#1 Reencarnación

Mí cuerpo se encontraba tirado en el suelo a unos veinte metros alejado de un camión lleno de sangre, lo sé, es algo cliché, es de las pocas cosas que me lamento ahora mismo en base a la vida que tuve, mí muerte.

No había tiempo para pensar sobre ello, ver como la sangre chorrea y se expande en el pavimento me hizo darme cuenta de que ya no me quedaba tiempo, ya no escuchaba casi nada, solo sentía mí respiración dificultandose cada vez más.

"¡Alguien llame a una ambulancia!" Los gritos de una joven asustada eran lo único que escuchaba, una y otra vez como si estuviera en un bucle, solo que cada vez se escuchaba más lejos, como si se estuviera apagando o yo me estuviera alejando, creo que es obvio cual es la respuesta, después de todo, ya arruiné que estaba muriendo al principio de todo, solo que esta tardando demasiado.

Cuando estás muriendo te das cuenta que quieres pedir algo, haber hecho esta cosa, haber hecho esta otra, es justo lo mismo que me anda sucediendo, yo... quisiera haber hecho algo que cambiara mi vida, una novia, algún viaje, algo, siempre viví como si estuviera en un bucle el día a día, despertar, comer, trabajar, comer y dormir, así todos los días hasta mí muerte, que aburrido...

"Espero que a donde vaya... todo sea diferente" fue lo único que pude pensar mientras mis ojos se iban cerrando y la realidad se estaba alejando, podía ver aquella luz que reclamaba lo que era mi alma, todo el dolor había desaparecido y por último, sentí como desaparecía...

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Podía sentir mi cuerpo nuevamente, "¿Que sucedió?" me pregunté a mí mismo abriendo los ojos con lentitud, una fuerte oscuridad cegadora que se fue debilitando fue lo primero que vi, hasta que poco a poco, podía notar un techo de madera, era confuso, madera de un color morado grisáceo que llevaba unas estrellas de lo que parecía ser plástico pegadas, aparte de que estaban brillando en la oscuridad.

Traté de levantarme para darme cuenta que no podía, lo intenté con todas mis fuerzas y nada, parecía ser de noche por la cantidad de oscuridad que había en la habitación, no podía ver nada a mis alrededores, solo aquellas estrellas en el techo, con mí mano derecha, lentamente la fui dirigiendo hasta las estrellas, no podía alcanzarlas, pero gracias a ese pequeño brillo, note algo...

Mis manos eran mucho más pequeñas y redondas, toqué mis mejillas con ellas y también era mucho más suave, y cachetón, no solo eso, en mí frente sentía que tenía algo y por curiosidad, me topé con un pequeño grano o verruga afilada, solo tenía una en mí lado derecho, pero eso no importa, lo que importa es que... ¡acabo de reencarnar! no hay otra explicación posible, cuerpo pequeño, lugar desconocido y-

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando el sonido de una puerta abriéndose llamó mí atención, quise ver, pero nada, poco tuve que esperar para notar como una silueta de una cabeza se asomaba tapando mí poca luz, "Oye, eso es lo único que me permite ver" es lo que diría si pudiera, pero algo húmedo había caído sobre mí, unas pequeñas gotas que caían una por una sobre mi rostro.

Una voz femenina fue lo único que escuche, pero no entendí absolutamente nada de lo que dijo y posteriormente, fui cargado y abrazado con fuerzas, tocaban mi cabeza como si la estuvieran acariciando, no poco después, la luz de la habitación fue encendida y ahí pude ver con claridad, una mujer joven de no mucho más de veinticinco años de edad, tez rojiza, un cabello largo de un color morado muy oscuro, casi pareciendo negro, y lo que más me sorprendió, un par de cuernos del color de su piel a los lados de su cabeza, estos mismos apuntaban hacia enfrente, como los cuernos de un toro.

Sus ojos estaban cerrados, por lo que no pude notar el color de los mismos, algo que resaltar era la ropa que llevaba, no podía verla claramente por la posición en donde estaba, aunque eso no importaba, la mujer no paraba de llorar sobre mí, estaba humedeciendo lo que parecía ser mí ropa, estaba confundido sobre la acción de la chica, ¿por qué estaba llorando?

"Maeh da he" fue lo que entendí de una voz masculina bastante gruesa, trate de mirar, pero al hacerlo, la mujer hizo lo mismo con una sonrisa de felicidad, el hombre, el cual, tenía un aspecto más común, tez blanca, cabello corto de un color negro, ojos morados, al igual que la mujer, tenía un par de cuernos pero esta vez estaban posados en su frente que apuntaban hacia arriba con las puntas de un color rojo sangre, parecía medir alrededor de casi dos metros, la ropa que usaba parecía una mezcla entre nómada y un desorden total, eran solo pieles con un poco de costura.

