54
Dedicaciones para UnsaidClau , its_lachama , lulubookssra_ y cvpidme ❤️
Un poquito más tarde, pero lo prometido es deuda
Bueno, pues no había terminado de inclinarme hacia abajo cuando...
—¡Mierda! —escuché exclamar a alguien a mis espaldas, y cuando giré levemente la cabeza para ver de quién se trataba y supe que era él, justo él... No se supo más de mí.
Tuve poco más de un segundo para verlo antes de ser consciente de mi desnudez y caerme de culo como la propia pajua, presa del pánico. Pero ese segundo había sido suficiente para darme cuenta de que no era la única vestida con el mismo traje con el que se nace, y tampoco era la única que había cometido una torpeza, pues a él se le habían caído los potes que —igual que yo— llevaba, del susto.
Ignoré el cabezazo que me había dado con la perilla cuando me caí, que había sonado durísimo de paso, y, sin levantarme del suelo en el que había salido a parar, me reincorporé, sentándome y abrazándome las rodillas para cubrir mi cuerpo desnudo y vulnerable.
Luego levanté la mirada y vi que no tenía de qué preocuparme, pues Luke se había dado la vuelta, encontrándose de espaldas a mí. Había escogido taparse el amigo en vez del culo, dejándose las nalgas al aire, con lo que tuve que ser yo la que entonces volteara para no verlas. No se fuera a desgastar esa obra de arte.
—¿Estás bien? —me preguntó pasado el momento de trance inicial. Tardé en entender a lo que refería, hasta que el agudo dolor que se hacía cada vez más presente en la parte trasera de mi cabeza, hizo que cayera en la vaina.
—Sí —respondí, con una aceleración en la voz que ni tú entendiste, ni yo entendí, ni nadie entendió. Una gente nerviosa, una gente full pena—. ¿Tú?
¡Pero si él no se golpeó!, me reclamó mi subconsciente. ¿Para qué le preguntas cómo está? ¿Eres gafa?
Verga, qué pajua. De pana que cada día me sorprendía más a mí misma.
—Yo, bien —respondió el otro, normal, como si nos acabáramos de dar los buenos días.
Hola, licenciado, ¿cómo está? Desnudo, licenciada, ¿usted?
¿Qué hace este carajo aquí?, me pregunté. Después me acordé del peo del agua, y me imaginé que esa sería la razón. Que yo supiera, Luke se bañaba de noche también, casi siempre, y yo no había tomado eso en cuenta cuando se me ocurrió la maravillosa idea de irme a desnudar pa' allá. A él, que por lo que parecía había tenido la misma idea ganadora de Nobel, tampoco se le había pasado por la cabeza que yo fuera a estar ahí. Pajuo vs. Pajuo.
—Lo siento, yo... no sabía que estabas aquí —balbuceó, con una voz medio temblorosa que por un momento quise atribuir a que estaba tan nervioso como yo, hasta que recordé el frío que hacía, que en mí había perdido su efecto gracias al agua caliente de la ducha—. En mi cabaña no hay agua y...
—Sí, en la mía tampoco —me apresuré en decir, hablando como si tuviera un traki traki en la lengua, como pa' que no se notara que tenía esos nervios a flor de piel. Es que yo de pana...—. Me acordé de lo del grifo de la cocina, y por eso...
—Lo siento —repitió antes de que pudiera terminar—. No pensé que seguirías despierta.
—No te preocupes —me limité a decir.
Y silencio sepulcral.
Nawebona. Hasta sentí que podía escuchar a Fiorella roncando desde ahí.
—Voy a levantarme a buscar mi toalla —corté la ausencia de sonido de una, antes de que se volviera más incómoda todavía—. No vayas a... —quise advertirle, más a modo de broma que otra cosa, como para bajarle dos a la tensión, pero él pareció tomárselo en serio cuando replicó, rápidamente.
—Sí, no, no te preocupes; no iba a girarme. Nunca lo haría.
Maaarico. Eso dolió más que un coñazo en la teta con la esquina del pupitre. Nawebona.
