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Las cosas siempre habían sido fáciles para él. Rayen Domani creció privilegiado y fue educado para representar a su planeta, Gatalenta. Era descendiente de los últimos sobrevivientes de Alderaan, el planeta originario de la legendaria Princesa Leia Organa.

-Senador, Rayen –lo llamaron mientras se dirigía al hangar para salir del planeta.

Después de la caída de la Nueva República, los senadores y representantes de la galaxia solo se reunían cada cierto tiempo para discutir los temas más importantes a nivel galáctico y la sede era la Ciudad Nube de Bespin.

-Dime.

-Los rumores dicen que ella estará ahí –le dijo Mako, su asistente.

- ¿Ella?

-Sí, senador –respondió animoso –. La reina de Naboo. Dicen que es la primera vez que aparecerá en público –comenzó a explicar, pero el senador dejó de escuchar. Rayen sabía cuál era la identidad de esa mujer, sabía cuál era su descendencia.

Rayen volteo la cara y continuó su camino.

Al senador Rayen lo consideraban una buena persona, alguien que no odiaba a nadie, alguien que disfrutaba de las cosas sencillas de la vida y el altruismo. Algo que había aprendido de su gente, de los alderanianos, era siempre extender la mano a quien lo necesitara. Lo que la gente no sabía de él, era que, sí detestaba a una persona, o por lo menos un apellido, Palpatine.

-Senador, lo estábamos esperando –dijo un piloto. Él no respondió y se limitó a subir a su nave -¿Qué le ocurre? – cuestionó al asistente.

-Escuché que la reina de Naboo estará en Bespin, y se lo dije.

-Espero que no esté de malas todo el viaje, no quisiera encontrármelo en ese estado.

-Nadie, pero es nuestro deber estar con él así que...

-Lo sé, lo sé –dijo el piloto –trataré de mantenerme en mi cabina y tú has que se quede en su camarote.

-Sí, lo haré –respondió irónico.

Algo que también era sabido por todos, era que cuando estaba molesto, era una persona totalmente diferente, al grado de llegar a ser molesto, un poco irracional y ligeramente grosero.

Después de su charla, los dos hombres se dirigieron a la nave para preparar el despegue, una vez adentro una duda le surgió al piloto, "¿Qué lo habrá molestado tanto de esa mujer, sí todos decían que era hermosa y una buena persona?"

*****

-Dinorah, ya te dije que no puedes ir a esa reunión –dijo una mujer aristócrata que vestía demasiado elegante como para ser común.

-Madre, ya te dije que solo yo puedo ir –respondió una chica que vestía menos ostentosa, pero igual de elegante –Después del arresto de ese hombre, nos quedamos sin representantes y no confío en nadie ahora.

-Deja que tu padre y yo vayamos.

-No, madre –respondió ella decidida mientras giraba sobre sus talones para dirigirse a un droide de protocolo y una mujer -. Aina, avisa al capitán Panaka que se prepare. C8, prepara mi equipaje.

-Sí, su alteza –respondieron los dos al unísono y se dirigieron a la salida.

Ella procedió a dirigirse a su escritorio para ordenar algunos datapad que contenían archivos importantes. Su madre se acercó a ella y le tomó las manos con ternura, para luego acariciarle el rostro.

-Hija, estás haciendo bien las cosas. Te estas esforzando por arreglar el desastre que no vimos crecer tu padre y yo, pero no puedes irte ahora.

-Solo serán unos días, madre –suplicó ella -. Sé que tú y papá podrán cuidar bien el planeta mientras no estoy.

-Mejor deja que nosotros vayamos...

-¡No! –respondió ella mientras sujetaba su collar, un cristal que colgaba de una delgada cuerda de cuero -. Algo me dice que debo ir yo, madre.

Su madre suspiró y la miró con preocupación, después de todo sería la primera vez que dejaría su planeta, la primera vez que la conocería la sociedad política.

-Entonces... - dijo con resignación –Que la fuerza te acompañe, hija mía.

-Y a ti, mamá –respondió mientras la abrazaba.

-Tu padre y yo haremos nuestro mejor trabajo –aseguró -. Una vez fuimos ciegos a lo que ocurría en nuestro alrededor. No volverá a pasar.

