudarán a un pueblo seguro y exento de la guerra situado en la Cordillera de los Andes. El más afectado con la noticia es Thomas, porque Susan se llevará a Joshua muy lejos de aquí. Una vez que el pequeño y su madre estén en Sudamérica, las probabilidades de que Thomas conozca a su hijo serán nulas. Nadie lo aceptaría entre los eternos, y él tampoco tiene intenciones de ser aceptado entre ellos.

A pesar del riesgo que corremos aquí, Max, David, Ibrahim, Michael, Ben y yo hemos decidido quedarnos en Libertad. No podemos irnos sin antes haber encontrado a Aaron, y yo no puedo volver a marchar sin convencer a mi familia de venir conmigo. Apenas duermo por las noches pensando en la posibilidad de que Abraham Scott volviese a encerrarlos para encontrarme. Necesito ponerlos a salvo lo más pronto posible.

En cuanto a la madre y al hermano de Max, estos decidieron quedarse en Libertad junto a él. Max no quiere volver a alejarse de ellos, y lo entiendo. Todos sabemos que quedarse aquí es una decisión de alto riesgo, pero él creyó por muchos años que su familia estaba muerta; lo que más quiere ahora es estar junto a ellos. Le insistí en que decidiera aceptar la oferta de los eternos de regresar a Sudamérica, pero él no quiso aceptarla. Sé que teme que mi relación con Thomas vaya más allá de una controvertida amistad.

Nadie está de acuerdo en que yo sea amiga de Thomas. Ibrahim me insultó cuando se enteró de que me estaba acercando a él por algo más que una misión; tuve que reprimir las ganas de echarme a reír cuando me regañó como si fuera un padre furioso sermoneando a su hija.

Max está muy celoso, pero no lo admite. Es lo suficientemente maduro como para reprocharme. Sin embargo, puedo ver la tensión en sus ojos cada vez que oye el nombre de Thomas. Tanto él como los demás rechazan la posibilidad de que mi inesperado amigo podría cambiar y convertirse en una gran persona.

Pero yo, aunque me gane el odio de todo el mundo, no renunciaré a creer en él.

Carlos fue otro de los que me increparon por teléfono cuando se enteró de mi amistad con Thomas. Él regresará a Libertad junto a William en unos cuantos días. No nos quiso contar el motivo de su regreso; ya nos lo dirá cuando esté aquí. Sinceramente, lo extraño muchísimo. Los errores que cometimos en el pasado han quedado ahí, en el pasado. Creo que estamos listos para dar un nuevo paso y convertirnos en grandes amigos.

Me obligo a dejar de pensar en mis amigos y cercanos y me concentro en la misión que están llevando a cabo Max y los demás en este momento. Desearía estar con ellos e ingresar al edificio en el que supuestamente se encuentra Aaron, pero Thomas me aconsejó que lo mejor sería cuidar mi falsa identidad como secretaria de la Cúpula. Me conviene mucho formar parte de este establecimiento, sobre todo para obtener información. De haber advertido al pueblo arkano sobre la destrucción hace poco más de un mes, Thomas y yo habríamos perdido nuestro lugar en el mundo de las autoridades.

¿Estás completamente segura de que este es el lugar? —pregunta de pronto David mediante el auricular.

—Completamente —aseguro, decidida—. Thomas descubrió que ese edificio ha recibido una gran cantidad de detenidos y desaparecidos en los últimos meses. Él no sabe la razón, así que no puedo decirte qué vas a encontrar en el interior; solo puedo advertirte que tengas cuidado. Ninguno de nosotros sabe a qué se enfrentarán una vez que logren adentrarse en el recinto.

Y es la verdad. Ni siquiera Thomas sabe qué hay allá adentro. He intentado convencerlo de que se dé una vuelta por el lugar para averiguar qué sucede, pero se supone que él no tiene conocimiento de la existencia de dicho edificio, por lo que acudir a este lo pondría en riesgo. Él está consciente de ello, y lo cierto es que yo también. Le he tomado mucho cariño en el último tiempo; lo último que quisiera es aumentar el peligro al que ya lo he expuesto. Thomas se ha jugado la vida averiguando el paradero de alguien que ni siquiera conoce, todo por complacerme y ayudarme.

No merece todo el odio que recibe.

Veo movimiento —oigo que dice alguien desde el otro lado; al parecer es Ben.

Pasan largos minutos de una insufrible espera. Soy un manojo de nervios. Deseo de corazón que todo salga bien y que logren encontrar y rescatar a Aaron.

David corta la llamada una vez que están listos para ingresar al edificio. Poco después, la puerta de la oficina se abre y me sobresalto de miedo.

—Tranquila, soy yo —anuncia Thomas al entrar.

No se oye nada divertido; es más, se oye y luce triste. Trae una tableta electrónica en sus manos.

—Están ingresando —susurro una vez que se acerca a mí—. Espero que puedan encontrarlo.

—Ya no será necesario que entren —replica Thomas. Su rostro refleja un profundo pesar—. Lo lamento mucho, Alicia.

