Capítulo 18
Candy no pudo dormir en toda la noche. Estar pensando en la Academia la había mantenido despierta, a la vez aprovechó para empacar sus cosas y ponerlas en su maleta. Cuando el Sol había salido, ella estaba lista para abordar su barco rumbo a España junto con Archie y Harry. Albert dio la orden de que tuvieran el carruaje listo para no tener ningún problema.
-¡Candy es hora de irse!.-gritó del otro lado Dorothy.
-¡Ya voy!
Estaba arreglándose el cabello y su vestido. Cerró su maleta y la cargó. Antes de que saliera, su pequeño amigo se interpuso entre ella y la puerta. Clint con sus ojos le pidió que lo llevara con él a España pues no quería estar solo esperando a que ella regresara.
-¡Ay Clint! Sabes que en la Academia no permiten animales, tendrás que quedarte aquí.-dijo Candy abriendo la perilla.- Si quieres podrías quedarte con Annie.
A Clint se le iluminaron los ojos al escuchar el nombre de Annie. Saltó y saltó en señal de que estaba de acuerdo con la idea. Dejó la maleta en el suelo para acariciar su cabeza y después la recogió para irse acompañada de Clint. Su amiga la regañó por haberse tardado adentro.
-Dorothy, antes de irme quiero que envíes a Clint con Annie por favor.-dijo entregando a Clint.
-No habrá problema.-contestó Dorothy indicando que debía de darse prisa.
Acompañó a Candy hacia abajo donde Albert y los demás la esperaban. Al llegar con ellos, todos subieron al carruaje y esperaron a que se moviese. El personal de la mansión se despedía una y otra vez de sus jóvenes amos y su jefe.
-¿Estás nerviosa Candy?.-preguntó Albert. La rubia asintió.- No te preocupes, te va a ir muy bien.
-Es cierto, además tienen aquí a un buen guía.-comentó Harry sonriendo.-Por ahora, todo está tranquilo.
En el trayecto hacia el barco, los cuatro estuvieron hablando sobre varios temas de interés en Estados Unidos y a la vez de cosas que harían llegando a España. El tiempo pasó muy rápido pues ya se encontraban afuera del puerto dónde estaría el barco que los llevara hasta su destino. Bajaron todos con su equipaje y se despidieron de Albert sin antes de darle las gracias por haberles dado la oportunidad de viajar a otro país.
Los tres se dirigieron hacia su barco con boletos en mano. Tuvieron que esperar una hora afuera porque su transporte no había llegado aún. Luego de aquella espera larga, al fin pudieron abordar el barco. Cuando el capitán revisó sus boletos, se llevó una gran sorpresa al leer los nombres, especialmente el apellido. De inmediato mandó a llamar a un empleado para que llevara a sus preciados pasajeros a un área especial que sólo podían pagarla los adinerados. Eran varios dormitorios lujosos con sirvientes personales. Ahí el empleado les dio la bienvenida a sus tres huéspedes de familia rica y los dejó que se instalacen en el cuarto. En la habitación habían tres camas para cada uno recién preparadas. Archie y Harry estaban acostumbrados a que las personas los tratasen así, pero Candy no por lo que se le hizo extraño aquel repentino cambio del capitán.
-Al menos podremos descansar cómodamente.-dijo Archie acostándose en la cama.- Me dormiré un rato, si quieren pueden salir a ver que hay.
Los dos asintieron y salieron del cuarto.
-¿A dónde vamos?
-¿Qué te parece salir a ver el mar? Ahí hay aire fresco.-sugirió Harry. Candy estuvo de acuerdo.
Pasaron por el camino donde el empleado los había conducido antes. Finalmente después de estar atravesando varios pasillos llegaron a la cubierta. Ahí notaron que el barco ya estaba alejándose de la costa. En un instinto, Candy saltó hacia la barra que servía como medida de precaución. Poco a poco pudo sentarse sobre ella. Esto alarmó a sus dos acompañantes que la miraban como si ella quisiera acabar con su vida en ese preciso instante.
-¡Candy baja de ahí ahora! Te vas a caer.-gritaban Harry y Archie a la vez que su piel se hacía más pálida por el temor de que se cayera.
-Tranquilos, no me sucederá nada. ¿Por qué mejor no suben aquí conmigo?
-Le tengo miedo a las alturas...y a morir joven...-dijo en un intento de tranquilizarse Archie.
-Entonces Harry, acompáñame.-dijo Candy con una gran deslumbrante sonrisa.
Harry no podía escuchar otra cosa más que aquellas palabras acompañadas de un resplandor. Su cabeza dejó a un lado el miedo de caerse y como si una fuerza lo atrajera, subió a lado de Candy.
-Harry...tus padres me matarán y después matarán a Albert si algo te sucede....-dijo en su límite de desmayarse.
Comprobó que a diferencia de estar en la cubierta, ahí donde se encontraban juntos soplaba el viento de manera suave. Y que se oía mejor el sonido que hacía el agua al chocar con el barco. Después de estar casi dos horas viendo los tonos de azul que tenía el océano, entraron de nuevo al barco y fueron al comedor.
-Todo ese mareo me provocó hambre.-se detuvo y los miró asesinándolos con la mirada.- Es su culpa de mi repentino apetito.
Los dos se rieron. Candy le sacó la lengua de forma infantil mientras que Harry sólo le dio un leve golpe en el hombro a Archie.