-Lo sé, mamá –dijo mientras regresaba a terminar de recoger sus documentos -. Solo me iré unos días y estaremos en contacto.

La mujer asintió y le dedicó una sonrisa nostálgica.

En el portal apareció una figura esbelta y larguirucha. Dinorah la miró con atención mientras movía las manos. La mujer notó la presencia y saludó cortésmente. El rostro del hombre mostraba serenidad y calidez.

-Bienvenido, Jake.

El hombre se inclinó cumpliendo las formalidades de etiqueta ante la realeza.

-Reina madre –saludó -, luce tan hermosa como siempre.

-Que halagador de tu parte –respondió con un sonrojo delicado en sus mejillas –Los dejo para que se despidan –dijo mientras caminaba a la salida – Te veremos antes de partir.

Dinorah asintió levemente a su madre y poco a poco vio como la figura de su madre se iba alejando.

-Así... que te vas –le dijo el hombre.

-Dije que lo haría, ¿no es así? –respondió de forma hostil.

-No creí que tus padres lo permitieran.

-Mis padres ya no dan las ordenes aquí –dijo cortante.

Dinorah terminó de guardar sus cosas y se dirigió a la salida. Antes de que pudiera cruzar el umbral fue detenida por Jake, del brazo y la hizo regresar al despacho. Después cerró la compuerta y la bloqueó. Ella lo miró con odio.

- ¿Qué es lo que pretendes, Jake?

-Quiero disculparme antes de que te vayas.

Dinorah dejó escapar una risa de sus labios y comenzó a negar con la cabeza. Cruzó los brazos defensiva mientras veía a un lado. Él continuó.

-Sé que estuvo mal lo que hice.

- ¿Sabes que estuvo mal? –respondió molesta –Jake, todo el planeta sabía que estábamos comprometidos y aun así te atreviste a salir con tu alumna –dijo con un deje de decepción y tristeza.

-No puedes molestarte porque haya salido con mi alumna –reclamó -, sabes que suelo dar clases privadas a los chicos de la universidad.

-Y no puedes venir a decirme que era una clase privada, cuando claramente vi cómo se besaban.

-Dinorah, yo...

-Para ti, soy la reina de Naboo –respondió sin dejar que sus lágrimas escaparan de sus ojos –Ahora, si me permite, debo cumplir con mi deber.

Ella se dispuso a salir de la habitación. Desbloqueó la puerta y esta se deslizó para permitirle el paso. Afuera se encontraba Aina y los guardias que solían vigilar los pasillos del palacio. Al ver a ese hombre adentro y la expresión de la reina, la asistente enfureció. Dinorah caminó por el pasillo manteniendo su postura perfecta digna de la realeza.

-Guardias –dijo Aina. Los hombres rompieron su posición de descanso y se pararon en firmes para recibir la orden –Háganme el favor de acompañar al caballero a la salida, e informen a los demás guardias del palacio que ya no es bienvenido.

En el hangar ya estaba lista su guardia y su familia, esperándola para emprender esa sencilla pero importante misión. Dinorah se despidió de sus padres con un abrazo y se dispuso a viajar.

Estaba emocionada, era la primera vez que dejaría su planeta, la primera vez que vería el espacio con sus propios ojos.

Dentro de la nave todos se movían y coordinaban el despegue, sabían que sería su primera experiencia en la nave, por lo que la tripulación quiso que fuera especial y la invitaron a la cabina.

- ¿Lista, su alteza?

-Si –respondió con emoción.

La nave salió de la atmósfera del planeta, y después de unos minutos dieron el salto. Ella se asombró al ver el túnel de luces que se formaba a su alrededor. Se hipnotizó con aquel espectáculo. Tomó su collar y fijó su vista.

-Es hermoso -dijo casi en un susurro.

