Capítulo 15.

Harry sacudió su cabeza bruscamente intentando sacar de sus pensamientos todo su pasado. Era lo menos que quería recordar en este momento. Observó a su alrededor y la lluvia había parado. Habían partes de la calle que estaban inundadas, las ventanas de las tiendas estaban empapadas de agua y se veía borroso a través de los cristales. La gente había salido y algunos se fueron a su casa por hoy.

Todas las personas que pasaban a un lado de Harry, simplemente lo miraban por un pequeño momento para después sólo retomar su camino. Nadie se acercaba a conversar o ayudar. Decidió ponerse de nuevo de pie e irse más lejos de la zona.

Mientras caminaba, sólo podía recordar varios momentos de su pasado. Ahí fue donde cruzó por su cabeza el pensamiento "No tengo una verdadera familia". Después de todo sus padres habían muerto y la única verdadera familia que estuvo con él la apartaron de su vida.

Creía que su vida era una total mentira, y no porque era injusta sino cruel. ¿Por qué yo soy el único que sufre? ¿Habrán más personas en la misma situación?

No tenía idea de donde estaba. Se sentía perdido entre las tiendas, casas calles, personas...no sabía a donde ir. Respiró profundo para llenar sus bronquios de aire limpio para después expulsarlo. Ahora emprendió caminando de nuevo pero esta vez despacio.

Miraba todo a su alrededor y algo llamó la atención de él. Un puesto clarividente. Él realmente no creía mucho en que aquellas mujeres con su bola de cristal, pájaros, cartas o en cualquier otro método para adivinar. Pero ésta vez le interesó y decidió acercarse. Después de todo no tenía nada mejor que hacer que seguir adelante sin rumbo.

-Bienvenido, le adivinaré su futuro con las cartas.-volteó a ver a la cara a Harry e hizo un gesto de sorpresa.- P-por favor sientese en la silla.

-Le explicaré de qué tratará la sesión. Al principio, yo barajearé y después le mostraré tres cartas. Dependiendo de cómo estén colocadas las cartas ya sea invertida o no será lo que le deparará a usted.

Obedeció y se sentó. Con un poco de dificultad -por los nervios- barajeó las cartas profesionalmente una y otra vez, partía y separada en un pequeño bonche una parte de todas. Al terminar dejó sólo tres de ellas en la mesa.

-La primera carta.-anunció a la vez que con su dedo índice indicó la carta.- La carta La Luna, significa el umbral de un importante cambio. Se predice que en una fecha futura, pero no muy lejos, habrá un repentino cambio ya sea personal o afuera.

Deslizó la carta para que quedara enfrente de mí para proseguir con la siguiente. Con la misma mano volteó la carta para que quedara al descubierto.

-La siguiente, La Justicia. Ésta al estar invertida refleja inseguridad. No tienes seguridad en ti mismo ni lo que haces. Estás debatiendo mentalmente en lo que es correcto e incorrecto.

Y por último, la adivina lentamente volteó la última carta que quedaba en la mesa. Se veía claramente como la señora mayor le temblaba las manos al querer mostrar la última. Parece que temía lo que dijera la última carta.

-L-la última carta.-se sorprendió al verla y soltó un respiro de alivio.- El Carro. Un viaje como noticia inesperada recibirás. Sólo espera ese momento y lo descubrirás por ti mismo.

Harry le entregó las tres cartas a la adivina. Ella las acomodó junto con las otras y las guardó debajo de su mesa. Él le sonrió como gesto de agradecimiento y le dejó en la mesa algunas monedas y se retiró del lugar.

En cambio, la adivina cuando el joven se retiró, se quedó impactada por su presencia. Al parecer Harry no era el único que presentía el alma de Anthony cerca.

-¡Felicidades Tom!.-se acercó la Señorita Pony a estrujar los cachetes de su pequeño.- Me alegro mucho por ti.

-¡Por favor deténgase Señorita Pony!.-dijo reclamándole.- Ya no soy un niño.

-Para mí siempre lo serás Tom.-le dio un beso en la mejilla.

-N-no es para tanto.-dijo avergonzado rascándose un poco la nuca.

La hermana María había hecho pasar a Tom y a su padre. Los niños de inmediato agarraron a Tom y se lo llevaron para jugar al escondite. Ya en el patio, a un niño, cuyo nombre es Justin, le tocó contar para que todos los demás se escondieran. Se giró y cerro los ojos para dar comienzo a la cuenta regresiva.

-Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno....

Mientras Justin contaba, los niños se esparcían entre todo el patio a ocultarse atrás de las cosas que tenían en su entorno. Algunos debajo de una vieja carretilla, atrás de rocas o árboles. Candy y Tom inconscientemente se escondieron juntos arriba en la rama de un árbol. Los dos treparon árboles diferentes para que no pudiera ser complicado bajar y guardaron silencio par no ser descubiertos. Se sentaron y se recargaron en el tronco del árbol para no caerse.

-Aquí no nos encontrarán ¿Verdad Tom?.-preguntó Candy entre una sonrisa cerrada. Tom asintió.

Ahora para ella se veía todo claro: Algo le pasaba a su amigo. Sabía que el juego favorito de Tom, cuando eran tan sólo unos niños, era las escondidas. Verlo jugar tan poco emocionado, se hacía saber a su amiga que tenía algo en mente que lo atormentaba. Tan bien se conocían entre ellos.

