#7 El capricho de una niña
El escenario estaba preparado, una gigante tela roja cubría el mismo, mientras una gran multitud de gente sentada en lo que eran unas gradas observaban y esperaban, hablando entre si con bastante tranquilidad, algunos mostraban tener dinero por su forma de vestir.
Mientras que quienes más destacaban eran quienes tenían sus lugares en unas torres de piedra que tenían un lugar disponible en lo más alto de las mismas, cada una era más alta que la otra, empezando por los 4 metros hasta llegar a la más alta de todas, una de 8 metros que se sitúa en la parte delantera al escenario, justo en el centro, detrás de las gradas, en esa torre, se veía la figura de alguien intimidante, un hombre de mediana edad de cabellera blanca con ojos negros, ropa que demostraba claramente ser de la realiza, una traje rojo con dorado y una capa sostenida por hombreras de los mismos colores, teniendo sobre su cabeza, lo que más resaltaba, una corona de cinco puntas y una cruz en la punta central, hecha completamente de oro y joyas, sus prendas inferiores no se podían ver claramente por la piedra que cubría que nadie cayera, puesto que poco después, una niña de 10 años se subió a aquel hombre y sin dudarlo se sentó en sus piernas.
"Hoy encontraremos un nuevo juguete para ti, hija" dijo el hombre llevando su mirada a la joven, ella se vestía con un vestido celeste con bordados dorados, también poseia una pequeña corona, su cabello rubio con puntas celestes claro resaltaban, tenía unos hermosos ojos que parecían rubíes, brillaban con intensidad, aunque uno de aquellos ojos, tenía una figura de una estrella en lugar de pupila, algo que resaltaba a simple vista.
"¡Eso espero! quiero algo que brille y brille, un brillo que nunca antes haya visto, ¡que brille!" habló la niña con un tono animado, haciendo diferentes gestos con sus manos mientras hablaba, destacando el que hacía al decir 'brillo' que trataba sobre levantar las manos lo más alto que le era posible.
"Tiene una obsesión bastante grande con el brillo de las personas, querida princesa" quien hablo fue una chica de voz poco animada, ella vestía una manto que cubría su cuerpo, utilizando una capucha para cubrir su rostro por completo, lo único que se podía ver, eran unos finos labios con labial negro, en su mano derecha, sostenía un bastón que tenía una gema flotando en la punta del mismo.
"¿Uh? ¡Oahh maestra Daiya!" la niña luego de hablar, provocó que aquella chica de baja estatura se removiera la capucha, mostrando su atractivo y hermoso rostro, un cabello corto con dos coletas, era de un color morado casi negro, teniendo unos ojos de color blanco, parecía estar ciega, pero se movía como si no lo estuviera.
"¡Dai tu brillo resalta!" Dijo aquella niña bajándose de las piernas de su padre para luego abrazar a Daiya.
"Es un honor que diga tales palabras sobre mi mana, princesa" respondió la reconocida heroína Daiya, quien sin dudarlo mucho, correspondió al abrazo de la joven princesa, cargandola en el proceso.
En las demás torres, las cuales eran un total de 5, se veían 5 siluetas en total, la primer torre y la más baja, era la silueta de un hombre algo delgado, no resaltaba en musculatura y poseia un peinado desacomodado, muy mal alineado, dando la apariencia de un loco.
En la segunda torre, se mostraba la silueta de una mujer de alta estatura y gran dote en el pecho, con una cabellera larga con ondulaciones, cargando una corona que se asimilaba a un casco asteca, resaltando dos orejas de animal de apariencia felina.
En la tercera torre habían dos hombres que se sentaban en el mismo asiento, utilizando la mitad uno y la otra mitad el otro, ambos tenían el mismo peinado puntiagudo dirigido hacia atrás y eran bastante fornidos, uno de ellos tenía una pluma que colgaba de su oreja izquierda mientras que el otro tenía una garra que colgaba de la oreja derecha.
