Capítulo 14.
Harry se encontraba corriendo por las vacías banquetas del pueblo a causa de la lluvia. Mientras corría, no notó que sus lágrimas se camuflajeaban entre las gotas de lluvia hasta que llegó a refugiarse en la entrada de un bar. Decidió respirar un poco más para poder alejarse más de la zona.
-En verdad...¿en qué estaba pensando?.-se dijo en voz alta recargado en la pared del bar para después sentarse a reflexionar un poco.
Aceptaba que sus palabras no habían sido las más correctas para el momento, pero ¿qué podía hacer? Siempre tuvo que vivir con el peso de aquellas palabras durante su vida. ¿Acaso debería de dejarlas encerradas dentro de él hasta que diera su último respiro? Claramente eso no iba a pasar. Tarde o temprano todo lo que sentía reprimido en su interior tenía que salir a la luz.
No todo en lo que dijo era falso. Era verdad que su madre había fallecido cuando nació. Hubo alunos que lo tomaron como un milagro de Dios y otros como maldición por haber condenado a su madre a morir.
De pequeño, Harry no entendía las palabras que decían de él a su espalda. Pero tenía el presentimiento de que no eran buenas.
Su padre, la cabeza de la familia Miller, desde un comienzo no quiso saber nada sobre Harry. En el fondo, él lo culpaba por la muerte de su esposa. "Si jamás hubiera nacido...Julienne no hubiera muerto" pensaba su padre. Aquel pensamiento ocasionó la distancia entre padre e hijo por un periodo corto hasta que Harry cumplió cinco años. Aquella vez fue la primera vez que vio a su hijo a los ojos. Había crecido mucho después de haberlo visto nacer. Luego de eso pequeño y efímero momento, nunca volvió a verlo pues no tenía mucho tiempo para cuidarlo por motivos de trabajo.
Su padre le pidió a la hermana de su difunta esposa, Marian, que se ocupara de Harry. Como resultado, Harry vivió pensando en Marian como su madre durante su infancia. Su tía al saber la verdad detrás del pedido que le hizo su cuñado decidió hacer de su niñez un verdadero sueño y que lo disfrutara al máximo.
Todo iba maravilloso, su pequeño sobrino sonreía todos los días a pesar de que estos no fueran tan buenos. Tenía una visión única de ver la vida. Lo único que le partía el corazón era la pregunta que ocasionalmente le hacía Harry.
-Mamá ¿cuándo vendrá mi padre a visitarme?.-preguntaba inocentemente.- Hasta ahora, jamás lo he visto.
-Tu padre, está en un viaje de negocios. Pronto volverá.- mentía, pero era mejor que la cruel verdad.
-Está bien, espero que venga pronto.-sonrió al cielo.
Le dolía mentirle, pero si le decía que su padre no lo quería ver entonces eso le hubiera dejado una herida en su corazón. Por eso decidió continuar con la mentira y hacer que Harry siguiera siendo el pequeño feliz que siempre había sido. Si hay alguna palabra para describir a Harry sería "inocente".
Pero eso no duró mucho tiempo.
Sólo se necesitó cinco años para que volviera a aparecer su padre después de mucho tiempo sin saber de él. En el momento en qué apareció enfrente de Harry, le dijo a Marian que ya no era necesario que siguiera ocupándose de su hijo pues había tomado la decisión de llevárselo. Era obvio que Marian se había opuesto, pero no podía hacer absolutamente nada. No era su hijo después de todo.
Lo más doloroso en la vida de Harry fue apartarse de Marian para siempre. Luego de llevarlo lejos hacia el Norte de Estados Unidos, nunca volvió a saber nada de su madre adoptiva.
En su nuevo hogar, consiguió ser adorado por todo el personal de la mansión. Al saber que su padre había decidido llevarlo se había puesto alegre pues tenía las expectativas de pasar tiempo con él como una relación normal entre padre e hijo, pero no fue así. Después de tener de nuevo la custodia de su hijo, se alejó de él otra vez pero no por no querer verlo como en el principio sino por el trabajo que había llegado en ese preciso momento. Casi ni se veían a excepción de las comidas, pero tampoco se dirigían la palabra.
