1.1
El desayuno familiar es agradable, tranquilo, su madre le habla de su nuevo trabajo mientras que su padre cocina para ellos, la luz entra cálida por la venta y Beomgyu sabe que es una escena de comercial, aquella donde la familia feliz está en la cocina, lo único que le hace falta es el cereal para promocionar. Observa a sus padres tan cariñosos entre sí que el amor desborda, lo llena y lo hace sonreír achicando sus pequeños ojos. Con los otros todo hubiera sido distinto, aquellas personas solían pelear todos los días. Cubrió parte de su rostro con una mano y respiró hondo.
Sostuvo sus ganas de llorar, pero fue inevitable, a diferencia de mí; él si llora en momentos felices. Su madre se preocupó de inmediato levantándose del asiento y abrazándolo con rapidez repitiéndole que todo estaba bien. No supo cómo explicarlo, y sus padres no necesitaron que dijera algo para ir a darle consuelo.
Lo gritos eran normales en casa, nunca me escondí, porque los golpes jamás se hicieron presentes, mi padre siempre fue respetuoso con mi madre a pesar de no quererla, y mi madre era agradecida a pesar de odiarlo. No los detestaba, solo escuchaba sus gritos y reclamos cuando ya no se soportaban más, a veces se iba mi madre molesta y cuando papá se quedaba me pedía disculpas por ser tan ruidosos, cuando mamá era quien se quedaba ella me abrazaba y lloraba. No sabía si era mi culpa que ellos siguieran juntos, como si yo fuera cadenas, pero estoy seguro de que me querían, mucho, incluso cuando mi padre se fue me abrazó tan fuerte y durante tanto tiempo que mamá se molestó. Yo amaba a mis padres, a pesar de que no eran perfectos, yo tampoco lo fui.
Mi madre solía decir; Cuando muera no quiero flores, llévame algo mejor si quieres visitarme. Yo siempre le dije que sí, que le llevaría algo mejor que flores, pero no pude cumplirlo.
¿Mi madre me visitaría?
Choi golpeaba su cabeza contra la mesa de la biblioteca, el trabajo que debían hacer era claro; una canción. Beomgyu ya tenía una escrita, le gustaba la idea de plasmar sus sentimientos entre versos y una melodía, así que fue fácil y lo terminó con rapidez disfrutando cada momento, sin embargo Choi no podía salir de la misma palabra en la que se había quedado desde hace una hora. Se quedó con él por piedad, no porque quisiera hacerlo.
—¿Cómo pudiste hacerla tan fácil? ¿Qué dice la tuya?— Preguntó su compañero intentando leer el cuaderno donde Beomgyu la había escrito, la apartó rápidamente para que no pudiera tomarla. —Ya pudiste hacer una, haz otra mejor y dame esa ¡por favor!
Beomgyu suspiró. Había escrito aquella canción basándose en los recuerdos que jamás vivió, como la experiencia de su primer beso, algo que aún no ocurría. Escribir una nueva canción seria consentir a Choi y facilitarle las cosas, regalarle una calificación que no se merecía, es por eso que se negó la primera media hora. A pesar de que no iba a escribir nada más pensó en que podía plasmar en otra canción.
Quizás su primera vez.
—Guarda silencio.— Susurre mientras nos escabullíamos de los padres de Soobin, quedarme en su casa era lo usual cuando salíamos y nadie sabía de eso, cuando nos era imposible amarnos. —Calla...
—¡Eres tú el que está hablando!
Me reí porque Soobin tenía razón, yo era el único que estaba haciendo ruido. Cuando logramos salir de la casa y alejarnos un poco no pude contener la risa, me reí tan fuerte que Soobin tuvo que cubrir mi boca para no despertar a los vecinos.
Corrimos para no perder tiempo, siendo sigilosos durante la noche sin miradas sobre nosotros, sin murmullos que se preguntaban porque siempre estábamos juntos o porque parecíamos tan unidos, sin susurros que nos juzgaran, sin palabras que nos delataran poco a poco. Ser gay nunca fue fácil en nuestro tiempo, nadie estaba para defendernos y no querían que nos defendiéramos entre nosotros. Cuando encontramos el lugar sonreí y corrí sin pensarlo, tanto lo habíamos planeado que mi emoción podría arruinarlo todo.
Era mi auto, el que me habían regalado por mis dieciséis años, estacionado lejos para que nadie nos escuchara. Entre a la parte trasera del vehículo y espere que Soobin estuviera cerca para arrastrarlo conmigo. Lo bese, y como apenas era la tercera vez que lo hacíamos él se avergonzó.
