Parte 2

—¿Cómo debería llamarte ahora?

La pregunta de siempre consecutivamente desde hace cuatro años. Beomgyu estaba cansado de ello, cada que discutía con Yeonjun aquella pregunta salía a la luz sin saber realmente el impacto que causaba, y aunque se lo explicó varias veces su actual amigo no comprendía. Suspiró y se cruzó de brazos ignorando el gesto de Yeonjun, evitó verlo al rostro pero no se dio la vuelta, si lo hacia la discusión no tendría fin, es por eso que decidió solo escucharlo e ignorarlo con discreción.

—Como se te dé la gana— Respondió con molestia. —No importa despues de todo.

Yeonjun bufó como un toro. Al estar en ese punto lo que Beomgyu deseaba era regresar el tiempo a cuando lo conoció para alejarse de él ignorándolo, pero no, eso siendo imposible como quiera no solucionaría nada. La razón por la que discutían era la de siempre; Beomgyu rechazando a Yeonjun. El mayor respetaba enteramente la decisión del menor, pero con una simple excusa la sangre le hervía a ambos y terminaban discutiendo. Beomgyu siempre rechazó a Yeonjun porque prometió jamás enamorarse de alguien más.

—Si no importara aceptarías que Hueningkai murió hace años.— Una piedra pesada cayó con fuerza. —No puedes seguir aferrándote a tu vida pasada, si estás aquí ahora es por algo.

Beomgyu contuvo ls ganas de soltarle un fuerte golpe, porque decirle aquello era como exigirle que dejara de ser quien es. Yeonjun jamás podría entender como era renacer, saber que el tiempo se había acabado pero que dio una vuelta y empezó nuevamente, no era tan fácil empezar una nueva vida cuando los recuerdos de la anterior azotaban con fuerza.

Con 20 años Beomgyu casi alcanzaba la edad en la que murió siendo esta los 21, el sentimiento agridulce siempre lo invadía atacándolo con miedo, porque no sabía que ocurriría despues, si viviría algo nuevo o volvería a morir. Miró las fotografías acomodadas en el pequeño buro, todas de su familia y él para despues pasar a las de Yeonjun, si vivian juntos era porque Beomgyu quería ser independiente, dejarle de dar leves problemas a sus padres y darles su espacio. Si bien, el departamento no era exageradamente pequeño si era tan reducido como para que al estar ahí tuviera que ver a Yeonjun incluso en su habitación, es por eso que las discusiones se daban con facilidad.

—No lo entenderías.— Murmuró.

Fue tristeza lo que salió de su voz, por eso su compañero se acercó y lo abrazó tratando de proporcionar cariño, y Beomgyu no se negó. Solo dejaba que Yeonjun lo abrazara, nadie más que no fuera él podía tener tanta cercanía y Hueningkai lo odiaba, lo detestaba a tal punto de llegar a compararlo todas las noches con Soobin y el resultado era obvio, pero Beomgyu no dejaría de abrazar a Yeonjun, no lo haría porque estarse castigando por vivir le era agotador. Se hundió entre los brazos de su mayor, con el corazón palpitando porque tenía razón en cada maldita palabra, quizás no lo entendería pero sin duda sabía algunas cosas que Beomgyu ignoraba.

—Gyu...— Habló Yeonjun respondiéndose a sí mismo la pregunta anterior. Beomgyu asintió.

Desde que le reveló el gran secreto a Yeonjun no pudo separarse de él, lo ató como si sus palabras fueran cadenas y el secreto les uniera de por vida. Al principio el mayor no confió en él y era razonable el que no lo hiciera, pero con el tiempo varios detalles confirmaron poco a poco lo que Beomgyu decía, y fue la confianza de Yeonjun quien cerró el caso dándolo por real. Asi amarró a Yeonjun, y sin saberlo Beomgyu dejó entrar al mayor donde nadie que no fuera Soobin debería de estar, eso creó un caos en su interior, uno donde Hueningkai le exigía a Beomgyu cerrarse y apartarse, le prohibía vivir por la promesa antes hecha, se dividió en el pasado y en el presente siendo la misma persona.

