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Dedicaciones para its_lachama y lulubookssra_ ❤️

Dedicaciones del cap que viene para quienes comenten más en este cap, y si están súper activ@s, puede haber maratón

—...I wouldn't have nothing at all —cantaba Luke, mientras yo hacía mi mayor esfuerzo por averiguar a punta de oído qué acordes estaba tocando.

La canción estaba full arrecha, tenía que admitir. Y no me extrañaba; a fin de cuentas, estaba respirando el mismo aire que cuatro grandes artistas. Cinco, si hablamos también de Roy English, cuyo trabajo no conocía tanto. Y no es que yo, como mi hermana y su mejor amiga, fuera muy fan de 5 Seconds Of Summer, pero viviendo con una de ellas y teniendo a la otra autoinvitándose a cada rato a nuestro apartamento, no es como que hubiera podido evitar escucharlas cantar a todo pulmón sus canciones. Es verdad que la curiosidad me había matado, y al final había terminado buscándolos por YouTube y descargándome algunas canciones en mi app de música pirata... Pero eso nadie lo sabía, ni tenía planeado que lo supieran jamás.

El punto es que esos muchachos, incluido el rubio ahí presente, habían dedicado la mitad de su vida a la música, y por tanto, rezumaban conocimiento en lo que a ese campo se refiere. Yo era una novata, y de lo que más buscaba sacar provecho de ese viaje al que Lucía me había llevado de arrocera —aparte de divertirme y toda la paja loca que había usado la chica para convencerme de aceptar su invitación—, era de convivir con músicos reales, profesionales, y pillar de ese conocimiento lo más que pudiera. Por eso, aunque podía ver perfectamente desde allí en qué trastes y en qué posición exacta Luke colocaba sus largos dedos —dichosa la Lucía de 19 años; con razón se había empepado tanto—, estaba evitando hacerlo, intentando usar únicamente mi oído para adivinar qué nota correspondía a cada sonido.

Cuando creí que lo estaba consiguiendo, el marico ese cambió de secuencia, pasando del punteo del principio a un rasgueo que, aunque pareciera sencillo, cambiaba de acordes cada medio tiempo, y me hacía tres veces más difícil mi labor. Total que me volví un culo.

Cuando entró en el coro ya fue que me ladillé de tanto cambio y decidí echar un vistazo, y de pana que lo que menos me esperaba era encontrarme a medio campamento FijiSOS —como Lu y Ranchos le decían— intercambiando sus miradas de sorpresa entre Luke y mi hermana, quienes de paso no se quitaban ojo de encima.

Me perdí.

—¿Qué está pasando? —Me incliné para susurrarle a Calum por encima de su hombro.

A él pareció asustarle mi repentino acercamiento, pues pegó un brinquito involuntario sobre su asiento. Intentó disimularlo lo mejor que pudo. —¿No te das cuenta? —Se giró levemente hacia mí, sin dejar de mirar la escena frente a ambos, la cual volví a analizar sin encontrar nada nuevo. Al ver que yo, en definitiva, no me daba cuenta, chasqueó la lengua—. Le está cantando a Lu.

—¿Cómo es la verga? —solté en automático, para nada esperándome esa respuesta. Calum, gracias al tiempo que llevaba siendo amigo del dúo Rubia Sol Morena Luna, no se molestó en responder, sabiendo que se trataba de una pregunta retórica.

No entendía nada. ¿Por qué iba Luke a escribirle una canción a Lucía si se suponía que ellos ya no tenían nada? Tipo, ok que hubieran resuelto sus peos y fueran best panitas ahora, pero... De eso a volverse a gustar había un largo trecho, y con todo lo que había llorado mi hermana por ese marico al que yo levemente había aprendido a soportar desde que lo había conocido, pocos días atrás, teniendo una idea preconcebida bastante mala del personaje... Había pensado que eso ni en mil años podría pasar, mucho menos en tan pocos días. Así que para mí no tenía sentido.

Ah, bueno, pensé, si es una canción de amigos al estilo de "te quiero yo y tú a mí", dale. Pendiente de los acordes, había estado pasando por alto la letra, así que podía ser. Pero... ¿y si no?