—¿Vamos a hacerlo?— Preguntó Soobin. No podía culparlo de estar nervioso, yo también lo estaba, hacer lo que hacíamos era considerado un crimen para nuestras familias y todos los demás. Asentí sintiendo su respiración chocar contra mi piel. —¿estas seguro?
Negué.
—Pero quiero hacerlo.
Soobin me besó, fue brusco, casi sin cuidado, pero disfrute de ese doloroso beso mientras nos escondíamos en medio de la noche. No queríamos ser escuchados, pero queríamos gritar, no queríamos que nos vieran, pero queríamos vernos a nosotros. Yo deseaba tocar a Soobin, y lo hice, Soobin deseaba tocarme y yo deje que lo hiciera.
La preocupación, fatiga, miedo, incomodidad, pena, vergüenza, culpa, todo se fue estando juntos, mientras podíamos vernos y sentirnos, mientras podíamos mandar el mundo al demonio y solo disfrutar. Pecamos, rompimos leyes, y estoy orgulloso de hacerlo solo por querer ser feliz, sin dañar a nadie; romper la ley con amor y no con odio, pecar amando.
—Te amo.— Me murmuró Soobin en el peor momento, cuando no podía responderle porque él mismo no me dejaba hacerlo. —Te amo, Kai.
—Te amo.
Me perdí tanto en él que no encontré la salida.
—¡Beomgyu!— Beomgyu dio un pequeño salto sorpresivo al escuchar el grito de Choi, lo observo confundido mientras que los ojos rasgados del chico se clavaban en los suyos. —¿Sabes cuánto tiempo llevas asi? Pensé que te habías desmayado con los ojos abiertos.
Había estado observando el mismo punto desde hace media hora hundiéndose en sus recuerdos jamás ocurridos, incluso un leve rubor se formó en sus mejillas cuando todo lo demás le azotó con fuerza. Si hubiera sido otra persona y no el reservado Kim ahora tendría un problema entre sus pantalones alzándose poco a poco, observó discretamente y se alivió al no encontrar nada entre sus piernas. Su compañero seguía hablando preguntándole varias cosas, pero lo único que pudo hacer fue tomar su cuaderno y volver a escribir.
—Toma.— Le dijo mientras guardaba sus cosas y se levantaba del asiento. Choi lo aceptó de inmediato y pasó a leerlo con atención. Segundos despues Beomgyu ya lo tenía abrazándolo con fuerza. —¡Suéltame!
—¡Gracias, gracias, gracias!— Le repetía con entusiasmo. Choi besó su mejilla por lo que Beomgyu lo empujo de inmediato. —¡No se como le hiciste para escribirla tan rápido! ¡Te quiero!
No lo digas, no tú, y no a mi.
—No seas idiota, tienes suerte.
Beomgyu se dio la vuelta y se fue de la biblioteca sin ánimos de escuchar a Choi.
Nadar no se le daba del todo bien a Beomgyu, de hecho no sabía hacerlo, siempre se dejaba flotar en el agua sin ánimos de moverse por su cuenta, al menos estando en la bañera, pero sumergirse jamás. Estando en clases era lo mismo, habían practicado varios deportes ya y uno de los que había tratado de evitar fingiéndose enfermo era natación, porque hacer el esfuerzo no le parecía interesante ni factible. Tantos alumnos estando en la piscina ni siquiera le dieron ganas de poner un pie en el agua, prefirió mantenerse lejos aun sabiendo que el profesor lo vigilaba. Se sentó a lo orilla sin interés, observando a los demás lejos de él.
Alguien mordió su pierna. Sacó del agua las únicas extremidades que tenía sumergidas y se abrazó a ellas asegurándose de que no le había ocurrido algo. Miró el agua y pudo distinguir a Choi, hizo una mueca y se puso de pie para irse ahí. Choi lo siguió por la orilla de la piscina nadando.
—¿Por qué no entras?— Le preguntó. —¿sabes nadar? Si no lo sabes yo te enseñare. —Choi extendió su brazo.
—No quiero nadar.— Escupió sobando la mordida de su pierna. Choi se sumergió para adelantarse y salir del agua posándose frente a Beomgyu quien pasó de largo.
—Tienes que nadar, es divertido.— Lo siguió Choi de cerca mientras caminaban por la orilla. —Te enseñare a hacerlo, dame tu mano.