Aunque deseaba dejar a Hueningkai atrás la idea lo atormentaba, toda su vida se perdería por un capricho, su familia y amigos quedarían olvidados junto con Soobin ¿entonces de que servía renacer? Si solo lo olvidaba y seguía su camino como Beomgyu nada tendría sentido, perdería todo y moriría de cualquier manera, por eso se negaba tanto a la insistencia de Yeonjun. No podía solo olvidarse.

Yeonjun besó su frente porque sus labios estaban prohibidos, desde hace veinte años no besaba a nadie, y eso estaba bien, porque en sus recuerdos aún se mantenía la sensación de besar a Soobin.

Mis labios terminaban adoloridos siempre despues de besar a Soobin, él no era para nada cariñoso al momento de besar, era agresivo y un tanto desesperado cuando el tiempo se nos venía encima, eso era lo mejor.

—¿Escuchas eso?— Pregunte solo para separarme de él y distraerlo, no importa cuántas veces le dijera la misma mentira; él siempre caía.

—¿escuchar qué?

Reí porque no había nada que escuchar.

Sintió los labios de Yeonjun golpear contra su mejilla y por reflejo le aparto de un golpe a la mejilla, no uno fuerte como para lastimar pero si para sorprenderlo. Con exageración el mayor se llevó ambas manos a la zona afectada bajo la mueca que Beomgyu otorgaba. Cuando se sumía en sus pensamientos lo que menos quería era ser molestado y menos de esa manera que consideraba desagradable.

—No hagas eso.— Dijo casi con asco mientras Yeonjun asentía.

Lo volvería a hacer, Yeonjun besaría alguna parte de su rostro evitando los labios en cuanto tuviera la oportunidad, y eso no le molestaba del todo.

Beomgyu sabía a la perfección los sentimientos de Yeonjun incluso antes de que este se los confesara, era obvio y solo cuestión de tiempo, sin embargo eso no lo detuvo para estar con él. Manteniendo su corazón tranquilo y estable se convenció a si mismo que podía no enamorarse porque ya amaba a alguien más, que no sentiría por nadie lo que sintió una vez por Soobin, ese siempre fue su pensamiento cuando comenzaron a vivir juntos.

A pesar de llegar a los 40 años sumando las dos partes de sus vidas no se podía contar como alguien maduro, sus sentimientos y pensamientos siempre fueron acorde a su edad manteniendo los recuerdos de la vida anterior, así que los veinte años de Beomgyu se sentían igual que los veinte años de Hueningkai, no había una suma que lo hacía sentirse como una persona, sino dos cifras que le hacían dividirse como era costumbre.

Yeonjun llegó dejándose caer sobre su cama ignorando la habitación que quedaba enfrente, el mayor solía hacer eso siempre despues de una discusión, buscaba consuelo o algo parecido invadiendo su cama e intentando dormir ahí. Beomgyu lo observó comparándolo de nuevo con Soobin, aquel joven de buen cuerpo que era jodidamente apuesto para todas las chicas, sin duda Yeonjun jamás podría compararse a él.

Yeonjun y Soobin no tenían nada en común.

Esa noche dejó dormir a su compañero con él, porque las mariposas en su estómago buscaban nacer y revolotear tratando de ser libres, es por eso que Beomgyu lo aceptó solo por una noche.

—¿Cómo era Hueningkai?— Preguntó Yeonjun cuando la noche ya estaba avanzada.

Lo escuchó a la perfección y buscó la respuesta correcta en su cabeza. Lo correcto sería decirle que Hueningkai es él, que no era otra persona, pero en el fondo sabía que eso no era cierto, Hueningkai y Beomgyu eran completamente distintos.

—Alegre, cariñoso, apuesto, divertido, distraído... Todo lo que no soy ahora.

