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Dedicaciones para its_lachama y lulubookssra_ ❤️
Recuerden que las dedicaciones del cap que viene van para aquell@s que más comenten en este cap
Los amo
MArico.
Me estaba cantando a mí.
A mí.
O sea dijo Rosmery.
QUI.
¿Qué había hecho yo —aparte de joderle la paciencia, huir de él y confundirlo todo— para merecer que me escribiera una canción, después de tanto tiempo, si no lo había hecho antes —cuando no le jodía la paciencia; al menos no tanto—? Alguien explíqueme porque no entiendo.
—I wish you could see yourself through my eyes —Pasó de puntear las cuerdas a rasgarlas cambiando de acorde cada medio tiempo, a la vez que la melodía que salía de sus labios se volvía más calmada, por lo que supuse se trataría del pre-coro—. I always forget that you can't read my mind.
Y con esas dos frases me mató.
Ya yo no existía. Me había trasladado a un lugar en Lukelandia que nunca había visitado, en el que el quedarme embelesada por su música, como me había pasado la otra noche en su cuarto, había pasado a otro nivel, pues, por primera vez, esa música tenía que ver conmigo.
Me costaba hacerme a la idea. Nunca me habían escrito una canción.
Bueno, una vez un malandrito del colegio al que tenía enamorado me hizo un trap bien calidad: Lucía, la jeva mía. Pero eso no tenía nada que ver con lo que estaba haciendo Luke.
Te acaba de decir que si no te tuviera no tendría nada, marica, me dijeron las Lucías internas, que estaban tan vueltas locas como yo. Mi cabeza literal:
Solo que imagínate Lucías y no Bob Esponjas.
Estaba petrificada. Hasta dejé de parpadear hasta que llegó un momento en que los ojos se me aguaron y recordé que, como una persona normal, tenía que abrirlos y cerrarlos cada poco tiempo para que no se me secaran. Si no, de pana que me hubiera quedado así, ojo pelao', para siempre.
No podía procesarlo. Simplemente no podía. No podía pensar en otra cosa que no fuera su voz y el sonido de su guitarra, así que en cierto punto dejé de intentarlo, y simplemente me dejé llevar por la canción, he de decir, más bella que había escuchado en mi vida. Y eso que no había hecho más que comenzar.
Luke hizo un rasgueo largo que marcó el final del pre-coro con un breve silencio, el cual fue roto por su propia voz y el reinicio de la guitarra, con un ritmo más dinámico que dio comienzo al coro.
—As long as I got you and me, moving through this world as a two-man team, I'll always have everything I need —cantó, y no paró de mirarme, con una mirada completamente sincera, transparente, como si me estuviera abriendo su alma.
Yo le devolví el gesto, fijando mis ojos en los suyos mientras luchaba por contener las miles de emociones que se mezclaban en mi interior y que no alcanzaba a entender.
—You don't even realize...
No sabía si los demás se estaban dando cuenta de la vaina, pero, la verdad, me sabía a culo. Para mí, solo estábamos él y yo; todo el resto del mundo había dejado de importar. De pana que si seguía por ese camino, en cualquier momento me iba a poner a llorar. Ya podía sentir La Guaira acercándose.
—...what you mean —prosiguió con el coro, dándole sabroso a esa guitarra, al tiempo en que yo me abrazaba los brazos desnudos, cuyos pelitos tenía todos paraditos, y créeme que no por el frío. Me los acaricié, sintiéndome de repente pequeña y vulnerable—. No one could fall for you quite like me. No one could get me so perfectly...
Ya fue, les avisé a las demás Lucías, dejándome envolver por mis sentimientos, contra los que me negaba a seguir peleando, y permitiendo que el par de lagrimitas que estaba conteniendo terminaran de salir.
Solo fueron un par de gotitas mínimas, causadas por el barullo de emociones y el sobrecogimiento de toda la situación. Ahí mismito me las limpié con el dorso de la mano —sin dejar de mirar a Luke en el proceso— para evitar que se me empaparan los cachetes; tampoco quería ponerme estúpidamente sensible, si es que podía estarlo más.