Seguido en la cuarta torre había un niño de baja estatura, este tenía un peinado bastante arreglado, llegando a parecer un casco, era corto y de poco resaltar, aunque algo que salía en el lado izquierdo de su cabeza era un corto cuerno algo redondeado, en su mano derecha tenía una daga que no paraba de hacer girar, llegando a notarse una sonrisa que demostraba superioridad a pesar de ser prácticamente un niño.
Todas estas torres eran codiciadas por aquellas personas que usaban las gradas, aunque claro, de un lado se encontraban las personas que aparentaban tener dinero, mientras que del otro habían personas que tenían menos dinero aparentemente por su forma de vestir, siendo trajes más simples y desgastados, incluso algunos con agujeros o directamente rotos.
El lugar poco a poco empezó a llenarse de ruido mientras las personas llegaban, esto duro así por varios minutos hasta que, luego de una larga espera, el telón rojo comenzó a abrirse, dando así por iniciada la subasta, las personas iban haciendo silencio hasta que finalmente, la tela estaba completamente abierta, mostrando así, un joven presentador bien vestido, un saco completamente de negro con toques blancos, una camisa de aquel color blanco mientras todo su demás ropaje llevaba el claro tono oscuro.
"¡¡Sean todooooos!! ¡bienvenidos a la gran subasta del reino de Scylla!" el presentador gritó así poder hacer que el eco del establecimiento llegara hasta las partes más lejanas de las gradas, esto provocó que el aplauso de las personas iniciara, era la forma de agradecer estás situaciones, la gran subasta de Scylla era reconocida por todos los reinos y continentes, era un acontecimiento qué ocurría una vez cada 10 años, conocida mundialmente por el gran repertorio de armas legendarias, esclavos de gran habilidad y rarezas, incluso algunos siendo portadores de incrustaciones malditas, algo que muy pocos pueden presumir gracias a su extraña rareza, puesto que los poseedores no llegan a sobrepasar los 20 usuarios en todo el mundo.
"¡¡Espero que todos hayan traído un gran montón de plata, porque la subasta de esta noche será recordara por muchos gracias a tres objetos y dos personas de un valor incalculable!!" la voz resonaba, las personas se veían entusiasmadas, incluso las personas en las torres mostraban leves sonrisas que brillaban de un color rojo entre la oscuridad que bloqueaba sus apariencias completas, incluido el de la torre más alta, sonreía con superioridad, mientras que su hija solo mostraba incredulidad en su mirada, siendo cargada por la heroína Daiya.
"¡¡Y sin más espera y sin contenernos en lo más mínimo, empezaremos la subasta con uno de los objetos que más plata les va a quitar!!" Mientras hablaba el anunciador, aquel hombre mencionado en el anterior episodio, él cargaba una gran caja de poco más de dos metros de alto y menos de 70 cm de ancho, al dejarla caer a la plataforma del escenario, está misma se abrió, liberando un fuerte brillo que desapareció pocos instantes después, dejando así al descubierto un gran mazo de hierro inoxidable que brillaba, la parte superior trataba de un rectángulo con protuberancias relucientes, mientras que el mango estaba enjoyado con cristales y gemas de poder de distintos colores, pasando por los primarios a secundarios, rebozando una gran cantidad de mana que era sentido por todos en el establecimiento, todos miraban el mazo con asombro, muchos lo reconocieron y solamente negaron con la cabeza, aquel mazo, se trataba de uno que hacía parte de las leyendas de los hombres toro, el mazo del Minotauro original, el arma que portó desde su creación hasta su muerte.
"¡Y empezamos con el arma descrita en leyendas, una que existe desde los inicios de los inicios de este mundo, el arma que todos conocen ya sea por cuentos de sus abuelos, aquella que es capaz de absorber hasta la esencia vital de sus enemigos! ¡¡El mazo del Dios Minotauro, Tenebris!!" al dar el anuncio, las ofertas de forma instantánea comenzaron a surgir, una mano tras otra gritando un elevado número, empezando por los 300 mil, hasta incluso pasando los 100 millones, esto pareció gustarle al presentador, que poco tiempo después volvió a hablar.