—Me gusta cómo eres ahora.

—Porque no me conociste antes.

Un frase que Yeonjun pensó que no sería escuchada, pero la cercanía era tal que Beomgyu logró comprenderla con claridad, aun así no se atrevió a decir nada al respecto.

—Me alegro que hayas muerto. No te tendría aquí si no fuera así.

Cuando mi cabello era largo solo alzaba sospechas, hubiera deseado nacer en otro tiempo, cuando el cabello largo en los hombres era común, pero no, en esos tristes años no lo era y siempre fue extraño. A veces, cuando salía a correr por las noches, me confundían con una chica, siempre me reí de eso y reconocí que quizás debía de cortarlo, pero a Soobin le agradaba y esa era la única razón que necesitaba para mantenerlo así.

Ya no era sorpresa que me señalaran con el dedo y murmuraban a donde quiera que fuera, sabía muy bien que las palabras volaban más de lo que yo pudiera alcanzar, estaba consciente de lo que se decía de mi pero nunca tome importancia, tanto era mi enamoramiento que solo lo deje pasar.

Mi cabello quizás fue un detonante, o tal vez fue el hecho de teñirlo lo que explotó el desagrado de todos, realmente no lo sé, pero cuando menos lo esperaba ya me encontraba escabulléndome entre los pasillos de la escuela ocultándome de mis agradables compañeros, rezando para salir de ahí ileso.

—¡Hueningkai!— Escuche voces femeninas llamándome, y como ellas nunca habían demostrado interés en mí y todo lo que se decía confié en ellas, pensaba que quizás al estar entre las chicas podría librarme. Pensé mal. —Hueningkai.

Siempre maldeciré las voces agudas murmurando conteniendo las risas, las chicas son peores con los chicos, porque no es simple empujarlas y correr, ellas encuentran la manera de ser superiores, se agrupan y su empatía disminuye cuando son más en cantidad.

Si, camine hacia ellas, y si, me esperaban ocultando al menos tres chicos. Pero tenía que estar agradecido, no me golpearon, solo tomaron entre sus delicadas manos las tijeras y cortaron mi cabello, y yo podría decir que me afectó el hecho de que lo hicieran, pero la humillación pudo más.

Desde ese entonces no me acerque más a las mujeres, era mejor recibir un golpe que ser humillado por ellas, era mejor verme rodeado por chicos que por un montón de mujeres aparentemente locas. Fue así como conseguí una cicatriz escondida en mi cuello, porque las afiladas tijeras no eran manejadas con cuidado de no asesinarme, las mujeres no le temen a nada.

Despertó durante la noche con el amargo recuerdo y se giró sobre la cama para encontrarse con Yeonjun. Siempre necesitó consuelo cuando soñaba siendo Hueningkai, por eso se abrazó a su compañero esperando no despertarlo, se hundió en su pecho y volvió a cerrar los ojos esperando poder dormir y olvidar aquel trauma. Nunca volvería a dejar crecer su cabello, aun si estuviera de moda o lo incitaran a ello, jamás lo haría.

Quedarse mirando una manzana por largos minutos era cosa de Beomgyu, cada vez que un recuerdo le azotaba se paralizaba y dejaba que el sentimiento llegara a él. Yeonjun aprendió a vivir con ello, esperar y soportarlo de manera frecuente sin interrumpirle, y eso el menor lo agradeció cuando se dio cuenta de que pasaba.

Las manos de Yeonjun siempre sudaban, pero por alguna razón era Beomgyu quien buscaba sentirlas entre las suyas y entrelazarlas, nunca pudo decidir cómo es que lo soportaba porque hasta Yeonjun sentía incomodidad y se deshacía del agarre para limpiar sus manos, quizá fuera por el cariño que le sentía a esas sudorosas manos lo que le sentía ser tolerante, porque las manos de Yeonjun siempre fueron más cálidas que las suyas y de cualquier otra persona que pudo haber tocado.