—¿Qué lamentas? —Frunzo el ceño y echo una mirada a la tableta que lleva en sus manos—. ¿Qué tienes ahí, Thomas?

—Míralo por ti misma —suspira y me extiende el aparato.

La tomo con cierto temor. Hay un documento abierto en la tableta cuyo título es "REGISTRO DE DEFUNCIONES". Las fechas indicadas abarcan desde el día de la destrucción hasta el día de ayer.

Miro el número de muertes que señalan las estadísticas y mi corazón se hace trizas. Fueron millones las personas que perecieron durante y después de la catástrofe. Las cifras son solo estimaciones, puesto que aún no se sabe con certeza cuántos de los civiles en el registro siguen con vida entre los escombros, pero aun así la cantidad se acerca bastante a la realidad.

Me doy cuenta de que el documento está abierto específicamente en una letra: la M. Las muertes están ordenadas por apellido.

Estoy en la lista de muertos cuyo primer apellido era "Marshall".

—No. —Se me quiebra la voz. Me tiemblan las manos; siento un remezón en todo el cuerpo.

—Lo lamento, Ali —insiste Thomas.

Busco entre los nombres y lo encuentro:


APELLIDOS: MARSHALL BORGES.

NOMBRES: AARON ELIAZAR.

SEXO: MASCULINO.

I.D: 6937295-1.

AÑOS CUMPLIDOS: 18.

FECHA DE NACIMIENTO: 13 DE MARZO DEL AÑO 2385.

CIUDAD DE ORIGEN: LIBERTAD.

NIVEL DE EDUCACIÓN: PRIMARIA, SECUNDARIA, PREPARATORIA COMPLETAS.

DOMICILIO: BARRIO 14 VIVIENDA #98, LIBERTAD.

ESTADO CIVIL: SOLTERO, ANTERIORMENTE EMPAREJADO A CAROLINE DALLAS.

IMPORTANTE: EL INDIVIDUO CONTABA CON ANTECEDENTES PENALES POR SER PORTADOR DE LA ENFERMEDAD PROHIBIDA, ESCAPAR DE SU PRIMERA INTERVENCIÓN CURATIVA Y CONVERTIRSE EN PRÓFUGO DE LA JUSTICIA.

FECHA DE DEFUNCIÓN: 27 DE FEBRERO DEL AÑO 4104.


Alejo la mirada de la pantalla. Las lágrimas no me permiten seguir leyendo.

Aaron está muerto.

Mi mejor amigo está muerto.

No sé de dónde saco fuerzas para continuar la lectura.


CAUSA DE LA MUERTE: INTERVENCIÓN CURATIVA FALLIDA.

D.: El individuo falleció durante una lobotomía cuando se le intentaba aplicar la cura de la enfermedad prohibida.

LUGAR Y HORA DE FALLECIMIENTO: HOSPITAL GENERAL DE LIBERTAD, 15:30 HRS.


Ya no puedo seguir leyendo. El llanto es cada vez más desgarrador. Siento una desesperante opresión en el pecho; estoy temblando de tal forma que en cualquier momento caeré al suelo.

Aaron, mi mejor amigo, abandonó este mundo cuando intentaron someterlo a La Cura y ni siquiera alcanzamos a celebrar su decimonoveno cumpleaños. Podríamos haber dejado a un lado todo el sufrimiento y los problemas del último tiempo y hacer una pequeña celebración por nuestros diecinueve años, pero ya no será posible. Voy a pasarlos sola sin ninguna razón para celebrar.

Lanzo la tableta al piso en un intento por desahogarme. Grito tan fuerte que seguro toda la Cúpula me escucha.

Thomas se acerca a abrazarme para contenerme y mantenerme en pie.

—Odio tener que pedirte esto —susurra cerca de mi oído—, pero debes guardar silencio. Se supone que no debemos estar aquí a esta hora.

Está en lo cierto. Por mucho que me duela la muerte de mi mejor amigo, no puedo arriesgarme a llamar la atención.

—Tengo que contárselo a David —gimoteo en voz baja—. Tiene que saberlo y dejar de correr un riesgo innecesario.

Thomas asiente y me conduce hacia uno de los sillones de su oficina. Una vez que me siento, lo primero que hago es activar mi auricular, el que ya está sincronizado con el de David. El mío llama inmediatamente al otro.

¿Hola? —responde David en tono susurrante.

—Soy yo. —Apenas me sale la voz. No logro dejar de llorar.

¿Te pasa algo? —pregunta él. Ha notado mi conmoción—. Alicia, ¿qué pasa?

—Tengo una muy mala noticia. No sé cómo decir esto...

Alicia, dime qué ocurre.

Sorbo por la nariz, lleno mis pulmones de aire y digo las palabras que acabarán de destruirme:

—Aaron está muerto.

De inmediatamente cuento cómo lo supe y cómo sucedió antes de que el llanto me impida seguir hablando.

