Capítulo 29✔️

Narrador Drag Müller

Verla tan seria, tan distante hacía mí, me da a entender que lo que una vez nos unió, fue lo mismo que nos separó.

Qué cada día que pasa, el odio y el rencor por las acciones del pasado, pronto nos cobrará una factura muy alta.

La veo marcharse en su auto, y la dejo ir con todo el pesar del mundo.

Mi creación, mi prometida y mi cómplice, por fin se ha ido.

Pero no es tiempo de lamentos o arrepentimientos, sino de seguir los planes sin distracciones.

Dado a mis obligaciones como General en Jefe de las Fuerzas Especiales y Comandante del departamento Antidrogas de Alemania, debo regresar lo antes posible a mi nación, pues hay un sujeto que amenaza mis aspiraciones a presidente.

Bryan Grosfiad, mi mayor oponente político, otro militar con ideales de justicia, equidad y paz.

Admito que el sujeto es inteligente pero es muy inocente, y en éste mundo, eso es un pecado.

Mis hombres se encargan de mi regreso. María, ya se encuentra en Alemania, en una de mis casas.

Desearía que mi Roja, fuera conmigo, pero por cómo están las cosas, es mejor que estemos separados por un tiempo.

Veo a mis Sombras, ir de un lado a otro, sin embargo, detengo a Vianko, mi tercero al mando.

Plancha, acércate.

— ¿Algún problema, Diablo?— dice profesional como siempre.

— Tú no vendrás con nosotros— ordenó.

— ¿Hice algo mal?— pregunta confundido.

— No. Necesito a alguien de mi confianza absoluta para que se quede y vigile cada paso que dé Samantha, mientras yo no esté aquí, pero sin intervenir— le explico.

— ¿Y por qué no se queda Tiburón? Él se la lleva mejor con ella— dice indignado y asqueado por pasar tiempo con mi Roja, al parecer aún no olvida sus rencores— Además, él es su escolta, no yo.

— Entiendo que tú y ella no se toleren. Pero, espero que seas profesional con ésto. No se lo encargo a Alexander, por que él está vinculado afectivamente con ella, cosa contraria a ti.

— ¿No confía en él?— pregunta.

Entiendo su duda. En éste negocio uno nunca sabe quién trabaja para quién. A pesar de eso, sé perfectamente que mis Sombras, jamás me traicionarían.

Sin embargo, eso no significa que su lealtad siga estando conmigo al cien por ciento.

— Le confiaría mi vida a cualquiera de ustedes tres. Pero ésto te lo confío a tí— aclaro.

— Entiendo señor. ¿Me quedaría bajo perfil o que ella se dé cuenta?— pregunta.

— ¿Tú que crees?— digo— Quiero que todos los días me informes que ha hecho y que no, a quién frecuenta, si come o no; en fin absolutamente todo.

— Como ordene. Permiso— dice y luego se retira.

———

Al llegar a la mansión en Alemania; María, nos recibe, y me informa que siguen llamando del Departamento.

— ¡Mi Diablito, por fin has regresado a casa!— dice muy eufórica.

— Déjate de palabrerías— digo llevándola a mi habitación— Dame lo que quiero, que tengo poco tiempo.

El viaje a casa había sido realmente agotador, y ya que, mi intimidad con Samantha, estaba siendo poca para no decir nula, mis ganas por estar con una mujer, me tenían de muy mal humor.

— Tú eres el jefe, que se esperen— dice mientras se desnuda para mí.

...

Una hora después, me encuentro sólo en mi cuarto, colocándome mi uniforme del ejército.

— ¡Qué raro, que la insólita no vino contigo!— dice María entrando sin permiso a mi habitación— ¿Por qué no se vino?— pregunta curiosa.

— Para no soportarla, te interesa mucho— digo provocándola.

— Sólo pregunto para saber a qué santo debo agradecerle. Últimamente no se separaba de ti— dice.

— Te recuerdo que ella es mí mujer, y debe estar junto a mi siempre— le digo.

— Señor— dice el Perro entrando al cuarto— Ya el carro está listo, nos marchamos cuando lo ordene.

— Ahora mismo— digo apartando a María, de mi camino— Es probable que no regrese a dormir.

...

Media hora después nos encontramos en el Cuartel Principal del Ejército; el Presidente Johan Schnee, mandó a citar a todo el Alto Mando.

— Buenos días, Comandante Müller— dicen con miedo todos los soldados al verme, y no los culpó, aquí también tengo la fama del Diablo.

— Comandante Müller, lamento interrumpir sus vacaciones, espero que su novia no se lo haya tomado a mal— dice Johan— Pero era imperativo su presencia en éste Consejo.

— Entiendo, Señor Presidente. Y por mí MUJER— digo de manera posesiva— No se preocupe, ella sabe cómo son éstas cosas y que hay prioridades.

— Ojalá, Grett, pensara lo mismo— dice afligido Johan, obviando mi tono.

— Mujeres, no puedes vivir con ellas, pero tampoco sin ellas— digo para cerrar el tema— ¿Y qué es lo qué ocurre aquí?— pregunto.

— Cierto. Acompáñeme a la Sala de Reuniones, allí deben de estar todos.

Caminamos un rato y mientras, nos ponemos al corriente de todo; a pesar de su puesto, Johan, es alguien humilde y agradable, pero también es alguien de armas tomar, como cualquier alemán.

Al entrar al salón veo varios colegas, pero me alegro sólo de ver a alguien, Aranella Prescott, mi Coronel y mi mejor amante.

— Buenos días, caballeros, dama— dice Johan llamando la atención de todos los presente— Ya estamos todos aquí. Coronel Brant, informe a todos de la situación.

— Bien, a las mil trescientas cuarenta y ocho horas de ayer, se me fue informado de una posible amenaza por parte del Gobierno de Polonia. Hoy a las quinientas horas, el Buque Berhot, notificó otro navío con dirección al puerto de Polonia. Mis informantes han corroborado que Noruega, está dotando de armamento pesado a Polonia— finaliza el Jefe del Estado Mayor de Reserva, Brand.

— Así pues, suponemos que el gobierno polaco, sigue resentido con nuestro país por el maltrato dado en la Primera y Segunda Guerra Mundial— indica el Teniente Coronel, Hustad.

— Honestamente, no sé por qué se me llamó. Mi área es el narcotráfico, no las invasiones o similares— me explico.

— Lo sabemos, Comandante Müller, pero dada a su experiencia militar y por ser un gran estratega, es que le necesitamos— informa Smith, el Jefe de Seguridad del Presidente.

— Básicamente, necesitamos tu asesoramiento para orquestar el plan— dice Johan.

Cuatro horas duró la organización para la toma del buque polaco, mucho tiempo para mi gusto, pero todos querían opinar como si lo hubieran hecho antes.

Y lo cierto es que, de todos los presentes, sólo yo había invadido una embarcación militar y salido ileso de la misma.

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