"¡Tenebris a las una.. a las dos.. y.. vendido! ¡148 millones por parte de la condesa de la segunda torre!" terminando de hablar, solo espero a que el arma fuera removida del escenario, comenzando así por los demás objetos que no eran de gran importancia, uno tras otro se fueron vendiendo a grandes cantidades de plata, algunos directamente no gastaban, esperando los demás objetos de gran calidad, sin mencionar los ansiados esclavos especiales, siendo ellos la fuente de muchas cosas, ya sea trabajo, generar dinero o incluso combates, existiendo un coliseo en los cuales solo pueden luchar esclavos, quienes perdían, morían, pero quien ganaba se llevaba una gran cantidad de plata, siendo una forma muy eficiente de generar ingresos al tener un esclavo de inmenso poder destructivo.
Varios objetos vendidos después, finalmente había llegado el segundo objeto de gran valor y calidad que habían anunciado al principio, en el momento que entro una gran caja que poco después cayó al suelo, abriéndose y mostrando así el objeto de su interior, lo que hizo que los espectadores se levantaran de sus asientos, mirando boquiabiertos aquello, lo que hizo que el anunciador sonriera de oreja a oreja.
"¡¡Y aquí!! ¡El segundo objeto con más valor que llegó hace apenas unas horas, claro, estamos hablando de aquel que no aparece ni en mitos ni leyendas, es conocido por todos por si inmensurable valor de utilidad, exacto! ¡¡Estoy hablando del cadaver fresco de una demonio joven!!" Al anunciarlo, todos aquellos que se encontraban en las gradas e incluso torres se habían puesto de pie, no eran capaces de creer lo que estaban viendo.
Aunque claro, en la torre del Rey se podía ver como a la princesa le habían cubierto los ojos, esto por claras razones, no querían que viera el cuerpo de una demonio asesinada, y menos aún cuando se encontraba de esa forma, el cadáver estaba crucificado, piernas juntas clavadas a una cruz de madera siendo el punto sus pies, ambos brazos abiertos con un clavo en cada mano que lo sostenía de aquella forma, sus ojos estaban abiertos aún, sin vida, era notable que el alma había abandonado el cuerpo, no llevaba ni una pizca de ropa, parecía una mujer de alrededor de 20 años de edad, muy joven, ambos cuernos habían sido extraídos y en su pecho había un agujero que demostraba que aún contenía sangre, puesto que aún goteaba en el escenario.
"Y ahora, ¡pueden empezar a darle precio!" Apenas al cesar las palabras, la mano del propietario de la tercera torre se elevó, hablando con total firmeza y gritando, retumbando su voz en todo el escenario y edificio.
"¡¡OFREZCO 250 MILLONES!!" Al escucharlo, prácticamente todas las personas que estaban pensando en ofrecer alguna cantidad de plata, bajaron las manos, sentándose en su asiento y frunciendo el ceño con frustración, algo que hizo que la silueta de aquel niño mostrara una brillante sonrisa que resaltaba en la oscuridad de su asiento, aunque esa sonrisa no duro mucho, puesto que la mano del hombre delgado de la primer torre también levantó la mano.
"Ofrezco un total de 250 y un millón" las palabras de aquel hombre delgado, solo hicieron que una vena se marcara en la frente del niño, quien con enojo terminó por sumar 50 millones más, algo que hizo que el hombre delgado volviera a levantar la mano, sumándole nuevamente una sola moneda más, el enojo del niño fue haciéndose más presente, ya que cada que levantaba la mano fue subiendole entre 50 a 200 millones extra, siendo repelido por la suma de una sola moneda hasta que, finalmente luego de una larga lucha.
"2 mil millones a las una, 2 mil millones a las dos.. y.. ¡vendido!" El precio de 250 millones había sido elevado demasiado hasta el punto de llegar a los dos mil millones, una cantidad de plata que incluso sorprendió al Rey, cuya fortuna era un aproximado de 15 mil millones.
"¡¡JAJAJA!! ¡No eras un rival digno para mi, Zag!" Relevando el nombre del hombre se la primer torre, el niño volvió a acomodarse en su asiento con satisfacción, sin llegar a notar la pequeña sonrisa de victoria de aquel chico cuyo nombre era 'Zag'.
