Capítulo 1: Direccionando
"...Nunca dejes de soñar y mañana al despertar, ve la vida con amor. Sonríe, sonríe..."
-Sonríe/Luis Miguel
Domingo 05 de enero del 2025, Montreal, QC, Canadá.
Eran casi las diez en punto, la suave brisa fría de esa noche de invierno y la tenue luz de la luna se filtraba a través de las cortinas lilas de la ventana, proyectando un débil resplandor sobre las paredes repletas de estanterías. Cada rincón del estudio de Melissa estaba repleto con libros de cubiertas y títulos de misterio, ciencia ficción y novela negra, géneros que amaba desde siempre, pero que contrastaban notablemente con su habilidad innata para escribir romance. En el aire flotaba el sonido etéreo de El vals de las flores de Tchaikovsky, que resonaba suavemente desde el altavoz de su escritorio, un acompañante fiel en sus noches de escritura.
La oscuridad de la habitación era interrumpida apenas por la cálida luz de su lámpara con forma de árbol de cerezo, cuyas pequeñas luces de colores danzaban como estrellas. Frente a ella, una vela aromática chisporroteaba en silencio, llenando el espacio con un ligero aroma a vainilla y lavanda, la mezcla predilecta para calmar la ansiedad que a menudo la acechaba, y su luz oscilante iluminaba apenas los colores vibrantes de la réplica de La noche estrellada de Van Gogh, su pintura favorita que colgaba en la pared frente a ella, mientras que el brillo plateado de las hojas de su planta Tradescantia descansaba en el agua de un frasco sobre el escritorio.
El teclado de la laptop resonaba con un ritmo constante, casi sincronizado con los latidos de su corazón, un corazón que llevaba días arrastrando un peso que sabía que era hora de soltar por completo y todo en conjunto, acompañaba a Melissa en su viaje por las primeras líneas de su nueva novela, envuelta en una caricia melancólica que la abrazaba con la familiaridad de toda su vida.
Aunque las palabras fluían con facilidad, su mente le decía que tenía que llevar este proceso con calma, puesto que lo que estaba a punto de relatar era algo delicado y que debía de tratarse con cuidado. A pesar de los muchos libros que había vendido y las ferias literarias a las que había asistido, esta historia tenía algo diferente: un reflejo más cercano a ella, un desafío mayor y también, la promesa de cerrar un ciclo.
Mientras escribía, Melissa se mordió el labio, un gesto inconsciente que delataba la tensión contenida. De vez en cuando, se detenía, fruncía el ceño y suspiraba, llevando una mano a su cabello rizado para enrollar un mechón entre sus dedos antes de soltarlo con un movimiento nervioso.
-Es irónico, ¿no? -Murmuró para sí, ajustándose las gafas que se le habían resbalado por el puente de la nariz (y necesitaba igual que el aire que respiraba) con un dedo-. Que ame escribir romance, pero nunca lo lea.
La frase quedó suspendida en el aire, resonando con una verdad que prefería no analizar demasiado y eso la llevó a detener su mirada por unos segundos en su biblioteca. Sus ojos recorrieron los estantes llenos de libros a su alrededor: novelas detectivescas, policiacas y de aventuras... Todo, menos romance. Excepto por una saga que destacaba como un recuerdo de otro tiempo: El Infierno de Gabriel. Había leído esos cuatro libros cuando tenía 16 años, una época en la que su corazón estaba lleno de esperanza.
Ahora, sabía que no podía soportar leer historias de amor con finales tristes o angustiantes, o ambos; su salud mental dependía de ello y la incertidumbre de saber si algo iba a terminar bien o no, no era lo que buscaba en la literatura. Ese era su escape, su refugio. Después de todo, la vida real ya era suficientemente angustiante y te rompía con tanta facilidad como para que el mundo de las letras, su mundo, fuera igual. No, eso no iba a ser así y se aseguraba de ello con mucha constancia y firmeza. Por eso, había elegido el romance como su género para escribir. Solo en sus propias historias podía garantizar un final que no lastimara a nadie, principalmente a ella misma. Necesitaba el control, al menos en el papel.