—You're all that I need, 'cause I want you and me, you and me...
Que una persona, que Luke, especialmente, albergara ese tipo de sentimientos hacia mí... Y capaz lo estaba exagerando como poeta que era al escribir, porque, teniendo a mi hermana, sabía perfectamente que los músicos, generalmente, hacían eso para conseguir rimas y frases perfectamente estructuradas con la melodía. Pero tampoco me importa porque, si Luke tan solo sentía un 1% de todo lo que estaba diciendo, para mí era muchísimo.
¿Que era imposible que alguien se enamorara de mí tanto como él lo estaba? ¿Que si me tenía, no necesitaba nada más? Nadie, ni siquiera Luisfer, me había dicho esas cosas jamás. Nadie.
—I know one day we'll look back —comenzó con la segunda parte de la canción, repitiendo el punteo del comienzo pero algo más movido, dándole una palmada a las cuerdas cada tantos acordes a modo de percusión—. Stories on the tip of our tongues —Entonces sí dejó de mirarme por unos instantes, al darse cuenta de todo el rato que llevaba con sus ojos, aún chispeantes, fijos en los míos. Paseó su vista alrededor del lugar, intentando disimular lo que ya, para ese punto, no iba a poder disimular—. A library full of pages.
Lo busqué con la mirada, queriendo volver a ese momento de conexión que habíamos estado teniendo segundos atrás. Era una vaina arrechísima que ufff... Pero él cerró los ojos, y aunque en ese momento no entendí bien por qué y pensé que estaba era apartándolos de mí, mucho más tarde comprendería que en realidad estaba intentando no distraerse en esa parte de la letra, que se hacía más rápida y complicada, porque la había escrito hacía menos de veinticuatro horas y no quería enredarse y cagarla.
—Remembering when we fell in love...
—Lucía —Roy me puso una mano sobre el hombro, haciéndome bajar de Lukelandia con un sobresalto—, ¿estás bien?
Palabra por N...
No.
Verga. Así de alterada debía de verme para que Roy pensara que me estaba dando una vaina.
Sintiéndome como si me acabaran de despertar de un sueño profundo a los coñazos, con la mitad de la mente dormida y la otra mitad despierta, miré brevemente a Roy y asentí varias veces con una pequeña sonrisa de labios cerrados, para luego regresar mi vista al escenario y al chico sobre él.
Noté las miradas de todos los presentes puestas sobre mi persona en el trayecto que mis ojos recorrieron de Roy a Luke. Una parte de mí quiso sentirse avergonzada, como si estuvieran invadiendo mi privacidad, nuestra privacidad, con el simple hecho de estar ahí presentes mientras pasaba todo aquello entre Luke y yo. Pero luego me di cuenta de que, realmente, eso no importaba. Ellos podían pensar lo que quisieran, porque, al final, lo que pasara entre nosotros era peo nuestro. No teníamos nada que estar ocultando. Lo sentía por Fiorella y su apuesta, pero a mí lo único que me importaba en ese momento era Luke.
—All of the broken hearts and the stupid mistakes —continuó cantando, aún con los ojos cerrados— have got us to where we are. It was worth all the pain.
Esa frase me recordó mucho a la segunda noche que pasamos en la isla, la del abrazo, tras el cual le había ofrecido una mano al rubio para que me la estrechara, en son de empezar de cero, y él me la había apartado en un gesto sorprendentemente cariñoso diciendo que le gustaba más desde ahí.
Y tenía razón: teníamos una historia, una que, a pesar de su trágico final, valía la pena recordar, porque era preciosa. Nada entre nosotros y lo que nos estaba pasando entonces tendría sentido sin ese pasado, y por eso, estaba bien reconocerlo y apreciarlo, errores incluidos, aunque, por supuesto, sin vivir estancados en él.
—Yeah, we'll look back... We'll look back, and laugh...
