12
Recostado sobre su regazo, el chico de cabellos oscuros siente el calor del sol en su rostro. Jeon acaricia su cabeza, mientras conversa con Namjoon.
—Quiero que te encargues del reclutamiento de hoy. Elige solo uno y llévalo hasta mi celda.
—Como digas Jeon.
—¿Llegaron nuevos prisioneros? —pregunta Jimin.
—Así es.
—Espero que no se te ocurra buscar otro chico, Jeon.
Jeon sonríe y niega con la cabeza.
—No lo haré. Creo que no podría soportar un ataque de celos de tu parte.
El chico abre sus ojos y su boca, simulando estar muy ofendido ante las palabras de Jeon.
Namjoon ríe y se pone de pie.
—Nos vemos luego —se despide —Vamos Jihoon.
La pareja se queda unos minutos más en el lugar, antes de entrar al comedor.
Esa tarde, todos los reclusos, incluyendo Jeon, esperan en la fila por su alimento. Ya no le exige a Jimin que se encargue de llevarle la comida a la mesa. Se sientan en la mesa de siempre.
—Si sostienes mi brazo todo el tiempo, no podré comer.
—Lo siento —le dice con timidez.
Jeon le guiña el ojo y le muestra una leve sonrisa.
—¡Miren! —les advierte Jihoon —Esos son los nuevos.
—¿Cómo lo sabes? —le pregunta Jimin.
—Porque todos los están observando.
—Sí, esos dos son nuevos aquí.
Jimin se voltea para mirar y queda congelado al ver a uno de los reclusos recién llegados. No lo puede creer. Su exnovio está parado en la fila para recoger su comida. Rápidamente, el azabache vuelve a voltearse esperando de que Jay no lo haya visto.
¿Qué está haciendo Jay aquí? ¿Acaso confesó que las drogas son suyas?
—¿Qué pasa Jimin?
—Nada... Jeon.
—Estás pálido —le dice Jihoon.
—Um, creo que me cayó mal la comida.
—¿Es la alergia? —le pregunta Jeon haciendo un ademán para levantarse del asiento.
—No, no es la alergia, solo me siento lleno.
—Pero no has comido casi nada —le cuestiona Namjoon.
—¿Quieres ir a la celda? —le pregunta Jeon.
—¡No! Digo, aún no. Eh... trataré de comer un poco más.
—De acuerdo —le dice Jeon mirándolo extrañado.
El azabache, rato después, se asegura de que Jay ya no se encuentre en el comedor para levantarse de la silla e irse a la celda de Jeon con él.
—¿Te sientes mejor? —le pregunta al subir la escalera.
Jimin se siente mal por mentirle, pero no sabe bien, cómo decirle que su exnovio acaba de ingresar a la cárcel.
Si Jeon se entera de lo que me hizo, lo molerá a golpes.
—¿Jimin? —insiste Jeon.
—¿Ah?
—Te pregunté si te sientes mejor del estómago.
—Sí, me siento bien —le responde nervioso.
Infortunadamente, Jeon, nota el nerviosismo de su chico y eso crea suspicacia en él. No obstante, no le hace saber su inquietud.
Al estar ya en la celda, Jeon le pide a Jimin que lo espera tan solo un momento. Sale de la celda para conversar con Namjoon.
—Estaré aquí afuera, ¿de acuerdo?
—Ok.
—No vayas a ningún lado.
—No iré a ningún lado, no seas sobreprotector.
—Hablo en serio. No te muevas de aquí.
—Está bien, no lo haré.
Jeon cuida de Jimin todo el tiempo. Dentro del recinto existen muchos reclusos que quieren dañarlo y el golpe más bajo que podrían darle, sería lastimando a su chico.
Durante algunos minutos, Jeon le da algunas instrucciones más para que cumpla la misión de esa noche, que es reclutar al menos a un soldado para su facción.
Jimin, quien ya se prepara para descansar, se recuesta relajado sobre la cama.
—Hola Jimin —se escucha una voz conocida para el chico.
Con espanto de gira para ver quién lo saluda, pero él ya lo sabe muy bien. Pudo reconocer su voz.