Melissa suspiró y continuó escribiendo, dejando que sus pensamientos la guiaran. Unos segundos después, terminó el párrafo en el que estaba trabajando y se inclinó hacia la pantalla observando las palabras que había escrito. Su mente reflexionaba sobre cómo las personas más decepcionadas del amor parecían ser las mejores narradoras de este género. Era casi una regla general en la literatura: quienes habían sufrido en la vida real, volcaban en sus historias todo ese amor que seguía brotando de sus corazones, buscando una vía para canalizarlo, de hacerlo salir de alguna manera. Porque ya no tienen espacio para ello en sus vidas reales y lo alejan, pero lo transforman en arte porque aun así, siempre será parte de ellas.
Meli asintió para sí misma y sus labios se curvaron en una sonrisa sutil, casi imperceptible. "Soy de esas personas". -Pensó mientras sus dedos retomaban el ritmo en el teclado. Lo que escribía era prueba absoluta de ello.
Cuando finalizó el prólogo, leyó las últimas líneas en la pantalla, llenas de emociones crudas y sentimientos apenas cicatrizados y, sonrió satisfecha. Al terminar, apoyó la barbilla en la mano y se quedó mirando la pantalla con una mezcla de cansancio y satisfacción:
-¿Pero qué clase de persona soy? Es decir, ¿de verdad voy a abrir mi peor caja de Pandora para revivir uno de los momentos más horribles de mi vida y hacerlo un libro? -Se preguntó en voz alta, riendo suavemente con genuina complicidad y en ese momento, un gatito callejero al que acaba de encontrar cerca de su casa unos días atrás solo, bajo la lluvia y el frío, saltó en sus piernas y se acurrucó en su regazo. Eso la hizo sonreír más y lo acarició, haciendo que Dorian emitiera un leve ronroneo-. Sí, lo voy a hacer. Lo necesito, y cuando acabe, habrá valido totalmente la pena, porque al fin podré sanar por completo. Creo que mi psicóloga estaría orgullosa de mí.
Después, se pasó una mano por el rostro, acariciándose la frente como si eso pudiera aliviar el peso de sus pensamientos y tras guardar el documento y cerrar la laptop, Melissa se dejó caer contra el respaldo de su silla y exhaló un largo suspiro. Miró el árbol de luces en su escritorio, un recordatorio de que incluso en la oscuridad podía haber belleza; su amor por la escritura había sido su refugio durante los últimos cinco años, su ancla en medio de tormentas internas y ahora estaba más convencida que nunca de que jamás dejaría de escribir.
Un momento después, tomó su celular que descansaba sobre su escritorio y sin pensarlo demasiado, envió un mensaje a su mejor amiga, Saraí:
"Esto va a ser más difícil de lo que pensé, apenas llevo escrito el prólogo y no tienes idea de cómo tengo los ojos rojos de tanto llorar... ¡Solo con el prólogo! Escribir esta novela me va a implicar esfuerzo y desgaste de muchas maneras... Definitivamente me tomaré mi tiempo."
La respuesta de ella llegó casi de inmediato:
"Todos tenemos diferentes formas de sanar, esta es la tuya. Sigue así y tómate tu tiempo. No te presiones, te deseo mucha suerte. Y por cierto, sé que te ira de maravilla mañana, felicidades de nuevo, lo harás genial. Te amo."
Melissa sonrió al leer el mensaje, dejando de nuevo el teléfono en su lugar para después, dejar a Dorian en la cama. Tras levantarse, se estiró con un leve gemido, dejando que su cuerpo y mente se tomaran un respiro. Su mirada se desvió hacia la laptop cerrada y por un momento, pensó en cómo cada palabra escrita esa noche era un reflejo de su propio viaje hacia completar la sanación que tanto anhelaba. Había terminado por hoy, pero sabía perfectamente que un nuevo comienzo la esperaba al día siguiente.