Agudicé el oído.

—...what you mean. No one could fall for you quite like me...

Nawebona, me dije a mí misma, no necesitando escuchar más para saber que estaba en lo incorrecto: sí era una canción de amor. Qué. Arrechera.

¿Qué coño 'e la pepa le pasaba al catire webon ese, trimardito, trimamaguevo, buscando lo que no se le había perdido? ¿No había tenido ya suficiente jodiéndole la vida a Lucía dos años atrás? Él no había estado ahí cuando ella se había derrumbado y lo que hacía era llorar y dormir todo el día, deprimida, con el autoestima y las ganas de seguir arrastrándose por los suelos. No había estado cuando había dejado de ser ella, cuando había perdido su luz, y ahora se creía con derecho a cantarle una cancionsita como si eso fuera a echar el tiempo atrás y arreglar las cosas.

El que sí había estado ahí era Luisfer, pero como el cobarde que todos los días le recordaba que era, la había cagado yéndose a Miami y mintiéndole a Lucía con la coba de que no podía volver todavía y lo de que tenía un cuadre nuevo. Todo era pura paja. Él se quedaba por voluntad propia, y lo del cuadre era mentira. Yo lo sabía, porque la supuesta
casi-jeva, la tipa con la que él andaba de pegoste por allá, no era nadie más que nuestra vecina, Aalondra, con la que yo me chateaba de vez en cuando. Ella mismita me había dicho que ellos no eran más que amigos.

Yo, al enterarme, por supuesto que había llamado a Polito para reclamarle, porque no entendía de qué le servía hacer eso. Él me había dicho que todo lo de irse lejos y fingir que tenía a alguien, eran formas de apartar a Lucía para poder superarla, porque teniéndola ahí al lado, era algo que nunca iba a lograr hacer. Y quería hacerlo, porque aunque la amaba y toda la vaina, sabía que no eran el uno para el otro, y necesitaba que ella lo viera también.

Total que me había suplicado que no le dijera nada a Lu, y por mucho que yo no estuviera de acuerdo —Luisfer, a mi parecer, era la persona externa a nuestra familia que más se había preocupado por  Lucía a lo largo de su vida, que más la había querido jamás, y por tanto, no veía un mejor candidato para ella—, se lo respeté. Pero ahora aquella vaina con el Luke ese...

¿Por qué no le cantó una canción antes, ah? ¿Por qué dos años después le metía mano al pasado? ¿Buscando de meterle mano a mi hermana? Porque eso era: al verla repotenciada, tan bella y tan arrecha como había vuelto a ser, incluso más que antes, había querido volver a tenerla en sus manos, para hacer lo que le diera la gana con ella como el imbécil que yo sabía que era, por una cuestión de ego. Y por la cara de pendeja enamorada que tenía Lucía, no me quedaba duda de que la aweboniada esa, inocente como era, le había comprado la labia y se había dejado caer, otra vez.

O, bueno, se estaba dejando, porque por lo visto todavía no habían tenido nada: aparte de la vez de la guerra de agua en la piscina, esa gente de vaina se tocaba, y siempre andaban con un nerviosismo arrechísimo al lado del otro. Yo pensaba que tenía que ver con el tiempo que llevaban sin verse, pero ya veo que no. Qué pajua yo también que no me di cuenta antes.

Pensaba seguir insultando al rubio sifrino ese del coño, y a mí misma por haber tenido la cabeza en las nubes todos esos días y no haberlo visto venir, pero la risa burlona de Calum a mi lado me interrumpió.

—Tendrías que verte la cara —explicó con su carita de sobrado toda bella antes de que yo pudiera pedirle explicaciones.

Lo miré feito de arriba a abajo, frunciendo el cejo, con ganas de meterle tremendo coñazo. —¿Tú sabías algo de esto, Mr. Comedia? —inquirí, prefiriendo centrarme en el tema Luke-Lucía antes que gastar mi aliento soltándole una serie de insultos al chino ridículo ese, aunque se lo mereciera.