"Nunca lo haría", o sea que ni se planteaba echar un vistazo, o sea que no quería, o sea que no le atraía en lo absoluto. En resumen, eso era lo que había querido decirme.
Yo estaba clara que fea no era, y no es como que tuviera cuerpazo, pero tampoco es que no lo tuviese. Estaba en un término medio, que consideraba suficiente para mí, y que muchos otros tipos también considerarían suficiente para ellos. Así que no entendía de dónde venía el agrandado aquel a quererme hacer pensar lo contrario. No fuera marico. Me arreché.
Y, tal vez, esa arrechera instantánea que sentí, fue lo que hizo que, al levantarme del suelo, aún sin mirarlo para no distraerme con los globos de acero que llamaba nalgas, dijera: —¿Sabes qué? —Me quité las manos de encima, dejando de taparme, como si acabara de entrar en Supervivencia al desnudo, y más bien irguiéndome con la barbilla tan alzada como yo—. Puedes voltear. No me importa. —Me encogí de hombros—. Total, no hay nada que no hayamos visto ya.
MUAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Te la comiste, me felicitaron las demás Lucías por mi ingenio. Agarra, catire.
Satisfecha, sonreí de medio lado, sabiendo que me la estaba comiendo, y añadí con toda intención: —A menos que te de pena, claro...
Nawebona. No tuve ni que esperar medio segundo para escucharlo decir, a la vez que se giraba, como si de un reto se tratara: —En lo absoluto.
Me le quedé viendo, y él se me quedó viendo a mí, directo a los ojos.
Aquel se dio cuenta de que seguía tapándose el amigo y rápidamente lo dejó suelto, cruzándose de brazos con una pose de alzaito' que no jugaba camión.
Yo quería, de pana que quería bajar la mirada. Y no a donde tú crees, vale. Simplemente sentía esa curiosidad por recorrerlo al completo y comprobar que no solo había cambiado su forma de ser en esos dos años, sino también la forma de su cuerpo, por lo que había podido ver el otro día en el gimnasio, a mejor. Pero, obviamente, no lo hice. Primero, porque era una falta de respeto; mucho "no hay nada que no hayamos visto" y todo lo que tú quieras, pero eso, más que la confianza, no me daba derecho a analizarlo con lupa como me hubiera gustado. Segundo, porque se iba a dar cuenta que me lo estaba comiendo con los ojos, y eso tampoco me servía. No quería que supiera que me gustaba. No, sabiendo que yo no le gustaba a él.
Me regocijé al darme cuenta de que le estaba costando más que a mí no bajar la vista, dado que mis partes débiles estaban más cerca de mi cara, y de que para verme a los ojos tenía que, en sí, ver pa' abajo. Ventajas de ser una pulga. Me gustó notar esa tensión en su mirada, en la que se reflejaba la luz que entraba por los huequitos en el techo, que además le pegaba justo en el rostro. Me gustó, porque podía no gustarle, pero al menos un poquito sabía que le atraía. Si lo había hecho en el pasado, y en ese momento estaba más buena, no podía no atraerle, aunque intentara hacer ver lo contrario.
—Bien —dije, sin más, siendo nuevamente la que interrumpiera el silencio—. Voy a... —Hice un gesto hacia la entrada de las duchas que daba a la piscina, por la que había entrado yo y por ende tenía más cerca, mientras que él había entrado por la de la sala. Tal vez por eso no había visto mi ropa y no había sabido que yo estaba ahí antes de encontrarse conmigo.
—Sí —dijo él, asintiendo de una forma toda extraña que lo que me dio fue risa, aunque me limité a sonreír para no parecer tampoco que me estaba burlando de él, ya que no era así.
Al darme la vuelta, sentí su mirada sobre mí de una forma distinta, y digamos que no exactamente dirigida a mis pies.
Tuve el impulso de girarme y reclamarle, porque no me gustaba recibir miradas indeseadas de ese tipo; yo no era ninguna loquita. Pero no lo hice, porque en esa oportunidad, era todo menos indeseada. Yo no tenía novio. Él no tenía novia. Él me atraía. Yo le atraía —así fuera un poquito—. No me estaba faltando el respeto.