—Lo siento, David —insisto al acabar. No puedo más—. Yo... yo... discúlpame, no puedo seguir.

Cuelgo la llamada, totalmente destrozada.

Me desplomo sobre Thomas, quien me abraza con fuerza y soba mi espalda para contenerme. Pongo una mano sobre mi boca para acallar mis sollozos y empapo la fina camisa de Thomas con mis lágrimas, pero a él no parece importarle.

—Tienes que ser fuerte, Ali —susurra—. Es lo que tu amigo habría querido.

Sus palabras solo aumentan mi sufrimiento. No puedo creer que Aaron esté muerto. Siempre pensé que yo moriría primero que él. Creí que sería él quien tendría una larga vida lejos de toda esta mierda.

—Deberías descansar —sugiere Thomas—. No has dormido bien en más de un mes. Te mereces un descanso después de todo.

—No puedo —jadeo entre lágrimas—. Él murió, Thomas, él...

Mis palabras se vuelven ininteligibles debido al llanto. Extrañaré a Aaron más que a nadie. No fueron tantos los años que gocé de su compañía, pero sí lo quise como a un hermano. Me es inevitable pensar en los días que pasamos en la colina de los abetos jugando a las escondidas con Carlos y Caroline como si fuéramos niños, nuestras tardes de caminata por Central Park y todo lo que pasó después de que nos adentráramos en el mundo rebelde.

Tuvimos un extenuante viaje juntos. Desde hoy, tristemente, lo seguiré sin él.

—Joder, Alicia, tienes que dormir un poco —insiste Thomas—. No has pegado un ojo desde hace días. ¿Quieres que durmamos en el escondite? Ahí nadie va a molestarnos.

—No —niego sin poder dejar de llorar—. No puedo dormir, Thomas. Estoy devastada.

—Al menos déjame prepararte un café, ¿sí? —Lleva una mano a una de mis mejillas y la acaricia con suavidad—. El llanto te dejará sin energías; no quiero que te enfermes.

Me enternece su preocupación por mí, así que decido aceptar.

Mientras Thomas prepara el café en la máquina cafetera de su oficina, sigo pensando una y otra vez en todos los momentos que viví con Aaron. Cada imagen que proyecto en mi mente es igual de desgarradora y dolorosa.

Una vez que el café está listo, Thomas me entrega una taza llena y comienzo a beber a pesar de que el contenido está un poco amargo y caliente. Al menos el dolor que me provoca el agua eclipsa un poco el dolor que siento por dentro.

—¿Puedes ir por la tableta, por favor? —le pido a Thomas. Señalo con la mirada el aparato tirado en el suelo cerca de los ventanales.

—Alicia, ya viste todo lo que debías ver —dice, melancólico—. No te tortures más.

—Solo dámela, por favor.

La verdad es que algo no me calza del todo, pero no sé qué. Algo no está bien con la muerte de Aaron. Algo no encaja.

A regañadientes, Thomas se dirige en búsqueda de la tableta y regresa al sillón con ella en sus manos. Me la entrega y de inmediato releo el registro de la muerte de Aaron mientras acabo el café.

Releo al menos diez veces hasta que, finalmente, noto qué está mal: el lugar de fallecimiento. Este dice "Hospital General de Libertad", y ese fue el primer y principal lugar en el que David, Ibrahim, Michael y Ben buscaron a Aaron.

Es imposible que estuviera ahí. Nuestras fuentes infiltradas en el hospital nos lo habrían informado a la brevedad.

La esperanza regresa de golpe como tantas veces en el pasado.

Aaron podría estar vivo. Puede que su muerte sea una falsedad.

Intento levantar mi mano libre para tocar mi auricular, llamar a David e informarle lo que acabo de descubrir, pero mi brazo no responde.

Un nauseabundo sueño me invade y me hace soltar la tableta. Mi cabeza da mil vueltas; la somnolencia adormila todas mis extremidades.

¿Qué mierda está pasando?

—Tho...mas —digo con mucha dificultad. Tengo la lengua dormida—. No... pue...do mo...ver...me.

Logro mirarlo: detecto remordimiento en su rostro.

—Lo siento —musita, ceñudo.

Oh, no.

Entiendo lo que acaba de pasar:

Thomas me drogó.

No sé la razón, pero imagino lo peor. El temor en su mirada me indica que no hay buenas intenciones tras lo que está haciendo.

Él acaricia mi rostro mientras el sueño se apodera de mí. Sus ojos reflejan la locura; me pondría a tiritar de miedo si mi cuerpo no estuviera dormido.

Lo único que puedo hacer es soltar un par de lágrimas cargadas de dolor.

Thomas me traicionó.

Todos tenían razón sobre él.

—Buenas noches, Alicia —es lo último que alcanzo a escuchar antes de caer dormida.





* * *




Se viene mucha, MUCHÍSIMA intensidad.

Gracias por leer, bellezas. Si les gustó, me harían un gran favor votando y comentando <3

¡Abrazos virtuales!


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Nos vemoooooos.

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