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Dedicaciones para its_lachama y lulubookssra_ ❤️
Recuerden que las dedicaciones van para aquellos que más comenten, y si están activ@s, habrá maratón
Los amo❣️
Total que metí a bañar.
Y, marico, qué frío. De ese grifo solo salía agua merideña, nawebona. Helada era lo que estaba esa mierda.
De todas formas, estaba tan pero tan cochina de tanta vaina que había hecho durante el día, que me la tuve que calar. Y, a pesar de la panela de hielo en la que estaba metida, me puse a pensar en pajaritos preñados mientras me enjabonaba, y cuando fui a ver, me había quedado dormida en la bañera. Imagínate tú lo cansada que tenía que estar para quedarme dormida en la versión ovalada del Círculo Polar Ártico.
Cuando me desperté casi que convertida en estatua de hielo, me quité el jabón que me quedaba y me salí lo antes que pude, porque ya los dedos se me estaban poniendo azules aparte de arrugados modo pasa. El peo es que cuando fui a secarme, me di cuenta de que no tenía toalla.
En todo el puto baño no había ni una sola toalla, grande, pequeña; ni las que sirven de alfombra, pues. N-A-D-A.
Lo primero que pensé fue agarrar y secarme con papel toilet, pero tampoco había.
Eso fue que me vinieron a cambiar las sábanas y se les olvidó reponerlas, concluí para mis adentros. Mamaguevo Aisake.
Mientras tanto Aisake:
Salí del baño tiritando y abrí el closet para sacar una camisa cualquiera y usarla de toalla, y mientras me secaba —con full incomodidad, por cierto—, me di cuenta de que mi cama estaba vacía: tampoco me habían puesto sábanas.
—Nawebona —exclamé entre dientes, los cuales no dejaban de castañear amenazando con morderme la lengua.
Y menos mal que no tenía el pelo mojado, porque si no imagínate. Se suponía que ese día no me lo iba a lavar porque me lo había lavado el día anterior y si seguía metiéndole tanto químico después no había Pantene que me lo arreglara. Solamente se me habían humedecido las puntas de la cola que me había hecho, pues era lo que había estado en contacto con el agua al quedarme dormida en la bañera con la cabeza medio doblada. El punto es que había sido una buena decisión no mojármelo, aunque en su momento no lo supiera.
Me solté la cola para que mi cabello, entonces bastante largo, hiciera resistencia al viento y este me pegara menos en la zona de la cara y el cuello.
De repente sentí cómo cada pelito de mi cuerpo se erizaba con el viento que entraba por el ventanal de la mini-salita con la que contaba mi cabaña, así que corrí hacia esta, tan sólo cubierta por la camisa que había usado para secarme, y la cerré de un solo empujón. Volví choleadísima al closet, que seguía abierto del todo, y saqué la pijama más abrigada que encontré. Esta consistía en un pantalón y una camiseta —ninguna de las pijamas que me había llevado tenía mangas— de algodón, tela que a pesar de ser la más calurosa de las que tenía entre mi ropa, no era suficiente para cubrirme del gélido clima.
Quise reclamarme a mí misma por no haberme traído algo más abrigado, pero no podía culparme: cuando me dijeron "playa" a mí nunca se me pasó por la mente que fuera a hacer tanto frío. En Tucacas hacía la misma penca 'e calor tanto de día como de noche, pues. Yo no tenía por qué saberlo. Ahí los únicos culpables eran Mike y Crystal.
Entonces recordé que había metido en la maleta un suéter entre los artículos clasificados en la categoría "por si acaso", y me entró una alegría demasiado inmensa en el cuerpo... Hasta que fui a buscarlo y me acordé que lo tenía el pendejo de Luke.
La gente abusadora que se queda con las cosas de uno, pensé, modo automático, con el frío poniéndome de mal humor. Hasta que recordé que él había intentado devolvérmelo hacía dos noches, y yo le había dicho que no porque ese "si quieres me acompañas a mi cabaña a buscarlo" me había sonado muy a "¿me acompañas a los bebederos?", y me asusté. Yo sabía que Luke nada que ver, pues, pero coño, igual. Sobre todo después del momento Ositos Cariñositos que nos habíamos marcado con el abrazo aquel. Pinga.
Webona, me dije a mí misma. Tendrías que haberlo ido a buscar, así fuera en otro momento. Y no era mentira, pero esas últimas noches había resuelto con la cobija, que era bien acolchadita, y de pana había pasado cero frío. Por eso había borrado cassette respecto a ese suéter. Hasta que a Aisake se le había olvidado reponerme la vaina. Qué ladilla, marico.
¿Y ahora qué hago?, me pregunté, con las Lucías internas en reunión urgente modo Kovalski, opciones.
Mi primer impulso fue ir a reclamarle a Aisake que por favor me diera así fuera una cobija y ya, por lo menos para aguantar la noche sin convertirme en una panela de hielo. El peo es que con esa dormida que me había echado se habían hecho la una de la mañana, según pude ver en mi celular cuando quise comprobar la hora. Y Yolanda, por muy arrecha que estuviera, no era ninguna maleducada; si fuera yo la que estuviera en su lugar, no me gustaría que me fueran a despertar de madrugada por una mariquera cuando me la pasaba todo el día trabajando. Así que descartado.
Eso me dejaba dos opciones: una, llamar a mi amiga Elsa y pedirle que me diera una clase online de cómo controlar el hielo, para así poder convertirme en Hielía y resistir; o dos, ir a buscar mi suéter en la cabaña de Luke.
