Capítulo 20.

Cuando bajaron del carruaje, empezaron a  buscar  con la mirada el nombre  de la posada, dónde se quedarían Archie y Harry. Al contrario, Candy se instalaría adentro de la Academia pues ahí hay dormitorios para los estudiantes y maestros.

No tardaron mucho en encontrarla. Adentro de la posada, se dirigieron directamente al mostrador a checar su reservación. Tuvieron que esperar un poco para recibir la habitación. Su cuarto se situaba en el segundo piso hasta el fondo del pasillo. Entraron y colocaron sus maletas en cada respectiva cama. Era una habitación bastante sencilla. Dos camas, un baño, una cocina, cuarto de lavado y un comedor.

-Todo parece  estar bien-. Archie abrió su maleta y empezó a desempacar.

Harry abrió las cortinas mientras que Candy daba un vistazo por todo el lugar. Abría curiosa los cajones, las puertas y el baño. Archie contemplaba las acciones de su amiga con sigilo y de vez en cuando se le escapaba una risa silenciosa. Harry, a diferencia del otro, no le preocupaba ser descubierto riendo del comportamiento. Por lo que dejaba libre su risa. La rubia lo notó en seguida. Infló sus mejillas en seña de vergüenza.

Después de un rato, los dos terminaron de acomodar su ropa en el ropero y sus cosas alrededor del cuarto. Aunque habían terminado, el aspecto dejaba mucho que decir. Todo seguía desordenado a pesar de haber acomodado algunas cosas.

-Al parecer nunca van a terminar-. Rió Candy ante el desorden de sus dos amigos-. Descuiden, les ayudaré a arreglar y después me acompañarán a la academia.

-Descuida, Candy. Adélantate con Harry hacia la Academia-. Dijo Archie aún tratando de cerrar el cajón con sus prendas. Parecía que estaba luchando contra el.

-¿Seguro?.-preguntó Harry cerrando nuevamente su maleta.- ¿No quieres ver cómo es?

-Sí, claro. Pero antes, quiero dejar todo listo para esta noche. No quiero cenar en este lugar desordenado-. Señaló todo el lugar-. Nos veremos más tarde para dar un paseo ¿sí?

Archie lo volteó a ver guiñándole un ojo. Éste no entendió la indirecta, al contrario de Harry, la rubia pensó que se le había metido accidentalmente una basurita en el ojo. Rodeó los ojos mientras que los empujaba hacia la salida. Antes de cerrarles en la cara, les sonrió entre dientes.

-Tenía mucha prisa-. Dijeron los dos al mismo tiempo.

-Váyamonos. En la carta, habían escrito la dirección. Al parecer está cerca de la posada así que podré visitarlos cuando pueda.-dijo Candy tomando su maleta.

-Permíteme ayudarte.-sonrió Harry quitándole de la mano su maleta. Candy sonrió.

Caminaron hacia el gran portón que indicaba la entrada hacia la academia. Al ir detrás de la rubia, notó que jugaba con una delgada pulsera y la pasaba de en mano en mano. Parecía nerviosa aunque no lo demostrara. De una caseta, salió un señor de mayor edad caminando lentamente -con un poco de dificultad-. Se dirigió hacia ellos.

-Buenas tardes, ¿Qué se les ofrece?

-Yo vine a acompañar a mi amiga hasta aquí.-excusó Harry sin soltar la maleta de ella.

-¿Cuál es su nombre señorita?-. Sacó una tabla de su chaqueta beige.

-Mi nombre es Candy White Andrew-. Respondió dulcemente.

Con su mano libre, agarró los lentes que traía colgando en el cuello y se los puso. Luego examinó con los ojos entreabiertos todos los nombres que había en las hojas. Buscaba entre todas el nombre de la chica hasta que después de unos minutos lo encontró.

-Sí, aquí está Señorita Andrew. Veo que es alumna nueva. Espero que la suerte esté con usted. Adelante y sea cordialmente bienvenida.- extendió su brazo haciendo una seña de invitación.

