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Caminando a su habitación, Dinorah estaba furiosa por el momento tan insultante que había tenido. Fruncía sus labios y apretaba sus ojos para controlar a las rebeldes lágrimas que luchaban por escapar de sus ojos. El sirviente que la acompañaba, miraba disimuladamente por su hombro de vez en cuando esperando a ver en qué momento resbalaría la primera gota salada.

Aina caminó a paso veloz para alcanzarla. Detrás de ella, el droide de protocolo C8 caminaba los más rápido que sus articulaciones se lo permitían.

Finalmente, Aina la alcanzó e hizo que caminara más despacio. Inhalaba y exhalaba por el cansancio que sentía por la ligera carrera que había hecho.

-Dinorah, acabas de cometer el error más grande de tu vida –Dinorah se detuvo para ver a su amiga a los ojos buscando una explicación -. Esta era la primera impresión, recuerda que la primera siempre es la más importante.

-Pero...

-Pudimos resolverlo con diplomacia y elegancia –Aina tomó a Dinorah de los hombros -. Amiga, eres la reina de Naboo, una genio en la política y las ciencias. Talentosa en todo lo que te propongas. Sé que pudiste encontrar una mejor forma de resolver el problema.

Dinorah dejó que su mirada cayera al suelo, razonó un poco y supo que era cierto. La habían insultado tantas veces en su vida por su apellido que sabía cómo zafarse de cada palabra mal intencionada. ¿Por qué esta persona la había afectado tanto entonces? Solo era igual que los demás, otro hombre prejuicioso que hablaba mal de ella antes de conocerla.

Aina hizo que continuara su camino, a su habitación. El droide trataba de ser discreto, pero le recordaba a la reina que había cometido un error al golpear a un senador, o solo al golpear a alguien. Entrando, Dinorah agradeció al sirviente su cortesía y atención. La reina miró a su alrededor y se asombró al ver la elegancia del lugar. Eso no era una simple habitación, parecía una mansión. Suspiró y decidió ir a un cuarto privado.

El droide de protocolo C8PZ decidió ir tras ella, pero la asistente lo detuvo. Él la miró a través de sus sensores confundido.

A solas, Dinorah se sorprendió al ver que unas maletas ya estaban en el lugar, sin embargo, esa no era su habitación. Las maletas que estaban ahí eran las de su amiga. Aun así, decidió sacar un pijama de Aina y cambiarse.

Así como iba quitándose la envestidura real comenzó a sentirse más vulnerable por lo que había ocurrido momentos antes. Sentía como su labio inferior temblaba y las lágrimas comenzaban a brotar. Trató de morder su labio para detenerlo, pero fue imposible lograrlo. Llevó una mano a su collar y sostuvo el cristal con fuerza. Ella estaba acostumbrada a los insultos, pero aun así dolía. Ella no era la única a la que habían insultado alguna vez, toda su familia había pasado por lo mismo. Le había costado ganarse el respeto de las personas con su arduo trabajo y su constante lucha por detener la corrupción en su planeta, pero parecía que a los ojos de muchos eso no importaba.

Dinorah estaba exhausta fue directo a la cama, aun sintiendo las lágrimas mojando sus mejillas. No soltaba el collar, era un hábito que había adquirido desde que lo había encontrado. El cansancio fue tal que hizo que se quedara dormida de inmediato.

****

-Rayen –dijo un twi'lek color verde pálido -, de verdad te pasaste esta vez – el senador no decía nada y solo se limitaba a beber el contenido azul transparente de su vaso -. Es solo una niña y ella no es culpable de lo que ocurrió hace más de cien años.

Sabía que había cometido un error, y el golpe en su rostro lo demostraba. La había subestimado por completo.

- ¿Solo una niña? –cuestionó tratando de cambiar el tema.