-Tom, ¿Hay algo que te preocupe?.-se acercó un poco.

-No te preocupes, estoy bien.-respondió con la mirada a otro lado.

Ese gesto hizo que Candy saltara del árbol en donde estaba hacia el otro. Aquello asustó a Tom.

-¡¿Estás loca?! ¡Podrías haberte caído!

-Por favor, he pasado la mayoría del tiempo en los árboles cuando éramos niños. Una simple caída no me afectaría.-dijo fingiendo indignación.

-Eso no quita el hecho de que te hubieras salido herida.- luego se quedó en silencio.

Al ver que su mirada estaba otra vez desorbitada, lo sacudió para que reaccionara.

-Ahora sí ¿Qué te sucede Tom? ¿Por qué actuas así?

-Nada, ya te dije que no te preocupes.

Todavía llevaba en el rostro su expresión despreocupada y sin vida. Como si algo hubiera absorbido su energía por completo.

- Sé que no estás bien. Has estado con la misma expresión desde que llegaste ¿Qué te preocupa? Sabes que puedes confiar en mí.-dijo Candy dándole una palmada en la espalda. Suspiró y miró a Candy con otra expresión; era diferente a la que mostraba antes.

-Como oíste, mi padre quiere que me case.- hizo una pausa.- Es un matrimonio arreglado. Aún no conozco a mi supuesta prometida. ¡Pero no quiero casarme todavía! Quiero seguir viviendo mi vida como está ahora o por lo menos antes.

"¿No conocía a su prometida?" Pensó brevemente.

-Ya veo, con que eso es lo que te preocupa. Descuida, estoy segura que el Sr. Steve no hará nada en contra de ti.

-Te equivocas. Él y el padre de mi 'prometida' lo arreglaron sin nuestro consentimiento. Además no puedo ir en contra de la palabra de mi papá.-dijo algo triste.

Candy no supo qué decir más. Volvió a  su árbol a esconderse y a esperar a que los encontraran. Durante un buen tiempo permanecieron en silencio. Ninguno se dirigía la palabra, no es porque no quisieran sino era porque no las palabras no salían de ellos como si estuvieran encerradas en su garganta.

-Candy.-pronunció Tom, queriendo romper el hielo entre los dos.- ¿Qué harías si estuvieras en mi situación?

Se quedó viendo a su amigo quién a la vez también la miraba lleno de curiosidad. No respondió pues quería pensar las palabras correctas para su respuesta.

-Creo que...escaparía..-dijo todavía pensándolo.- Si no quiero y me obligan a hacerlo, quisiera  mejor evitarme una discusión pérdida e irme.

-Vaya, recuerdo que me habías dicho que tenías que casarte a fuerzas con Neil ¿No?

-Sí, pero al final sólo fue una sucia mentira por parte de los Leagan.

-¿Y si hubiera sido real? ¿Cómo hubieras reaccionado?

-Ya te lo dije, escaparía. Soy una persona individual como cualquier otra que puede pensar por sí misma. Lo que yo decida es mi problema y de nadie más. Es por eso que no dejaré que nadie controle mis decisiones porque al fin y al cabo es mi vida y yo decido que hacer con ella.

Tom pareció impresionado y a la vez inspirado por esas palabras. Tenía razón su amiga. No dejaría que alguien decida por él lo que tiene que hacer. Eso hizo elevar su confianza en él y le dedicó una sonrisa a Candy para decirle gracias.

-Eres genial Candy, ojalá pueda lograr cambiar  la opinión de mi padre.-dijo Tom sonriente.- Todavía no quiero compromisos con nadie.

-¡Así se habla!.-rió Candy levantando el pulgar como signo de aprobación.

A causa de sus risas fuertes que se podían escuchar por todo su alrededor, Justin no tardó en encontrarlos  junto con los otros niños que también habían ayudado con la búsqueda de sus mayores.

Los dos bajaron de los árboles y aterrizaron en suelo firme para después entrar a comer un poco.

....

La tarde se había terminado muy rápido. El Sol en vez de estar arriba ya se estaba ocultando entre las pocas nubes que había en el suelo. Tom se tuvo que despedir de todos los niños, La Señorita Pony y de la Hermana María. Al final sólo quedó su fiel amiga de la infancia en frente de  él.

-Gracias Candy por este día.-agradeció y extendió su mano.

-Claro, siempre estaré para ti cuando me necesites.-correspondió el apretón de manos.

Tom se acercó a Candy y le dio un enorme  abrazo que fue correspondido enseguida. Cerraron sus ojos para despedirse una vez  más y para luego separarse e incorporarse de nuevo como estaban antes.

-Nos vemos, cuídate mucho.-sonrió Tom.

-Sí, igual tú.-respondió Candy despidiéndose con la mano.

La Hermana María cerró la puerta cuando el Sr. Steve y Tom se habían ido. Los niños regresaron a su habitación para prepararse para dormir. En vez Candy corrió  hacia la ventana y la abrió rápidamente.

-¡Adiós Tom!.-gritó desde la ventana para que lo oyera.

Tom se dio cuenta y volteo a ver a su amiga una vez más. Le sonrió y se despidió con su mano. Se subió a su viejo carruaje y desapareció por completo de la ruta.

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