Capítulo 3.
Dorothy al encontrar a Candy dormida en el cuarto de Anthony sonrió pues sabía que ella y él se habían enamorado tiempo atrás. Dejó descansar a Candy un poco más y se retiró sin antes cerrar la puerta para que nadie interrumpiera sus sueños.
Al despertar, se dio cuenta que había dormido bien la noche. Vio que no estaba en su habitación sino en el cuarto de Anthony. No lograba recordar bien lo que había pasado ayer. Tendió la cama, despertó a Clint y se fue de la habitación. Regresó a su cuarto a cambiarse para bajar a desayunar. Cuando terminó se dirigió al comedor principal, pero sorpresivamente no había nadie. Se quedó pensativa hasta que recordó que mañana llegarían los Miller a la mansión Andrew. Desayunó rápidamente y fue a la oficina dónde Albert pasa la mayoría del tiempo. Una vez ahí tocó varias veces hasta que un somnoliento Albert le abrió.
-Buenas tardes Candy.-saludó bostezando.- Perdona por mi aspecto. Ayer no pude dormir a causa del insomnio.
-No te preocupes.-dijo Candy.- ¿Es cierto que mañana llegarán?
-Al parecer sí. He estado despierto haciendo un discurso de bienvenida tal y como lo dijo la Tía-abuela que lo hiciera.-enseñó los bocetos.-Pero no he logrado hacer alguno correcto.
-Tranquilo Albert, sé que podrás.-sonrió Candy.- Sólo necesitas calmarte y hacer las cosas a tu ritmo.
-Gracias.-agradeció Albert.- ¿Quieres pasar? Me vendría bien un poco de compañía.
Candy gustosa aceptó la propuesta y entró a la oficina. Miró alrededor de ella varios marcos con autorretratos de diferentes personas. Y al frente había un gran ventanal con cortinas carmesí grandes que cubrían la mayoría de la luz.
-Es la segunda vez que vienes ¿Cierto?.-preguntó dudoso.
-Sí y hasta ahora me detengo a observarla mejor.-respondió Candy.- Es muy bonita tu oficina Albert.
Albert agradeció. Hizo un gesto para que su invitada se sentara adelante de su escritorio. Ella aceptó e hizo lo que le pidió.
-¿A qué se debe tu visita Candy?.-preguntó Albert continuando con el discurso de bienvenida.
-Sólo quería estar segura sobre la visita de mañana.-explicó.
-Bueno, no te debes preocupar.-hizo una pausa.- Piensa en ellos como tu familia.
-Ellos son familiares lejanos ¿No? Entonces son parte de la familia.-rió Candy.
-Claro, se me olvidó.-rió también Albert mientras llevaba una mano a su frente.
Mientras que Albert escribía, Candy le sugería algunas ideas para que pudiera incluir en su discurso. Él apreciaba mucho a Candy, pensaba en ella como una hija a la cuál proteger del mundo, pero más que nada la consideraba su mejor amiga pues no había otra persona que entendiera bien cómo se sentía.
-Creo que ya es tarde.-dijo Albert ordenando las hojas.-Gracias por tu ayuda, sin ti no pudiera haber terminado a tiempo para mañana.
-De nada Albert.-respondió sonriente.
Decidió llevarla a la casa en dónde se encontraban los animales. Candy aceptó. Abrieron las puertas y ahí se encontraron con Puppet y otros animales. En el momento en el que vieron a aquel chico, todos se abalanzaron contra él como seña de felicidad. Realmente lo habían extrañado mucho.
-¡Puppet! ¿No me vas a saludar?.-preguntó Candy alegre mientras extendía sus brazos hacia el pequeño animal.
Puppet al darse cuenta que también estaba presente, saltó hacia los brazos de Candy. Ella al recibirlo lo acunó entre sus brazos.
-Te extrañé Puppet, hubiera traído a Clint si Albert me habría dicho que íbamos a venir.-dijo Candy al zorrillo.
Los dos estuvieron ahí jugando y alimentando a los animales por un buen rato. Candy y Albert se veían muy felices, pero esa felicidad se acabó cuando la Tía-abuela Elroy junto con un par de sirvientas se encontraban afuera de la pequeña casa buscando a Albert.
-¡Albert!.-gritaba con delicadeza la señora.- Hay visitas esperándonos.
"¿Visitas?" se preguntaban en ese instante. Albert hizo una señal a Candy para que saliera por la puerta de atrás e ir directamente a la mansión. Ella asintió. Después de que la rubia cerrará la puerta, abrió la puerta de enfrente. Enseguida la Tía-abuela notó su presencia.
-Albert, te estuve buscando por todas partes. Al parecer nuestras visitas de mañana llegaron hoy por lo tanto se cambió a última hora la reunión de bienvenida.
-Gracias por informarme.-agradeció Alber cerrando la puerta.
-De nada. ¡Ah! Otra cosa más. ¿Has visto a Candy?.-preguntó haciendo a Albert voltear.
-¿Para qué la necesitas?.-preguntó interesado.
-Quiero advertirle sobre las visitas personalmente pues ella es muy inquieta y rebelde, no me gustaría que los Miller pensaran mal de los Andrew.-dijo con franqueza.
Albert se descontentó con la Tía-abuela por pensar mal de Candy cuando ella es lo contrario. Se limitó a contradecirla por lo que sólo le dijo dónde encontrarla. La señora agradeció y se retiró del lugar.