El moreno relajó su expresión burlista para pasar a una más seria, mirando a los lados como si quisiera comprobar que nadie lo veía antes de inclinarse más hacia mí para hablarme al oído. —Ayer por la madrugada me levanté para... —Hizo una pausa, imagino que buscando cómo evitar tener que dar la explicación que luego terminó dándome igualmente, al no encontrar una excusa mejor—...ir al baño, y no había agua. Fui a buscar a Liana y me dijo que había un problema con la tubería que conectaba el sistema central de la cabaña común con las individuales... Da igual —se interrumpió a sí mismo al ver que se estaba yendo por las ramas—. El punto es, que nos encontramos ropa de Luke y Lucía en la zona de la piscina.

Skinny dipping, fue lo primero que pensé. Qué arrecho.

No me entraba en la cabeza cómo no había visto nada de eso venir.

—Fui a la habitación de Lucía a "entregarle sus cosas" —siguió contando el bajista, haciendo comillas con sus dedos al soltar las últimas tres palabras, para luego bajar sus manos hasta dejarlas nuevamente sobre la mesa que teníamos delante—, y no estaba. Luego me pasé por la de Luke. Tardó una eternidad en abrirme, y cuando lo hizo, aunque estaba solo, iba en bóxer. Así que ya sacarás tú tus conclusiones... —Se encogió de hombros, separándose levemente de mí.

Yo de pana estaba que me paraba ahí mismito, me llegaba hasta donde Luke, le quitaba la guitarra y se la partía por la cabeza. No tienes idea cuánto me provocaba. Pero, coño, ajá, tampoco iba a hacer un show frente a gente que apenas conocía. No quería que Lucía pasara pena por mi culpa y tuviera después que estar disculpándose por haber coleado a su hermana malaconducta a un viaje entre viejos amigos. No iba a humillarla. Lo que sí podía hacer era esperar a que terminara el show y apartar al carajo pa' decirle sus cuatro vergas. Bueno, tampoco; era mejor hablar primero con ella y saber qué le pasaba por la cabeza como para dejarse convencer por el bobo cabeza 'e ñame ese. Así aprovechaba y le decía lo de Luisfer, a ver si ahí seguía prefiriendo a Luke.

Luisfer te mata si haces esa vaina, me advirtió mi subconsciente. Y tenía razón. Primero tendría que hablar con él, cosa que estaba complicada porque, aparte de que la señal en la isla era una mierda, mi teléfono lo tenía Liana, y si me iba a buscarlo todos se iban a dar cuenta. Aunque qué tanto, si el que estaba cantando era el catire gafo aquel. Me sabía a culo que fuera a pensar que le estaba faltando el respeto por irme a mitad de su presentación. Y, hablando claro, tampoco creía que se fuera a dar cuenta, con lo embelesado que estaba echándole ojo parejo a Lucía. De hecho, estaba casi segura de que nadie se iba a dar cuenta, porque estaban todos tan pendientes vecina-chismosa-style de lo que estaba pasando entre esos dos, que ¿quién se iba a estar fijando en mí?

Así que no esperé más, y sin darle explicaciones a nadie, me paré de la mesa y me fui, procurando no hacerme notar, por si acaso, porque mujer precavida vale por dos, por muy segura que estuviera de que nadie me vería.

Y aún así, alguien me vio.

***

—...y cuando sea que te llegue esto y lo escuches, de pana reconsidera tus decisiones —le hablaba a Luisfer a través de un mensaje de voz de WhatsApp, gesticulando con una mano como si estuviera conversando con él en persona, mientras sostenía mi teléfono con la otra, a todas estas, dando vueltas por el cobertizo como solía hacer cuando me comunicaba por teléfono, fuera por llamada o por audio— y ve si te vale la pena perderla así, porque eso es lo que estás logrando. —Solté un suspiro y, sin más que decir, dejé que el audio se mandara, aunque por la nulidad de señal sabía que por lo pronto no le llegaría. Me salí de WhatsApp, apagué la pantalla, y guardé el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta.

Como veinte minutos me había tardado en conseguir a Liana, pedirle mi celular y ponerme a reventarle el teléfono a Luisfer. El Rayo McQueen. O, bueno, a intentar reventarle el teléfono, pues, porque di vuelta y vuelta y nada que ver con la señal.

