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Al cabo de unos segundos, su conversación fue interrumpida por Joe, quien los miró asombrado por sus posiciones. Al ver a Dinorah con la mirada en el tablero, consideró la posibilidad de que el senador la estuviera intimidando de nuevo. Dinorah era una muy buena amiga del general, aunque dentro de su corazón él quería más.
- ¿Puedo hablar con usted, senador? –dijo Joe. Dinorah lo volteó a ver sorprendida, no parecía que quisiera una charla amistosa, y si así era, sería peligroso, puesto que debían completar la misión con éxito-. En privado.
El senador accedió sin responder y caminó junto al general hasta la cocina de la nave.
Joe caminó hasta donde se refrigeraban los víveres y tomó una botella de licor, procedió a ir a la alacena y tomó un par de vasos pare servirle un poco del líquido amarillento al senador Rayen. Este lo recibió y bebió como símbolo de paz.
-Senador, pedí hablar con usted para mostrarle mi preocupación sobre la reina Dinorah –al escuchar estas palabras el senador abrió los ojos de par en par-. Me preocupa el hecho de que quiera hacerle daño, puesto a los antecedentes con los que cuenta.
-Se refiere a...
-La amable bienvenida que le brindó cuando arribó a Bespin –dijo el general mirándolo fijamente-. Si le toca, aunque sea un cabello, no dudaré en tomar cartas en el asunto.
-¿Debo tomar esto como una amenaza?
-Más bien, una advertencia –dijo Joe mientras dejaba el vaso vacío en la barra y caminada al pasillo- Regresemos a la cabina, estamos a punto de llegar a Tatooine.
*****
Dinorah estaba en la cabina de la nave sola, reflexionando las palabras del senador. Se preguntaba si había posibilidad de que fuera sensible a la Fuerza. Recordaba las historias que le contaba su madre cuando era niña, sobre los valientes héroes que hacía más de cien años defendían la galaxia, sin embargo, si llegaba a ser cierto, no podría ser una jedi. Esos tiempos habían acabado por una razón y en la actualidad ya no eran necesarios. Solo eran un símbolo.
Las alertas para salir del hiperespacio comenzaron a sonar, en ese instante Joe entró y tomó su asiento del lado del piloto.
-Muy bien, saliendo del hiperespacio en 5, 4, 3...
-No entiendo por qué haces cuenta regresiva –reclamó Dinorah mientras se movía su cuerpo involuntariamente cuando salieron del túnel de luces para ver al frente al planeta desértico con dos soles.
-Para evitar que te tome por sorpresa.
-¿Por qué estamos en Tatooine? -cuestionó el senador.
-Según el plan, debemos buscar trabajo como transportistas –respondió la reina-. Los hutt siguen manejando esta área, por lo que podemos pedirles trabajo a ellos, aunque seguramente nos rechazarán. Pedí unos cuantos favores a la familia de Aina para que comiencen a esparcir rumores sobre nuestra nave.
-¿La familia de Aina? –dijo Joe.
-Sí, ellos son transportistas, y conocen a mucha gente en el mercado, pero no todos son respetables, que es lo que nos interesa –explicó.
-Comprendo –respondió Rayen.
*****
La nave aterrizó justo en medio del desierto del planeta. Al poner el primer pie en la superficie, Dinorah se sintió una sensación familiar. Relacionó ese sentimiento a cuando estaba en su propio planeta, aquel al que llamaba hogar. También sintió desolación y tristeza. Como era su costumbre, deslizó su mano hasta alcanzar el collar que colgaba de su cuello mientras mantenía la mirada perdida en el horizonte, así mismo, como por impulso comenzó a caminar en línea recta.
Rayen miraba a la reina. La fuerza le había ayudado a sentir un poco de aquellas sensaciones que había llegado a ella. Al verla caminar, Joe quiso ir tras ella, pero Rayen lo detuvo colocando una mano en su hombro.
-Debemos dejarla seguir ese camino.
-Pero...
-Es voluntad de la Fuerza.
Al escuchar esa frase Joe no pudo seguirla. Sabía que así era. De algún modo, él sabía que así era.
-Si no llega en dos horas...
-Iremos a buscarla, después de todo ella es la líder de la misión.
Ambos miraron en dirección a Dinora, viendo como su figura se hacía cada vez más pequeña a la distancia.
*****
El desierto llevó a Dinorah hasta lo que parecía una vieja granja abandonada. Algo de ella se le hacía familiar. Sentía que estaba desbordando muchas sensaciones en tan poco tiempo. Las preguntas "¿Por qué siento todo esto? ¿Qué significa? ¿Por qué me siento triste al estar aquí?", rondaban en su mente y no podía deshacerse de ellas.
Se mantenía de pie frente a la estrada de la derrumbada estructura. Un impulso la hizo entras. El lugar era grande, la parecía que las paredes alguna vez fueron blancas. Logró entrar a lo que parecía una vieja cocina, la rodeó y vio una jarra y un par de vasos en la mesa, uno frente al otro. El cristal se veía demasiado viejo, y parecía que solo uno de ellos había sido utilizado. Una sensación de vacío llegó a ella de nuevo.
Continuó su recorrido y llegó a una sala. El lugar había estado bien arreglado, incluso había rastros de lo que alguna vez fueron flores, algo extraño al estar en un desierto. El recorrido la llevo hasta una habitación, en la que había, sobre una cama, un conjunto de ropa y un artefacto extraño de forma cilíndrica y alargada de color negro opaco. Lo tomó en sus manos y una serie de imágenes se plasmaron en su mente, el amor, la pérdida, la búsqueda. Sentimientos similares a los de sus sueños. Sufrimiento, dolor, una enorme tristeza. La pérdida. Ese sentimiento de haber perdido a alguien frente a sus propios ojos. En ese momento lloró, lloró, y lloró. Sintió como si hubiera dejado algo inconcluso, alguien a quien debía buscar. Después de unos minutos, logó detener las lágrimas. Decidió continuar. Colgó el objeto a lado de su blaster y continuó su recorrido.