Total, esa mierda seguro que no tenía pa' trancar igual que la mía, y dudaba que fuera difícil encontrar mi suéter en su cuarto sabiendo lo predecible que era Luke. Ese lo debía de tener ahí mismito abrir el armario. Y si por X o Y no lo conseguía, igual podía llevarme las toallas de su baño y usarlas de cobija. Algo es algo.
Sin pensarlo mucho —el frío no me dejaba—, saqué mis pantuflas pelúas del fondo del closet para luego cerrarlo y, sobándome los brazos con ambas manos para generar algo de calor, salir súper rápido de la cabaña con nada más que mi teléfono.
Usé la linterna para alumbrar mi camino a través de las tablas de madera, pues sus luces estaban apagadas al estar todos los huéspedes dormidos, tal como había previsto que podía pasar. Apresuré el paso hasta la segunda intersección y di la vuelta en esta, en sentido contrario al que seguiría para volver a mi cabaña. No tardé nada en encontrarme con la cabaña de Luke, a simple vista idéntica a la mía.
Cuando tuve el pomo de la puerta en la mano, me planteé la posibilidad de que aquello fuera una mala idea. ¿Qué pasaba si Luke estaba despierto? O¿si se despertaba? Entrar en su habitación en mitad de la noche podía generar una situación potencialmente incómoda que no me gustaría atravesar. De paso iba a quedar yo como Joe Goldberg. Pasando pena.
Pero ahí recordé otra vez lo de la taza aquella del "vive", que había hecho mía en cierto modo al entonces buscarla todas las mañanas entre las demás tazas para tomar café, y decidí no darle más vueltas y meterme de una vez. Tanto porque no iba a saber a qué me atenía hasta estar ahí, como porque no podía "vivir" si me congelaba durante la noche.
Giré el pomo lentamente, entré pisando con suavidad y cerré la puerta detrás de mí con delicadeza, todo con intención de no hacer ruido, cosa que estaba logrando.
Lo primero que noté cuando me di la vuelta, quedando de espaldas a la puerta, era que la cabaña de Lukrecio era full diferente a la mía: apenas entrar, tenías a mano derecha el baño, y a mano izquierda la cama —en la que reinaba un abultado desorden de sábanas que me hizo suponer que él se encontraba debajo, durmiendo—, mientras que en la mía, lo primero que te conseguías era la salita, y la cama se hallaba al final. Un escalón no muy alto separaba la zona del dormitorio de la zona de estar, que contaba con un sofá larguísimo y dos sillones más pequeños, además de una mesa baja con elementos decorativos encima. Cabe destacar que la pared izquierda de ese área era completamente de madera. Sé que diciéndolo así parece una vaina loca, pero era todo bellísimo. Veinte puntos al diseñador de interiores, y no, no de los del Palacio del Blumer.
Por otro lado, no alcanzaba a ver ninguna pared a la derecha, al menos no desde ahí, lo que me hizo suponer que la habitación continuaba en esa dirección. Parecía una sabana la vaina esa.
Al final, para rematar, había un ventanal inmenso que iba del suelo al techo, y que servía a modo pared de fondo. Pasando el ventanal se hallaba una terraza que, a pesar de no ser muy grande, daba directo a lo que parecía uno de los muchos acantilados de la isla, según el movimiento de olas que creía poder detectar a lo lejos. Casi todo era de madera, al igual que en mi cabaña, y los toques modernos como el ventanal le daban un aire bohemio chic que nawebona...
Y aquí entre tú y yo, no es que me quejara de mi habitación, pues; la mía era grandísima y bellísima también; pero la de Luke le daba dos paradas por ese culo. Me preguntaba quién había hecho el reparto de habitaciones cuando recordé que habían sido los organizadores del campamento, o sea, Mike y Crystal. Ya les iba a reclamar el favoritismo.
Regresé al presente, volviendo a ser consciente del frío al sentir cómo una ráfaga de viento proveniente del ventanal abierto me rozaba una nalga, y con ello, recordé mi verdadera misión en ese lugar: buscar mi suéter.
No veía el closet por ningún lado, así que empecé a caminar en cuclillas hacia el fondo de la habitación, esperando encontrármelo al bajar el escalón a la derecha, hacia esa parte que desde la puerta estaba fuera de mi campo de visión. Me fui acercando poco a poco, pegada a la pared del baño para estar lo más lejos posible de la cama y evitar así hacer algún ruido que despertara a Ricitos. Cuando llegué a la esquina de la pared y bajé el escalón, vi que aquella zona de la derecha, hasta ese momento inalcanzable a mis ojos, no era más que una continuación de la sala, con una silla de estas colgantes bien calidosa. Me
Preguntaba si esos muebles los venderían en Epa: ayudando a construir hogares.
No era tan grande como me esperaba, pero eso no fue lo que me sorprendió. Lo que sí lo hizo, fue encontrarme a Luke en la silla colgante, y bien despierto.
¿Cómo están?
¿ESCUCHARON BLENDER? PORQUE I'M IN AN EMOTIONAL BLENDER DESDE QUE LA ESCUCHÉ
No es por nada, pero es mi favorita de 5SOS5 con toda sinceridad
La amo demasiado
Como los amo a ustedes
Y dicho eso
Hasta el próximo cap (que les digo está candela)
— Cami
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