Se negó a tocarlo pero aun asi se detuvo. No le incomodaba el contacto físico, lo que le incomodaba era hacerlo con un hombre muy seguido, le parecía extraño volverlo a hacerlo es por eso que siempre rechazaba las muestras de afecto de Choi. Suspiró observando el agua y como esta se movía distorsionando sus reflejos Un escalofrió recorrió su cuerpo.
—No me gusta.
Fue lo que dijo y Choi suspiró. Beomgyu elevó el rostro encarando de nuevo a su compañero, a pesar de haber escuchado con claridad un suspiro lo que había en el rostro del más alto era una sonrisa comprensiva, casi como la de sus padres. Beomgyu se sintió aliviado, calmado, es por eso que aceptó la compañía de Choi el resto de la clase.
Me gustaba el agua, antes de ese día.
Otro día con una clase de natación, mientras sus compañeros nadaban de un lugar a otro él se quedó lejos, con Choi hablándole de canciones de su grupo favorito o de como el cereal se vuelve desagradable al sumergirse mucho tiempo en la leche. No le molestaba la compañía de Yeonjun, hasta admitía que era necesaria para que los días pasaran rápido y no tan lentos como había estado ocurriendo, Choi estaba bien.
—Beomgyu— Le llamó una de las chicas desde la piscina. Nunca se sintió bien con las mujeres, no se consideraba misógino porque las respetaba, pero para él era necesario mantener distancia. Se acercó a la orilla mientras que Yeonjun se quedaba de pie con su celular en mano. —Quieres nadar— Dijo ella y Beomgyu negó. —No, a lo que me refiero es que quieres nadar.
No entendió, pero tan pronto la pregunta llegó a su mente fue empujado por otro par de chicas que se había escabullido a sus espaldas. Cayó al agua, se sumergió profundo.
—¡Hueningkai!— Los escuche gritar, pero ni estando loco saldría de mi escondite. —¡Si no sales ahora será peor!— Y si lo hacía como quiera sería malo, es por eso que no salí, ellos me buscaban a mí, porque no dudaban de Soobin.
La piscina era gigantesca, me encantaba nadar en ella junto a los demás chicos, me llevaba bien con ellos y yo les agradaba, hasta que pensaron que yo no era lo suficiente masculino y comenzaron a dudar. Yo amaba el agua, al igual que ellos.
—¡Sal de donde estés!— Gritó uno de ellos, estaba demasiado cerca y mi corazón se detenía por ello.
Eran varios, yo no podría contra todos, y lo sabían, también sabían que yo correría y los perdería con facilidad, es por eso que me acorralaron y bloquearon la única puerta. Me escondía y escabullía porque no podía estar mucho tiempo en el mismo lugar, trataba de no hacer ruido e incluso contenía mi respiración cuando escuchaba los pasos más cerca, pensé en tirarme a la piscina y nadar al centro para que no pudieran alcanzarme porque también nadaba más rápido, pero siendo varios me encerrarían y seria mi fin. Pensé en Soobin y quise que llegara a salvarme pero eso solo empeoraría las cosas, también dudarían de él aunque no pudieran hacerle nada. Contuve la respiración cuando escuche que alguien estaba cerca.
—¡Lo encontré!
Antes de que pudiera correr me tomó fuerte del brazo arrastrándome a la luz, incluso me tire al suelo pero de nada sirvió, pudieron levantarme con facilidad y me llevaron entre risas y algunos gritos, tomaron mis brazos y ya habían algunos chicos detrás de mi. Estaba mareado por todo el movimiento.
—Tráiganlo acá.— a la orilla de la piscina. Patalee apenas un par de veces pero de nada sirvió. —Lo limpiaremos. — Un mal chiste que hizo reír a todos menos a mí.
Mis piernas fueron pateadas con fuerza para que no pudiera nadar, aunque, aun si las rompían yo lo haría. Hicieron que me pusiera de espaldas y entre carcajadas decidieron tirarme, para mi mala suerte ellos sabían que eso no sería suficiente. Me sostuvieron por los hombros, sumergiéndome entre varios y tanta era mi desesperación que olvide que guardar la calma bajo el agua es primordial, mis reflejos ganaron. De lejos, lo peor fue cuando golpee a uno de ellos, incluso yo me arrepentí de hacerlo.
