Capítulo 4.

-Todos denle la bienvenida a los Miller.-dijo Albert.

Todos hicieron una reverencia ante los Miller. Luego de esto el Sr. Miller dio dos pasos al frente y prosiguió a dar un pequeño discurso. Después la reunión siguió. Albert al ver a Candy y Archie, le hizo una señal al Sr. Miller para que lo siguiera. Al estar frente de ellos, Albert les presentó a Archie y Candy.

-Es un gusto conocerlos. Mi nombre es Gerarld Miller.-se presentó.

Detrás de él aparecieron su familia. Candy al ver detenidamente a toda la familia Miller, se quedó sorprendida al ver a un chico de espaldas que estaba platicando con una señora. No tardó mucho en recordar a la persona que tenía el mismo perfil de espalda. Sus cabellos rubios de oro todos alborotados y su vestimenta color azul oscuro. Tampoco dudó ni un segundo en separarse de Archie y Albert y con rapidez se acercó al chico y le tocó la espalda.

-¡Anthony! ¡Anthony!.-repitió llena de alegría hacia aquél chico.

La alegría de Candy, desapareció cuando el chico rubio se volteó hacia la pequeña. Pudo ver que era diferente al Anthony que creyó ver hace un momento. La diferencia eran los ojos; estos ojos no eran azules diamante sino verdes esmeralda.

-Disculpa, te confundí con alguien más.-se disculpó Candy decepcionada y apenada.

-No...descuida.-dijo aquél chico.

"Su voz...se parece a la de Anthony..." pensó Candy con visibles lágrimas en los ojos. Realmente se decepcionó al saber que ese no era su chico sino otro, pero sintió que fue inevitable confundirlo con su querido príncipe de las rosas, ese muchacho le recordaba mucho a él. Enseguida se fue hacia la salida del salón directo a su habitación. Ahí encontró a Clint esperándola. Agarró a su amigo y juntos se tiraron a la cama.

-Clint, pensé por un momento que me había vuelto a reunir con mi príncipe.-lloró Candy en su almohada mientras que su amigo trataba de consolarla con pequeños besos de parte de él.

Mientras tanto en la fiesta, Archie, Albert y el Sr. Miller se sorprendieron por la repentina desaparición de Candy. Albert quiso seguirla, pero Archie lo detuvo con la excusa de que Candy necesitaba un tiempo a solas pues era seguro que todavía restaba en ella recuerdos tristes de Anthony.

-¿Quién es aquella chica?.-preguntó curioso el chico.

-Su nombre es Candy. El mío es Archibald Cornwell- dijo Archie.- ¿Cuál es tu nombre?

-Mi nombre es Harry Miller.-dijo Harry confundido.-¿Quién es Anthony?

-Oh es nuestro primo, pero ya tiene tiempo que ha fallecido en un accidente de caballo.-explicó Archie.

-Ya veo, mis condolencias Archibald.

-Dime sólo Archie. Sinceramente, yo también te hubiera confundido con él. ¡Te pareces mucho a él!.-rió Archie.- La única diferencia son los ojos.

A Albert no le parecía nada extraño el parentesco de Anthony y Harry pues este chico era su primo y aparte provenían de la misma familia. Lo que preocupaba a Albert era la reacción de Candy porque ya sabía lo que la rubia sentía por el príncipe de las rosas. Él quería ver a Candy, pero una vez más lo impidieron, ésta vez la Tía-abuela Elroy.

-Sr. William acompáñeme al salón de reunión con el Sr. Miller.-ordenó.

Albert se despidió y se fue con la Tía-abuela. Sólo permanecieron ahí Archie y Harry hasta que el Cornwell decidió llevarlo a otra parte de la mansión; sabía que tenía un presentimiento sobre los Leagan que no tardarían en acercarse al Miller, en especial Elisa. Archie lo llevó afuera al jardín de las rosas dónde Harry se llevó una sorpresa al ver a tales rosas maravillosas.

-Éste lugar le pertenecía a mi primo Anthony. Él solía pasar su tiempo aquí cuidando las rosas.-explicó Archie nostálgico.

-Es hermoso este rosal, se ve claramente que quería demasiado este jardín.

Admiró a todos las diferentes flores que habían, pero una le llamó la atención personalmente. Una rosa blanca como la nieve y brillaba como el mismo Sol cuando amanece. Se acercó a olerla y se dio cuenta que el olor era espléndido, jamás había conocido una rosa con tal fragancia.

-Que curioso, yo también adoro cuidar de la flora. Mi pasatiempo, en mi hogar, es ser jardinero y cuidar de las flores.-disfrutó de nuevo el aroma de aquella rosa.- Jamás en mi vida he conocido este tipo de rosa ¿Cómo se llama?

-Su nombre es "Dulce Candy", así la nombró Anthony en honor a Candy.-dijo Archie cortando la rosa.- Ten, te la regalo como regalo de bienvenida.

-Gracias.-agradeció Harry.- Me gustaría ver más todo el jardín.

Archie con mucho gusto aceptó y le dio un recorrido a Harry por todo el jardín. También se contaban historias, anecdotas sobre su vida. No tardaron en llegar al tema del hermano de Archie, Stear.

-Él era un inventor, sus máquinas a veces no servían, pero eso nunca lo detuvo.-comentó Archie triste.-Después de un tiempo él se alistó para la guerra, estaba feliz de luchar por su país, pero Stear nunca regresó de la guerra.

-¿Qué pasó después?.- preguntó Harry interesado.

-Todos nos enteramos de la noticia, los principales afectados fuimos Paty y yo.-recordó Archie.- Dejemos los recuerdos tristes y cuéntame sobre de ti.