Cuando esta con Yeonjun no hay más recuerdos, o al menos cuando esta consciente de que esta con él, porque hay veces en las que Beomgyu no sabe dónde se encuetra, donde le importa poco el lugar y se hunde en recuerdos.

Yeonjun siempre fue comprensivo la mayoría del tiempo, con esperanza de que Beomgyu algún día fuera Beomgyu por siempre, aunque eso nunca pasaría, porque Beomgyu fue Hueningkai mucho antes de ser Beomgyu. Triste o no la verdad es confusa, ambos vivian juntos y el deseo de separarse era inexistente, no podían, ni querían, dejar de verse y quizás es por eso que ser cercanos fue inevitable, no solo buenos amigos, sino algo más.

—Si estas tan enamorado deberías entenderme— Fue la excusa que le dio la segunda vez que Yeonjun se confesó. Su rostro parecía furioso pero su corazón no dejaba de latir, aunque Yeonjun ya se había confesado antes era inevitable. —No puedo, y ya.

Como una repetición de la vez anterior Yeonjun se cruzó de brazos e hizo un puchero infantil, tal como lo haría un niño ¿no es cansado cuando eso ocurre? Para Beomgyu no lo fue, porque no quiso decir que realmente le gustaban esas cosas que decía odiar. Dejó las hojas sobre el escritorio y se dio la vuelta para darle toda la atención a la computadora frente a él, pero aun asi escuchó cada una de las quejas de Yeonjun, no era algo que le molestara, sentía que no estaba solo componiendo en una fría habitación, al menos estaba con él.

—¿no te gusto?— Preguntó, como si no lo supiera despues de tanto que hacia latir su corazón. —¿ni un poquito?

—No.

Si hubiera preguntado una segunda vez hubiera recibido un –tal vez- Pero por suerte solo fue una pregunta.

Sentir las cálidas manos de Yeonjun sobre su rostro sería algo que hubiera prohibido por el sudor, pero no lo hacía, dejaba todo el tiempo que el mayor le tocara mientras la cercanía no fuera peligrosa, y eso se comprendía a la perfección. Es por eso que Beomgyu dormía tranquilamente al sentir las manos de Yeonjun, le arrullaban de una manera tan tranquilizadora que las noches difíciles eran olvidadas y no había desvelos. De vez en cuando huía a su cama rechazando la propia porque recuerdos amargos le atacaban, si dormía en su cama estaba seguro que soñaría algo, pero si dormía con Yeonjun su mente se apagaba y se sentía cómodo. Pero a Hueningkai no le gusta del todo.

A Hueningkai no le gustan mucha cosas; no le gusta cuando Yeonjun habla tierno o cuando lo toma de las manos, tampoco le gusta cuando salen en citas improvisadas o se quedan en casa haciendo cualquier otra cosa, a Hueningkai no le gusta cuando sonríe cada mañana y el desayuno está listo con la comida que a Beomgyu le encanta, detesta esos detalles. A Hueningkai tampoco le gusta que Yeonjun sea cariñoso, en realidad no le gusta Yeonjun y se lo ha dicho.

Quiere regresar con Soobin y es por eso que comenzó a buscarlo, con la ayuda de Choi.

Tan diferentes. No sabe como es que pudo haber sido Hueningkai en un pasado, porque se siente completamente diferente a él siendo inseguro y no tan amigable. Beomgyu tiene todo para ser un Hueningkai libre donde no sea tan juzgado ni perseguido, tiene todo para ser un Hueningkai feliz, pero en vez de eso termina siendo completamente diferente y no es una mejoría, es como si Hueningkai debiera vivir en ese tiempo y Beomgyu en el otro. Son la misma persona pero se siente diferente.

Despues de tanto buscar encontraron a Soobin. Sabían donde estaba, solo debían ir.

—Pero antes de que vuelvas con él...— Habló Yeonjun.—Ten una cita conmigo.— Y aceptó.

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