El hombre luego de ver la sonrisa de la mujer, que llevaba una ropa parecida solo que más reveladora, se acercó a nosotros y me alzó usando sus manos, levantandome sobre él así quedándome mirandolo desde arriba, él parecía ser bastante apuesto, un rostro muy masculino, cicatrices en sus brazos que eran robustos, que teniendo eso en cuenta, creería que su cuerpo es lo mismo, solo que esta muy cubierto por su ropa.

"Mhe tohko, sae Valvar" dijo mostrando una sonrisa llena de orgullo, ¿qué clase de idioma es ese? no parece ser una mezcla de ninguno de los de mi mundo, es muy extraño y tendré que memorizarlo para vivir aquí... será un fastidio, pero al menos es algo nuevo, cada cosa nueva sera bienvenida en esta nueva vida o eso espero, quiero aprovechar esta oportunidad para poder experimentar muchas cosas que nunca podría probar en mi otra vida, no quiero lamentar nada, esa será mi meta.

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Mis tres primeros largos meses de vida pasaron muy rápido, claro, mi día a día se trataba de dormir, comer y dormir más, de vez en cuando tenía accidentes, pero es lo normal, no puedo levantarme para ir al baño, es algo humillante sentir ese tipo de sensaciones, pero descubrí varias cosas.

La primera, alimentarme de aquella forma no me incomoda para nada, después de todo, mi madre es bastante atractiva, un rostro fino y bastante llamativo, sus ojos celestes claros que resaltan gracias a su tez roja es sin duda lo que mas llama la atención, cualquiera que la vea, seguro lo primero que notará serás esas dos grandes joyas que tiene por ojos, otra cosa que notará seguro es su gran retaguardia, mi padre no es para nada un tonto...

La segunda cosa que descubrí, es que soy un demonio, no de forma metafórica, si no de forma literal, la supuesta verruga que tengo en mi frente, en realidad es un cuerno parecido al de mi padre, este empezó a crecer a las pocas semanas y ahora mismo, ya parece un cuerno y no una verruga, según lo poco que entiendo del mundo y gracias a las pocas veces que vi por la ventana y mis manos, es que al parecer las chicas demonio son de piel rojiza en su totalidad mientras que los chicos tenemos una piel mucho mas clara y humana, tampoco es que me disguste eso, realmente llaman la atención ese tipo de piel y pueden ser bastante atractivas.

Lo tercero, descubrí que mi raza es mucho mejor que la humana, ¿por qué digo esto? porque a pesar de tener solo tres meses de vida, ya puedo gatear sin problemas cuando en la humana normalmente empiezan a los seis meses, aunque estoy limitado a solo poder hacerlo en mi habitación por mi madre, quizás es muy sobreprotectora, me llega a recordar a mi madre de mi vida pasada.

Lo cuarto, soy muy parecido a mi padre, tengo un cabello parecido al de mi madre, color morado oscuro pero unos ojos morado puro, son bastante hermosos, aparte que tengo el cuerno de la misma forma que mi padre apuntando hacia arriba, aunque por alguna razón, nací con un solo cuerno, no sé si mas adelante me crecerá el otro, pero de momento es solo uno.

Y por último, el idioma que usan es uno completamente extranjero a alguno de mi vida pasada, aún con tres meses de estar escuchando a mis padres, mas concretamente a mi madre quien es la que me lee cuentos de hadas para dormir o me habla cuando me alimento, solo me he aprendido muy pocas palabras, quizás al primer año podré hablar según el ritmo que llevo, aunque solo serán pocas palabras las que sabré decir a menos que empiece a prestar mucha más atención.

Mis pensamientos se detuvieron al escuchar el sonido de una puerta abriéndose, la puerta de la habitación por donde entro mi madre, acercándose a la esquina de la habitación donde me encontraba, trayendo en sus manos una manta que usó para envolverme en ella y cargarme, por alguna razón, la manta que cubría mi cuerpo se sentía fría, demasiado fría, era como estar tomando un baño con agua helada, como una reacción natural, di un estornudo seguido de un leve temblor en mi cuerpo que prosiguió en lo que la manta me cubría.

"Tranquilo, Valvar, en dentro de poco dejaras de temblar" dijo mi madre o lo que le entendí mientras caminaba hacia afuera de la habitación, era la primera vez que iba a salir de ese cubo que llegue a considerar mi limitante, algo que me olvidé comentar, es que mi nombre es 'Valvar' sin apellido, aún no entiendo el por qué no hay apellido, pero apenas lo entienda lo comentaré.