En algún punto me di por vencida y decidí encerrarme en el cobertizo de los corotos que Michael y Crystal habían descubierto días atrás para mandarle una cadena nacional a Polito en privacidad, explicándole la situación, y esperando que, en algún momento, cuando a la señal le diera por regresar, le llegara. Hasta que lo hiciera, no iba a decirle nada a Lucía sobre su falsa vida en Miami, porque eso no me correspondía, y yo a Luisfer bastante afecto que le tenía como para no respetar sus decisiones, por mucho que me molestaran. Podía intentar hacerlo cambiar de opinión, sí... pero no obligarlo a ello. Sin embargo, hasta que obtuviera una respuesta de su parte, iba a buscar la manera de impedir que Lucía y Luke tuvieran la oportunidad de estar a solas. Él jodía, pues yo también.

De momento, lo mejor que se me había ocurrido era hablar con Crystal para convencerla de hacer una pijamada en su cabaña matrimonial. Digo a Crystal para que no pareciera que era yo la de la idea y fuera muy obvia mi metedera de cizaña. Eso, por lo menos, me daría chance de hablar con Lucía aparte y preguntarle qué coño era lo que le pasaba. Así que bueno.

Me di la vuelta, caminé un par de pasos en dirección a la puerta y extendí mi brazo hacia la manilla, dispuesta a abrirla, pero me detuve en seco cuando, antes de siquiera tocarla, se abrió sola.

Admito que me cagué. Todos los fantasmas habidos y por haber, desde El Silbón hasta La Llorona, me pasaron por la cabeza. Pero luego, al ver que la puerta seguía abriéndose y asomaba por detrás de esta la silueta de una persona de carne y hueso y no la de un espectro, me tranquilicé.

Supuse que sería un trabajador de la isla, hasta que vi los tatuajes que decoraban la mano que sostenía la manilla del otro lado, y supe que era Calum.

—¿Qué haces aquí metida? —me preguntó en un susurro, como regañándome, mientras se adentraba en el cobertizo, dejando la puerta semiabierta detrás de sí.

Di unos cuantos pasos hacia atrás para dejarle entrar en el pequeño espacio alrededor de la puerta que, a diferencia del resto del cobertizo, no estaba full de corotos.

Me resultaba sospechoso que hubiera descubierto mi escondite, y más aún que me estuviera buscando. Sin embargo, no tardé en concluir que, como antes en la mesa lo tenía sentado al lado, debía de haber visto cómo me alejaba sigilosamente y me habría seguido hasta allí.

—¿Por qué susurras? —repliqué con otra pregunta, imitando el tonito que había usado en forma de burla.

—Qué graciosa —Rodó los ojos, cruzándose de brazos a la vez que se apoyaba de una de las paredes de madera, junto a la entrada—. Es en serio.

—Venía a buscar el pote que dijo Lucía para recogerte la baba —Sonreí de medio lado, riéndome con la cara de culo que puso. Qué divertido era joder al pajuo ese—, pero no lo conseguí. —Al no tenerlo ya atravesado en todo el medio, di el par de pasos que antes había retrocedido, hacia la puerta. Volteé levemente hacia él, aún con esa sonrisa burlona que sabía que le arrechaba y le gustaba al mismo tiempo—. Todavía tienes un poquito ahí —Me acaricié la comisura de los labios con una mano, para luego rodear el pomo de la puerta con la otra.

Estaba a punto de halarlo hacia mí para atravesar el umbral y marcharme, pero Calum me agarró de la muñeca antes de que pudiera hacerlo. —No tan rápido.

Me haló suavemente hacia el interior del cobertizo y, cuando tuvo el espacio necesario, se introdujo entre la puerta y yo, apoyando la espalda en esta para que se cerrara con su peso. En el proceso, me soltó la mano.

—Llevo rato ahí afuera escuchándote —explicó, volviendo a cruzarse de brazos como si esa fuera la única pose que conociera. Ojalá no cargara ese suéter pa' poder fisgonearle los tatuajes—. Estaba esperando que me lo dijeras tú misma, pero ya veo que no entra en tus planes, así que...