Sin embargo, él no pareció pensar lo mismo, pues inmediatamente dejé de sentirla, seguido de lo cual, habló:
—Pero... —empezó a decir, entre pegado y nervioso—. ¿Has terminado ya? Porque no me importa esperarte afuera.
Me giré levemente hacia él, sin dejar de darle la espalda del todo. —Apenas acababa de llegar, pero no te preocupes, espero yo...
—No hace falta que esperes —añadió con firmeza—. Puedes seguir con lo tuyo y yo con lo mío. —Se descruzó de brazos para encogerse de hombros, dejando caer sus manos a sus costados, haciendo que sonara un clap seco cuando estas tocaron sus muslos. No sabía si comprarle o no esa fachada de relajo tan repentina—. En fin: como tú dijiste, no hay nada que no hayamos visto ya. —Sonrió de medio lado con supuesta despreocupación, y me provocó meterle un coñazo. No sabía si por agrandado o por bello—. A menos que sea incómodo para ti. —Enarcó una ceja, e hizo un gesto hacia la salida que tenía detrás—. En ese caso te espero yo. Tú llegaste primero.
No si.
Pajuo, le dije en mi cabeza. Me daba arrechera porque sabía a lo que estaba jugando: se había dado cuenta de que lo estaba retando, y había querido dársela del más alzado retándome él a mí. Que si a ver quién aguantaba más sin bajar la mirada. Como que no sabía con quién se estaba metiendo el marico ese.
—No es incómodo —mantuve mi posición, volteándome por completo hacia él nuevamente, encogiéndome entonces yo de hombros con una sonrisa burlona—. Para nada.
—Bien —respondió, como si tuviera que ser el último en hablar. Qué carajito. Pero como yo era más arrecha, simplemente hice más amplia y más Colgate mi sonrisa y volví a posicionarme bajo la ducha que había escogido antes, murmurando un "biin" entre dientes mientras rodaba los ojos—. ¿Dijiste algo?
—No —contesté con altanería, agachándome en busca del enjuague como estaba haciendo cuando el rubio webon llegó.
Él agarró sus potes del suelo y escogió una de las duchas que estaban junto a la mía, como a propósito, teniendo como tres más en las que hubiéramos quedado de espaldas. Buscando lo que no se le había perdido. Prende-mecha el carajito.
Total que organizó sus corotos en el piso a su lado, prendió su vaina y empezó a bañarse.
Así, en silencio, nos quedamos un largo rato, lanzándonos miradas furtivas de vez en cuando, que intentábamos disimular lo mejor posible, haciéndonos los locos.
No es como que hubiera podido distinguir mucho, pero si antes en el gym había pensado que estaba bueno... No tenía palabras para describir eso.
Es que era una vaina, que la altura, que los hombros y la espalda que tenía ese pendejo, que los brazos, que el tremendo culo, que... otras cosas que no voy a mencionar. No me hacía falta mirarlo por mucho tiempo —tampoco podía, porque me iba a descubrir y no— para unir esas imágenes nuevas con los recuerdos del pasado y sus pequeños detalles: las pequitas que lo recorrían de arriba a abajo, alguna que otra marca que tenía por ahí, el huequito del piercing que jamás se le iba a cerrar... Eran demasiadas cosas, demasiados flashbacks de demasiados momentos en los que me sentí en la cima del mundo por el simple hecho de estar a su lado. Qué ladilla.
Pensé que íbamos a estar así, con mi cabeza en otro lado, hasta que escuché la exclamación de Luke, más grosero, diciéndose a sí mismo kike "joder" cuando se le cayó el pote de gel de baño y se agachó a recogerlo.
—No te pongas nervioso —aproveché para chalequearlo, volteando a mirarlo con una sonrisa pícara, sin que el agua dejara de correr sobre mí quitándome el jabón que acababa de echarme.
—Más quisieras —me respondió, alzando su vista hacia mí. Él siguió dándosela de arrechito, como que creyó que yo no me había dado cuenta cómo tragaba saliva y apretaba la mandíbula al verme con el agua de la ducha cayendo sobre mi cuerpo como si fuera una escena de una película. Él creyó—. Te conozco más de lo que te gustaría admitir.