-Creí que sabías todo de tu "némesis" –dijo el hombre verde haciendo un ademan de comillas con sus manos, luego suspiró –Okey, creo que solo sabes lo básico de ella, su linaje y su cargo real –al ver que el senador Rayen no decía nada, puso los ojos en blanco y continuó -. Hay muchos rumores, a su alrededor después de todo es la primera vez que aparece en un acto público fuera de Naboo. Su padre me lo contó todo de ella una vez que fui a visitarlo. Sabes, él y yo somos amigos –Rayen lo miró incrédulo sin creer que su viejo amigo twi'lek conociera a la familia real de Naboo. Él continuó –Okey, amigo. Primero debes saber que la familia que gobierna es la Amidala desde la caída del imperio esta familia tomó el control y liberó el planeta de los imperiales, por lo que la gente decidió democráticamente pasar a la monarquía, ya que cuando reinó la Padme Amidala todo era mejor.

-Sí, si –respondió Rayen con fastidio -. Historia universal galáctica. ¿Cuál es el punto de todo esto?

-Okey –respondió el alíen con un movimiento brusco que hizo que sus lekku se movieran -. Continúo. El que lleva el apellido Palpatine es el padre de la reina, por lo que ese sería el que debería utilizar, pero siempre utiliza el de su madre, para minimizar el impacto cuando se presenta ante las personas, pese a ello nunca se ha sentido inferior al ser parte de ella, o al menos eso dice su padre. Además, es una genio en la política, la informática, la mecánica, el combate cuerpo a cuerpo y a distancia, por ello fue adelantada 8 años –bebió un sorbo de su vaso –de hecho, es muy arecida a ti.

- ¿Estas bromeando?

-No –respondió mientras bebía un sorbo de su propio baso –Tiene 20 años, sabe mucho de teoría, pero es inexperta en la vida. Sigue siendo inmadura en sus sentimientos y eso –dijo apuntando con su dedo índice a la marca que había dejado en su rostro -, es prueba de ello. Su padre me pidió que la cuidara y dejé que mi amigo la molestara minutos después de su llegada.

Rayen se sobó de nuevo el golpe con disimulo. Se había dado cuenta de que había cometido un error en el momento en que comenzó a insultarla. Ella había llegado con ilusión a conocer gente nueva, sonreía radiantemente y brillaban sus ojos, hasta que él apareció frente a ella y la insultó.

-Soy una terrible persona –admitió Rayen.

-Amigo mío, eso es lo que pasa cuando eres prejuicioso.

- ¿Qué me aconsejas?

-Que te disculpes con ella –respondió -. A veces una disculpa SINCERA –dijo con énfasis -, puede ayudar a reparar las heridas –después de esa frase se comenzó a reír burlándose de Rayen – aunque a ti te hace falta un poco más de hielo en el rostro.

-Gracias por el consejo Kannan –dijo poniéndose de pie –por ambos, amigo.

- ¿A dónde vas? –objetó a su acción –Aún es temprano para que te vayas. Tenemos que ponernos al día.

-Voy a disculparme, ¿no dijiste que lo hiciera?

-Pero no ahora...

-Lo siento Kannan... -dijo mientras salía del bar en el que se encontraban.

*****

Toc, toc, toc.

Se escuchó el golpeteo en la puerta.

Toc, toc, toc.

Se escuchó de nuevo con insistencia.

Aina se encontraba en la sala leyendo un libro en una datapad y el droide de protocolo abrió a puerta. Al escuchar como actuó imprudente C8PZ se molestó y ese sentimiento creció aún más al ver a quien dejó entrar al lugar.

- ¿Qué hace aquí, senador? –cuestionó hostil.

-Vine a ver a su alteza, si me lo permite.

-Veré si está disponible –respondió tajante.

Aina se dirigió a la habitación y miró a su amiga dormida en la cama. La reina siempre había sido como su hermana pequeña y la quería como tal. Le dolía verla sufriendo y no quería despertarla, pero el senador podía estar por un motivo oficial, ya que era tarde. En ese momento se maldijo. ¡No preguntó para que la quería! ¿Y si la quería matar? Bueno, estaba exagerando.