Ser la nueva directora de la Universidad de Montreal no solo era un cargo, era la culminación de años de esfuerzo, de lucha contra las dudas y las miradas que la habían desafiado durante toda su vida. Melissa sabía que su experiencia y liderazgo la habían llevado lejos, pero también era consciente de lo mucho que había tenido que superar para llegar hasta ahí. Estaba lista.
Miró la hora en su celular: las 10:30 p.m. Sonrió y suspiró, dejando que una sensación de emoción venciera su preocupación. "Será un gran día". -Se dijo en su mente mientras ponía música en su celular-. Las primeras notas de su canción favorita de toda la vida, llenaron la habitación mientras comenzaba a preparar lo que necesitaba para el día siguiente, sabiendo que, a pesar de todo, estaba lista para enfrentar lo que sea que viniera.
Domingo 05 de enero del 2025, Montreal, QC, Canadá.
Oscar observaba a su pequeña hija durmiendo plácidamente en su cama, rodeada por un sinfín de peluches y envuelta en su manta favorita, con impresiones de notas musicales.
La habitación de Alicia era como un rincón mágico, diseñado con amor y cuidado en cada detalle y un reflejo de su inocencia y alegría. Aquella tarde de domingo, padre e hija habían pasado horas decorándola juntos, riendo, debatiendo sobre colores y colocando pegatinas en las paredes. Ahora, el cuarto lucía como un sueño infantil hecho realidad. Las paredes, de un suave lavanda que parecía abrazar el espacio, estaban adornadas con nubes esponjosas y mariposas que parecían flotar entre los rayos de una luna pintada a mano por ambos. Sobre su mesita de noche, una lámpara proyectaba planetas y estrellas, iluminando el techo con un cosmos cálido y acogedor. La luz tenue danzaba sobre las paredes, creando un cielo estrellado que parecía susurrar promesas de aventuras en sueños.
En el centro de la cama, entre los cojines de colores y los peluches de unicornios y osos, destacaba uno en especial: un pequeño gatito gris con un moño azul, que Oscar le había regalado en su cumpleaños anterior. Alicia lo había colocado cuidadosamente junto a su almohada, (un lugar bastante privilegiado) como un guardián silencioso de sus sueños. Él recordaba ese día con claridad, porque Alicia había abrazado el peluche con tanta fuerza que parecía querer retener para siempre el momento.
Oscar se inclinó con cuidado, ajustando la manta sobre su hija y le dio un beso en la frente, dejando que sus labios rozaran su piel tibia. Ella murmuró algo entre sueños, un sonido dulce, casi musical y sonrió suavemente, un gesto que derritió su corazón. Alicia dormía profundamente, con la respiración rítmica y tranquila de los niños que sueñan sin preocupaciones. Su cabello ondulado, aun revuelto por las travesuras del día, caía en mechones suaves sobre la almohada y su rostro. Era como si incluso en sus sueños, supiera que estaba segura, que su padre siempre estaría allí para protegerla. Observándola, Oscar sintió que el mundo entero podía derrumbarse a su alrededor, pero mientras ella estuviera bien, él también lo estaría.
Y así permaneció unos momentos más junto a la cama, contemplándola. La inocencia de su hija era un recordatorio constante de lo que realmente importaba en la vida y sobre todo, de lo increíble y fuerte que era ella, incluso siendo tan pequeña, solo tenía 5 años. A pesar del divorcio con Juliane, Alicia era una niña feliz, sana y tranquila. Oscar se sentía orgulloso de haber construido con ella un hogar lleno de amor y estabilidad.