Y una vez cantada esa parte, con una voz full intensidad que me dio hasta escalofríos, repitió el coro, abriendo nuevamente los ojos, que instantáneamente buscaron los míos entre el público.
Yo le sonreí, algo más relajada y menos agobiada que al comienzo, y él me sonrió de vuelta mientras cantaba, de una forma mucho más firme y segura que antes, aunque con aquellos cachetes colorados. Yo debía tenerlos peor.
Ahí, cuando me di cuenta del cambio que representaba esa autoconfianza respecto a su inicial nerviosismo, entendí que este se debía no solo al bloqueo artístico con el que había estado luchando esos últimos dos años, sino también al hecho de que, por primera vez, me había escrito una canción a mí, y de esa índole, además. Seguro tenía miedo de cómo fuera a reaccionar, de si me iba a gustar, de si iba a apreciar todo lo que significa que me abriera su corazón de esa manera o si, en cambio, lo iba a despreciar.
Ay, cosita, no pude evitar pensar, con los ojos de repente llorosos, pero sin borrar esa sonrisa de felicidad que había en mis labios.
—'Cause I want you, you, you and me, me, me together —Pasó inmediatamente a lo que supuse sería el estribillo, apenas terminado el segundo coro, con un rasgueo de guitarra diferente, más rítmico—. 'Cause I want you, you, you and me, me, me forever.
Ya yo era agua, marico. Me hubiera lanzado a la laguna y no hubieras podido distinguir qué era qué. De pana.
—Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh —acompañó a la melodía con un adorno vocal, que repitió tres veces seguidas en entonaciones diferentes. Y ya sé que te estás imaginado la vaina como los uoh uoh de Chino y Nacho, pero nada que ver. Fue el final perfecto, entrelazado con la ralentización de la música que tocaba con el instrumento de madera, la cual fue disminuyendo en volumen hasta concluir con un último rasgueo largo, bajito, tocado casi por accidente con el borde de sus dedos.
Cerró los ojos un instante, y cuando los abrió, ya no me miraba a mí, sino al resto del público, que le aplaudía como si Luke fuera profesor anunciando que había hora libre y ellos fueran el salón.
Yo empecé a aplaudir también cuando me di cuenta que los demás lo hacían, no porque no hubiera querido aplaudirle antes, sino porque seguía en trance.
No había terminado de procesar el primer verso, menos iba a procesar que la canción había terminado. Lo que sí tenía claro era que no la iba a superar jamás en mi vida.
Luke agachó la cabeza y los hombros en un amago de reverencia, sonriendo con sus hoyuelitos todos bellos y sus ojos azulísimos brillándole como si emitieran luz propia. Sin decir nada, ni siquiera el nombre de la canción, el cual me moría por saber —capaz le ponía Lucía, aunque no hubiera dicho mi nombre en toda la canción, como acostumbraba a hacer mi pana Yatra. Eso hubiera estado cómico—, se dio la vuelta y se bajó del escenario, quitándose de encima la cuerda tejida que le permitía colgarse la guitarra de los hombros.
Mientras bajaba los escalones, Michael los subía —ni siquiera me había dado cuenta que se había levantado de su asiento, pues en ese momento Luke era el único dueño de mi atención—. Michael lo detuvo a medio camino para decirle algo al oído, que supuse que no sería nada malo, pues siguió sus palabras con una palmada que depositó en la espalda de Hemmings, la cual le fue respondida por el mismo con una sonrisa. Luego ambos siguieron su camino, Mike hacia la tarima, y Luke hacia mí.
Mientras tanto yo...
Bueno, hacia mí no; hacia nuestra mesa, en la que también se encontraban Ashton y Roy, he de decir. Pero bueno, ajá, igualito se me aceleró el corazón al ver que la distancia entre ambos se acortaba con cada paso que daba.