Al cabo de unas horas de viaje, su asistente, Aina la llevó a su camarote a descansar un poco y después reanudar su trabajo. Aina era su mejor amiga, la había conocido en sus clases de política intergaláctica en la Universidad Autónoma de Naboo, la máxima casa de estudios del planeta. Ahí mismo conoció a Jake, quien fue su maestro de Ciencia Políticas. Ella había tenido un flechazo inmediato al verlo dar clases y solo era unos cuantos años mayor que ella, cuando salió de la academia anunció su compromiso con ese hombre, quien además era parte de una de las familias más importantes del planeta, por lo que su unión había sido bendecida sin más, él iba a ser el virrey, hasta que un día, de aquellos que se escapaba del palacio y vestía de civil para ver como marchaban las cosas con su gente, lo vio en una cafetería besando a una de sus "alumnas".

-Sigo sin entender por qué te traicionaría, Dinorah.

-Algo me dice que solo quería el título de virrey –respondió mientras revisaba sus datapad –Es ambicioso y eso me gustaba de él.

-Pero su ambición está enfocada al lado incorrecto –respondió Aina mientras colocaba cubiertos en una pequeña mesa.

-Sí.

- ¿Y cómo te sientes ahora?

-Creo que la fuerza tiene mejores cosas para mí en el futuro.

-Así se habla, amiga –respondió animosa –Ven a comer, ya está todo listo.

- ¿Y tú? –cuestionó la reina mientras se ponía de pie para dirigirse a la mesa -¿cuándo me dirás que estás enamorada?

- ¿Yo? Ya lo estoy.

- ¿Quién es el afortunado?

-Lo conoces perfectamente –dijo con un suspiro –es amigo tuyo –Dinorah la miró con incredulidad esperando a que revelara su identidad -, es el guapo general de la Armada Rebelde.

- ¿Joe Dameron?

-Ese mismo.

- ¿Quién lo diría?

-Así que espero que hables bien de mí cuando cada vez que te reúnas con él.

La conversación continuó con platicas triviales mientras tomaban sus alimentos y esperaban arribar a la Ciudad Nube de Bespin.

*****

Las naves comenzaban a llegar a la sede del senado. Una anciana mujer de piel oscura, en compañía de su nieta recibían a los invitados, después del saludo personal eran guiados a sus habitaciones para su descanso.

Entre los primeros en arribar, estaba Rayen, el senador fue directamente a la anciana y la estrechó en sus brazos.

-Tanto tiempo sin verla, Lady Jannah –le dijo con una sonrisa –Lady Hanna.

La nieta de la mujer asintió con delicadeza y timidez.

-Bienvenido, Rayen –le dijo la mujer con delicadeza –lo guiarán a su habitación.

-Esperaba reunirme antes con algunos senadores –explicó –. Solo háganme el favor de guiar a mi gente para que lleve mi equipaje.

-Como desee, senador –respondió la joven Hanna.

El senador caminó a un grupo de senadores de distintas especies. Fue recibido con cordialidad mientras caminaban por las pasarelas de la Ciudad Nube, sin embargo, algo llamó su atención. Miraron como llegó a nave insignia de la realeza de Naboo. Todos se dirigieron al lugar, querían ver a la reina ya que nadie conocía su rostro. Rayen sintió un golpe en el pecho cargado de odio. Disimuló su molestia y decidió acompañar a sus compañeros que querían darle la bienvenida y estrechar la mano de la reina.

Al abrirse la compuerta de la vane, la gente ya estaba rodeando el lugar. La primera en bajar fue Aina, con un discreto vestido azul. Miró a su alrededor y se asombró al ver a la gente que esperaba ver a su amiga.

La gente comenzaba a murmurar. La anciana aclaró su garganta, señal que todos tomaron para guardar silencio. Ahí, ella era la máxima autoridad y quien moderaba las reuniones, era la anfitriona y no quería que ninguno de sus invitados se sintiera acosado.

Detrás de Aina comenzó a bajar la guardia personal de la reyna, quien se formó alrededor de la rampa para abrirle paso a Dinorah. Hanna se acercó a Aina para inclinarse levemente, ella tampoco conocía el rostro de la reina por ello ocurrió una ligera confusión.

-Lamento decirle –dijo Aina en un discreto susurró que yo solo soy la asistente y dama de compañía.

Hanna sintió como los colores se le subieron al rostro al haber confundido a la reina con una simple asistente.