Los recuerdos del año pasado surgieron como una marea tranquila pero imparable. El divorcio había sido duro, pero el momento en que Juliane decidió cederle la custodia total de Alicia fue un giro inesperado. La corte había respaldado esa decisión después de que ella admitiera que no estaba en condiciones físicas, mentales, emocionales ni económicas para criar a su hija y aunque al principio la idea de criar a Alicia solo lo llenó de miedo, ahora no podía imaginar su vida sin ella. Alicia era su ancla, su razón para levantarse cada mañana. Alicia lo llenaba de propósito, de ganas de ser mejor cada día.
"Haré todo lo que sea necesario para que siga siendo feliz". -La idea surcó su mente mientras le daba un último beso en la frente. La niña volvió a sonreír entre sueños y Oscar sintió una paz que pocas cosas podían ofrecerle. Después, se retiró de la habitación, dejando que el tenue resplandor de la lámpara de estrellas y planetas ayudara a que su cuarto no se quedara completamente a oscuras.
Al salir, sus ojos captaron los juguetes que Alicia había dejado tirados en el pasillo. Con un gesto tierno y resignado, se agachó y recogió un par de piezas de lego y una muñeca que Alicia había olvidado y los colocó sobre el sofá en la sala.
-Mañana los guardaremos. -Sonrió, acomodándose las gafas antes de continuar hacia su propia habitación.
Su cuarto era sobrio, elegante en su simplicidad y un remanso de serenidad. Las paredes estaban pintadas en un tono suave, similar al café con leche que contrastaban con la madera oscura de sus muebles y sobre la pared principal, colgaba una reproducción de Los girasoles de Van Gogh, una de sus pinturas favoritas. Cerca de la puerta de acceso, se desplegaba una estantería repleta de libros que era un testimonio de sus pasiones: historia del arte, técnicas de artes visuales, novelas de detectives, de época y cuentos de fantasía y aventuras, los favoritos de Alicia. Cada noche leían juntos uno antes de dormir, un ritual que ambos adoraban. Una cama amplia (en donde muchas veces Alicia había corrido a esconderse en sus brazos cuando una pesadilla la hacía despertar) con sábanas blancas perfectamente estiradas ocupaba el centro del espacio y frente a ella, un ventanal ofrecía una vista espectacular del parque Mont Royal. Los árboles desnudos parecían manos extendidas al cielo, cubiertos de una nieve suave y fresca que brillaba bajo la luz de la luna. El lago, parcialmente congelado, reflejaba la silueta de la noche, creando un cuadro invernal que invitaba a la contemplación.
Oscar se detuvo un momento junto al ventanal. El frío de aquella noche de invierno parecía colarse por el cristal, pero dentro del apartamento, el calor de la calefacción y la serenidad del ambiente lo mantenían cómodo. Se frotó las manos contra el rostro, como si intentara borrar el cansancio del día, y se pasó los dedos por el cabello rizado, donde algunas canas comenzaban a asomarse. Suspiró, quitándose las gafas y dejándolas sobre la mesita de noche, junto a una fotografía enmarcada de él y Alicia en un parque cercano, ambos riendo.
Su mente divagó hacia el día siguiente. La llegada de la nueva directora de la universidad era algo que lo mantenía inquieto. Ciertamente, no era un hombre que disfrutara de las sorpresas; prefería tener todo bajo control, prever cada detalle. Las circunstancias vividas lo habían obligado a preferir lo seguro y predecible a la incertidumbre y los cambios brucos. Y esto era el ejemplo perfecto de lo que no soportaba. Pero el hecho de que esta mujer fuera joven lo desconcertaba aún más. ¿Qué podía esperar? ¿Qué tipo de cambios traería?
Cuando volvió a la cama, se metió bajo las sábanas con un suspiro pesado. Su mirada se perdió en el techo, donde las sombras de las ramas fuera del ventanal creaban formas abstractas. Cerró los ojos e intentó dejar de lado sus preocupaciones y al instante, en su mente, la imagen de Alicia sonriendo mientras dormía, volvió con fuerza.