—Ah, ¿sí? —Alcé las cejas, asombrada de hasta dónde podía llegar su agrandadez.
Asintió con autosuficiencia mientras volvía a levantarse como si nada. —Cada centímetro.
Demasiado autocontrol tenía Luke, debía admitir, porque yo, con esas dos palabras, ya me había fusionado con el agua de la ducha y no sabía cuál de las dos era más líquida, si ella o yo. Menos mal que no era hombre y no tenía torre que se pudiera levantar.
Aproveché ese factor —que no había manera de que se notara que tenía los pelos de punta si yo no quería que se notara—, para seguir con mi fachada de alzadita: —Lo otro es que te acuerdes.
Sonrió de medio lado, prendiendo otra vez su ducha y metiéndose debajo de esta, aunque girado hacia mí. —¿Como del lunar con forma de corazón en la nalga derecha?
—Es la izquierda —repliqué, girándome yo también, del todo hacia él, con los ojos fijos en los suyos—. Y no es justo. Ese se ve hasta con el traje de baño.
—Es la derecha —insistió, segurísimo de lo que estaba diciendo, con esa sonrisa burlona que de pana quería era zampármelo ahí mismito pa' que fuera serio. Subió las manos a su pelo y empezó a masajeárselo para quitarse lo que le quedaba de enjuague mientras la ducha le retiraba el jabón del cuerpo por sí sola. Y, uff, esos brazos...—. Y tampoco es como que hagas nada para ocultarlo.
Yo miré sobre mi hombro derecho para comprobar lo que Luke decía, porque de pana ya me estaba haciendo dudar. Y me dio más arrechera cuando lo vi, justo donde el rubio había dicho que estaría. ¿Cómo era posible que conociera mi cuerpo mejor que yo? Bueno, es que el lunar estaba atrás. Tenía sentido que no estuviera clara. Yo no me andaba mirando el culo a mí misma. No siempre. Además, que Luke segurito me lo había visto ahorita, así que no contaba. Podía no acordarse hasta segundos atrás.
—¿Por qué iba a ocultarlo? —chisté en vez de darle la razón que él sabía que tenía. No iba a hacerlo—. Me gusta mi lunar con forma de corazón.
—A mí también.
Ok. Ya está.
Volvió a ponerse frente a la pared y la ducha a la vez, mientras yo intentaba seguir firme sin que se notara lo derretida que para ese punto estaba.
La frase parecía haberle salido sola, sin pensar, así que, para disimular, añadió: —Seguro que al resto del mundo igual. Debería ser tu marca.
Sí, ajá, pensé. Tú pensaste que yo no me di cuenta, pero me di cuenta. Negué varias veces con la cabeza para hacérselo saber sin decírselo tal cual. Luego volví a voltearme hacia mi ducha con un simple: —Lo es.
Nos quedamos callados, y estuvimos así hasta que ambos hubimos terminado. Luke se asomó por la entrada de la sala donde había dejado su ropa y su toalla, y las recogió para salir conmigo por la otra puerta y así no mojar el suelo de madera. Afuera, rapidito nos empezamos a vestir, mirando a los lados por si había algún curioso por ahí.
—¿Me ayudas? —se me ocurrió preguntarle a Luke cuando me estaba poniendo el sostén, colocándome de espaldas a él y mirándolo por encima del hombro, haciendo así referencia al enganche de la parte de atrás de la pieza. Yo podía sola perfectamente, pero estaba buscando ponerlo más nervioso, como él llevaba toda la noche intentando ponerme a mí. A ver quién ganaba, pues.
Él se me quedó viendo unos instantes, vacilante, con una cara de asustado que nawebona. Yo estaba era cagada de la risa.
—Claro —dijo a la final, dando un paso hacia mí hasta tenerme a tan solo unos centímetros de distancia. Sí, a la final, porque una es tuky o nada.