Con esa gran venta, la inmensa fortuna de 8 mil millones del joven había perdido una cuarta parte de la misma, un golpe bajo que aún no iba a presentar problemas, pero aún así, es un gran robo a sus bolsillos y al poder político que tenía.
Una vez el cuerpo crucificado de la joven demonio fue retirado del escenario, el propietario de la cuarta torre simplemente se retiró de la subasta, sentía que ya había ganado y no podía existir nada más valioso que el cuerpo de una mujer demonio, esto por el gran valor que tenían tanto en el mercado normal como el mercado oscuro y si llegara a tener los órganos intactos, sería una muy gran victoria por su parte e incluso llegando a recaudar aquellos 2 mil millones.
"Parece que hemos perdido a uno de los subastadores más grandes, por lo que.. ¡no los haremos esperar más!" El anunciador chasqueo los dedos dándole una señal a quien era el encargado de traer los objetos, y sin esperar mucho, salió corriendo en busca de otra caja, está vez era una más pequeña, la cual en lugar de dejarse caer, se entregó a manos del presentador que poco a poco, fue abriendo la caja.
"¡Para todos aquellos que aún guardaron mucho dinero, les presento aquí!" Mientras hablaba, terminó abriendo la caja demostrando así, un par de cuernos rojizos de un demonio, "los cuernos removidos de la anterior venta! ¡comencemos la subasta con 50 millones!"
Y así, la venta del siguiente artículo considerado de gran calidad comenzó, nobles uno por uno fueron levantando las manos hasta que, al llegar a los 150 millones, aquel joven de la primer torre alzó la mano.
"Ofrezco 150 y un millones" comenzando así, la venta de ir subiendo una sola moneda por cada oferta, haciendo así que siga escalando hasta llegar a la enorme cifra de 320 millones.. y una moneda.
"Vendido a las una.. a las dos... y.. ¡vendido al propietario de la primer torre!" una sonrisa apareció en el rostro de aquel joven, quien se cruzó de brazos y solamente observó lo que seguía, puesto que ya había pagado por lo único que le llegaba a llamar la atención realmente.
"¡Y con esto, damos por finalizada la subasta de objetos, pasando ahora por la venta de esclavos! ¡Algo que seguramente muchos esperaban!" Y así, la venta de objetos finalizó y comenzó la venta de esclavos, las celdas con estos fueron siendo subidas al escenario, empezando por los esclavos de aspecto más estético, siendo las mujeres de razas como elfos, demi bestia e incluso hadas, pero ninguna con algo que las caracterice, simplemente para los nobles eran caras bonitas que no tenía mucho propósito comprar más que para actos de índole sexual o limpieza.
"¡Y.. vendido por 30 millones la joven elfa a la propietaria de la segunda torre!" La venta de las esclavas en la subasta habían terminado, empezando así a subirse al escenario las celdas con aquellos hombres de aspectos temibles, demi bestias que eran más animal que una persona pero teniendo claras características, como estar parado de dos piernas y un torso robusto completamente compuesto por músculos muy marcados.
"¡Finalmente por lo que muchos esperaron! ¡Los esclavos que son más conocidos por su enorme fuerza y gran habilidad de lucha!" al anunciar la entrada de las celdas, las cuales ya se encontraban en el escenario, quedando fuera dos celdas con dos niños, obviamente, aquella ninfa de agua y a su lado el niño demonio que solo observaba aburrido la venta de los hombres bestia.
Desde este punto, muchos comenzaron a aumentar la cantidad de plata que ofertaban, pasando siempre desde los 100 millones, esto solo motivaba al niño a ver qué tanto ofertarian por él al ser un demonio de sangre pura, aunque, al llegar el turno de un hombre que no era para nada fornido, mucho menos parecía tener habilidades de combate, era una simple persona normal que había quedado envuelto en la subasta, cuando llegó el turno de aquel hombre, prácticamente todos los nobles comenzaron a abuchearlo, pidiendo a gritos que lo sacaran o directamente..