Se fue acercando, guitarra en mano, cabizbajo, como si no quisiera verme a la cara después de haberme mantenido la mirada durante toda la canción, que de vaina y nos cojimos con los ojos. Y no fue hasta que estuvo frente a la mesa, que se atrevió a echarme un vistazo precavido, de reojo.
—Increíble, compa —le dijo Ashton, mientras Luke se veía obligado a darle la vuelta a la mesa para sentarse en la única silla que seguía sin ocupar alrededor de esta, a mi lado. Se me iba a salir el corazón, de pana pana pana.
Ah, y cabe acotar que la palabra que Ash usó fue mate, pero no la voy a traducir como compañero, porque en español suena raro, ni como compadre, porque tampoco es exactamente eso. Tú me entendiste, que es lo importante.
—Gracias —le respondió Luke, sonriéndole en agradecimiento mientras se sentaba en el asiento junto a mí.
Uy, de repente hacia como calor.
—No sabía que habías vuelto a escribir —comentó aLrigHt loS ANgeLEs, claramente contento por su amigo, al que debía de haber visto batallar contra el bloqueo artístico durante ya bastante tiempo.
—Ah, que es tuya... —Roy alzó sus cejas catiras oscuras, casi castañas, sorprendido. Aquí pensando, puro catire en esa vaina; la única negra era yo.
—Sí, la escribí anoche —Luke asintió una sola vez con la cabeza, mientras se acomodaba en el asiento a pocos centímetros de mí que nuestras piernas casi podía rozarse. Se inclinó levemente hacia adelante y puso una mano sobre la mesa mientras dejaba la otra, la más cercana a mí, sobre su muslo.
Yo quería decirle algo, necesitaba hacerlo, pero no sabía qué. Tenía tantas cosas en la cabeza, que me hubiera gustado dejarlas salir todas sin control, que fuera lo que Dios quisiera. Sin embargo, no podía, no ahí, porque, ok, me sabía a culo que todos supieran que Luke y yo nos gustábamos y vaina. Eso no era secreto. Pero tampoco iba a hacer un show frente a Raimundo y medio mundo. En ese sentido, nosotros siempre había sido bastante privados con nuestras charlas sentimentales y nuestras mariqueras, y esa canción merecía una buena charla de esas, a solas. Sabía que a Luke no iba a gustarle que me pusiera a decirle las estupideces que sentía ahí, en ese instante, frente a todos, porque ya bastante penoso estaba como para meterle más presión y hacer un espectáculo. De todas formas, sí quería decirle algo tipo "te quedó bellísima" o "la diste demasiado", para que viera que, en efecto, lo había hecho.
Abrí la boca, dispuesta a decírselo, pero, justo en ese momento, como si fuera a propósito, Mike empezó a hablar a través del micrófono, llamando a Crystal a subir al escenario con él, y contándonos que iba a cantar con ella una versión de Can't help falling in love de Elvis mientras ella subía los escalones dando saltitos.
Yo aproveché que todos tenían su atención centrada en lo que ocurría encima de la tarima para ir lentamente acercando mi mano izquierda, por debajo de la mesa, a la derecha de Luke, la que reposaba en su regazo. Si no iba a poder decirle nada, tendría que usar otra técnica para hacerle saber que los sentimientos que había expresado en la canción que acababa de cantar eran recíprocos.
Él se sobresaltó al sentir mis dedos rozar los suyos y volteó a mirarme con sorpresa y confusión. Pero luego, al verme a los ojos y entender cuáles eran mis intenciones, se relajó, dejando que mi mano cubriera la suya, mucho más grande en comparación, en un gesto tierno y delicado.
Admito que estaba casi que temblando, con los nervios a flor de piel, porque no sabía muy bien cómo iba a tomárselo. Tenía las emociones más apretujadas que pelucas en carro 'e payaso.
Intentando mantener la calma, bajé la mirada hacia su regazo y dibujé sobre el dorso de su mano un "me encantó" en forma de I loved it —porque ajá, en inglés—, trazando cada letra sobre su piel con la lentitud suficiente para que pudiera entenderme bien. Él pareció hacerlo, pues apenas terminé de deletrear esa frase, una amplia sonrisa involuntaria, toda bella, se formó en sus labios.