Luke puso sus manos en el enganche de mi sostén, intentando encontrar la manera de unir una parte con la otra, y teniendo problemas como el hombre que era. Se tomó su tiempo. Me rozó varias veces la piel de la espalda, y yo me hice la loca con los escalofríos que me recorrieron de arriba a abajo, aunque seguro él había notado cómo se me paraban los pelitos teniéndome tan cerca. Que de paso respirándome en la nuca con su aliento todo cálido, como si no tuviera suficiente ya. Gracias a Dios, Luke se apartó justo a tiempo. Un segundo más y...
—Listo —dijo.
—Gracias —le respondí...
...de repente consciente de lo rápido que habíamos pasado de ni tocarnos a vernos desnudos. Aparté esos pensamientos y me centré en vestirme, por mi cuenta.
Me disponía a agarrar mi camisa de pijama, que seguía en la repisa en la que la había dejado, cuando, de repente, se escuchó el deslizar del ventanal que conectaba la sala con el área de la piscina.
Luke y yo nos miramos, pelando los ojos, y sin esperar ni un segundo más a escuchar las voces que siguieron después, dejamos todo y nos metimos en las duchas como si tuviéramos un cohete en el culo. No queríamos que nadie nos viera en esas, porque si ya pensaban que teníamos una vaina, ahora con más razón.
Nos apretujamos junto a la entrada, lo más cerca posible para escuchar sin ser vistos, hasta que el momento de cagazón inicial pasó y nos dimos cuenta de que estábamos demasiado pegados, ante lo que nos separamos lo suficiente para que no fuera incómodo.
—Y ¿cómo hago si quiero ir al baño? —escuchamos lo que al instante reconocimos como la voz de Calum, sumada a los pasos que no habían dejado de sonar.
—¿No se puede aguantar hasta mañana? —le siguió lo que supe que era la voz de Liana por el marcado acento fiyiano que la delataba.
—Liana, la comida que ustedes me dan aquí es demasiado natural —se quejó el bajista de 5SOS, y pude imaginarme su cara al decir aquello—. Mi estómago no está acostumbrado a esa depuración. Voy al baño mínimo ocho veces al día. ¿Cómo me vas a pedir que me aguante?
Luke y yo nos miramos con una sonrisa, intentado contener una carcajada.
—Pues vaya en la selva —le dio como solución la muchacha—. Es orgánico.
Quise tener mi teléfono para grabar esa conversación y repetírmela cada vez que me sintiera mal por cualquier razón. Demasiado buena estaba.
—No me sale —insistió Caldo Hood—. Mi culo es demasiado exquisito. No puedo oblig... ¿Qué es eso? —Y los pasos se detuvieron.
Mierda, la ropa, gesticulé con los labios lo mejor que pude, para que Luke me entendiera sin tener que hablar. No me fueran a oír. La pinga.
—¿La habrán dejado sus compañeros? —le preguntó Liana, en referencia al Camping FijiSOS.
Luke articuló unas palabras con su boca que aunque intenté no pude entender. Eran demasiadas.
Él se dio cuenta, y, antes pensándoselo bien, acabó acercándose a mí, tanto, y tan de repente, que pensé que me iba a zampar una lata, hasta que, en lugar de dirigir sus labios a los míos, los acercó a mi oreja, susurrándome lo que antes había querido decirme sin hablar: —Si lo que están viendo es nuestra ropa, van a venir a mirar en las duchas. Tenemos que irnos. Ya.
—No creo... —decía Calum al mismo tiempo—. Espera. —Hizo una pausa—. Esta pijama es de Luke.
El aludido se separó de mí nuevamente y nos quedamos viendo hasta que yo asentí, estando de acuerdo, tras lo cual, nos piramos de ahí por la entrada que daba a la sala, que era la única opción que nos quedaba al estar los otros en la piscina. No nos quedamos a escuchar cómo seguía la conversación. Solo nos quedaba esperar que no hubiera nadie dentro de la cabaña.
Así fue, con lo que pudimos salir, en ropa interior —que era lo único que nos había dado tiempo a ponernos—, por la puerta que comunicaba con el porche, sin que nadie nos viera. Bajamos las escaleras de este y corrimos como locos por el camino que llevaba a las cabañas individuales.