-Son unos malos conmigo.
Al abrir las puertas del comedor, vieron que directamente enfrente de ellos estaba el buffet esperando a ser abierto. Antes de entrar, se acercó un hombre bien vestido de azul fuerte y blanco. Fumaba una pipa de tabaco. Se dieron cuenta que era el capitán que revisaba los boletos al principio.
-Bienvenidos, tengo el puesto de capitán en este barco. Es un honor tener a los Andrew abordo.-dijo mientras saludaba a los tres.- Es para mí un placer hacerles un recorrido por todo el barco.
Agradecieron para después llevarlos por todo el barco. El último lugar a donde fueron fue a la cabina de tripulación. Todos los trabajadores se alinearon asimismo saludaron cuando escucharon el sonido de la puerta abrirse.
-Por si acaso tienen algún problema, pueden venir aquí y hablarlo conmigo o con mi segundo oficial al mando.
Una persona entre todos los trabajadores dio un paso al frente aún saludando. Aquella persona se llevó una sorpresa al igual que Candy. Los dos se miraron mutuamente sonriendo.
-Les presento a mi primer oficial al mando, Cookie.-dijo señalándole.
-Mucho gusto en servirles en su viaje.-hizo una reverencia ante ellos.-Estaré aquí por si necesitan de mi ayuda.
El capitán se acercó a Cookie y le revolvió su cabello.
-Así se habla primer oficial. Acompañe a los Andrew a su habitación.-mandó el capitán. Él aceptó gustoso.
-Siganme.
Dejaron atrás la cabina para irse a su habitación. En el camino Candy y Cookie iban a la par caminando mientras que atrás de ellos iban los dos chicos.
-¡Me alegra mucho volverte a ver!.-exclamó feliz la rubia a la vez que daba un abrazo.
Los dos no sabían que estaba de repente pasando entre su amiga y el otro chico.
-Digo lo mismo. Desde aquella vez me he esforzado en encontrar un trabajo y después de mucha búsqueda encontré este.
-Te felicito Cookie. Yo igual encontré una vocación en la vida; ser enfermera.
-Alguien me podría decir qué está pasando aquí.-murmuró Archie.
-Cierto, Cookie y yo nos conocimos cuando yo me dirigía a América. Él me ayudó y también conoció a Terry.
-Me regaló su armónica y me enseñó a tocar una melodía.-dijo sacándola de su bolsillo del pantalón.-Hasta la fecha sigo tocándola.
-Entonces debería de agradecerte por haberla ayudado. Gracias.-dijo Archie ofreciendo su mano.
-No hay de que.-sonrió correspondiendo. Abrió la puerta de la habitación y miró directamente a Candy.- Espero que tengan un buen viaje, nos vemos mañana. Buenas noches.
Se retiró sin antes inclinarse ante ellos. Los tres entraron y cada uno se abalanzó a su respectiva cama. Los tres estaban ansiosos e impacientes de llegar a España, en especial Candy quien quería saber específicamente cómo sería la capital del país, Madrid, donde iría a estudiar. También deseaba recorrer toda la capital antes de ingresar a la academia, tenía el presentimiento de que sería una buena idea para empezarse a ubicar en el nuevo territorio.
Decidieron dormir temprano, pero antes de que pudieran cerrar sus ojos, sonó el altavoz.
-Buenos nochess pasajeros, quisiera informarles que en tres días y medio llegaremos a Inglaterra; ahí haremos una escala para las personas que van para allá, luego retomaremos nuestro camino directo hacia España, siempre y cuando no haya retrasos.
Se apagó el altavoz después de haber dado el anuncio. Los tres cerraron los ojos esperando a que el mañana llegara pronto.
El Sol alumbraba entre las cortinas el rostro de Candy. Poco a poco sus ojos se daban cuenta de los pequeños y delgados rayos de luz que pegaban a sus párpados. Se levantó levemente brusco y llevo sus dos manos a tallarse para así despertar completamente. Llevo su vista a sus dos amigos que aún permanecían dormidos.
Levantó las cortinas procurando no despertar a sus amigos. El mar azul se veía claramente y reflejaba la belleza del resplandeciente Sol como si fuera un espejo. La vista la maravillaba con cada segundo que pasaba ahí admirando el amanecer.
-B-buenos días, Candy.-apenas pronunció Archie bostezando.- ¿Ya llegamos a Inglaterra?
-Aún no. Todavía faltan cuatro días.-respondió Candy sin mirarlo.
-Que mal. Me gustaría que este viaje en barco acabara lo más pronto posible antes de que vomite.
-¡No digas eso! ¡Apenas es de mañana!.-interrumpió con una risa Harry.- Buenas a todos.
Candy les indicó que ella iba a utilizar el baño primero para arreglarse. Sacóde su equipaje un vestido medio corto y se adentró al pequeño cuarto para cambiarse mientras que los hombres se cambiarían afuera.
Una vez vestidos y preparados, dejaron su habitación para ir al comedor a desayunar. Al entrar notaron que todo el mundo ya estaba desayunando o habían terminado. Pidieron su mesa. No tardaron mucho en llamarlos y conducirlos a su mesa. El anfitrión les invitó a servirse del buffet. Cuando terminaron, se retiraron del comedor para visitar al amigo de Candy.
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