Capítulo 9.

Después de aquél incidente, todos los invitados se fueron a sus hogares. Sólo Archie, Tom y Candy quedaban ahí en el cuarto del herido. Archie se encontraba nervioso caminando de un lado a otro. Tom estaba recargado en una de las paredes mirando fijamente hacia la nada. Y finalmente Candy, estaba sentada a un lado de la cama donde yacía Harry inconsciente.

-Me está preocupando ¡Lleva mucho tiempo inconsciente!.-dijo desesperado Tom.- Tal vez no fue buena idea organizar un rodeo...

-Tom, el evento fue muy entretenido. No estuvo mal.-trató de consolarlo.

Llegó el momento en el que Tom, tenía que irse a su casa. Se despidió y se fue. Sólo quedaron los dos para cuidar de Harry. Varias horas pasaron esperando para que su amigo despertara. Pero no sucedió; todavía seguía inconsciente. A Archie le ganó el sueño y se despidió de Candy. La única que quedaba era ella para cuidarlo. Se recostó en la orilla de la cama para mirarlo. Parpadeó rápido para que el sueño se fuera, pero poco a poco sus ojos se cerraban lentamente haciendo que ella sólo viera oscuridad.

En cuanto a Harry, él se encontraba atrapado en su mente. El color negro reinaba todo su campo de visión y no hubo señal de chispas de luz. Se encontraba solo. Hacía frío y lo único que lograba escuchar era el sonido que emitía el viento. Miró a su alrededor para verificar que él estaba en plena soledad. Cansado de estar parado en el mismo lugar, se propuso a seguir caminando hacia adelante sin marcha atrás.

Entre más avanzaba, escuchaba una voz casi audible y sentía la presencia de alguien más. Sintió la necesidad de correr para ver a la dueña o dueño de aquella voz que lo llamaba una y otra vez. Sospechaba que estaba loco y que ese golpe lo había dejado mal de la cabeza. Todas sus sospechas terminaron cuando al fondo de su camino trazado había una brillante luz. La curiosidad ganó y se dirigió hacia aquella posible 'salida'.

Cuando estuvo cerca, extendió su brazo para comprobar su veracidad. Al tocar aquella extraña luz, podía percibir que había otra cosa esperándolo detrás. No dudó otro segundo más y acercó todo su cuerpo para atravesarla y dejar atrás la oscuridad.

Abrió sus ojos ante la nueva vista que tenía. Sentía la brisa tocar su piel, la luz pegando directamente a su vista. Su mirada no tenía palabras. El escenario era bellísimo. Era una hermosa pradera. Y a su alrededor habían varias flores distintas que deslumbrarían cualquier mirada. Dejarían la boca abierta a cualquier persona. El viento movía a las flores simulando que bailaban a un ritmo desconocido por cualquier ser excepto de ellas. A lo lejos pudo ver, con dificultad, una extraña figura alta de color carmesí.

Caminó lentamente hacia allí pues sabía que tenía todo el tiempo para admirar el hermoso paisaje que le ofrecían. Poco a poco distinguió la figura. Su vista se hacía más clara. Un Portal de Rosas. La entrada tenía un escudo. Y él sabía de quién pertenecía ese símbolo. A la familia Andrew. Se acercó a tocar las rejas, le sorprendió encontrarlas abiertas. Tomó la decisión de adentrarse al jardín. Ahí adentro encontró la misma tranquilidad materializada. Los movimientos suaves que realizaban las flores de un lado a otro, le resultaban maravilloso. Ver distintos colores y percibir peculiares aromas lo llevó a otro mundo. Entre todas las flores y plantas que habían, sólo una especie le llamó la atención desde el inicio: La Dulce Candy.

Inmediatamente, se vio atraído por la brillante y adicta belleza de ésta. Sintiéndose controlado por ella, poco a poco se acercó a su rosal. No podía sacar el trance que florecía en él hasta que presintió otra presencia en el jardín. Ahora en estado de alerta, buscó a alguien entre toda la naturaleza que lo rodeaba. Después de mirar detenidamente todo, fijo nuevamente su mirada en el rosal. Pero ahí ya no sólo estaban las rosas sino que había una persona agachada para olerlas.

Se asustó al principio, pero después de verlo vio que era una persona inofensiva. Cuando quería tocarlo para verificar que no era un espejismo, la persona empieza a reírse. Aquella dulce, pero a la vez grave risa le transmitía nostalgia de alguna manera. Él no entendía el motivo por el cual se reía, pero no podía evitar el hecho que esa voz le resultaba familiar.

De pronto, aquella voz varonil se calló. Vio el rostro de la persona, y en él miró los ojos azules más parecidos al cielo que jamás había visto antes. Quiso acercarse a él, pero el chico se había adelantado y ya ahora se encontraba en frente de Harry.

Se miraron mutuamente. No podían despegar sus ojos del otro, es como si hubiera sido amor a primera vista. Como si supieran lo que estaba pensando el otro, los dos estiraron una mano para después moverla de un lado a otro de una manera lenta; luego para después bajarla. Parecía el reflejo de un espejo. No podía creer que esto fuera posible pues tenía la seguridad de que la persona enfrente de él no era real. Lo que llamó la atención de Harry fueron las palabras que apenas y pudo distinguirlas de los labios del otro: "Protege a Candy".

