Capítulo 17 ✔️
Narrador Samantha Romanoff
Tuve que esperar un par de días para reunirme con Drag, sin causar sospechas.
Sky, decidió acompañarme hasta la mansión Müller. Según ella, para darme más seguridad, pero en realidad ella quería ver a su perro.
Tenía planeado solicitar ayuda al Diablo, para saber quiénes eran los que me golpearon, pues obviamente no eran los mismos que atraparon la policía, además, quería pedirle que me ubicara al par de idiotas que querían aprovecharse de Sky y de mí, aquel día en el bar.
Ya habían pasado un mes, pero si algo he aprendido en éste mundo, es que nunca es tarde para la venganza.
———
— Ya era hora de que llegaramos— comenta Sky al bajarse del auto— La próxima vez, conduzco yo.
— Claro, pero en tu carro. Mi bebé, sólo lo manejo yo— le respondo con una sonrisa.
Al llegar nos encontramos con que ni el Diablo ni sus Sombras, estaban en la mansión. Así que, le pedimos al servicio mantener silencio respecto a nuestra visita.
Sky, partió de una a la habitación de Damián. Por mi parte, estaba indecisa, no sabía si ir al cuarto de Drag, o a su despacho.
Al final opté por la segunda opción, ya que, si iba a su habitación, malinterpretaria mi estadía en el. En cambio, en el despacho no.
"Sí, claro"
Espere un par de horas, ya estaba a punto de declinar cuando escuché la caravana de escoltas adentrarse en los terrenos de la mansión.
Gracias a los golpes que había recibido no podía mostrar mucho mi rostro y abdomen. Por lo que, me había dejado el cabello de medio lado, ocultando mi ojo morado, que ya sanaba.
Llevaba un traje de dos piezas, una falda acampanada negra con un top blanco, y unos tacones a juego.
Poco a poco escucho los pasos que me indican que el hombre más temido, está por entrar a su santuario.
Aprovecho para poner la silla a espaldas de la puerta, mientras doy una calada a mi cigarro con la luz apagada. Lo único visible es el humo de mi vicio.
Cuando entra y observa el ambiente, como gran estratega, saca su arma para disparar al intruso sin remordimiento alguno.
— ¿Quién está ahí?— pregunta sombrío.
— Baja eso. Lastimarás a alguien— digo a la par que me levanto y enciendo la luz.
— Vaya, vaya. Pero si es mi adorable e invicto Ángel— dice mofándose de mi estado.
— Calla y escucha. Tenemos negocios que atender y venganzas por cumplir— digo sería y algo molesta.
— No me digas que te molestaste por los golpes— dice riendo mientas se sirve un trago— Sabías que eso podría pasar.
— Lo sé. Pero eso no significa que me quedé sin hacer nada.
— ¿Qué necesitas?
— Necesito los nombres de los sujetos que me apresaron. Es evidente que los que estaban en la emboscada, no fueron los que me jodieron.
— Los tendrás. ¿Algo más?
— Quiero localizar a un par de idiotas que por poco sabotean mi noche con los policías.
— Ha pasado mucho de eso, ¿por qué los quieres ahora?
— Necesitaba adentrarme al mundo de los civiles, para que mi actuación fuera legítima. Y por lo del tiempo, tú más que nadie sabe que en nuestro mundo eso es irrelevante.
— Bueno. Dame las descripciones y para el fin de semana los tendrás a todos.
— Perfecto. Ahora, ¿qué ha pasado con a reunión que se realizará en agosto?
— Ya han confirmado varios. Aunque los que nos interesan ya están asegurados.
— ¿Y esos son?
— El Árabe y los Corvinus. Los demás me valen.
— Bien... ¿Algo más que debo saber?— digo al sentir que algo me esconde.
— Dimitri, está tratando de convencer a la Junta, de que su nueva hija es la verdadera heredera.
— HIJO DE PERRA. ¿Pero qué carajos, le ocurre a ese ser?— grito a la nada.
— Eso es lo que se rumora.
— Averigua todo sobre Natasha. Si mi padre no quiere entender por las buenas, lo hará por las malas. Ah, averigua quienes están de su parte.