Candy al llegar a su habitación saltó hacia la cómoda cama y levantó a Clint con sus brazos hacia el aire para dar vueltas. Después se sentó a la orilla de la cama para acariciar a su amigo pequeño.
-¡Ay Clint! Estoy muy emocionada por la visita de mañana.- dijo Candy a él.
No se percató de los delicados y suaves golpes de la puerta hasta que se abrió. Clint por instinto se escondió detrás de Candy lo más rápido posible. En la puerta se hallaba la Tía-abuela Elroy con un rostro indiferente.
-Candy, quiero que el día de hoy te quedes aquí en tu habitación.-ordenó la señora.
-¿Por qué? Yo no hice nada Tía-abuela.-se excusó Candy.
-Nuestros invitados ya llegaron por lo tanto se adelantó el discurso de bienvenida. Me gustaría que te quedaras aquí durante todo el día.
Candy no quería quedarse ahí por todo el día así que intentó rogarle para que pudiera ir, pero siempre hubo la misma respuesta. No le quedó de otra que quedarse por el resto del día. Poco a poco se fue borrando su sonrisa de su rostro pues realmente quería conocer a sus parientes lejanos. No pudo contactarse con Albert ya que éste se encontraba vistiendo su traje para la ocasión, listo para dar su llamativo discurso.
Candy quedó profundamente dormida al estar pensando mucho sobre la situación. Mientras tanto, un preocupado líder se encontraba preparado para dar la bienvenida a su tío después de muchos años de no verlo. Junto con la Tía-abuela Elroy y Archie fueron a la entrada a recibir a los Leagan y a los Miller. Archie notó que faltaba la presencia de la alegre rubia por lo que se acercó a Albert para preguntar por ella. Por su parte Albert no tenía idea de dónde estaba Candy, así que pidió a Dorothy, su amiga, para que fuera a buscar a su sobrina.
Dorothy buscó por toda la mansión a Candy. Nunca se esperó que estuviera en su alcoba pues la rubia andaba por cualquier lugar y raramente estaba en su cuarto. Decidió recurrir al último lugar dónde pudo terminar su larga búsqueda. Ahí la encontró dormida y entre sus brazos su pequeño amigo. Se acercó y movió suavemente su hombro.
-Candy, despierta.-repetía una y otra vez.
La rubia abrió los ojos lentamente y pudo ver con claridad a Dorothy.
-¿Ya es de noche?.-preguntó medio-dormida.
-El Sr. William me envió a buscarla.
-Dile que no puedo ir, la Tía-abuela me dijo que me quedara aquí.-dijo triste.
-¡Qué dices Candy! Albert y Archie te están esperando abajo. Sin ti ellos no podrán disfrutar de la reunión.
-No lo sé Dorothy.-dudó Candy.- No me gustaría tener problemas con la Tía-abuela.
-¡Vamos! Tienes el respaldo del Sr. William, no creo que quiera contradecirlo .-comentó Dorothy abriendo el armario. De ahí sacó el vestido verde que Candy vestía en el baile.
Se sorprendió al notar que todavía seguía hermoso como antes. No dudo un segundo y se vistió rápido. Con ayuda de su amiga, Candy se arregló el cabello y se puso un moño verde brillante en su cabello.
-Te ves preciosa, ahora ve abajo con los demás. Diviértete Candy.- Dorothy empujó a la salida a la pequeña.- Que te vaya bien.
Candy mientras corría agradeció a Dorothy por ayudarla. Al llegar al salón, todos los presentes se quedaron boquiabiertos al ver a la hermosa chica que acababa de entrar a la reunión. Archie y Albert volteó a ver a Candy y se dirigieron hacia ella. Los dos al verla más de cerca, notaron lo bella que se veía con aquél vestido.
Ofrecieron los dos su brazo, y Candy aceptó. En el salón de un momento a otro ella era el centro de atención damas y caballeros incluso de los Leagan.
-Vaya, ya llegó la sirvienta.-decía burlona Elisa.- ¿Quién le habrá permitido el acceso?
-¡Elisa! No hables así de Candy.-regañó Neil hacia su hermana.
Neil sabía que, aunque Candy lo haya rechazado y a su propuesta de matrimonio, él seguía amándola. Candy realmente había cautivado su corazón y lo había cambiado totalmente con el fin de tener una oportunidad de que ella lo llegara amar. Elisa, por su parte, había cosechado un odio profundo hacia esa chica. Elisa no tenía palabras para describir cuánto odiaba a Candy. Ella todavía se decía a sí misma que si aquella huérfana no se hubiera integrado a la familia, Elisa seguiría siendo el centro de atención de todos.
Después de unos minutos, la Tía-abuela anunció la llegada de los Miller a la reunión. Todos, en especial Candy, estaban interesados en conocer a la familia Miller. De la puerta salieron un pequeño grupo de personas elegantes de traje y vestido de gala. Todos quedaron viendo hacia la dirección de ellos.
De pronto Albert se separó de Archie y Candy al igual que un hombre alto rubio con barba similar a la que traía Albert antes. Los dos quedaron frente al otro y extendieron sus brazo en forma de saludo, luego Albert volteó a ver a los demás invitados.
-Todos denle la bienvenida a los Miller.-dijo Albert.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top