—Y ¿tú quién eres? ¿Mi papá? —Fruncí el cejo, molesta, arrugando la cara en una mueca que lo demostraba—. Además, ¿de cuándo a acá tú hablas español? Porque puedes escuchar todo lo que quieras, pero si no entiendes ni papa, no sé a qué viene el reclamo.

Negó varias veces con la cabeza, con una carita de sobrado que no jugaba camión. Él quería verme arrecha de verdad. —Menos mal que Luisfer se dice igual en todos los idiomas.

Verga, marico. Atrapada.

—Falso —Alcé las cejas, haciendo maniobras para desviar el tema. No pensaba estar dándole explicaciones a ese tipo que de vaina y conocía. Ni siquiera sé por qué se creía con derecho a exigírmelas en primer lugar—. Los franceses lo pronunciarían Luiféj, por ejemplo...

—B —me llamó en tono severo por el nombre que había estado usando para referirse a mí desde que estábamos en la isla, pues según él, Bárbara, pronunciado en inglés a lo Berbra, sonaba como si estuvieras masticando una bola gigante de chicle, y hacía a cualquiera que lo dijera parecer un idiota.

A mí no me gustaba el apodo que me tenía, porque sonaba como a abeja —bee—, pero a él obviamente le sabía a culo que a mí me gustara o no; igualito me lo iba a seguir diciendo porque se la daba del más arrecho. Qué ladilla con Carlos.

—No te metas en la vida de tu hermana —me advirtió/aconsejó. Digo la primera, por la entonación que había usado. Y la segunda, por la forma en que me miraba, como si fuera un viejo sabio hablándome desde la experiencia.

—¿Qué vas a hablar tú? —Negué varias veces con la cabeza, indignada por la vaina. Cachicamo diciéndole a morrocoy conchúo—. O ¿es que ir a tocarles la puerta a tus amigos sabiendo que están matando queso no es meterte en su vida?

—Quería que se lo pensarán dos veces antes de hacer una tontería —justificó sus acciones. Me sorprendió que de pana creyera que tenía la razón—. Anoche le solté un sermón a Luke —Dejó caer los brazos a sus costados—, y si todavía sigue intentándolo después de eso, es que en serio la quiere.

Puro cuento, pensé, rodando los ojos, y siendo entonces yo la que se cruzaba de brazos. Si la quisiera no le hubiera hecho lo que le hizo.

Y sí, antes de que me lo digas, si es que no me lo has dicho ya, sí era consciente de que Lucía también le había hecho daño a Luke. Sin embargo, mi familia era ella, no él. Siempre la iba a defender a capa y espada, pasara lo que pasara.

No quitaba que ambos hubieran sido tan culpables como el otro de los problemas que los llevaron a terminar, pero mi deber era protegerla de que cosas como aquella pudieran volver a ocurrir, y pensaba cumplir con él.

—Sé que piensas que Luke es un imbécil, y a veces lo es —continuó con sus intentos de convencerme—, pero yo tengo acceso a las dos versiones de la historia, y créeme cuando te digo que está loco por ella. —Alzó sus cejas oscuras y asintió reiteradas veces con la cabeza, como reafirmando sus palabras—. Y ella por él.

—Es mi hermana, Calum —rezongué, intentando que entendiera el fondo de la situación en vez de hablarme como si fuera una carajita—; la persona que más amo en el mundo. —Alcé la barbilla para verlo directo a los ojos, marrones oscuro, que me devolvieron la mirada, levemente iluminados por la tenue luz de la bombilla que había sobre nuestras cabezas—. Ella siempre se preocupa por mí, por todos, y ahora que yo puedo hacer algo para protegerla de que la vuelvan mierda otra vez —seguí diciendo, en tono firme, descruzándome de brazos para gesticular con ellos lo poco que la chaqueta me dejaba y darle énfasis a mis palabras—, no voy a quedarme ahí parada como la propia pendeja viendo cómo cae otra vez en el agujero en el que estuvo que jode tiempo metida.