Cada paso que daba en ese lugar, la habían sentirse como en su propia casa.
Llegó hasta un taller en el que encontró cientos de piezas rotas y un completo desorden. Parecía saqueado, pero entre la arena se encontraba un pequeño y esférico tesoro. Con sus manos movió la arena para liberar a un droide que parecía que su batería se había agotado.
-Probablemente aún sirvas... -dijo en voz baja.
Comenzó a buscar en una bolsa un cargador solar de emergencia que tuvo que adaptar para el esférico doride. Mientras encontraba su entrada de carga descubrió que su color original era naranja con blanco y no tenía lo que era su cabeza en su lugar. Volvió a buscar la pieza faltante enterrando sus manos en la arena. Después de unos segundos lo logró encontrar un poco más profunda. Con todas las partes del viejo droide, ahora sí, colocó el cargador adaptado. Ahora solo debía colocarlo al sol, pero sería difícil para ella moverlo, por lo que sacó su blaster y dio un disparo al techo para dejar que entrara el sol al lugar. El polvo aún no se dispersaba, por lo que tapo su boca y nariz para impedir la entrada del polvo a sus cavidades. En cuanto el primer rayo de luz tocó el aparato, la batería del droide comenzó a recibir energía. Un par de segundos más tarde, comenzó a funcionar.
El esférico droide comenzó a moverse entre la arena para liberarse. Silbaba y trinaba, y celebró al ver a la chica con el rostro cubierto. Le comenzó a hablar a Dinorah velozmente.
-¿Qué?... –le respondió mientras se cubría la el rostro- No Amiguito, debes estarme confundiendo con tu ama.
El droide comenzó a repetir los mismos sonidos.
-¡Oye! Yo no te robé.
Los sonidos que emitía el esférico apenas eran entendibles por Dinorah.
-Para, para, para –dijo ella agitando las manos- Me presentaré, soy Dinorah. Te encontré y te puse eso para que recibas energía –el droide le contestó en su idioma- No vi a nadie más aquí, ¿cuándo fue tu último registro? –el droide le respondió- Lamento decirte que eso fue hace 20 años, amiguito.
Al escuchar esas palabras el droide se deprimió. Dinorah lo acarició en su metálica cabeza y sintió pena por él.
-¿Quieres venir conmigo?
El droide respondió afirmativamente.
-¿Cómo te dicen? –volvió a responder con un trino más animado- ¿BB 8? Ese nombre me suena –le respondió mientras movía una mano para invitarlo a seguirla.
Caminaron de regreso por el mismo camino por el que llegó a la vieja granja. En el transcurso del viaje iban hablando de las experiencias del droide.
-¿En serio una jedi? –dijo la joven a BB- ¡Vaya! Que interesante.
*****
Joe y Rayen esperaban a el regreso de Dinorah, mientras jugaban un poco de sabacc.
Al llegar, ella fue directamente a ellos con el droide detrás de ella. PZ la recibió preguntando si deseaba que le preparara algo de comer, ya que era bastante tarde. Ella negó con una mano y fue a colocar al droide a una estación de carga adecuada.
-¿Dónde estuviste? –cuestionó Joe.
-Fui a explorar, encontré una vieja granja abandonada, ahí estaba este amiguito –respondió mientras acariciaba la cabeza del droide.
-¿BB 8?
El droide lo vio con sus sensores, y lo ignoró. Dinora comenzó a pasar un trapo para limpiar un poco a su nuevo amigo.
-Es el droide de mi abuelo.
BB lo vio de nuevo mientras silbaba. Ahora si lo reconocía. Comenzó a trinar y silbar un poco.
-Así es amigo, crecí, ya no soy ese pequeño bebé –respondió mientras extendía los brazos para que lo viera mejor- Hacía años que no sabía de ti. ¿Dónde estuviste? -El droide agachó la cabeza e hizo sonidos de lamentos- Así que se fue, eh... –dijo de nuevo el general- Entiendo, no sabía que estabas aquí. Ella solo desapareció.
Dinorah sabía que hablaban de la última jedi y sabía que lo que colgaba en su cinturón le pertenecía, pero no sabía que era, de cualquier modo, era mejor dejarlo en Bespin.
-Debo guardar esto –dijo extendiéndolo a Joe-. Un lugar en el que nadie logre encontrarlo hasta que regresemos a Bespin.
-El sable de luz de Rey –afirmó Rayen- ¿Dónde lo encontraste?
-En la granja, sobre una cama.
Rayen tomó en sable de luz. Se quedó en blanco mirando a la nada. Dinorah y Joe lo miraron extrañados, sin embargo, Dinorah sabía que también había visto algo, pero no se atrevió a preguntar.
Después de unos segundos, Rayen le entregó el sable a Dinorah bruscamente y caminó a la cabina.
-Guárdalo bien. Nos llevaré a Mos Eisley –dijo dándoles las espalda- Debemos terminar con esta misión.
******
Notitas de la autora
Primero que nada, lamento mucho estar actualizando esta historia con tanto tiempo de capítulo en capítulo, pero esta no ha sido una buena época para mí.
Las historia no se va a detener hasta que esté terminada, eso es un hecho, solo tenganme un poquito de paciencia.
Por último, no termino de agradecerles a todos aquellos que han leído mis historias, de verdad, no cabe en mi la gratitud que siento por ustedes.
Les deseo lo mejor hoy y siempre.
Que la Fuerza esté con ustedes, siempre y ¡Que viva el imperio!
Yahaira MoRz
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