Capítulo 16 ✔️

Narrador Rick O'conell

Decido seguir a Jessika.

- Amor, no sé a qué amante te refieres- trato de sonar lo más seguro que puedo.

- La mujer pelirroja, a la que le diste tu chaqueta- dice un poco más calmada.

- Nena, ella es una víctima y me pareció impropio que permaneciera semi desnuda, mientras sus familiares venían por ella- miento.

- No lo sé, Rick. Ella es muy linda. Y tú nunca has actuado así con nadie- dice sopesando cada palabra mía intentando adivinar la mentira en ella.

- Hice lo que cualquier caballero haría. Y no fui el único. Varios colegas hicieron lo mismo. Ya sabes cómo es ésto.

- Yo... Lo siento amor. Es que últimamente hemos estado distanciados y temo de cualquiera y cualquier cosa- comenta agarrando mi mano.

- Entiendo. ¿Qué te parece si cenamos juntos hoy?- le propongo.

- Excelente. Y perdón por la escena. No volverá a pasar.

- Tranquila. Yo hubiera actuado igual.

Nos despedimos con un beso y por unos instantes me siento como el peor patán del mundo.

Le he mentido a mi novia, para no perderla.

"¡Qué valiente resulté ser!"

Veo a Daniel con la rubia, al separarse mi amigo se acerca para hablarme.

- Rick, imagino que ya viste a tu chica- dice un poco sombrío.

- No empieces. Jess está un poco sensible.

- ¿Qué? Oye no hablo de la bruja, sino de Samantha.

- Daniel, no empieces- digo cansado.

- No me refería a eso. Me refiero al tatuaje que lleva en su espalda- dice muy serio.

- ¿En la espalda? No, ella sólo lleva uno en su vientre- digo extrañado.

- No me digas- dice sarcástico- Así estaría su noche, que no te fijaste en su espalda- comenta tomándome el pelo- En fin, ella lleva el tatuaje de la asesina que buscamos.

- Imposible que ella sea a quién buscamos. Si fuera la asesina, no se habría dejado atrapar así de fácil- digo ensimismado.

- Bueno, no sé. Pero es el procedimiento. Aprovecha que ya está vestida.

Narrador Samantha Romanoff

Veo como sale la novia de mi víctima, hecha una furia, invadida por los celos.

Ja, y eso qué sólo sospecha.

Imagina si supiera la verdad.

Minutos después veo como Rick se le acerca y conversan, pero la policía le da una cachetada que hasta a mí me dolió. Pensé que todo había acabado, pero veo que Rick la sigue y empiezan a hablar.

Luego veo como mi Sky corre junto a Daniel y se besan, hablan unos minutos, hasta que señalan a la oficina en donde estoy temporalmente enclaustrada.

- Sami- dice mi rubia abrazándome tan fuerte que solté un alarido de dolor- ¡Oh, perdón!

- Chicas, las dejaré solas, tengo cosas que hacer- dice Daniel retirándose.

- Por fin, tardaste mucho- digo quitándole la bolsa que traía consigo.

- Decidí por algo cómodo- dice mientras saca un conjunto deportivo rosa- En serio, nos tenías preocupados.

- No sé por qué, todo salió como debía.

- Claro porque ese golpe en tu abdomen o el de tu ojo también estaban en el plan.

- Bueno, hay imprevistos. Pero ya nos ocuparemos de ellos.

Mientras que Sky me sigue contando lo ocurrido en mi ausencia, me coloco el traje.

- Sabes, hay algo que me sorprende y mucho- digo después de un rato.

- ¿Qué cosa?

- Qué no me han interrogado por mi tatuaje.

- Y eso te molesta, ¿por?- pregunta incrédula.

- No, pero es extraño. Según el soplón era imperativo interrogar a cualquiera con un tatuaje como el mío.

Antes de que Sky respondiera, entra Rick a la oficina.

Narrador Rick O'conell

Joder hasta vestida de manera sencilla y con un ojo morado, no deja de verse como una diosa.

- Permiso, pero necesito hablar con la Señorita Maximoff- digo profesional.

Ver como las dos se sorprenden por mi actitud, es gratificante. Una cosa es lo que sienta y otra mi trabajo.

- Yo... Veré cómo está Daniel, luego hablamos, Roja- se despide Sky.

- Oficial. No pensé verle tan pronto- dice seca y precavida.

- Lamento hacerle quedarse más tiempo acá. Imagino que lo que desea es regresar a su hogar- expreso.

- Está en lo correcto. Pero, dígame, ¿para que soy buena?- dice en un tono seductor y miles de recuerdos me atacan.

- Es sobre su tatuaje- digo recuperando mi profesionalismo.

- ¿Mi qué?- dice sorprendida.

- Su tatuaje. El que tiene en la espalda. El tatuaje de las alas de ángel- le explico.

- Ah ya, ¿qué pasa con el?- dice sorprendida.

- Pues es muy similar al de una asesina...

- Espere...- dice interrumpiéndome- ¿Acaso me está insinuando que yo soy una asesina?- dice molesta.

- Es un procedimiento. Debo interrogar a cada sospechosa, cada mujer con un tatuaje en la parte posterior de su cuerpo- comento profesionalmente.

- ¿De verdad, usted cree que soy una asesina?

- Son sólo preguntas de rutina.

- Perfecto. ¿Y cuáles son las preguntas que debe hacerme?- dice sátira.

- ¿Desde cuándo tiene el tatuaje?- inicio con el interrogatorio.

- Desde hace más de diez años. Y si mal no recuerdo, su asesina ha estado matando desde hace seis años.

- ¿Por qué se lo hizo?- pregunto olvidando el interrogatorio.

- ¿De verdad quiere saberlo?- pregunta a lo que asiento en modo de respuesta- Perfecto, cuando tenía dieciséis años decidí hacerme un tatuaje de mariposa, pero el inútil del tatuador se confundió y me hizo unas alas de ángel. Al final no me moleste por el resultado, me enamoré de mis alas. Más aún cuando mi mejor amigo murió, él se llamaba Ángel, y el tatuaje es un recordatorio de él.

- Entiendo. Lamento su pérdida.

- No lamenté algo que no siente- dice muy sombría.

- Yo ...- por primera vez no sé qué decir- Ya tomé su declaración. Cuando desee puede irse a si casa.

- Gracias y disculpe si le ocasione algún problema con su novia- dice seria.

Narrador Samantha Romanoff

Se ve tan tierno cuando mira así, confundido.

- Los vi pelearse, incluso vi cuando le atinaba una cachetada- digo tranquila y confiada.

- Problemas de pareja. Algo común- explica.

- ¿Así serán nuestras conversaciones?- digo tan triste y tan sincera que me sorprende.

- ¿Cómo así?- pregunta sorprendido.

- Tan secas y tan ásperas. Llenas de formalismo- digo hablando de manera triste.

- No sé a qué te refieres. Tú misma dijiste que esto era lo mejor- dice.

- Para tí. No para mí. Pero tienes razón. Si no tiene nada más que preguntarme, me retiro.

Sin esperar a que me diese una respuesta, salgo de allí sintiendo como mi mente se desvanece en los recuerdos de esa noche.

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