Parte 3

Hay promesas que no podemos cumplir.

—¿Estas listo?

Beomgyu abrió los ojos con lentitud, encontrándose con la sonrisa comprensiva de Yeonjun. Tuvo el impulso de tomar su mano y huir lejos, sin embargo se quedó de pie, con las piernas temblando frente a la puerta, con la respiración entre cortada y el nerviosismo subiéndole por el pecho. Sintió remojándose los labios.

Tres segundos despues, el timbre de la gran puerta de madera, fue tocado. El corazón de Beomgyu dejó de palpitar, y sus ojos se cerraron con la intención de solo huir y esconderse. Tomó con fuerza la mano de Yeonjun. Él no estaba listo.

Escuchó la puerta abrirse, asi que, sin pensarlo más. Elevó los parpados para poder verlo al rostro.

Mi cheollie seguía viéndose perfecto.

Yeonjun tomó mi mano, pero yo la aparte ¿Por qué dejaría que Soobin me viera con alguien más? Yo no era asi, mis ojos siempre estuvieron enfocados en él, tanto que la idea de dar celos me parecía una mentira demasiado obvia. No necesitaba tomar la mano de Yeonjun, yo necesitaba abrazar a mi Soobin.

Mi boca se abrió en una sonrisa, aunque él no me reconociera sabía que dentro de él, al menos una pequeña parte sentiría que era yo.

Beomgyu se sostuvo de Yeonjun al darse cuenta de que se agarre habia desaparecido. Tomó su muñeca dando un paso en falso, regresando a donde estaba, confiando en que Yeonjun lo tomaría si ocurría algo, lo que fuera. Cerró los ojos aclarando su cabeza, sintiéndose mareado por la avalancha de pensamientos que lo golpeaban con brutalidad.

La mirada de Soobin sobre mí alivió todos los años separado de él, pero, si yo no me podía acercar ¿Qué caso tenia? Soltarme de Yeonjun era lo indicado, arrancar mi mano de él para correr hacia mi pareja.

Una mirada casi suplicante fue enviada por Beomgyu, para Yeonjun, rogándole que no le soltara sin si quiera abrir los labios, temblando por la extraña sensación en sus adentros. Yeonjun entendió de inmediato, como él siempre lo hacía, protegiendo a Beomgyu incluso de él mismo.

Yeonjun aprisionó mi mano entre la suya, mirándome con preocupación, como si él realmente necesitara estar preocupado. Pero yo no lo necesitaba, yo no lo quería. No a él.

Beomgyu simplemente cayó al suelo.

Cuando despertó y consiguió abrir los ojos percibió a Yeonjun agitando su mano de derecha a izquierda con la intención de darle un poco de aire. Parpadeó unas cuantas veces por el dolor de cabeza y apartó el brazo de su compañero para poder sentarse. La palma de su mano derecha pudo captar la textura del sillón, y cuando sus ojos pudieron enfocar recorrieron la mirada por todo el espacio de la sala.

—Gran impresión causaste— Le dijo Yeonjun sin dejar de abanicarlo. —No duraste ni cinco segundos de pie ¿Qué tal si nos hubiéramos equivocado de casa? Te hubieras llevado el desmayo por nada.

Beomgyu lo empujó, buscando más espacio para poder respirar cierto aroma que llegaba hasta sus recuerdos. Era una fragancia particular que aun no averiguaba de donde provenía. Yeonjun volvió a inclinarse cerca, distrayéndolo del olor.

—¿Me desmaye?— Preguntó lo obvio.

—A menos de que decidieras que querías dormir en el suelo... El señor Choi nos dejó entrar a su sala hasta que te recuperaras. Tuve que inventar la excusa de que nos habíamos perdido en el camino y pasamos a preguntar por un poco de agua para ti. Se ofreció a llamar a una ambulancia.— Yeonjun acercó un vaso de agua a sus labios, obligándolo a tomar hasta que él mismo pudo retenerlo con la mano izquierda. —¿Puedes ponerte en pie?

Asintió tragando el agua como si esta pesara, regresándole el vaso a Yeonjun y bajando sus piernas del sillón para darse un pequeño impulso. No estuvo ni un poco tambaleante, sin embargo Yeonjun habia tomado su brazo verificando que no regresara de golpe al suelo. Ambos se quedaron quietos por un par de segundos.

—¿Se sienten mejor?