Harry empezó a platicar sobre él. Comenzó con su fecha de nacimiento, familia, cosas que le gustan y también la razón por la que estaban aquí. Archie le interesó varias cosas de Harry pues siempre resultaban ser casi idénticas a las de Anthony. Eran tan parecidos que hasta pensó que ¡Anthony vivía en el cuerpo de Harry! y eso le pareció gracioso y muy poco inteligente. Ya se escondía el Sol y los dos chicos seguían platicando, pero ahora en el cuarto de Archie. Al Miller todavía no lo llamaban para retirarse por lo que se quedó a cenar.

Bajaron al comedor principal, ahí se encontraron sentados a los dos hijos de la familia Leagan riéndose, Albert con documentos en mano y a Candy sentada sin pronunciar palabra alguna. Archie se sentó -como siempre- a lado de la rubia, mientras que Harry al lado derecho de Archie. Las sirvientas, encargadas de la cena, sirvieron exquísitos postres de diversos sabores.

-Ey Candy ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Espero que no te hayan confundido con una sirvienta y te hayan llamado para ir a preparar la cena.-rió Elisa. Neil al escuchar sus palabras, la regañó una vez más.

-Candy ya no es una sirvienta, ahora es parte de la familia Andrew.-respondió Albert molesto.- Cuidado con lo que dices Elisa, dirígete a Candy con mayor respeto.

-Descuida, no le prestes atención a Elisa. Siempre ha sido así.-susurró Archie al oído de Harry.

Candy no respondió al comentario de Elisa, sólo acomodó su silla y levantó su plato a la cocina sin decir nada. Harry viendo la presente escena, no pudo evitar sentir lástima por los comentarios ofensivos de Elisa hacia aquella chica. Después de ser regañada, ella fijó sus ojos hacia el rubio y no tardó en darse cuenta que su invitado era atractivo.

-¿En qué parte de Estados Unidos vives, Harry?.-preguntó coqueta Elisa.

-Vivo en el estado de Idaho, en una pequeña mansión.-Elisa fingió maravillarse.

En ese instante, Elisa, sin que alguien le preguntara, comenzó a platicar sobre su "hermosa" mansión que tiene en Chicago. Mientras tanto, Harry, no podía dejar de ver por dónde había dejado el salón la pequeña pecosa. Archie se dio cuenta hacia dónde apuntaba la mirada del rubio. Dibujó una sonrisa en sus labios y tomó del brazo a Harry subiéndolo escaleras a su alcoba.

-¿Qué fue eso?.-preguntó Harry extrañado.

-No me engañas, Harry. ¿Por qué mirabas la entrada del comedor? ¿Querías irte?.-preguntó Archie pícaro.- Bueno, te hospedas desde ahora en nuestra mansión, por lo tanto no tendrías otro lugar al dónde ir.

-Bueno...jamás he tenido una conversación con aquella chica.

-Todavía debe de estar un poco decepcionada al ver que no eras su príncipe de las rosas.-bromeó Archie.

-¿Príncipe?.-pausó para recordar.- Oh ya, Anthony.

-Sí...yo también estaría así, si estuviera en su lugar.-recordó Archie a su querido hermano Stear.

Ya era de noche, las estrellas golpeaban el techo con su resplandeciente luz. Harry se retiró hacia su habitación para descansar e ir al recorrido del día siguiente proporcionado por la familia Leagan. En los pasillos, por obra del destino, se encontró con la pequeña rubia entrando a su cuarto. No dudó en acercarse a hablarle y mantener una conversación con ella. Al chico le interesaba saber más sobre la pecosa.

-Buenas noches, tengo entendido que no me he presentado bien contigo.-Candy volteó a verlo.-Mi nombre es Harry Miller.

-El mío es Candy White Andrew. Perdón por haber actuado así en la reunión de hoy.-dijo con una sonrisa cerrada.

- Descuida. No tienes que pedir perdón. Sólo fue un error, no es para tanto.-rió dulcemente Harry.

En ese instante, Candy pensó escuchar la voz de Anthony riéndose con ella. Una lágrima cristalina, casi invisible, recorrió su mejilla. Limpió rápidamente con la manga de su vestido de dormir la pequeña gota. Harry notó ésta caer en el suelo, pero no dijo nada.

Candy educadamente invitó a Harry a pasar a su cuarto. Él aceptó. Condujo al chico hacia su cama para poder sentarse juntos. Hubo un silencio largo apoderándose de la habitación y entre ellos dos. Candy estaba nerviosa por la presencia de aquél joven que tanto le recordaba a su príncipe.

-¿Ya viste el rosal del jardín?.-preguntó Candy a Harry.

-Sí, Archie me lo enseñó al terminar la reunión. En realidad es muy bonito, felicito a la persona que cuido de el.

-Sí, realmente se esforzó mucho.-dijo Candy nostálgica.

Harry no sabía cómo empezar un tema de conversación con Candy. Lo único que podía hacer era guardar silencio al igual que ella. Recordó la rosa que le había entregado Archie en el jardín de rosas y le vino a la mente el nombre de aquella agraciada flor de magnífica belleza.

-Archie me regaló esta bella flor y me mencionó su peculiar nombre, "Dulce Candy" ¿Verdad?

Candy miró a la Dulce Candy que traía en el pequeño bolso en su traje.

-Sí, el cuidador del rosal las nombró así por mí.-respondió Candy.- Fue un bonito gesto de su parte.

-Lo fue, creo que ya es hora de descansar. Buenas noches Candy.-se despidió Harry sonriendo alegremente.

Harry se dirigió a su cuarto pensando en lo que sería el día de mañana.

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