Capítulo 28✔️

Me acerco a la cocina y veo a Rick, preparando algo, se ve tan guapo y tierno.

Pienso que a pesar de lo confesado sigue tratándome como siempre, y eso genera en mí una sensación cálida de hogar, nunca antes experimentada.

— Aquí tienes, la especialidad del chef— dice entregándome un plato con unos sándwiches— Espero que te gusten.

— Gracias— digo mientras nos sentamos en el comedor— Honestamente, no sé por dónde empezar— confieso.

— Por el inicio sería un buen comienzo.

— Gracias. Bueno, Ángel y yo, nos conocimos desde niños, íbamos al mismo colegio y luego al mismo instituto. Físicamente era realmente atractivo para cualquiera que lo viera; internamente tenía la elegancia y la bondad de un ángel.

>> Cuando empezamos nuestra amistad, pensé que era un enviado del cielo, un ángel que había sido designado a cuidarme y prepararme para la vida— le relato— Al pasar los años nos volvimos inseparables, tanto así, que todos pensaban que terminaríamos juntos, pero no, pues sus gustos eran poco convencionales.  A él le iban, al igual que a mí, los chicos, pero eso no hizo as que afianzar nuestra hermandad.

— Interesante— comenta Rick mientras come.

— Cada vez que yo tenía un problema en casa, me escapaba y me iba con él. Cuando quería cometer una locura, ahí estaba él para detenerme o acompañarme— digo reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.

— Qué curioso, Daniel, es así conmigo. Él cuida mi espalda y yo la suya.

— Es bueno tener a alguien. Aunque Sky, se parece mucho a él, no lo iguala...— digo llorando.

— ¿Y qué ocurrió con él?— pregunta en un intento vano de mejorar mi estado de ánimo.

Dudo en decirle la verdad o no, así que me limito a dar la misma versión que se dio a la policía años atrás.

— Una noche, saliendo del teatro, nos dirigíamos al auto, para irnos a un bar de un amigo. El estacionamiento estaba solo y en silencio, de la nada aparecieron tres sujetos encapuchados pidiendo las llaves del auto— digo comenzando a sollozar— An, metió su mano en el abrigo para entregarle las llaves, pero uno de ellos, el que llevaba el arma, le disparó en la cabeza, sin importarle nada.

>> A mí solo me amenazaron, pero no me importaba, llamé como pude a mi entonces novio, para que me ayudara. Quince minutos después, ahí estaba él, con sus escoltas, ellos revisaron el lugar intentando encontrar algo, mientras que yo seguía abrazada al cuerpo inerte de mi amigo— finalizo mi triste relato, la triste mentira que se tuvo que dar a conocer al mundo real.

— Pero, pero, ¿por qué no llamaron a la policía?— dijo tratando de recuperar la compostura.

— Yo no pensaba en nada que no fuera Ángel. Mi pareja se encargó de todo, ese horrible momento fue el que nos unió. Seis meses estuve en terapia Y seis fueron los meses en que mi pareja tardó en encontrar a esos asesinos y darles lo que merecían— digo seria.

— La justicia por propia mano nunca termina bien. La violencia conlleva a más violencia, Samantha— me dice en tono de reproche.

— Mi pareja, para ese entonces, era del alto mando militar alemán y llevo a esos sujetos a la cárcel— miento parcialmente.

— Ah ya, okey. Me asusté— confiesa— No me veo capaz de llevarte ante la justicia— dice a modo de broma. Y yo tan sólo espero que eso sea verdad.

— Ahora, cuéntame de ti— digo para cambiar el tema.

— ¿Qué quieres saber?— pregunta.

— No lo sé, quiero saber cualquier cosa de ti.

— A ver, desde niño siempre supe que quería ser. Veía películas de policías, series policíacas, leía historietas y novelas policíacas. Me ponía a arrestar a todo el mundo en casa por "delitos menores"— dice riendo con nostalgia— Los estudios siempre fueron lo primero en mi mente.