¿he mencionado que su voz es hermosa? La voz de Choi Soobin era magnifica, quizás por eso molestarlo un poco para escuchar los cambios que esta daba era demasiado entretenido. No lo sé, a pesar de que yo cantaba para él de vez en cuando era Soobin quien me arrullaba a mi durante las pocas noches que pudimos pasar juntos.

—¿vas a dormir ahora?— Me preguntó en voz baja, para que mi madre no escuchara, aunque ella caia desmayada desde que mi padre se fue. —¿puedes quedarte un poco más?

El brazo de Soobin rodeaba mi cuello, más, en lugar de asfixiarme o algo parecido, me servía como una almohada, puesto que la mía había sido tomada por él. O quizás yo aleje mi almohada para tener una excusa y dormir sobre su brazo.

—Tenemos clases mañana, duérmete ahora.— Murmure sin interés.

—Dormiste durante toda la tarde ¿aun tienes sueño?

—Es de noche, claro que tengo sueño, debiste decirme eso en la tarde.

—¡Te lo dije pero me ignoraste!

—Shhh... ¿sabes lo raro que se pondrá si mi madre nos ve durmiendo en la misma cama?

Hubo silencio durante un largo rato, hasta lograr que yo casi me quedara por completo dormido. Sin embargo, abri los ojos, sabiendo que Soobin seguía despierto gracias a sus constantes incomodos movimientos contenidos.

—Huening— Susurró contra mi oído. ¿Cómo no amar su voz ronca? ¿Cómo no amarlo a él? —Cántame...

Realmente nunca di indicios de saber cantar, o de querer hacerlo algún día, incluso cuando me invitaban al karaoke sacaba una grandiosa vuelta o una excusa ¿Por qué? Mi voz no era tan buena como para ser escuchada, no era como la de Soobin, mi voz era solo eso: una voz común y corriente que intentaba entonar en el baño.

Yo solo me sabía una canción por esos días, asi que me aventure a intentarlo para Soobin esa vez. Y despues de esa noche llegaron más en las que él me pedía que cantara, y yo amaba hacerlo. Tal vez mi voz no fuera buena, pero si hacia feliz a Soobin ¿Por qué no hacerlo?

—¡Si!— Respondió Yeonjun. —Solo fue un pequeño desmayo, él no es muy bueno caminando asi que se cansa con facilidad.

Soobin sonrió desmoronando una vez más la cabeza de Beomgyu.

—Supongo que no conseguiste mudarte a Europa. — Sus labios se movieron casi en forma automática, finalizando con una sonrisa y la mirada directo a sus pies, sin poder hacerle de frente. Su corazón latía en un curioso pánico, sin saber cuál había sido la reacción de Soobin.

Elevó la mirada, encajando sus ojos en los de Soobin, sabiendo que al mirarlo frente a frente no podría huir más, todo quedaría revelado, como por arte de magia. Respiró hondo cuando sintió la mirada de Soobin. Dios, él habia cambiado bastante, viéndose como un hombre mayor de cuarenta años.

Aunque Hueningkai se vería irreconocible, otra persona ante los ojos de Choi.

Soobin sonrió nervioso, sin desviar su mirada de los ojos de Beomgyu, tal vez reconociendo aquel brillo que aun guardaban de una vida pasada. Una conexión invisible flotó entre ellos, un suave rayo de luz volviéndose a amarrar tras veinte largos años.

Eran almas gemelas despues de todo. Inseparables.

La puerta se abrió a sus espaldas, sin embargo Beomgyu seguía perdido en los ojos de Soobin y como estos habían cambiado despues de 20 largos años.

—Ah...— Ni siquiera una voz desconocida lo hizo apartar su mirada, con el corazón latiendo confundido. —Papá...— Por fin dio la vuelta como acto de reflejo encontrándose con el chico alto que no se asemejaba nada a Soobin. —Mamá necesita ayuda con las maletas...

—Oh, Taehyun... espera un momento.

¿Taehyun? A Soobin le encantaba ese nombre, y siempre decía que quería tener un hijo al cual nombrase de esa forma. El problema nunca fue ese, el problema era yo y él, incapaces de reproducirse por la obvia razón. Entonces, durante algunos días, una pregunta llegó a mi ¿Qué pasaría con la familia con la que Soobin soñaba?

—¿Tres hijos hombres y una hija?— Pregunte con la mala intención de hablar sobre el tema, leyendo lo que Soobin habia escrito en un trabajo sobre "Proyecto de vida" —Graduarse, trabajar, y formar una familia.