"Todo lo que haga será por ella". -pensó-. "Alicia lo merece todo".
Con ese pensamiento reconfortante, Oscar cerró sus ojos y dejó que el sueño lo envolviera, llevándolo a un lugar donde la incertidumbre no existía, mientras la imagen de la sonrisa de Alicia lo acompañaba al mundo de los sueños y donde lo único que importaba era el amor incondicional por su hija.
Hola gente, buenas nocheees. Pues, aquí andamos comenzando una nueva historia, la que les dije que iba a empezar en enero y, ya llegó enero y pues, aquí estamos.
Tengo que decirles que esta nueva novela me entusiasma mucho y al mismo tiempo, me da un poco de ¿emoción angustiosa? JAJSAJJSJAJA ¿Eso existe? Y es porque, esta novela va a estar inspirada en mi... Historia personal. Contada desde mi protagonista, Melissa, que también será mi alter ego, Meli, soy yo.
Será interesante, porque habrá momentos hermosos... Y también otros que no lo son para nada. Pero, son importantes, porque son parte de la historia que quiero contar, de la historia que viví y que con esto, podré por fin darle un cierre digno. Al fin estoy lista para hacerlo, después de cinco años.
No tienen idea de como me la voy a pasar chillando mientras escribo este libro pero al final, valdrá la pena, porque Meli tendrá un final en la historia que yo no tuve: un final que no te deje en depresión por 3 años y tocando fondo de una manera horrible y eso, curará mi corazón de la mejor forma posible.
Estoy lista para escribir esto, lo necesito, tengo que hacerlo. Y cuando termine, al terminaré de sanar por completo y de todo corazón, espero que mis lectores puedan sentir lo mismo. 💜✨
Recuerden que este espacio siempre será para crecer, sanar y mejorar. Por lo menos, es lo que yo busco con mis libros. Así que, bienvenidos a esta nueva historia y desde ya, gracias por acompañarme.
¿Vamos a llorar? JSJSJAJSJAJSJAJ, un chingo, pero descuiden, al final, todo valdrá la pena. Pero si yo lloro escribiendo, ustedes lo harán conmigo. Jejejeje. Les juro que me la voy a pasar llorando con cada capitulo que escriba, para amanecer con los ojos bien hinchados al día siguiente (si de por si lloré con el prólogo JSJAJSJA) A ver si un día no me regañan en mi c asa por estar chillando jajjajsjaj pero me vale, lo necesito y será hermoso escribir esto y poder darle un cierre diferente, uno que le ponga un curita a mi corazón y a todo aquel que lo lea. 💜✨
Bienvenidos todos. 💜✨
P.D: Esta novela tiene para mí, una carga emocional demasiado fuerte, por lo que escribirla me va a llevar tiempo y me va a desgastar de muchas formas, por lo que les pido paciencia, ya que me voy a tomar mi tiempo para escribirla poco a poco y así, poder transmitir todo lo que quiero sin que me consuma y quedarme sin agua en el cuerpo de tanto llorar JSJAJSJA. Gracias por su comprensión, los quiero mucho.
P.D.2: Este capitulo de inicio va dedicado a mi querida amiga @_TheWinterV_ quien ha estado conmigo desde el inicio, desde que le conté la idea y que me ha brindado su apoyo porque sabe lo especial que es para mí esta novela. Te quiero mucho. 💜✨
Nos leemos pronto, laters gators. :3
Y claro, como siempre, agradezcamos a este hombre por ser mi musa maravillosa y quién va a ayudar a terminar de curar mi corazoncito que me hicieron caldo quien sabe cuántas veces a lo largo de esta novela. :'3 Te amo, Oscar Isaac Hernández Estrada.
Quiero poner imágenes de este tipo también al final de cada capítulo porque, como les dije, van muy adecuadas al enfoque de la novela. Espero las disfruten también. nwn
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