21
El dolor que siente en su pecho, apenas le permite respirar. Antes, cuando su exnovio Jay le rompió el corazón en tantas oportunidades y durante tanto tiempo se sintió triste, muy triste. Ahora, en cambio, al haber descubierto la traición de Jeon, a quien consideraba su protector y a quien admiraba profundamente por su fortaleza, Jimin siente que ha muerto en vida. Se siente vacío, tal como se sentía cuando entró a la prisión.
Jimin pasa los días y las noches acostado en la incómoda cama de su celda. Apenas come porque no siente hambre, pero también porque quiere evitar encontrarse con Jeon.
Jeon, por su parte, no ha buscado al azabache desde que su engaño fue descubierto. Sin embargo, al igual que Jimin, Jeon se ha abstraído completamente de la realidad que se vive dentro de la prisión. Namjoon se encarga de llevarle comida cada día. Mañana, tarde y noche. Eso sí, Jeon está acompañado en todo momento por Jihoon.
Estar encerrado, sabiendo que el hombre que ama está con otro chico, está matando a Jimin por dentro. Cada día y cada noche son una tortura para él.
Días después, al despertar, Jimin sale de su celda, baja la escalera con mucha prisa. Desesperadamente, busca hablar con un oficial.
—Necesito hacer una llamada —le dice a uno de los oficiales de la prisión.
—Debes presentar una solicitud...
—¿Una solicitud? ¡Carajo! ¿Y dónde la puedo hacer?
—Búscame después del desayuno y yo te llevaré a la oficina para que la hagas.
—De acuerdo.
Jimin corre a las duchas y luego baja a desayunar. Lastimosamente, para él, justo ese día Jeon también fue al comedor y Jihoon se sentó junto a él. Muy cerca.
Jeon se ve tranquilo y aunque no levanta demasiado la mirada, sabe que Jimin está ahí, pues lo vio mientras bajaba la escalera.
En un momento, casi finalizando la hora del desayuno, Jeon eleva la cabeza y su mirada se cruza con la de Jimin. Solo segundos después, vuelve su mirada hacia la bandeja que está sobre la mesa.
Jimin, por su parte, se estremece al ver a quien fuera su hombre hasta hace tan solo unos días atrás. Se siente desolado.
Al terminar su desayuno, se acerca nuevamente al oficial con el que habló antes. Jimin es llevado hasta una oficina en donde completa una solicitud para poder realizar la llamada.
—Debes colocar el nombre de la persona a la que llamarás y su número telefónico aquí - le explica otro oficial que está sentado en un minúsculo escritorio.
—De acuerdo.
Al final de la hoja, Jimin ve la palabra prioridad con las opciones normal y alta.
—¿Aquí debo colocar alta si es algo urgente? —pregunta.
—Sí.
—Entiendo. ¿Y cuánto tiempo se demoran en autorizar la llamada?
—Si es urgente, en un día te darán la autorización si se aprueba tu solicitud.
—¿Y si no la aprueban?
—A ti te la aprobarán. Tienes un historial intachable.
—Ok. Aquí está —le entrega el documento después de haberlo firmado.
Se va a su celda y no sale de ahí, hasta la hora de la cena. Por suerte, no se encuentra con Jeon. Aunque se topa en las escaleras con Namjoon, quien lo mira con compasión, pero Jimin lo ignora.
Al día siguiente, al terminar de desayunar, un oficial se acerca al chico y le pide que lo acompañe. Jimin intuye que lo llevarán al área de teléfonos para que pueda realizar la llamada que solicitó el día anterior.
Luego de recorrer largos pasillos, esposado y siendo escoltado en todo momento por un oficial, Jimin llega al área de teléfonos y el oficial le indica el teléfono que debe ocupar.
Jimin levanta el auricular y marca el número bajo la atenta supervisión del oficial.
—Tienes diez minutos —le advierte.
—Solo necesito dos —le responde él.
El teléfono replica un par de veces antes de que una voz masculina conteste al otro lado de la línea.
—¿Aló?
—Hola, soy Jimin.
—Jimin, qué sorpresa. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien. Solo llamo para decirle que quiero cambiar mi declaración lo antes posible.
—Hoy mismo iré para allá —le asegura su abogado.
—De acuerdo.
Luego de finalizada la llamada, el azabache vuelve a su celda. Se queda allí durante horas, esperando a que su abogado lo visite.
Sus pensamientos son los mismos de cada día. Sufre pensando en la traición de Jeon y a la vez intenta reconfortarse imaginando el momento en que saldrá de prisión.
Por la tarde, el oficial lo busca nuevamente para que lo lleve a la entrevista con su abogado. Al llegar hasta la sala dispuesta para aquello, Jimin se encuentra con la sorpresa de que su padre también está allí.
—¡Papá! —vocifera y ambos se abrazan con fuerza. Seguidamente, Jimin comienza a llorar desconsoladamente.
—¿Hijo, estás bien? ¿Te hicieron algo?
Jimin quiere contarle a su padre lo que siente, pero no quiere exponer a Jeon. No quiere dejar en evidencia lo que su padre sospechaba.
—Nada papá, Solo estoy feliz de verte.
Yo también hijo. Y estoy feliz de que hayas reflexionado y que ahora vayas a cambiar tu declaración.