— Es decir, eras un empollón— me burló y culpó al alcohol por ello.

— Me gustaría negarlo, pero no veo como— admite— Nunca falté a clases, entregaba todos los trabajos a tiempo y frecuentemente sacaba un sobresaliente. En el instituto todos los años estaba en el cuadro de honor.

— ¿Eras virgen?— digo sin filtro. Y otra vez culpó al alcohol.

— Sí— confiesa— Sin embargo, en la academia fue otra cosa, el conocer a Daniel, me hizo replantearme muchas cosas. Él a veces ni iba a clases y aún así sacaba sobresaliente, él salía de fiesta casi todos los días y aún así llevaba al día todas las materias.

— Vaya, el yin y el yang— digo alegre.

— Algo así. Poco a poco empezamos a congeniar, porque eso sí, nos odiabamos— dice riendo— Pero lo superamos. Para el final de la carrera ambos terminamos siendo los mejores amigos, y cuando empezamos a ejercer, nuestros superiores admitían que juntos éramos insuperables. Luego, llegó Jessika, y las cosas se complicaron— dice algo triste.

— Qué rápido pasa el tiempo— cambio de tema pues lo que menos quiero es hablar de su ex.

— Mierda es tarde— dice, y en eso veo la hora, las 06:05 am, ya se podía apreciar el amanecer.

— Lo siento— digo apenada— Por mí culpa vas a llegar tarde al trabajo.

— ¿Sabes qué?— pregunta retóricamente— No voy a ir.

— ¿Qué?— digo extrañada, pues hasta donde sé él nunca ha faltado a su trabajo.

— Mentiré y diré que estoy enfermo. Mi récord de asistencia es perfecto, y Daniel, puede cubrirme— planifica en voz alta.

— ¿Estás seguro de querer hacerlo?— pregunto.

— Quiero pasar tiempo contigo. Y haré lo que sea por lograrlo— dice serio y se aleja con el teléfono.

Por mi parte le aviso a Sky, que estoy viva y sana; me pregunta en dónde estoy, y como puedo le cuento lo sucedido. Sky, se alegra por ambos y me cubre en el trabajo.

— Listo— dice alegre— ¿Qué quieres hacer?— pregunta.

— Podríamos visitar algunos lugares iconos de Moscú, ya que, eres nuevo en mi país— propongo— Y, cómo siempre te la pasas en el trabajo, no te vendría mal una guía turística.

— ¿Cómo sabes eso?— pregunta— Da igual. Entonces serás mi guía, pero antes deberíamos ir a tu casa. Debes cambiarte de ropa.

— Tienes razón, vayamos a mi departamento primero.

Y así después de arreglar el desastre de anoche, de bañarnos juntos, de hacer el amor en la ducha, y de vestirnos, nos dirigimos a mi pequeño hogar.

Para poder disfrutar al máximo mi día con Rick, llamé a Sky, para que me acomodara una vestimenta apropiada.

...

Al salir de mi casa ya eran las 08:30am, el día prometía mucho.

Como apenas empezábamos la época turística, fue fácil organizar el itinerario.

Desayunar en uno de los mejores centros de comida frente a la Plaza Roja. Y posteriormente recorrerla.

Visitar el Museo de Armería, el cual era el favorito de Ángel.

Ir al club de equitación, en el cual soy socia, y cabalgar un poco en mi adorado Khartoum.

Y por último cenar en un hermoso y discreto restaurante en las afueras de la ciudad.

Sky, eligió, a sabiendas de mis planes, una camisa manga larga de color azul marino, con aberturas en los brazos; un pantalón blanco ceñido y unos botines del color de la camisa.

Rick, se había puesto en su apartamento, un suéter cuello tortuga azul oscuro, unos jeans negros, una cazadora americana negra y unos tenis grises.

De lejos nos veíamos como una pareja enamorada que visten combinados, y no podría asegurar que tan cierta era aquella afirmación.

— Y bueno, ¿ahora a dónde?— dice apenas nos montamos en su auto.

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