Después de unos segundos, Dinorah bajó con cuidado de la plataforma, con la frente en alto y sin dejarse sorprender por las miradas de los extraños. Miró levemente a la multitud y su mirada se cruzó unas milésimas de segundo con la de Rayen. Su amiga se quitó del camino dejando el paso libre para su caminar y llegar con Hanna, quien repitió el saludo. Dinorah respondió con gentileza y Hanna la guio hasta su abuela.

-Es un placer tenerla aquí, su alteza –le dijo la mujer.

-El placer es todo mío, lady Jannah Calrisian.

-Espero que encuentre a la Ciudad Nuve des Bespin como su segundo hogar.

-Agradezco su amabilidad –respondió para luego ser guiada por los pasillos hasta su habitación.

Los senadores comenzaron a saludarla y a presentarse brevemente, pero un grupo en especial, el de los que acompañaban a Rayen, decidieron quitarle más que unos segundos.

Al ver a Rayen se quedó paralizada, sintió un golpe en su pecho y la sensación de que lo conocía de algún lado, pero era imposible, no conocía a nadie ahí.

-Su alteza –dijo una de las senadoras -, me gustaría presentarle al senador Rayen Domani, de Gatalenta.

-La reina Dinorah Palpatine –dijo él con altanería.

El silencio fue creado con la mención d ese nombre. La sonrisa de la reina calló con agresividad al descubrir las intenciones de ese hombre.

-Senador, creo que no tenía el placer de conocerlo –dijo ella con amabilidad pese a la hostilidad.

-No, pero todos aquí conocen la historia de su antepasado –dijo agresivo. Dinorah se limitó a darle una sonrisa falsa –Recuerda, ¿no? La destrcción de planetas, los años de terror.

Dinorah sintió que un nudo se formaba en su garganta al escuchar lo que todo el mundo sabía, ella era descendiente de Palpatine, pero también de Amidala, pese a ello, todos recordaban solo el apellido negativo de su nombre.

-No entiendo que viene a hacer aquí, teniendo tantos problemas de corrupción en su plaeta –de soltó en la cara. Los presentes no entendían el cambio abrupto del senador, todos conocían su lado bueno y humanitario. Esta era una nueva cara de él.

-No tiene por qué preocuparse por mi planeta, senador –respondió ella con serenidad -. Sigo trabajando en terminar con la corrupción y lo estoy logrando, soy completamente consiente de que, para ayudar a la galaxia, primero debo ayudar a mi planeta; y si no estuviera segura de que mi trabajo no ha sido en vano, no estaría aquí.

-De nada sirve que trate de reparar las cosas, si el daño ya fue hecho por su familia –un senador sujetó su brazo para tratar de detenerlo. La estaba acusado injustamente delante de todos, por cosas que ella no había hecho –que nos dice que no viene aquí para conquistarnos con su tartufa actuación para engañarnos y hacer lo mismo. ¿Qué nos dice que esta estulta chica no viene solo a tomar el poder que alguna vez le perteneció a su familia?

Detrás de ella, Ania quería saltar a defender a su amiga, pero no podía dar un espectáculo se tragó todas las palabras del hombre y las guardó en su garganta. Vio la reacción de Dinorah, como apretaba sus puños. Sabía que estaba molesta, la conocía bien.

Él se atrevió a dar un paso más, se acercó a su oído para continuar.

-Mire a su alrededor, su alteza. Vea esos rostros –él miraba las expresiones de espanto - ¿Te das cuenta de que la gente solo te tolera? Una Palpatine no es y nunca será bienvenida en la galaxia.

Dinorah le dio una sonrisa falsa. Esa fue la gota que derramó su vaso. Levantó su mano con impulso y la detuvo cuando golpeó con fuerza el rostro del senador. Este cayó al suelo, no por el golpe, sino por la impresión.

-Déjeme decirle, senador Domani, que la única manzana podrida en mi familia fue Sheev Palpatine –dijo mientras se sobaba la mano –Ahora, si me disculpa, debo llegar a mi habitación.

La reina Dinorah caminó, así como la gente que los rodeaba le iban abriendo camino, dejando atrás al atónito senador de Gatalenta y al resto de personas. 


*****

Notitas de la autora


Bueno,este es el nuevo fic, espero que les guste. 

La actualización será todos los domingos. 


Yahaira MoRz

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