Qué cuchi Luke. Lo amo.
Cuando regresé mi vista al frente, hacia el escenario, y volví a dejar la palma de mi mano sobre el dorso de la suya, no tardó ni un segundo en levantar un poco sus dedos de modo que los míos cayeran en el hueco que había entre aquellos, y así, con la mirada fija en lo que ocurría sobre la tarima, volver a bajarlos sobre estos, resultando en nuestras manos entrelazadas sobre su pierna, con ambos mirando hacia adelante, haciéndonos los locos, únicamente delatados por nuestras imborrables sonrisas.
Admito que estaba que el corazón se me salía del pecho, a mil por hora, retumbándome en los oídos. Y dígame cuando Luke empezó a acariciarme con su pulgar, trazando pequeños círculos sobre la piel de mi meñique de forma repetitiva... La cuca sísmica.
Y dirás: verga, Lucía, qué ordinaria. Y sí, marico, sí soy. Me sabe a mierda frita. Estaba feliz. No podía esperar a que se terminara el show de talentos para poder hablar con él a solas y terminar de confirmar lo que ya más o menos sabía: que había sido un malentendido, como siempre, y que estaba equivocada, pues sí le gustaba de verdad, quizás tanto como él a mí. Aunque igualar lo mucho que a mí me gustaba el rubio marico ese, todo rubio, todo bello, todo marico, era difícil. Y cuando hablo de confirmar, que quede constancia que no me refería nada más a hablar. Mínimo una senda lata tenía que zamparle a ese carajito. Mínimo.
Total que estuvimos así, agarraditos de manos, durante toda la canción de Mike y Crys, que debo decir, 20 puntos a mis pelilocos preciosos. Hubiéramos parecido par de novios si no estuviéramos ocultando tal unión por debajo de la mesa, de forma que nadie más que nosotros supiera lo que estábamos haciendo. Aunque por lo rojos que yo debía tener los cachetes, en honor al chavismo, algo debían de imaginarse.
Fue ya cuando nos tocó aplaudir, que nos vimos obligados a separarnos. Si no lo hacíamos, Michael y Crystal podrían pensar que no nos había gustado su presentación —que obvio todo lo contrario—, y los demás lo iban a ver raro e iban a darse cuenta de por qué teníamos las manos ocupadas. Mejor prevenir. La pinga.
Ya después, cuando dejamos de aplaudir, ambos bajamos las manos y nuevamente nos buscamos debajo del círculo de madera que constituía la mesa. El tema fue que, como ninguno estaba viendo, yo lo busqué hacia su pierna y él hacia la mía, y lo que hicimos fue tocarle el muslo al otro como los propios pendejos.
Al darnos cuenta, instantáneamente apartamos las manos, mirándonos de reojo y soltando un risita involuntaria por lo bajo. Eso extrañó a Roy y a Ashton, quienes intercambiaron una mirada de confusión.
—A ustedes ¿qué les pasa? —preguntó el primero, frunciendo el cejo hacia nosotros.
—Nada... —empezamos a decir rápidamente, al unísono, pero el terror del llano, que en algún momento se había levantado de su asiento y se había escabullido entre varias mesas hasta llegar a mis espaldas, nos interrumpió.
—Deja de hacer sebo y vamos a bailar —dijo la rubia ojiverde, agarrándome de los hombros a lo mano pelúa.
—Verga, marico —Me sobresalté ante la repentina aparición de Fiorella, que admito me dio tremendo susto—. Tienes bueno ese silenciador —le dije, ya más calmada, girándome hacia ella, aún clavada en mi asiento—. Ah, pero cuando te tiras peos...
Ashton, Luke y Roy se rieron, entendiendo la referencia al día aquel en la piscina en que dejamos a Peorrella en evidencia.