— ¿Por qué odias tanto a esa chica? Digo, no es que a mí me encante, pero el rencor que se tienen es tácito.
— Ella siempre se metía conmigo. Además se burlaba de Ángel, y sabes que eso es imperdonable. Y ahora, me quiere quitar lo que es mío por derecho.
— Y no sólo eso. Ésa chica es una caja de Pandora, igual que tú.
— Ni se te ocurra compararme. Pero, ¿por qué lo dices?— pregunto curiosa.
— Mis hombres la han visto frecuentar a Antón Corvinus.
— ¿Ésa perra está con los irlandeses? ¿Dimitri, lo sabe?— pregunto al borde de la histeria.
— Exacto. Y hablando de perras, ¿cuándo te llevarás a esos demonios?— pregunta sin tapujos.
— ¿Mis niñas?
— Sí, esos animales me están jodiendo y mucho. No dejan que se le acerque nadie, y han intentado morder a mi personal.
— Yo me hago cargo. Es más, ellas me ayudarán con mi siguiente jugada.
— No me interesa. Sólo llévatelas.
Decido salir del despacho en busca de mis niñas: una doberman, llamada Eris, y una rotwailer, de nombre Karma. A ambas las tengo desde que eran cachorras. Y las quejas de Drag no me sorprenden, ni un poco.
Desde que las rescate sólo se dejan acariciar por mí, sólo acatan mis órdenes. Aunque a veces le hacen caso a Sky, pero son muy pocas, al menos no la atacan.
Pasó cerca de la alberca y puedo apreciarlas tomando el sol. Apenas me ven salen corriendo en mi dirección.
Las recibí con cariño, sentándome por el impulso de ellas. Aprovecho y las reviso, por si tienen algún maltrato, y veo que están en perfectas condiciones. Mientras las reviso, ellas lamen mi cara a más no poder.
De reojo, veo que Alex, nos observa con cariño y diversión.
— ¿Qué esperas y únete?— le digo apartando a Karma de mi boca.
Cuando estoy cerca, ellas se vuelven dóciles. A menos que le indique lo contrario.
— No, gracias. Quiero conservar mi cuerpo.
— ¿Qué dice?— ésta vez apartó a Eris, de mi rostro— Ven y saluda a tu jefa.
Todo el tiempo que compartimos en el pasado, hizo que una gran amistad surgiera entre los dos.
Antes pensaba que mi Ángel, había reencarnado en Alex, pues éste reconocía mis estados de ánimos mejor que nadie. Lo mismo ocurría con Sky. Ambos sabían mucho de mí.
— Vale. Pero sí me muerden como a Vianko, tendremos problemas— dice mientras se acerca lentamente.
— Espera, ¿ellas mordieron a Vianko?— digo riendo.
— No te rías. El idiota tiene la mano vendada, el médico dijo que casi la pierde. Y ahora anda más gruñón de lo normal.
— Imposible. No hay nadie más gruñón él.
— Pues créelo.
— Ajá, ¿pero por qué lo mordieron? Ellas no atacan sin necesidad.
— Lo sé. Pero Drag, comento que ellas debían irse pronto de la casa, y Vianko, quiso colaborarle como siempre, y al acercarse casi le arrancan la mano.
— Lástima que no lo hicieran. Eso le pasa por jala bola. Bueno, ya no tendrán que hacerse cargo de ellas. Hoy se van conmigo— expreso riendo.
———
— ¿Y estás bestias peludas? ¿Van a venir con nosotras?— pregunta Sky, mientras las acaricia.
Ella siempre le habla con sus peculiares modales, por suerte las perras son lo suficientemente inteligentes para saber quién es enemigo y quién no.
— Sí. Al parecer, ya no son bien recibidas aquí. Ya atacaron a Vianko. Y temen que se repita o que terminen lo que empezaron— digo mientras enciendo el auto.
— Algo de eso me comentó Damián. Al parecer Vianko, quiere matarlas— al decir eso las perras ladran— Tranquilas, mis pulgosas, su tía, nunca dejará que ese monstruo les hago algo.
— Es una lástima que no le quitarán la mano u otra parte del cuerpo— comento riendo a más no poder.
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