Los tres caminaron hacia las grandes puertas que protegían la academia. El señor, con su llave, abrió éstas y entró junto con ellos para indicarles el camino.

-Sólo sigan el camino de tierra si no quieren perderse. Nos vemos y que tengan un buen día-. Finalizó para volver a su puesto.

Agradecieron y siguieron su camino. Una vez ya volteando, vieron el interior del colegio. Era parecido a un majestuoso palacio de algún aristócrata europeo. Alrededor de ellos, habían arbustos perfectamente cortados creando figuras de animales; demasiadas flores de distintas especies, tamaños y colores pasteles. Lo que más destacaban eran los tulipanes.

-Vaya...invirtieron mucho dinero en esta escuela-. Harry expresó asombrado con la espléndida vista del campo.

-Es de esperar, no todos pueden entrar en este prestigioso lugar.

Continuaron siguiendo aquél camino hasta que estuvieron enfrente del edificio. Las puertas seguían abiertas así que aprovecharon para pasar y dejar ahí a Candy. Dejó en el suelo la maleta. Acto seguido, miró a Candy fijamente a los ojos sonriendo. La rubia regresó aquél gesto con una sonrisa igual emotiva.

-Muchas gracias por acompañarme. Y también por haber cargado mi maleta-. Dijo mientras guiñaba un ojo.

-No es nada. Si quieres descansa hoy. Mañana vendremos por ti.

-Claro. No hay problema. Hasta luego.

Se despidió dándole un beso calido en la mejilla. Para Candy de seguro no significaba algo más allá de la amistad -según Harry-, pero para el chico tenía un significado más allá de los límites del amigo.

Y él, aunque todavía no tuviera  en claro sus sentimientos hacia ella, ese beso perduraba en su mejilla como si alguien lo hubiera impreso ahí. Tal vez la conversación que tuvo con Archie, provocó un efecto en Harry.

Quiso despedirse de la misma manera, pero hubo una fuerza más allá de su cordura que le impidió hacerlo. Así que sólo la abrazo cortamente. Correspondió amablemente.

Se había quedado plantado ahí aún cuando Candy había dejado de abrazarlo. Volvió a la normalidad cuando la rubia recogió su maleta del piso. Reaccionó. Poco antes de que Candy siguiera, la tomó del brazo, lo cuál la agarró desprevenida.

-Sólo te quería decir que me alegra haberte acompañado hasta acá-. Expresó con un rubor fantasmal, que, sólo él podía verlo-. Espero que nuestta estancia juntos sea de lo más agradable y deseo que cumplas con tus metas estudiando aquí.

-Yo también me alegro el que me hayas acompañado. Gracias a ti y a Archie, el viaje no fue muy pesado, es más, fue muy agradable.

-Igual...creo que ya es hora de que me vaya, no quiero ser echado-. Rió. Candy asintió-. ¡Adiós!

-¡Adiós Harry!-. Movió de un lado a otro su mano despidiéndose de él.

Agarró su maleta y buscó la dirección. En ese corto tiempo, admiró la construcción y colores de la academia. Parecía bastante enorme por las imponentes escaleras en forma de caracol. Habían columnas hechas de mármol color hueso. Entre éstas, estaban estatuas de personas. Imaginó que aquéllas eran especialistas famosos en el campo de medicina.

En su búsqueda, hubo una persona amable de intendencia que le ayudó a encontrarla. Tocó la puerta varias veces hasta que la puerta se abrió, dejando ver a una señora baja de estatura asomarse.

-Disculpe, vengo a registrarme.

Sin pronunciar palabras, ésta sonrió extendiendo su mano, invitándola a pasar. El ambiente del interior era más cálido y menos sofisticado a comparación de la entrada al edificio.

-Buenos días, ¿qué se le ofrece?