Encontrándome ahora en la sala de la casa, la cual era bastante lujosa, no pareciera que las paredes estuvieran hechas de madera al igual que el techo, era más parecido al cuarzo por su color blanco, aunque no habían muchos muebles, solo habiendo una mesa de centro con unas cuatro sillas, una mesa de noche en una de las esquinas de la sala en la cual habían unos tres cristales azules encima que iban perdiendo su color lentamente, por ultimo, en el centro del techo había una barra de cristal que brillaba e iluminaba toda la sala como lo haría un foco cualquiera, sin nada mas que destacar que una ventana, solo me queda preguntarme ¿por qué tantos cristales? y ¿por qué parecen las paredes lujosas pero no tenemos muebles?

"Mira Valvar" las palabras de mi madre me hicieron salir de mis pensamientos para encontrarme con que estaba a nada de la puerta que llevaba hacia afuera de la casa, la emoción y brillos en mis ojos no tardo en aparecer, quiero ver como es afuera de forma directa y continua, no por unos pocos segundos como cuando mi madre me levantaba y yo aprovechaba para mirar por la ventana de mi habitación, quiero ver por un tiempo prolongado, aparte que no fui capaz de notar muchas cosas, solamente la piel de las chicas y unas pocas casas.

Mi madre al notar la emoción de mi mirada, simplemente mostró una pequeña sonrisa antes de agarrar la manija de la puerta, girarla y lentamente, empezar a empujarla, una luz intensa y cegadora fue apareciendo mientras mas se abría la puerta, mi visión no era capaz de ver nada y por ende entrecerré mis ojos a la vez que se iban adaptando a la luz.

Una vez pude ver, una gran aldea con muchas casas no muy grandes hechas con materiales parecidos al de la sala de donde vivo, cuarzo o piedras blancas con la misma textura del material ya nombrado, cada casa estaba habitada por al menos una pareja o una madre y su hijo, aunque algo que noté, es que en las casas donde esta una madre y un hijo, el hijo siempre parece tener mas de doce años en adelante, es curioso.

Algo a destacar, es que la aldea o pueblo es bastante grande, pero no se comparaba en nada a un bosque que se veía en las lejanías, arboles muy altos parecidos a los mármol de mi mundo, con la diferencia que las hojas eran de un color morado y algunos otros eran directamente negros por completo, como si le hubieran tirado encima cantidades excesivas de brea o petroleo.

Sin darme cuenta por el asombro que tenía, el frio de la manta había desaparecido por completo, ahora sintiendo un fuerte ardor que invadió mis fosas nasales, era como si hubiera aspirado una gran cantidad de sal o directamente chile en polvo, mi cuerpo por reacción propia, empezó a toser a la vez que lagrimas se escapaban sin que pudiera retenerlas, era muy complicado respirar.

Mi madre al darse cuenta que no era capaz de soportar el ambiente, esto quizás por mi temprana edad, sin dudar un segundo volvió a entrar a la casa cerrando la puerta en el proceso, una vez dentro me abrazó con fuerza tratando de calmarme, aunque hacía el efecto contrario al abrazarme con fuerza, ahora se me hace mucho mas complicado respirar.

"Quizás me adelante, tendrás que esperar al menos un año para salir" fueron las palabras que dijo llevándome nuevamente a mi prisión de manera rápida, dejándome en la cuna de la habitación y quitando la manta que me cubría, '¿esperar un año?' fue lo único que me pude preguntar viendo como la puerta de la habitación se iba cerrando lentamente hasta finalmente cerrarse.

Quedé acostado en mi cuna mirando al techo con desilusión, tener que esperar un año es mucho, lo único que puedo hacer ahora mismo es seguir practicando el idioma y quizás dormir, pero lo que sé, es que ¡fuera de esta casa el ambiente es bastante agresivo con los niños! por poco creí que iba a sofocarme y desmayarme en cualquier momento, aunque esto puede ser porque soy de otro mundo y no estoy acostumbrado... o quizás directamente mi cuerpo es demasiado joven, solamente tengo tres meses de nacido, aunque haya empezado a gatear a una edad temprana, eso no significa que pueda soportar un ambiente en el que necesitas una manta que parece hielo para no quemarte...

Dandome cuenta de algo, empecé a sudar de manera fría mientras mi rostro palidecía, a la vez que surgía la pregunta en mi cabeza, '¿qué hubiera pasado si no llevaba aquella manta..?'





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