—Lo sé —respondió al instante, dejando de apoyar su ancha espalda de la puerta para erguirse derecho—. Más de lo que te imaginas —insistió, apartando la mirada como si está se desviara con sus pensamientos hacia razones que, por supuesto, no iba a explicarme. Yo tampoco le iba a pedir que lo hiciera, por mucha curiosidad que me diera—. Pero tienes que dejarla vivir su vida. Yo no la veo intentando controlar la tuya.

Ahí sí tenía razón: Lucía me advertía, me aconsejaba, me consolaba cuando las cosas salían mal y me ayudaba a levantarme; pero nunca intervenía en mis cosas directamente si yo no quería que lo hiciera. Así que, en teoría, yo no tenía derecho a estarle diciendo nada a Luisfer para que, a su vez, pudiera decirle algo a ella. Sin embargo, en práctica, las vainas no eran tan sencillas...

—¿Qué coño te crees tú para estarme regañando? —le solté de una, cansada ya de que me jodiera tanto la paciencia, sobre todo cuando estaba empezando a lanzar argumentos buenos. Me arrechaba que tuviera parte de razón—. No me conoces.

A él pareció arrecharle también que le dijera eso, porque hundió las cejas y apretó los labios en una clara mueca de disgusto.

—Ni falta que me hace —replicó—. Soy mayor que tú —Empezó a acercarse peligrosamente mientras me hablaba como si yo fuera Matilda y él Tronchatoro, y le molestara hasta mi forma de respirar—. He vivido cosas parecidas y créeme que no te conviene entrome...

—Ay, ya, qué ladilla —lo corté antes de que pudiera seguir con su discursito de hermano mayor que me tenía el webo inexistente bien flaco—. Es a ti al que no le conviene seguirme jodiendo la paciencia. Todavía no me has visto arrecha.

Yo me la daba de dura, pero debo admitir que teniéndolo tan cerca, su altura, comparada con la mía, resultaba intimidante. Ya me estaba empezando a doler el cuello de tanto tener que alzar la barbilla para verlo a los ojos.

—Mira cómo tiemblo —Alzó una ceja mientras hundía la otra con una media sonrisita de autosuficiencia que tuve que luchar por que no me afectara.

—Deberías —insistí—. Además —agregué, al darme cuenta de que esa discusión no tenía sentido, y mientras más nos tardáramos en volver con los otros, más sospechosa sería la situación. Si ya Lucía nos chalequeaba imagínate si desaparecíamos juntos—, ya yo hice lo que venía a hacer en esta verga, así que me voy a ir antes de que los demás empiecen a hacerse ideas que no son.

Bajé la mirada hacia la puerta y me dispuse a rodearlo para abrirla, pero él me cortó el paso.

—¿Ideas que no son? —Hundió las cejas, haciéndose el confundido, como si no fuera con él la vaina.

—Sí, ideas que no son —repetí, en un tono incluso más firme que antes, con un toque de molestia—. Ya todos se han dado cuenta de que te traigo loco; últimamente estás siendo demasiado obvio. —Me encogí de hombros de forma exagerada, viendo pa' otro lado a la vez que alzaba mis gruesas cejas para luego volver a bajarlas y mirarlo de arriba a abajo como si lo estuviera juzgando al completo—. Lo que menos quiero que piensen es que es recíproco, y eso es lo que va a pasar si ven que desaparecimos los dos.

Él sabía que se lo estaba diciendo en broma, para picarlo, porque si algo había descubierto en esos pocos días que llevaba conociéndolo, era que ambos teníamos el mismo humor sarcástico, casi negro. Por eso, en vez de darme el gusto de reaccionar con arrechera, esbozó una sonrisa de labios cerrados toda sobrada, como si supiera que con eso se la estaba comiendo con todo y guasacaca.

—Creo que la que se está haciendo ideas que no son eres tú —refutó, bajando sus ojos a los míos y dedicándome una mirada de soberbia—. Todos saben que no me van las creídas.

Verga, qué buena le quedó, nawebona, me dije a mí misma. Pero él no me iba a vencer. Fuera webon.

—Pues a mí no me gustan ególatras —le pagué con la misma moneda, solo que usando un insulto un poco más fuertesito que pensé que mínimo lo haría pelar los ojos.