"¡¿Oh así que esté no es de su agrado?! ¡Bien, en ese caso!" Al decir aquello, el niño comenzó a ponerse de pie, agarrando los barrotes y mirando como el anunciador apuntaba su dedo índice en dirección al esclavo, para que posteriormente, un diminuto rayo de luz morada atravesara al hombre, dejándolo inmóvil en cuestión de unos pocos segundos, él cayó de rodillas y luego posó su cuerpo contra los barrotes con los ojos completamente en blanco, sangrando de un pequeño agujero en su pecho, no respiraba y mucho menos daba signos de vida.
"¡Con el primer rechazo de la noche, continuemos la subasta!" La crueldad y frialdad con la que le habían quitado la vida a aquel hombre hizo que el niño se enfureciera, frunciendo el ceño pero sin la capacidad de intervenir por el hecho de que quería ser comprado por alguien, si demostraba rebeldía, quizás lo podrían abuchear a él y por ende, perder la vida.
Aunque luego de aceptar la estúpida forma en la que le quitaron la vida a aquel hombre, algo llegó a su cabeza, mirando a la niña ninfa que solo se cubría los ojos, dándose cuenta de algo y que en lugar de comentar, solo pensó 'espero que tenga algo en especial..'
Las ventas siguieron hasta que finalmente, el hombre encargado de llevar las celdas se acercó a ambos niños, agarrando las celdas para luego cargarlas.
"¡Y aquí, es el momento de presentar ambos lujos que solo unos pocos podrán permitirse! ¡¡he aquí!!" las celdas fueron llevadas al escenario, momento en el cual un notable "oooohh" de asombro por parte de los nobles, aunque quien más gritó, fue aquella niña en la quinta torre que miraba con brillos desprendiéndose de sus ojos.
"¡Papá, papá! ¡ambos brillan muy lindo!" dijo la niña mientras Daiya solo sonreía, en cambio el rey observó a ambos con algo de desagrado.
"¡Aquí les presentamos, un niño proveniente del continente Abyss, exacto, aún permaneciendo con vida y con un posible futuro muy comprometedor entre los coliseos! ¡¡un niño demonio de sangre pura!!" El anunciador al presentarlo hizo que muchas personas fueran perdiendo el interés fácilmente, esto por el tema de ser un niño y no un adulto.
"¡Mientras que en la otra celda, una niña ninfa proveniente del continente de Krona, reino de las hadas y aparte, siendo la propietaria de un fragmento del cristal de mana de la alma del ángel primordial! ¡¡Denle una bienvenida a la ninfa del agua cuyo nombre es Demeter!!" Los nobles al escuchar tanto el nombre como de que era propietaria, rápidamente comenzaron a levantar las manos por la ninfa de agua cuyo nombre trataba sobre un Dios de la antigua vida del niño, Demeter diosa de los cultivos.
"Ofrezco 230 millones" la voz de alguien que nadie se esperó terminó por alzarse entre la de los demás quienes solo habían llegado a los 130 millones, el presentador al escuchar, comenzó a levantar la mirada dirigiendola a la torre de en medio, viendo directamente a la heroína Daiya con su mano levantada.
"230 millones a las una.. 230 millones a las dos.. y.. ¡vendido a nuestra gran heroína Daiya!" Daiya al escuchar que había ganado la subasta bajó la mano, manteniendo su sonrisa de forma leve, sintiendo una gran presión en su cuerpo proveniente del escenario, Daiya no es capaz de ver el mana como la princesa, pero ella es una propietaria de un fragmento de mana de la Diosa de las elfas, por lo que es capaz de sentirlo aunque esto podría llegar a ser una desventaja al enfrentarse con alguien de mucho mana, sus piernas podrían llegar a paralizarse si no es capaz de controlarse, ella lo que sentía desde el escenario, no era más ni menos que miedo por la gran cantidad de mana que se emanaba del lugar, llegando incluso a hacerla tragar saliva, era mana incluso mayor al suyo, algo que la irritaba pero a la vez la emocionaba.