Así fue cómo la infancia de Harry a partir de los cinco años se tornó aburrida. Y poco a poco, el rostro de su madre, Marian, desaparecía completamente de su mente hasta dejar sólo la presencia de ella como un vago recuerdo. Ya no tenía caso recordar a alguien quien ya no ves seguido. Su tía había salido por completo de su vida.
Fue en ese entonces que reflexionó sobre su misma existencia. "¿Qué caso tiene estar aquí cuando mi padre no lo veo seguido?" Pensaba él seguidamente. Ya no le encontraba sentido a la vida. Por lo que dedicó su tiempo al estudio. Era lo único que podía hacer cuando ya no tenía a alguien a quien saludar o platicar.
Se veía atascado desde pequeño en un abismo oscuro donde todo era blanco y negro. Todo era un mundo monocromático. Un día todo cambió para él. El momento en el que había mirado afuera de su ventana. Había logrado encontrar algo que había movido a su seco corazón. Una nueva pasión había surgido en aquél pequeño que imaginaba que su vida ya no tenía sentido. Desde ese momento, quiso dedicarle vida y corazón a aquella actividad que lo mantenía vivo: La jardinería. Se había convertido el todo para él.
Cada día pasaba cuidando, plantando o regando las flores, pasto y arbustos. ¡Hasta había aprendido a crear arreglos florales! La naturaleza lo hacía sentir vivo. Ya no le importaba si su padre no lo veía seguido, ahora su concepto de familia había cambiado.
Fue una tarde, en sus once años quien llegó alguien inesperadamente a su vida. Una nueva madre. Al parecer, su padre había conseguido en esos seis años a una persona y hasta ahora había decidido presentarla oficialmente como su esposa.
-Es un gusto conocerte, Harry.-dijo agachándose para quedar a la altura del pequeño.- Desde ahora puedes decirme mamá ¿Estás de acuerdo?
Harry asintió sin mostrar su descontento. Aunque había olvidado el rostro de su madre, no significaba que ella remplazaría su lugar. No quería reconocer que aquella mujer sería desde ahora su mamá.
Había pasado pocos meses desde que su nueva mamá se había unido a la familia - si es que así le podía llamar-. Era obvio que quería evitar cualquier contacto con ella; si alguna vez ella le hablaba, Harry quería sólo darle una respuesta corta para no tener que hacer una conversación larga. Harry pensaba que su familia no era verdadera, pero lo que no se imaginó fue que realmente podía ser más falsa de lo que ya creía anteriormente.
Un día mientras leía en la biblioteca de su mansión, encontró un álbum de la familia más bien varios de ellos. Cogió el más reciente y lo empezó a ojear un poco. Tenía un poco de curiosidad. Lo primero que vio fue el rostro de su padre con sus padres. Pasó varias páginas y tenían el mismo contenido, pero luego llegó a una parte dónde ya no estaban sus abuelos sino que era su padre con otra mujer. Leyó el nombre de abajo en la foto.
"Julienne Miller"
Aquél nombre nunca lo había escuchado hasta ahora. Pasó las páginas siguientes a la foto y se detuvo en una que le llamó mucho la atención. Era aquella mujer con otra. Estaban abrazadas y atrás de ellas se veían a sus padres.
"Julienne & Marian Wonder"
Al leer el último nombre, se quedó estático. "Marian...ya lo había escuchado antes" pensó detenidamente. Intentó hacer un mayor esfuerzo y hacer memoria pues se le hacía bastante familiar. Le costó trabajo un poco, pero de repente le vino a la mente a una mujer con rasgos físicos iguales a la chica de la foto. Luego de verla varias veces en la foto, finalmente se acordó. Aquella mujer era su madre, pero Julienne no era su nombre. Eso sólo despertó muchas preguntas y quiso por primera vez dirigirle la palabra a su padre. Era hora de conocer la verdadera identidad de las dos mujeres de la foto.