-Vengo a registrar mi ingreso a la Academia. Mi nombre es Candice White Andrew.

La mujer en el mostrador, se sorprendió al igual que muchos al escuchar el apellido. Candy lo notó.

-¡Ah! Si es la alumna extranjera. ¿Srta. Andrew cómo fue su viaje?-. Preguntó amablemente mientras buscaba algo con los ojos.

-Muy bien, gracias -. Respondió. Unos minutos más tarde, Candy volvió a preguntar -. ¿Tendrá listo mis documentos?

-Sí, ya los encontré-. Dijo entregándome una carpeta-. Aquí tienes tú número de cuarto, un mapa de la academia, horarios de clases durante la semana y lista de útiles que necesitarás llevar en cada clase.

Se sorprendió por todo el contenido de una pequeña carpeta. Incluso llegó a cruzar por su mente, la pereza de leer todas esas hojas. Sonrió por última vez y se fue a buscar su dormitorio. Candy tenía una idea sobre los dormitorios y era que tendrá que convivir con otra persona más. Claro estaba, que, no le importaba en absoluto convivir con un compañero de cuarto, es más, le agradaba la idea.

Al encontrarse con las escaleras, miró hacia arriba y se llevó una gran sorpresa; no era sólo dos pisos, sino eran cinco plantas. Según el papel que le dio la recepcionista, su habitación se hallaba en el nivel cuatro. Pensándolo bien, subir y bajar cuatro pisos todos los días, no sonaba muy emocionante para nadie. Dio un largo suspiro y se empeñó a subir todas esas grandes e infinitas -en el punto de vista de ella- escaleras.

El Sol había hecho poco a poco su desaparición para dar lugar a la tarde. Harry aún se encontraba saliendo de la entrada. Caminó recto hacia la posada.

Cuando llegó tocó la puerta del cuarto. Esperó varios minutos afuera. Parecía que llevaba ahí una hora. Tenía los brazos cruzados por el viento helado que pasa por el corredor. Decidió cerrar sus ojos, pero el sonido de la puerta se hizo presente. Los abrió de golpe y vio enfrente de él a Archie. Llevaba una toalla cubriéndole dejando solamente el torso descubierto. En sus manos llevaba otra.

-Hasta que decidiste abrirme-. Gruñó Harry-. ¿Por qué tardaste tanto en abrir?

-¿Fuiste tú quien tocaba?

Asintió de mala gana.

-Perdona, pensé que era un pájaro quien lo hacía. No pensé que llegaras temprano, por lo que decidí darme un baño-. Excusó poniendo un brazo detrás de su cabello mojado.

-Ya me di cuenta-. Bufó molesto pensando en cómo hacerle pagar.

-No te enojes. Para compensarte he preparado la cena.

Respiró rendido. Archie lo hizo pasar a sentarse en la mesa. Luego fue a la cocina en busca de la cena que había preparado mientras estaban ausentes. No era muy extravagante a lo que estaban acostumbrados a comer, pero no era tan malo.

-Aquí está. Espero que te guste. Es un pan con ajo, jamón y tomate. Ahora agradéceme por haberla hecho-. Dijo confiado.

Harry rodó los ojos. Llevo a su boca una pieza de pan. Realmente sabía bien aunque no lo quisiera admitir por lo molesto que estaba aún.

-¿Está rico?

Asintió. Y se comió otro tras otro hasta no dejar nada en el plato.

-Gracias por la comida. ¿Cuándo vas a cenar?-. Preguntó Harry limpiándose las comisuras de sus labios.

-....Esos trozos de pan, también eran mi cena-. Dijo mientras veía el plato vacío.

-Bueno esa es mi venganza. Hoy te quedaste sin cenar-. Sonrió victorioso-. Ahora me gustaría dormir un poco. ¡Buenas noches!

Harry se recostó en la cama aún riendo. Archie sólo maldecía a su amigo mientras que recogía los platos de la mesa para después lavarlos.

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