—Mira, webona —Entrecruzó los brazos sobre su pecho, que para ese entonces estaba cubierto por el suéter que antes le había colgado del brazo. Debía de estar haciendo frío, pero yo con tanta canción y tocadera con Luke, de pana que ni pendiente perrocaliente. Más bien tenía era calor—. Mientras antes vayamos y pasemos pena, antes terminamos esta vaina. Y así puedes irte tranquilita a tirar. ¿Te parece?
Aquella frase la había dicho en nuestro idioma natal con intención de que ninguno de los presentes en la mesa, aparte de mí, la entendiera. Pero se le había olvidado un pequeño detalle: que Luke, entonces, también hablaba español. Qué ladilla con Fiorella.
Cuando el catire la miró con una ceja alzada y la otra hundida, con una expresión de diversión y autosuficiencia que me dio fue risa y en parte me alivió —pensaba que iba a tomárselo como acoso y asustarse, en vez de tomárselo a broma y reírse como hizo—, Misión Vivienda hizo un gesto de indiferencia con la mano y agregó, también en español: —Ay, sí, gran vaina. Tú sabes que después de esa serenata que le cantaste no te salvas esta noche ni de verga.
Luke se echó a reír, pero yo estaba era pidiéndole a la tierra que me tragara, con los cachetes más encendidos que velita en torta.
Marico, qué pena. Esa ridícula de Fiorella... Cuando tuviera la oportunidad la iba a joder, pa' que fuera seria. Espérate pa' tú veas.
—Secreto en reunión es de mala educación —le recordé, haciendo un ademán hacia Ashton y Roy, en un intento de que se callara la boca.
—Estábamos hablando del peinado de Lucía —le dijo a los dos catires oscuros. Como dije antes, puro catire en esa mierda. Ellos asintieron, algo confundidos, así que Fiorella siguió como si nada y me haló suavemente de uno de mis brazos—. Vamos, pues, pequeño saltamontes.
—Te voy a agarrar en la bajaita' —le advertí, señalándola con el dedo índice y mirándola de forma amenazadora mientras, irónicamente, le hacía caso y me bajaba de la silla.
Así, nos montamos en la tarima, antes recogiendo la bolsa con los corotos que había comprado en Fiji —la isla grande— el día anterior, la cual habíamos dejado esa tarde tras el escenario porque sabíamos que después, arreglándonos, se nos iba a olvidar. Una gente previsiva.
—¿Lista para pasar pena? —me preguntó Fiorella, una vez nos presentamos ante todos con nuestro nombre de grupo: El Webo Enmascarado.
—Lista —respondí.
****
—Y yo quiero hacer este brindis... —decía Ashton, desde una de las esquinas de la fila de mesas que habíamos juntado para tomarnos algo todos juntos al acabarse el show.
Y cuando digo "algo", me refiero a alcohol. Teníamos un minibar al lado; había que usarlo
—¡Por nuestras ganadoras! —Levantó su copa hacia El Webo Enmascarado, o sea, Fiorella y yo, que nos encontrábamos sentadas a su derecha, ella junto a Crystal, que a su vez estaba al lado de Mike, y este al lado de Ashton, y yo junto a Luke.
Pausa. Antes de que me lo preguntes: sí, habíamos ganado esa verga. La vaina se había decidido por votación popular y, como cada quien podía votar solo una vez, todos habían preferido darnos su voto a nosotras, que éramos las únicas que habíamos hecho una vaina cero seria —ahorita te cuento; ya va— a tener que elegir entre el cómico Jaguar de las Flores y los tremendos cantantes de Bárbara, Luke, Mistal y Calum, habiendo este último cantado una versión acústica de Drown —Bring Me The Horizon—, que le quedó 20/20. Por eso, de forma irónica, El Webo Enmascarado había ganado.
Ambas estábamos claras que nuestro premio imaginario —porque en realidad no había— estaba hecho de puro sarcasmo. No había manera de que nuestro baile de Mrs All American imitando a cada uno de los cuatro minutos de después con pelucas, bandanas y lip rings incluidos hubiera sido el mejor espectáculo, por mucho que hubiéramos gozado una bola y la mitad de la otra haciéndolo, y todos se hubieran cagado de la risa en el proceso.