Decidido fue directamente hacia la oficina donde su padre pasaba la mayoría del tiempo encerrado. Tocó varias veces a la puerta hasta que abrieron. Su papá se encontraba sorprendido por la repentina presencia de su hijo y por la mueca que llevaba su hijo impresa en su rostro. Lo dejó pasar hacia adentro y le indicó que se sentara.
-Qué milagro verte por aquí, Harry. ¿Qué te hizo venir a mi oficina?.-preguntó su padre sentado enfrente de él en su escritorio.
Harry puso en el escritorio el álbum y lo abrió en la página donde estaba la foto que lo intrigaba.
-¿Quiénes son estas chicas?.- preguntó Harry señalandolas.- Me acordé que ella era mi madre.-dijo señalando a Marian.- Pero quiero que me digas quién es Julienne Wonder, más bien Julienne Miller.
Se había quedado sin palabras. No tenía alguna respuesta en mente, estaba vacía.
-¿Me vas a decir?.-preguntó un poco impacientado.- ¿Por qué sólo Julienne tiene nuestro apellido y Marian no?
Vio que en su rostro habían demasiadas dudas sobre la respuesta, pero después de dejar salir un suspiro era muy probable que le contestara.
-Ella es Marian Wonder, tu tía quién te cuido en tus primeros cinco años.-dijo para después quedarse viendo a la otra chica.- Y ella era tu madre, Julienne Miller.
-¿Era? ¿Qué le pasó?.-preguntó confundido. Logró recordar a su "madre" pero resultó que no lo era al final.
-Ella...murió dándote la vida.-dijo lo último con un poco de desprecio.- Tuviste suerte porque sobreviviste, pero a ella costó la vida...
Vio como la mirada de su padre cambiada radicalmente a una más fría. No estaba aterrado al cambio, pero tampoco le gustó la idea.
-Por favor retiráte. Nos veremos en la noche para cenar.-fueron sus últimas palabras después hacer una seña a su hijo para que desapareciera de su oficina.
Al salir de la oficina de su padre, en la misma entrada estaba ahí parada su madrastra mirándolo. Él la vio por unos segundos y después echó a caminar hacia su cuarto.
Al ver lo que sucedía, entró a ver a su esposo y entre los diversos temas de los que hablaron uno fue Harry. Margaret, su esposa, le pidió que actuara normal y que apreciara un poco más a su hijo en vez estar ignorando su presencia en la mansión. Su esposo accedió con dificultad. Desde ese instante, todo en la familia Miller cambió. Tanto su padre como la madrastra de Harry cambiaron de actitud hacia él y trataron de convertirse en los padres que nunca tuvo.
Pero no toda esa vida nueva duró mucho, porque en el camino de regreso a casa, su padre había sufrido un accidente. Su carroza había perdido el equilibrio en una curva delgada cerca de un cañón. Era riesgoso, pero era la única ruta para llegar rápido.
En el funeral, sólo habían asistido su hermano y la familia de Julienne y Marian (aunque ésta nunca se presentó). Todos lloraban a lágrima suelta excepto Harry quien opinaba que llorar por aquél hombre no valía la pena. Su "madre" lo abrazó dejando algunos rastros de lágrimas en su hombro. Él correspondió el abrazo. Debió de imaginar el dolor de haber perdido a un familiar querido, pero ¿qué iba a saber de eso? Él jamás tuvo una verdadera familia. Margaret pidió la custodia de Harry por lo que ella se quedó oficialmente con el apellido Miller.
Luego de cuatro años más tarde, llegó un nuevo hombre a la vida de los dos. Alguien que complementaría la vida de su madre. Miles Evee. Harry no se espero que éste completo desconocido pronto se convertiría en su nuevo padre y líder de la familia Miller.
Al final de toda su vida hasta el presente, tuvo que aprender a vivir con personas que no eran sus padres de sangre.
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