—¡Jay!
—Hola —lo saluda viéndolo desde la entrada de la celda, con las manos en los bolsillos y apoyado en la pared.
¿Q-qué estás haciendo aquí? Debes irte ahora.
—Escucha Jimin, sé que tal vez no quieras hablarme, pero quiero explicarte lo que ocurrió.
—¿Qué vas a explicarme Jay? Me usaste para salvar tu pellejo y después me abandonaste.
—Tuve que irme, de lo contrario me matarían.
—Pero dejaste la droga en mi auto, Jay.
—La dejé ahí pensando que podría volver a buscarla después. Nunca pensé que la policía te arrestaría.
—¿Y estás aquí porque confesaste?
—Um, no. Me encerraron... por otra cosa. Jimin, si digo la verdad me echarán más años encima.
—Pero yo soy inocente. ¡Debes decir la verdad!
—Perdóname Jimin...
—¿Qué pasa aquí? —pregunta Jeon al entrar a la celda con el entrecejo fruncido y la mirada clavada en Jay.
—Nada, Jeon. Él ya se va.
—¿Y tú quién eres? ¿Y qué carajos haces en mi celda?
—Soy Jay. Creí que esta era la celda de Jimin.
—¿De dónde conoces a Jimin?
—Él y yo estudiamos juntos —se apresura a mentirle el azabache.
Jeon observa con recelo a Jimin, pues ya se ha dado cuenta de que está mintiendo.
—¡Lárgate de mi celda! —le exige a Jay.
El exnovio de Jimin ojea a Jeon y esboza una sonrisita burlona.
—¿De qué te ríes idiota?
—Dile la verdad bebé —le dice al chico antes de salir.
Jeon se sulfura, pero no detiene a Jay. En cambio, se gira a mirar a su chico.
—¿Bebé? —le pregunta alzando las cejas.
Jimin exhala resignado.
—Jay es mi exnovio.
—Si vuelve a llamarte bebé, le romperé las piernas.
—Hablaré con él.
—¡Claro que no!
—Él no sabe que tú y yo...
—No te preocupes, yo le haré saber que tú eres mi chico.
—¿Qué vas a hacer Jeon?
—Tranquilo, solo será una conversación para advertirle lo que podría pasarle si no se aleja de ti. Pero si después de eso insiste en ser cariñoso contigo, lo lamentará.
—Por favor no le hagas nada.
Las palabras de Jimin, causan el repentino cambio de humor de Jeon. Su expresión cambia de enojado a desconcierto. Lo mira extrañado.
—¿Aún... sientes algo por él?
—¡No! Ya no siento nada por Jay. No quiero que le hagas nada para que no te lleven a la celda de castigo.
—Voy a dormir —se quita la ropa y se mete debajo de las sábanas.
El chico replica la acción y se acuesta a su lado extendiendo su brazo sobre el pecho desnudo de Jeon. Eleva su cabeza para alcanzar sus labios y le da un tierno beso.
—No pienses tonterías. Tú eres el único hombre con quien quiero estar.
Entonces Jeon, acaricia la cintura del chico con sus palmas y atrae su cuerpo hacia el suyo. Se besan.
Si Jeon sabe que estoy aquí por culpa de Jay, lo matará.
Al día siguiente, después de la hora del desayuno. Jeon y su chico están en la celda del mayor. Conversan, ríen y cada cierto rato se dan húmedos besos y caricias mutuas. El episodio de la noche anterior, al parecer, ya está superado, aunque no olvidado para Jeon.
—¡Jeon! —grita Namjoon desde el exterior de la celda.
—Pasa —le responde mientras se pone de pie.
—Ya estamos listos.
—Debo hacer algo. Espérame aquí.
—¿A dónde vas? —le pregunta curioso el azabache.
—Volveré pronto —le responde y acaricia su barbilla.
—¡Vamos! —le dice a Namjoon y se van.
Jeon, espero que no vayas a hacer lo que estoy pensando. Sé que dijiste que solamente hablarías con Jay, pero eso no va contigo.
¿Será capaz Jeon de cumplir lo que le dijo a su chico?
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