Pero me equivoqué; ni se inmutó, y cuando habló nuevamente, con esa sonrisita agrandada que provocaba borrársela de un coñazo o de un latazo, entendí por qué: —Y ¿quién insinuó que yo te gustara?

Me jodió, tuve que admitir, sintiéndome tonta por haberme delatado así de gafamente.

—Y ¿quién insinuó que el ególatra fueras tú? —quise recoger mi cagada, intentando disimular lo levemente nerviosa que me había puesto al haber sido exhibida tan repentinamente.

Él se dio demasiada cuenta de mi falsa fachada de inmutable. —Te caíste con los kilos, dirían por ahí —se burló de mí, usando una frase que seguramente mi hermana y Fiorella le habían enseñado.

Por el tono que había usado Calum, me di cuenta de que, en algún momento, habíamos pasado de echar vaina, a hablar en serio, y que, por tanto, yo acababa de quedar como la que andaba detrás de él cuando, la verdad, es que no era así. Sí, el carajo estaba bueno. Buenísimo, si hablamos claro y raspao'. Pero no pasaba de ahí.

Si me había juntado más con Hood que con cualquier otra persona esos últimos días en la isla, era porque no iba a andar detrás de Fiorella y Lucía como un corroncho, y entre los amigos de las muchachas, era él con el que más había congeniado. Como amigo —aunque todavía ni siquiera sentía que fuéramos eso—, 20 puntos. Pero éramos tan parecidos en tantas vainas —sobre todo en las ganas de pelear y llevar la contraria que parecía que no se nos acababan—, que tenía claro que como algo más, nunca funcionaría.

Además, yo tampoco andaba pendiente de eso: me acababan de botar del más importante de mis trabajos y había perdido mi principal fuente de ingresos, con 21 años seguía sin entrar a la universidad porque no tenía plata para pagármela, vivía prácticamente mantenida por mis hermanos y mis amigos, y de pana lo que menos necesitaba era otro problema más. Y ese muchacho tenía toda la pinta de ser un problema de los fuertes. I knew you were trouble dijo Teilor Sui.

El punto es, que yo de pana nada que ver con Calum, más allá de lo agradable visualmente que el marico ese fuera. Por eso, que hiciera parecer lo contrario, con una convicción arrechísima como si el tipo de verdad pensara que yo babeaba por él, me reventó. Se la estaba queriendo dar de la última Pepsi-Cola del desierto, y eso, para mí, fue la gota que colmó el vaso.

Mi orgullo no iba a permitirme dejar las cosas así, por lo que, sin pensar en las consecuencias, di un paso hacia él, cortando la distancia entre ambos que quedó fue que si medio milímetro, y de vaina.

—Ya que según tú, la que anda echándote los perros soy yo, y no al revés... —dije, con un tonito bajito Scarlett Johansson que sabía que a los carajos, sobre todo a los que se la daban de duros como él, los volvía locos—. Hagamos una vaina —Bajé la mirada a sus labios, que tengo que admitir que de repente se veían bastante apetecibles, y luego la subí a sus ojos nuevamente, tomándome todo el tiempo del mundo para hacer ambas cosas—: me voy a ir acercando —le advertí de mis planes, enarcando ambas cejas y hablando lentamente como si temiera que no fuera a entenderme bien, aunque en realidad lo hacía por la tensión que sabía que eso generaba—, y si me tocas —Sonreí al comprobar, por la forma en la que me recorría el rostro con confusión, que estaba todo nervioso—, pierdes.

Tragó saliva, claro en que le iba a costar, pero lo disimuló bastante bien con un firme: —Hecho.

Bueno
Cositas que decir...

Este capítulo quería que lo narrara Bárbara porque hasta ahora no habíamos hablado de cómo se sentía ella respecto a todo lo de Luke/Luisfer/Lucía, aspecto importante al tratarse de su hermana

Y ajá, últimamente estoy amando a Calum más de lo normal y esta es la mejor manera de saciarlo JAJAJAJAJAJAJAJA

Estos dos tienen tema, tema, tema... No digo más

Espero que aunque no es la costumbre narrar desde este punto de vista, te haya gustado el capítulo

Los amo❤️

— Cams

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