Durante ese tiempo él y yo no compartíamos clases, quizás por eso yo nunca escribí un proyecto de vida, yo no tuve que colocar palabra tras palabra para que un profesor se sentara a leerlo mientras juzgaba mi vida imaginaria a largo plazo. Aunque, realmente nunca necesite escribir algo asi ¿verdad? Ah.

—Deja de leer eso— Cheol me arrebató el cuaderno de las manos, apartándolo de mí y cerrándolo para regresarlo a su mochila. —¿Qué querías que escribieras?

— No vengo incluido en tu plan de vida.

—Pero vienes implícito. — Soobin me abrazó. ¿Cómo preguntarle la persona con la que tendría los hijos? No tuve que hacerlo. —Adoptaremos cuatro niños, te dejare ponerle nombre a la niña.

—Si, claro ¿Dónde los vamos a adoptar?

—De madres que no los quieren, no lo sé, encontraremos una manera de formar una familia.

¿y si yo no quería hijos? ¿Cómo explicarle a un pequeño que sus padres iban en contra de todas las reglas? ¿Cómo explicarle que él no tendría una madre porque nosotros lo arrebatamos de la suya? No, nuestro mal camino solo estaba hecho para nosotros dos, sin el afán de dañar a terceros. Pero guarde silencio, con la esperanza de que Soobin entendiera con el tiempo.

—Si tienes una hija nómbrala Lea, para que convine con Taehyun.

—Nosotros ya nos íbamos— Yeonjun tomó la mano de Beomgyu, llevándola hasta arrastrarlo a su lado y agradecer. Beomgyu seguía fuera de si, pero consiguió mantener sus pies firmemente sobre el suelo, dejando claro que no se iría tan pronto. —Beomgyu.

—Espera— Murmuró Kim. —Soobin...

El rostro de Soobin era indescriptible, una mezcla de emociones que no lograba reconocer, la sensación familiar seguía ahí, apoderándose de su interior pero ahora con una lentitud, una víbora enroscándose por su garganta. La mano de Yeonjun no lo soltó, aun cuando intentó alejarse y acercarse a Choi.

—Yo...— Soobin tartamudeó. —Los acompañare a la puerta.

El corazón de Beomgyu se partió en mil pedazos. Porque claro, podría tener sus recuerdos, veinte años detrás de él antes de nacer, podría tener las cicatrices marcadas en el alma, el dolor, la pena, la angustia, el amor, sus sentimientos.. Beomgyu podría tener todo lo que Hueningkai una vez tuvo.

Solo que él no era Hueningkai ¿verdad?

—Hueningkai— Pronunció en voz alta, deteniendo la rápida caminata que Soobin daba hacia la puerta. Sintió como la mano de Yeonjun sudaba. —Lo conocías.

—¿Kai? Creo que sí...

Estaba tan acostumbrado a que las cosas no fueran color rosa con Soobin.

—Era... un amigo...

Estaba tan acostumbrado a que ambos tuviéramos miedo.

—Pero me aleje de él hace mucho...

Al final, me cansé de estar tan acostumbrado.

—Justo antes de enterarme...

Me cansé de toda la humillación y el abuso de todas las personas.

—Que él...

Me cansé de las mentiras.

Me cansé de sufrir.

Me cansé de mí.

—Se había suicidado.

Me cansé de vivir.

Yo aún tenía esperanza.

Estaba cansado, pero no quería irme aún.

19XX

Ese día estaba lloviendo con fuerza, gota tras gota azotándose en su ventana mientras que intentaba dormir, despues de un largo día solo quería desaparecer por un momento y despertar el día de la graduación, huyendo por fin de sus molestos e inmaduros compañeros. El dia podría amanecer mal, con el cielo aun cayendo a pedazos, pero ese no sería su problema, él solo iría y recibiría su diploma.

Soobin había decidido, o mejor dicho: la madre de Soobin decidió alejar a su hijo para algunos incoherentes preparativos, distrayéndolo durante todo el dia por lo que ni siquiera pudieron verse de reojo, un poco decepcionante pero no algo por lo cual morirse.

Una pequeña piedra contra su ventana hizo un sonido tintineante, algo que no consiguió levantarlo de la cama. Hubo otro despues de ese, con una roca de mayor tamaño. Hueningkai suspiró con la esperanza de que fuera un tipo de granizo. La tercera vez fue un objeto que no pudo reconocer, haciendo temblar el vidrio. Saltó de la cama sin interés y se asomó un poco.