—¡Estamos ayudándote!— Me reclamó el agredido y giró a ordenar un par de cosas a otros chicos que solo veían. Dejaron que respirara. —Limpiamos el pecado, así dejaras de ser gay.
Idiotas.
Cubrieron mis ojos y trate de evitarlo pero mis manos también fueron amarradas, despues siguieron mis pies. Me alegro al recordar que no les hice el trabajo fácil. Me sumergieron, en ese punto estaba convencido de que intentaban ahogarme aunque sé que no era su intención, querían torturarme, más no matarme.
—¿es por eso que eres tan amable con todos? ¿para saber quién de nosotros te la meterá?
Pero yo era amable porque me agradaban, porque siempre fui así. En ese punto lo único que deseaba era salir del agua, me estaba ahogando. Quería salir.
Salió tan rápido del agua que las chicas quedaron sorprendidas, a pesar de nunca haber nadado sabía perfectamente cómo hacerlo, así que solo se sumergió y salió con agresividad golpeándose con fuerza una rodilla, poco le importó el dolor cuando salió corriendo lejos de ahí, estando mojado e ignorando los gritos de disculpas de las chicas. Lloró mientras tomaba sus cosas y salía de ese lugar, lloró estando en los baños y cubrió su boca para no hacer ruido, no quería que nadie lo escuchase. No podía soportar el peso de sus recuerdos que no le pertenecían.
—Gyu...— Escuchó la voz de Yeonjun y se obligó a calmarse. — ¿estás aquí?
Contuvo la respiración y cerró los ojos deseando que Choi pasara de largo y lo ignorara, no quería gritarle que se fuera porque solo lo atraería. Buscó calmarse e intentar dejar de llorar, limpió sus lágrimas con la mano que tenía libre y en ningún momento despegó la otra de sus labios. Pegó su espalda a la pared del cubículo, sabía que Choi se daría cuenta de que estaba escondido por la parte de abajo, sin embargo no quería moverse y hacer ruido.
—Vete.— Pronunció cuando pudo ver sus pies y la sombra que reflejaba. —Estoy bien.
Yeonjun intentó abrir la puerta fallando de inmediato, era evidente que Beomgyu no la dejaría abierta para que alguien entrara. No hubo un segundo intento, Yeonjun se recargó en la puerta y Beomgyu no se sintió acorralado, más bien protegido. Un par de chicos entraron preguntando por él y por su extraño comportamiento, Choi les dijo lo más simple; un dolor de estómago fuera de control. Fue suficiente para los demás y se fueron. Quiso agradecer pero si hablaba su voz se quebraría al no estar calmado por completo.
—Me dan mucho miedo las alturas— Habló Yeonjun con tranquilidad rompiendo el silencio. —Las montañas rusas son mi pesadilla, también la rueda de la fortuna, las detesto... Una vez...
Y siguió escuchando a Yeonjun por largo rato mientras que olvidaba poco a poco el mal rato que había pasado.
—¿no sabes nadar?— Preguntó Yeonjun cuando los minutos habían pasado y cada vez se hacía más tarde, Beomgyu seguía en el baño.
—Se hacerlo.— Admitió con tranquilidad sentado contra la puerta. A pesar de que Yeonjun pudo asomarse por debajo no lo hizo y eso le dio seguridad a Beomgyu. —Nadar, atletismo, futbol, basquetbol...
—¿me estas presumiendo?— Beomgyu sonrió. Sabía hacer todas esas cosas, pero su cuerpo no las haría. —Yo se bailar, eso ya es un punto. ¿Sabes bailar?
—No se hacerlo.
En sus recuerdos, en sus largos recuerdos, nunca bailó, nunca tuvo una pareja con quien hacerlo y a pesar de ver a sus padres todo el tiempo ellos no lo hacían de manera seria y terminaban solo dando vueltas en la sala de estar. Nunca había pensado en ello, toda su concentración respecto a la música se iba a escribir letras para las melodías o componer de forma directa estando sentado y tocando algún instrumento. El largo silenció de Choi lo hizo dudar un poco de si seguía ahí.
—Yo te enseñare.
No se negó a ello. Nunca lo había intentado, era algo nuevo y no se negaría a una oportunidad de no revivir viejos recuerdos si no de crear nuevos, de aprender por su cuenta algo que no sea de la escuela o de un libro, de experimentar. Salió del cubículo haciendo caer a Yeonjun de espaldas. Su rostro por fin se encontraba seco y su mente despejada dejándolo pensar con claridad.
—Puedes enseñarme.
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