—Hola Jimin —lo saluda el abogado.
—¡Ah! Hola. Lo siento, me distraje con la presencia de mi padre. No esperaba verlo hoy.
—No te preocupes. Sentémonos por favor —le pide su abogado.
El profesional le entrega un papel y le indica que en él debe escribir su nueva declaración sobre su caso. Por supuesto, siendo guiado por el abogado.
Minutos después, Jimin termina de redactar la declaración y pregunta:
—¿No debo firmarla?
—Aún no. Primero debo revisarla.
El abogado lee el documento con mucha atención y se lo devuelve a Jimin.
—Ahora puedes firmarla.
Entonces el chico firma el papel con una gran sonrisa en su rostro.
—¿Y ahora qué pasará?
—Le entregaré tu nueva declaración al fiscal. Con este documento más la confesión de Jay el juez dictará la anulación de tu sentencia.
—¿Jay confesó?
—Así es.
—¿Ustedes hablaron con él?
—No. Nosotros hablaríamos con él después de tener tu declaración, pero extrañamente, él se nos adelantó.
En ese momento Jimin recuerda la conversación entre Jay y Jeon. Conversación en la cual él no pudo participar porque Jeon no se lo permitió.
Tal vez Jeon se lo pidió. ¿Pero por qué Jay accedería a confesar su delito?
—Pronto nos veremos en casa, hijo.
—Eso espero papá.
—Así será —concluye el abogado.
Casi una semana después de tortura, viendo a Jeon con Jihoon pegado como una maldita lapa cada día, Jimin por fin recibe la noticia que tanto ha estado esperando: Ya es libre. En veinticuatro horas podrá abandonar la cárcel para volver a su hogar, junto a su padre.
Ese mismo día, Namjoon, quien siempre está al tanto de las novedades que suceden en la prisión, se entera de que Jimin saldrá en libertad y se lo informa a Jeon. El rudo hombre, examante del chico, se muestra aliviado al oír la noticia. Por fin, deja ver una sonrisa, aunque pequeña en su rostro.
—¿Le contarás? —le pregunta Namjoon.
—No lo sé.
—Si él se entera de la verdad y quiere quedarse aquí, no podrá hacerlo de ninguna manera. No se lo permitirán.
—¿Y si no me cree? ¿Y si no me perdona que le haya mentido tan cruelmente? Le hice daño Namjoon, mucho daño.
—Creo que él debería saber la verdad antes de salir de aquí.
—Quizás no tenga sentido. De todas maneras no nos volveremos a ver.
—Al menos acepta la ayuda de su padre.
—No tengo cara para hacer eso, Namjoon. Si Jimin le contó a su padre lo que cree que yo le hice, su padre me odiará también.
—Piénsalo. Tienes una única oportunidad para sincerarte con él y es ahora ya. Él mañana se irá y no volverás a verlo jamás.
—Él se merece alguien mejor que yo —concluye Jeon con un suspiro.
Esa noche, debido a la ansiedad, tal vez, Jimin no puede conciliar el sueño y se desvela hasta altas horas de la madrugada. Soñó tantas veces con ese momento, aunque estando con Jeon, con el hombre que lastimosamente aún ama.
Soy un tonto.
Aún sigo pensando en él a pesar de lo que me hizo. A pesar de que ahora está con otro chico. A pesar de que ya no existo para él.
No sé qué pude haber hecho mal. ¿Por qué Jeon dejó de quererme? Tal vez nunca me quiso.
Y si mi padre tenía razón y Jeon solo me estaba manipulando. ¡No! ¡Maldición Jeon!
¡¿Por qué me mentiste?!
Jimin llora y se lamenta profundamente por haber perdido el amor de Jeon. Su primer amor.
A la mañana siguiente, Jimin despierta con los ojos hinchados y sintiéndose intranquilo. Está feliz y ansioso por salir de prisión, pero cree necesitar una última conversación con Jeon. ¿Una explicación? ¿Una conclusión? ¿O ambas? Quiere buscarlo, pero no desea sentirse aún más humillado. Teme que Jeon lo rechace y eso acreciente su sufrimiento.
Va a las duchas y luego al comedor. Busca sigilosamente a Jeon con la mirada, sin embargo, no lo ve. En su cabeza ronda la idea de buscarlo en su celda, pero no está convencido de aquello. Entonces decide volver a su celda para esperar que algún oficial vaya por él y lo lleve hasta la salida de la prisión. Sube las escaleras y camina lentamente por el pasillo. Abstraído en sus pensamientos, el chico avanza hasta su celda manteniendo la vista en sus pies. Entra a su celda y cuando alza la mirada, se encuentra de frente con Jihoon. Por supuesto, Jimin le clava la mirada con hostilidad. A pesar de aquello, Jihoon se atreve a hablarle.
—Jimin, yo, um... no tuve otra opción, lo siento.
—¿Él te obligó? —le pregunta el azabache con el corazón apretado, cuando es interrumpido por una voz profunda e iracunda.
—¡Jihoon! —vocifera Namjoon mientras se asoma por la entrada.
—Tengo que irme, adiós Jimin —se despide Jihoon y se va presuroso. Namjoon lo sigue.
Seguidamente, un oficial entra a la celda y le pide a Jimin que vaya por sus cosas. La hora de su salida ha llegado.
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