Elevó el vidrio, dejando que algo de lluvia se adentrara a su habitación, mojándose en el acto. Suspiró al ver a la persona frente a su casa.

—Vas a enfermarte— Gritó, sabiendo que el ruido de la lluvia acallaría su voz. —Regresa a casa, chico demente.

—En cualquier lugar en el que estés tú será mi hogar.— La frase consiguió sacarle una sonrisa.

—¿Qué ha vuelto a Choi Soobin una persona más cursi?

—Huening Kamal Kai y lo hermoso que se ve con el cabello mojado.

—Vas a matarme si sigues diciendo tonterías.

—¡Ven y haz que me calle!

Hueningkai no lo pensó dos veces, corrió en silencio por toda la casa, preocupándose no despertar a su madre y abrió la puerta principal, importándole poco la lluvia y solo haciéndole caso a la necesidad de estar entre los brazos de Soobin. Se lanzó a él sin preocuparse de caer al suelo, de todos modos terminarían haciéndolo con la lluvia.

Cerró los ojos escondiéndose en su cuello, sintiendo la necesidad de solo ocultarse del mundo en ese pequeño espacio, entre los brazos de Choi. La noche y la lluvia protegiéndolos de ojos curiosos. Hueningkai se apartó un poco para poder besarlo, con los labios cerrados y curveados en una sonrisa.

—Tu madre te matara si no te encuentra en casa— Advirtió cuando consiguió separarse. —¿Qué haces aquí?

—Vine a cuidar que no hagas una tontería antes de la graduación.

—¿una tontería como salir de casa en medio de la lluvia?

Soobin sonrió golpeando sus frentes juntas, apreciando, quizás, la risa de Hueningkai. Ambos empapados bajo la pequeña tormenta.

Escaparon en una dirección conocida, entre las calles oscuras hasta llegar al coche que seguía estacionado en el mismo lugar, un poco alejado pero accesible para ellos. Entraron sin preocuparse de mojar el interior. Hueningkai cayó sobre el asiento, tratando de ocultar sus risas mientras besaba a Soobin, contagiándole el gesto.

—¡Deja de reírte!— Le reclamó Choi con su perfecta sonrisa. —¿Sabes lo difícil que es mantenerse serio frente a ti?

Hueningkai volvió a sonreír, tomando las manos de Soobin entre las suyas, sintiéndolas frías. Trató de calentarlas con cariño, ignorando la pregunta y concentrándose solo en ello.

—Pudiste hacerlo cuando me pediste matrimonio.

—Ese día estaba muriendo de nervios— Soobin besó su frente. —Tenía miedo de que dijeras que no.

—El anillo te salvó de un rechazo.— Murmuró buscando entre su ropa, sacando la joya y posándola frente a Soobin.

—Sabía que te gustaría.

Cuando Soobin regresó a hundirse en su cuerpo Hueningkai no contuvo de nuevo la risa, dejándola salir con cariño, tan lleno de felicidad que su pecho podría explotar de ello. Dejándose guiar por las emociones le confió cada secreto e inseguridad a su pareja sin palabras, sin un gesto que lo dictara o una acción para exteriorizarlo.

—Te amo— Murmuró Soobin, mientras lo miraba a los ojos de forma directa, sin una sonrisa interponiéndose o algun otro sentimiento que no fuera amor puro; aquel que duele y sana. —Te amo.— Repitió.

La sonrisa de Hueningkai se desvaneció, reconociendo la sinceridad en la voz de Choi, tomándolo con respeto y el mismo amor que se profesaban.

—También te amo.

—¿para siempre?

—Incluso si muero y renazco...— Juró, acariciando su cabello. —Te voy a amar en todas las vidas que pueda tener, en cada una de ellas para siempre.

—Kai...

—Choi Soobin... Ámame también, por lo menos hasta que me muera.

—Te amare incluso despues de eso.

El corazón de Hueningkai latió con fuerza, sintiendo a Soobin sobre sí el frio de la noche se habia esfumado, dejándolo solo con el cariño y calor que le proporcionaban, llenándolo por completo. Había encontrado a su otra mitad, pensó, que si moría esa noche, no tendría nada de que arrepentirse.

Huening Kamal Kai siempre amaría a Choi Soobin.