¿Cómo conocía a Candy? ¿Tendrá que ver algo con ella? Quería tener a Candy presente en ese momento con él para poder preguntarle o refugiarse en sus cálidos abrazos. Este sueño lo estaba aterrorizando.

Lo miró a los ojos y sonrió. De su mano salió una Dulce Candy a su máximo punto de florecimiento y la entregó. Admiró la belleza efímera de la rosa por un par de segundos. Eso no se lo esperaba venir. Quería agradecerle adecuadamente, pero aquel misterioso chico que apareció de un momento a otro ya no estaba presente. Sucedió muy rápido que no logró darse cuenta que se encontraba otra vez en el mismo punto donde todo había comenzado.

Todo parecía tranquilo hasta que Harry sintió fuertes dolores de cabeza para nada normales. Le inquietaba sentirlos. Hubo momentos que pasaban por su cabeza que no recordaba haberlos vivido. Uno tras otro venían y se esfumaban de su mente. Entre todos esos recuerdos aparecían todas las personas que había conocido en su estancia con los Andrew. Lo que sacó de sus casillas a Harry fue ver a un chico de cabello azabache con lentes hablarle. Él jamás lo había visto.

Tenía tantas preguntas acerca de lo que su cabeza le mostraba. Todo continuaba hasta que su mente lo transportó al bosque. Harry sentía que se movía por él solo, sus ojos rodaron hacia abajo donde encontró un caballo. Estaba montado en uno. Sin avisar, el animal se descontroló e hizo un movimiento que logró hacer que Harry cayera de el en cámara lenta.

Sentía su vida pasar lentamente ese momento. Cerró los ojos para esperar lo peor. No sintió el impacto contra la hierba. Los abrió una vez más con la esperanza de que la sensación de estar cerca de la muerte se fuera. Y así se hizo. Pero ésta vez vio que estaba en su cuarto. La luz de la luna transpasaba las finas telas de las cortinas. No hubo aire caluroso en el ambiente, todo se sentía fresco y helado.

Con dificultad volteó a ver todo su cuarto. Seguía igual. Se tocó con una mano su cabeza vendada. Dolía mucho. Quiso levantarse de la cama, pero algo le impidió. Miró hacia abajo, se asombró al encontrar a una chica durmiendo en la orilla de la cama. Sonrió al verla aún dormida. Realmente le pareció tierna en ese momento. Acarició rápidamente, pero a la vez suave la cabeza de Candy. Para no despertarla su dulce sueño, se acomodó entre las sábanas y cerró los ojos dejando una sonrisa hermosa cerrada en su rostro.

El Sol estaba saliendo poco a poco cuando Candy despertó de su profundo sueño. Se veía más descansada y relajada. Lo primero que vio fue el estado en el que se encontraba Harry. Se alegró al ver el rostro de él, que mostraba una gran sonrisa, ya que el día anterior lo tenía apagado. Se arregló su vestimenta y salió hacia la cocina por un trapo mojado dejando sin supervisar a Harry.

Harry despertó segundos después de la ida de Candy. Estiró con cuidado sus brazos y los alzó hacia el techo. Se dio cuenta de que su amiga ya no se encontraba con él por lo que quería levantarse, pero el dolor que sentía en todo su cuerpo lo impedía. Se limitó a acostarse y esperar a que llegara.

No tardó mucho para que Candy regresara. Se sorprendió gratamente al ver a Harry despierto y esperándola con una sonrisa. No dudó ni un segundo más para correr hacia él y abrazarlo delicadamente para no herirlo. Él correspondió su abrazo. Algunas lágrimas resbalaron de sus mejillas con pecas para caer en las refinadas sábanas.

-Me alegro de que estés bien.-dijo llorando de alegría.- Que bien, tardaste sólo pocos días en recuperarte.

-Gracias.-respondió Harry para después cambiar de tono.- Perdona por haber arruinado el último evento.

Candy agarró sus hombros y lo obligó a que la mirara.

-¿A quién le importa? Estás bien y eso es lo que importa.-explicó alegre.

Aquellas palabras le iluminaron sus pupilas. Realmente Candy podía hacerlo sentir feliz con simples, pero significativas cosas. En eso, los recuerdos antes vistos llegaron a su mente. Aquél chico. Sus ojos encontraron a los de ella y los miró seriamente y preocupado. Él sabía plenamente que podía confiar en ella.

-Candy, me gustaría contarte algo que sucedió mientras estaba desmayado.

-¿Qué ocurre Harry?.-preguntó Candy a él aún abrazada.

-En mis sueños, apareció un chico rubio con ojos azules sosteniendo una Dulce Candy.-dijo Harry recordando lo que pidió el chico.

"Protege a Candy"

Su mirada perdida la recuperó cuando sintió a Candy apartarse de él. La miró detenidamente hacia sus bellos ojos. Estaban llorando. Su expresión era una mezcla de sorpresa y una extraña tristeza. Entonces ahí supo que Candy sabía de quién hablaba.

-¿Sabes quién es, verdad?.-preguntó Harry acercándose a ella. Él presentía que Candy sí.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top