Cuando llegamos a la bifurcación que separaba los caminos a nuestras respectivas habitaciones, paramos el trote, apoyando las manos de un árbol que se hallaba justo en el medio, casi que diciendo "taima". Hiperventilados de la carrera que habíamos pegado y todavía asustados por haber sido descubiertos —o casi—, nos miramos mientras intentábamos recuperar el aliento. Involuntariamente, le sonreí, y él me sonrió a mí. Y tan solo bastaron unos segundos para que esas sonrisas, agitadas y algo confundidas, se tornaran en dos bultos de carcajadas.
Admito que entre la picadera con Luke y la cagazón por lo de Calum y Liana, estaba gozando una bola y la mitad de la otra. Qué bonche, marico. Tenía tiempo que no me reía así.
Reposé la espalda, desnuda en su totalidad si no fuera por la línea de tela del sostén y sus dos tiras perpendiculares, de la corteza del árbol. Luke me imitó, y estuvimos así, apoyados del árbol, riéndonos, durante un buen rato. Poco a poco las risas fueron disminuyendo hasta que solo quedaron las sonrisas de antes.
Al pasarse la adrenalina del momento, el calor que me recorría pasó a ser reemplazado por el frío de fuera, que sentí más debido a que casi toda mi piel se encontraba al descubierto. Luke pareció darse cuenta de eso, y de otro detalle, que no dudó en hacerme saber: —Dejaste tu suéter.
—Coño —exclamé, dándome un pequeño golpecito con la palma de mi propia mano en la frente. Hacía dos noches hubiera podido dormir con la cobija nada más y relajada, porque había hecho frío pero normal. Sin embargo, esa vez parecía que era peor. Aunque quizás tenía que ver con mi desnudez—. Tocó cobija con toalla —dije, buscando la solución alternativa, ya que no tenía, a diferencia de Luke, tremendo closet con cobija de repuesto para ponérmela doble.
—La toalla también la dejaste.
—¿Algo más? —pregunté sarcásticamente, pero como él es jodedor...
—La pijama, las pantuflas... —empezó a enumerar, riéndose de paso cuando lo vi feito—. Tú preguntaste —se excusó, payaso.
—¿Sabes lo que es un chaparro? —Entrecerré los ojos en su dirección, cruzándome de brazos por el frío y empezando a acariciármelos para alejarlo de estos. Ante la negativa de Hemmings en forma de un "no", añadí:—. Pues te lo mamas igual.
—No se vale atacarme con venezolanismos a menos que me los expliques —se quejó, nefando repetidas veces con la cabeza. Luego, preso del frío también, cosa que asumí por cómo le empezaban a castañear levemente los dientes, cambió de tema—. Oye —llamó mi atención—. Si quieres puedo prestarte uno de los suéteres que traje, o si no la cobija de sobra que me queda —me ofreció, con una expresión sincera y una voz calmada, distinta a su fachada agrandada que había estado mostrándome casi toda la noche—. Si te sientes incómoda y no quieres ir a mi habitación, puedo traer...
—Vamos —lo interrumpí antes de que siguiera por ese camino, sin pensarlo mucho más. En el fondo, sabía que tenía que haber otras soluciones alternativas a mi problema del frío, pero ni se me ocurría ninguna ni quería que se me ocurriera. Lo que sí quería, en cambio, era seguir estando con Luke. Igual que aquella vez en Chicago, que después del tremendo paseo subimos a mi habitación del hotel y Luke estaba por irse cuando propuse lo del jacuzzi, no quería que la noche se terminara así.
Él frunció el cejo, no esperándose para nada esa respuesta de mi parte. Pero luego sonrió de lado. Extrañado, pero sonrió.
Se separó del árbol y yo lo hice también. Se encaminó, algo vacilante, por la vía de tablones que llevaba a su cabaña, y yo lo seguí, ignorando el tremendo peo en el que me estaba metiendo.
Aquí está
No se pueden quejar
Yo les dije que se iba a prender
Los amo❤️
— Cam
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top