—Regresa a casa antes de que tu madre se dé cuenta que no estás.— Murmuró Hueningkai. Soobin se quedó un rato en silencio, abrazándolo con cariño. —Mañana nos veremos en la graduación.

—Mañana mi madre no me dejará acercarme a ti.

—Soobin, tienes 21.

—Y una madre bastante controladora.

Hueningkai sonrió, tomando sus mejillas para dejar un beso sobre sus labios. ¿Cómo apartarse de él? No podría, estaba lo suficiente enamorado como para desear adherirse a su alma y no moverse de ahí nunca.

—Tienes que ir. No quiero arriesgar a que sospeche sobre mí y vaya con antorchas en mano para quemarme. — Bromeó. —Regresa a casa.

Soobin suspiró apartando la vista, pensándolo durante varios segundos hasta que regresó a mirar a Hueningkai y le besó perdiendo la cuenta de cuantos habian sido esa noche. Ambos sonrieron.

—Te amo.— Volvió a murmurar. —Y lo voy a hacer por siempre.

—¿hasta que me muera?

—Incluso despues de eso.

Esa fue la última noche en la que estuvieron juntos.

Despues de que Soobin se fuera Hueningkai se quedó ahí, con una sonrisa amando el anillo que le pertenecía, el que marcaba su compromiso de por vida con su primer y único amor. Sonrió tanto aquella noche. Se sintió tan amado y comprendido en un mundo donde solo existían dos personas.

Tocaron su ventana despues de un rato, y Hueningkai la bajó pensando que tal vez sería algún oficial a punto de multarlo por estar mal estacionado o algo parecido. Pero no, un par de rostros conocidos se hicieron presentes.

—¡Hey! — Dijo uno de ellos con una sonrisa. —¿Sabes? Nos llevamos muy bien con Soobin— Cierto, eran amigos suyos. —Y hemos estado un poco preocupado por él... ¿puedes salir del auto?

Hueningkai negó de inmediato.

—Está lloviendo.

—Entonces déjanos entrar— Añadió el acompañante.

"Solo arranca y lárgate de ahí" Pensó, con el corazón latiendo al desconocer las intenciones de ambos chicos.

Abrió la puerta.

Ambos entraron e completo silencio, mientras que la lluvia seguía azotando el vidrio del parabrisas. Hueningkai miraba al frente, con el corazón casi saliendo de su pecho y sus manos en el volante. ¿Cuántos segundos tenían que pasar? Contarlos seria una tortura, pero él lo hizo.

1...2...3...4...5...6...7...8 ¿Por qué pasaban tan rapidos? 9...

10...

11...

12...

13...

Cator...

El primer golpe lo sacó del colche, directo al suelo.

Quince...

16...

La tierra humeda manchando sus manos de lodo, mojándose como hace unos minutos bajo la lluvia.

23...

24...

25...

Ambos saliendo del auto, el primero encestando una patada, si necesidad de una excusa. Los tres sabían a la perfeccion porque estaba ocurriendo.

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Aunque su cabello estaba corto ellos tomaron de él, arrastrándolo hasta detrás del coche.

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¿realmente estaba contando los segundos? No, él dejó de hacerlo hace tiempo.

—Busca la soga.

59,60,61,62,63,64,65,66,67,68,69

—Rápido, cuélgala... Del árbol idiota.

82,83,84,85,86,87,88,89,90

Aunque pataleó e intentó golpear era casi imposible zafarse del agarre, su cuerpo comenzaba a doler, pero quizás por la adrenalina del momento no lo sintió. Abrió la boca para gritar, pero la cubrieron con un pañuelo. Ellos ya lo habían pensado.

124,125,126,127,128

Algo se amarró sobre su cuello mientras que el tortuoso terror se apoderó de él, exigiéndole un esfuerzo mayor. Uno de los chicos lo sostuvo, y claro, eran mucho más fuertes que Hueningkai, nadie más débil se atrevería a buscarlo.

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—No olvides porque hacemos esto... Si algún día renaces... No seas esta aberración otra vez. Es más, quédate en el infierno.

Imposible. Hueningkai siempre amaría a Choi Soobin.

Incluso cuando su corazón dejó de latir.

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70 latidos por minuto, eso es lo normal, entonces ¿Por qué había contado tan pocos en un momento tan eterno? A su corazón le quedaba mucho por latir.

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—Bienvenido al mundo, Beomgyunnie.

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