"¡¡Y ahora, comencemos la subasta de este niño demonio!! ¡¿quienes serán los afortunados que se lo llevarán a casa y podrán criarlo para sus futuros coliseos?!" gritó el anunciador mientras el niño solo observaba aliviado por el resultado que había tenido la niña ninfa, aunque mientras más se concentraba en el escenario, se iba dando cuenta de un gran silencio que inundó el establecimiento, absolutamente nadie hacía una mínima oferta por él, algo que poco a poco lo hizo entrar en pánico.
La razón de esto es simple, por los murmuros de los nobles, todos se quejaban de que el niño era demasiado joven, prácticamente pidiendo el cuidado de unos padres adoptivos, siendo los nobles demasiado orgullosos como para criar a un niño cualquiera que no provenía de la nobleza, si no que provenía de un continente considerado la escoria del planeta.
"¡¿Será que nadie tiene las agallas de adoptar a este niño?! ¡El solo pensar sus futuras utilidades al ser un demonio, uuuhh me hace la piel de gallina!" A pesar de los intentos de anunciador, nadie si quiera acercaba la mirada en él, a excepción de dos personas en la torre del Rey, siendo claramente, aquella niña que observaba ansiosa sin callarse, pidiéndole a su padre que ofertara algo por el niño.
Desde la visión de la niña con aquella mirada que todo lo ve, se podía observar a la niña ninfa con una gran manta de mana que llegaba a cubrir gran parte del escenario, era un brillo azul puro, bastante bonito en la vista de cualquiera, pero en cambio a su lado.. el niño se encontraba rodeado de no solo una manta, si no, era un gran lago que inundaba el escenario, se desbordaba por todos lados, sin mencionar aquel color dorado pálido que era el que a la niña entusiasmaba.
"¡Bien, parece que no hay ofertas por el niño demonio, por lo..!" El anunciador con una mirada fulminante hacia el niño, levantó su mano derecha apuntando su dedo índice con claro enojo.
El ver esto, hizo que la niña mostrara se alterada, haciendo algo que tanto su padre como Daiya no esperaban, la niña levantó la mano y con todas sus fuerzas gritó.
"¡¡Ofrezco 10 monedas!!" Un gran silencio acompañado de las miradas de los nobles los cuales miraban la torre con algo de confusión, bajaron poco a poco sus miradas hasta procesar lo que la niña había dicho, comenzando así a reírse entre ellos mientras que el anunciador solo sudaba algo frío, puesto que en las reglas de la subasta dice 'Se aceptan cualquier montón, sin importar que sea una sola moneda'.
Soltando un gran y largo suspiro, el anunciador levanto la mano que apuntaba al niño, señalando ahora a la niña y diciendo "10 monedas a las una.. a las dos.. y.. vendido por 10 monedas.." sin ánimo alguno, la venta fue hecha, el anunciador esperó a que las jaulas sean retiradas del escenario, mirando en dirección a la torre del Rey.
En la torre del Rey, la joven princesa parecía animada, no paraba de sonreír y mucho menos se tranquilizaba, de su boca solamente salían las palabras "¡Es mí brillo, es mí brillo!" una y otra vez, mientras que el Rey solo podía masajearse la frente con sus dedos en señal de frustración, en cambio Daiya parecía aguantarse la risa, teniendo las mejillas infladas saliendo pequeñas lágrimas, aguantando lo más que pudo dijo.
"Di-Disculpe Rey, pa-parece que tendrá que cuidar de otro ni-niño" ella al no poder aguantarse más, solamente comenzó a soltar una carcajada la cual animó aún más a la princesa quien fue en dirección a Daiya a abrazarla con fuerza, siendo contagiada por su risa y por ende, comenzar a reírse también, aunque sin tener una idea concreta.
"Tengo que empezar a ponerle reglas a esta niña.." dijo el Rey observando a ambas reír para poco después volver a llevar la mirada al niño dentro de la jaula, el cual era sacado del escenario lentamente, una mirada algo frustrada se podía notar, pero teniendo que aceptar la estúpida responsabilidad que ahora su hija había puesto sobre sus hombros, solo suspiro, pensando los posibles futuros de aquel niño.
"Al menos es un demonio, aunque no sea uno puro completamente" dijo antes de levantarse, sin esperar a que la subasta sea cerrada por el anunciador.
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