Ya algo parecido habíamos hecho en casa de Mike y Crystal, el día del cumpleaños de la peliloca, una vez el resto de la fiesta se había marchado y nos habíamos quedado solas con la parejita y con Calum. En el baile original, Fiorella hacía de Ashton y de Luke —por ser rubia—, Crystal de Michael —por ser peliloca— y yo de Calum —esto es obvio—. Esta vez, yo había tenido que adjudicarme el papel de Maikol también.
El punto es que ni con Tibisay contando votos había tanta corrupción en esa vaina. Pero igualito nosotras nos vacilamos nuestro primer puesto de juguete.
—Gracias, gracias... —Fiorella se levantó e hizo una reverencia exagerada para luego volver a sentarse. Los demás se rieron.
Pasaron a mirarme a mí, esperando que yo hiciera lo mismo, cosa que no entraba en mis planes, pues para ello tendría que dejar de acariciar el brazo izquierdo de Luke, cuya mano a su vez acariciaba mi pierna derecha, ambas por debajo de la mesa. Así que, en su defecto, preferí soltar cualquier ridiculez llanamente elocuente como excusa para no levantarme: —Yo les agradecería si fuera de verdaita', pero en el fondo estoy medio picada porque sé que es puro chiste.
—Yo no estoy de acuerdo —intervino Roy, sentado entre Ashton y Calum, al otro lado de la mesa formada por mesas—. Nunca había visto una mejor imitación de estos cuatro en mi vida.
—Me niego a pensar que me veo así de ridículo —dijo mi chino favorito, todo picado como siempre—. Yo no pongo esa cara cuando toco.
—Sí lo haces —replicó Roy, seguido por un coro de variantes de dicha frase en forma de "sí", "claro que sí", "no lo dudes"...
—Patrañas —El moreno cruzó sus brazos, cubiertos por el suéter blanco, sobre su pecho, volteando pa' otro lado como dándosela de arrechito cuando en verdad lo que quería era reírse.
—Te jodieron —metió cizaña mi hermana, a su izquierda, alzando su barbilla y sus pobladas cejas hacia él con carita de sobrada.
—Tú mejor guarda silencio —la amenazó el aludido, entrecerrando sus ojos marrones en dirección a la pecosa chica—, si no quieres que empiece a hablar.
—Atrévete, pues —lo retó ella, que por supuesto no iba a dejarse intimidar por nadie, ni siquiera por la sensación del bloque.
—Aaaaaaaay vale —fue Ranchos la que empezó el chalequeo, que en cualquier momento iba a estallar por algún lado teniendo en cuenta el chanceo triarrecho que todos estábamos presenciando. Extendió uno de sus brazos ensuetersados hacia el puente que había inmediatamente después de la zona de las mesas—. Los cuartos están es por allá, ¿oyeron?
—Hablando de cuartos —Crystal, quien sostenía su bebida con una mano y acariciaba el hombro de Mike con la otra, aprovechó para cambiar de tema—. MiniLu me comentaba hace rato —Se giró levemente hacia mi hermana, sin dejar de mirarnos a Fiorella y a mí mientras hablaba—, y creo que tiene razón, que no hemos pasado tiempo nosotras sin estos... —Le echó un vistazo a los chicos con una mueca de asco claramente fingida—. Bárbaros.
Se escuchó un coro de quejas de parte de los muchachos, mediante las cuales negaban completamente ser los trogloditas que eran. Dígame Mike, dándosela de ofendido cuando él era el primero.
—El punto es —se hizo escuchar la peliloca entre los bufidos masculinos—, que no hemos tenido tiempo de chicas.
Cristalito tenía razón: aparte del ratico que habíamos pasado en el gimnasio el segundo día —porque el resto de mañanas de ejercicio, que si en bicicleta y vaina, las habíamos compartido con los chicos—. No habíamos pasado un verdadero sifritime juntas las cuatro.