-Dinorah, estas despierta.

-Eh... -dijo ella entre dormida –si... -continuó sin abrir los ojos - ¿Qué ocurre?

-El senador que te insultó está aquí.

Eso hizo que ella se levantara de inmediato. En ese momento Aina vio su pijama en su amiga. Sintió celos inocentes de ver cómo lla tela se amoldaba de forma perfecta y seductora a su figura.

- ¿Qué quiere?

-No lo sé, no le pregunté –respondió sintiendo culpabilidad.

- ¡Vaya asistente! –dijo mientras de deslizaba en la cama para ponerse de pie -¡Ouch! –se quejó al colocar la mano sobre la cama. Se la miró y notó una gran hinchazón.

Aina buscó una venda y una bata de noche para que se pusiera sobre el pijama, después vendó su mano haciendo una mueca al ver el daño que se había hecho. Dinorah se acomodó ligeramente el cabello desarreglado y fue a ver al grosero senador.

Cuando entró a la sala de estar, él estaba sentado bebiendo un vaso de agua ofrecido por el droide de protocolo.

Al verlo ahí, ella sintió dolor en su corazón, pero era diferente a cuando otras personas la hacían sentir mal. De algún modo, le importaba lo que ese extraño pensara de ella.

-Su alteza –dijo al verla. Se puso rápidamente de pie.

Él notó sus ojos hinchados. Supo que había llorado, y le dolió saber que había sido por su culpa. La continuó analizando y notó la venda que cubría su delicada mano.

-Deje las formalidades y dígame, ¿a qué debo el honor?

-Vine a disculparme.

Esa frase la sorprendió a ella, a Aina, incluso al droide que lo volteó a ver con la espalda encorvada hacia atrás.

-Sé que me porté muy mal con usted sin antes darme el lujo de conocerla. Fui prejuicioso ante su descendencia y no pude evitar ser grosero. De verdad lo lamento –admitió con humildad –espero que podamos comenzar de nuevo.

Dinorah suspiró. No era la clase de disculpa que esperaba, pero era algo. Esas palabras cayeron en su pecho. Meditó unos segundos y era mejor que nada.

-También tengo que disculparme por... - dijo mientras apuntaba su propio rostro el área en la que el senador tenía el golpe.

El entendió de inmediato a que se refería con eso.

- ¡Ah!, el golpe –dijo con una sonrisa que a ella le llegó al corazón -lo púnico que tengo que decir al respecto, es que tiene un excelente gancho.

Ella sintió como sus mejillas enrojecieron un poco. Aina la miró asombrada por su reacción. No creía lo que veía. Su amiga estaba siendo conquistada.

-Sinceramente, nunca creí que una dama pudiera golpear tan fuerte.

-Cuando se vive con abusos constantes, uno debe saber defenderse de la mejor forma –respondió ella –; aunque admito que con usted actué de forma impulsiva.

-Me disculpo de nuevo.

Aina comenzó a mirarlo con desprecio para hacer que se fuera. Él entendió la indirecta y se dispuso a marcharse.

-Que tengan una excelente noche, damas –dijo con una inclinación y se dirigió a la puerta antes de cruzarla, miró hacia atrás para ver de nuevo a la reina.

*****

Afuera de la puerta, el Rayen miró al techo de cristal que unía las residencias de los senadores. Sonrió de lado y caminó en dirección a su propia residencia. Sintió que su corazón cambiaba de dueña.

*****

Dentro Dinorah suspiró con alivio. Una sonrisa creció en su rostro. Aina lo notó y se molestó.

- ¡Oye!

- ¿Qué?

-¿Por qué sonríes?

-Las cosas mejorarán –aseguró con una sonrisa algo tonta para después regresar a su habitación.

-¡La tuya es la grande! 

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