—Así que —Alzó ambas cejas, entonces rubias, y nos sonrió con entusiasmo— ¿qué tal si se vienen a dormir a mi cabaña esta noche?
Te amo, Crystal, pero... ¿Por qué se te tenía que ocurrir esa webonada justamente esa noche?
Luke pensó lo mismo que yo, pues me apretó suavemente el muslo, en la zona cercana a la rodilla que su mano acariciaba en ese momento, como advirtiéndome de lo que la idea de Crystal implicaba: podíamos irnos olvidando de estar a solas.
Yo hice lo mismo con su brazo, dándole a entender que me había dado cuenta.
—Brutal —estuvo de acuerdo Fiorella, esbozando una sonrisota de dientes pelados luego de darle un sorbo a su daiquiri—. Noche de putas.
—Yo tengo como sueño —intervine yo antes de que Crys, que abría los labios con intenciones de decir algo, pudiera hablar—. ¿Por qué no lo dejamos para mañana?
—¿Sueño? —me cuestionó Bárbara, intercambiando el foco de su mirada de incredulidad entre mis ojos y la bebida a medio consumir que tenía frente a mí—. Si te estás tomando un Espresso Martini.
Atrapada.
—Bueno, precisamente —me excusé rápidamente, argumentando lo primero que se me ocurrió—: me lo tomo para no dormirme aquí mismito.
—Yo te veo perfecta —replicó Mayor Monograma, con una expresión en su cara que no supe descifrar.
—Bueno, pero ¿y Mike? —recurrí a mi última opción, haciendo un ademán hacia el peliloco frente a mí—. ¿Vamos a correrlo de su propio cuarto? Pobrecito.
Luke estaba empezando a escribirme en la pierna, con la yema de sus dedos, algo que entendí como we could wait 'til... Y aunque suponía que lo que seguiría a esas palabras sería algo como they fall asleep o una vaina así —yo había pensado lo mismo—, no pude confirmarlo, pues dejó de trazar las letras que faltaban cuando Mike dijo lo que dijo.
—Nah, por mí no hay problema —no tardó en responder el entonces también catire, encogiéndose de hombros con indiferencia—. Si los chicos quieren podemos nosotros hacer algo así.
Eso significaba que, si ambos desaparecíamos misteriosamente en medio de la noche, solo con que una de las chicas y uno de los chicos, se levantara y no nos viera en el cuarto que nos correspondía, iba a bastar para que al día siguiente juntaran versiones y se dieran cuenta de la vaina.
Qué ladilla.
—En la cabaña de Luke —agregó rápidamente Ashton—, que es la más grande después de la tuya.
De paso, pensé. Nawebona de salados. Qué webo. Cuando por fin habíamos resuelto nuestros peos y nos habíamos puesto de acuerdo, no íbamos a poder hablar y mucho menos matar ese queso añejo, que debo decir incrementaba con cada caricia que Luke depositaba sobre mi piel. Aunque en ese instante se había quedado quieto, seguro tomándose su tiempo para insultar mentalmente a los mamaguevos inventadores de nuestros panas.
Tengo que decir, por cierto, que por un momento me extrañó que Ashton hubiera mencionado la cabaña de Luke, hasta que recordé que hacía dos noches, cuando me había escabullido para buscar mi suéter y había sido descubierta, Luke había pensado que quien estaba ahí era Ashton. Algo así como que TOdO finO LOs ÁNGeleS no soportaba más a Roy y se quería ir a dormir con él. Vainas Lashton.
—Entonces así quedamos —decretó Cristalito, sonriéndonos a todos.
Tanto, incluidos Luke y yo, le respondimos con una sonrisa, aunque por la forma en que los dos nos miramos, de reojo, quedaba claro que no estábamos muy contentos que se diga.
Más largo imposible
Los siguientes capítulos son... interesantes
No digo más
Los amo❤️
— Cami
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