26 | Ocaso

Dan Reinsd

     —Al parecer no es tan peligroso —susurró la chica, de no más de 12 años a su amigo más joven. Pensaría que no podía escucharla. 

     Nos encontrabamos en el interior de la cafetería sentados alrededor de una mesa. 

     Dhalas llegó con unas bebidas en una bandeja, las puso sobre la mesa y los niños las tomaron. Se sentó al lado mío.

     —¡Qué rico! —exclamó el niño con alegría. 

     —Ellos son mis amigos Meilín y Raizar. 

     Los dos eran quienes estaban vigilandome cuando Lards me tenía detenido en su campamento. Le respondí—: Si los recuerdo bien. —Ellos sonrieron picaramente al escucharme. Sus cálidas sonrisas llenas de esperanzas me recordaron algo muy importante. "Está es solo la calma..." Pensé. 

     —¿No vas a probarlo? —preguntó Dhalas acercándome la copa con una extraña bebida—. Es jugo de Piña, de seguro es de tu agrado. 

     Tomé la copa y di un pequeño sorbo del extraño jugo, era dulce y agradable. 

     "Quisiera que las cosas siempre fueran así" 

     Recuerdo una de tantas veces; yo compartía mesa junto a mis amigos. Hablamos sobre nuestras metas, que haríamos una vez ganaramos la guerra.

     —¿Por qué no dices nada? —preguntó Meilín—. Lards habia dicho que te acompañaba un hada, ¿ella se separó de ti? ¿Sabes algo? Todas las hadas desaparecieron hace tres días después de los "temblores".

     Meilín no sabía que esos "temblores" estaban siendo ocasionados por el combate de Dryden y Rishten al otro extremo de Sactum Garden. Pequeña niña inocente e incredula. Su ignorancia no justificaba la mía. 

     —Muchas gracias. —Me levanté y caminé en dirección a la salida. 

     —¡Espera, apenas lo probaste! —exclamó Dhalas sosteniéndome por una mano. Yo simplemente la miré sin decir nada—. ¿Qué harás? ¡Supe que estuviste aquí despues de que me salvaste en la mazmorra, y te lo agradezco, pero muchos de mis amigos salieron lastimados en la plaza por tu culpa! ¿Vienes a buscar problemas nuevamente? 

     Agité mi mano, saltándome de Dhalas y me acerqué a ella mirándola a los ojos. 

     —Lo que pasa es que esos lindos ojos color tuyos se pueden volver mi devilitabad —escondí mi mentira detrás se una sonrisa muy sincera. 

     —¿¡Q–Qué?! —preguntó Dhalas sonrojada. 

     Los dejé atrás y seguí mi camino. Me dirigía al castillo, allí se encontraba él. 

     "Azasell, te mataré" Ese pensamiento se había cometido en un ideal. 

     Una vez en el castillo, la puerta que conducía a la sala de tronos interferia en mi camino con gran majestuosidad y robustez; grandes simbolos Souverän la decoraban, inscripciones que no entendía. Coloqué mi mano derecha en ella y serré los ojos en un breve respiro. 

     Él estaba al otro lado de esa puerta. Apreté mi mano diestra sobre la gran puerta ejerciendo una presión tan grande que la reventé por completo dejando solo retazos de ella. 

     Al frente estaba Daewinm, le prestaba mi entera atención mientras los trozos de puerta terminaban de caer al piso. 

     —¿A dónde fue? —le pregunté.

     —Te está esperando afuera.
 
     Caminé hacia una puerta en un lateral. 

      —¡¿Es qué ya no estas harto de tanta destrucción, no puedes parar por un segundo?! —Sus lágrimas bañaban su rostro. 

     —¿Parar? —Escuchar eso viniendo de ella me irritó, hasta el punto de hacerme enfurecer—. ¡Realmente tienes mala memoria! ¿Qué hizo para ponerte de su lado? 

     —¿Dan, hay algo que pueda hacer para hacerte desistir de tu venganza? —Tras preguntar, se colocó delante de mí extendiendo sus brazos, en su tristeza era claro que no quería ver otro conflicto. 

     Caminé rebasandola con pasos firmes, sin mirar a un lado, sin mirar atrás. 

     En la terraza del castillo me esperaba Azasell, observaba el gran reino al frente. Aclaró con resignación: 

     —Este día tenía que llegar. 

     —¡Momento de zanjar cuentas! —dije mientras desembainaba mi espalda de los sistemas de ancla de mi armadura en la parte trasera de la coraza—. Hoy te toca morir. 

     —Tal vez sea así, tal vez no. 

     Instantáneamente el choque de nuestras espadas hicieron salir desparramadas gigantescas chispas y rayos que al impactar contra el suelo y lo reventaron levantando gigantescos trosos de bloques. 

     —¡¡¡Azasell!!! —Grité su nombre mientras con cada espadazo que le lanzaba sentía una oscuridad consumarse en mi interior.  

Daewinm 

     No podía hacer nada más que mirar, por más que gritara ninguno de los dos se detendría. 

     "Ese día" fui salvada por Dryden. Esta vez, cómo ninguna otra vez, no puedo salvar a ninguno de los dos. Dan, Azasell. 

     —¿Por qué tiene que ser así? —me pregunté a mi misma.

     Caí de rodillas mientras los veía a ambos enfrentándose a una velocidad exorbitante. 

     Dan bloqueó la espada de Azasell de un corte vertical que este le lanzó. Rápidamente me cubrí con mis antebrazos de las poderosas rafagas de viento que salieron expulsadas del choque. 

     Dan contraatacó expulsando a Azasell a varios metros, rápidamente arremetió contra él. 

     En las espaldas de Azasell aparecieron dos pares de alas blancas mientras veía al dios de ojos amarillos acercarsele a gran velocidad sosteniéndo su espada con la única determinación de matarlo. 

     Inminentemente hubo otro choque, uno que retumbó por completo todo el lugar levantando una gran polvareda

     Para mi suerte, fuy abrazada por un robusto cuerpo cubierto por una rigida armadura. Al darme cuenta era Dryden, él estaba ahí, protegiéndome de los enormes trozos de hormigón y vigas de metal que junto a gigantescos escombros salieron desparramados más de medio kilometro a la distancia. 

     Cerré los ojos y tapé mis oídos, esperando a que el tembor terminara. 

     —Ellos se están conteniendo —dijo Dryden, no le entendí—. Aún sabiendo que puede haber daños colaterales, no se contienen lo suficiente. 

     —No es momento para juegos de niños. —Tras escuchar esa voz desconocida, dirigí mi atención hacia ella: una dama de cabello verde las dijo mientras detenía ambas espadas, la de Dan y Azasell y evitaba que que ellos continuaran peleando. 

     —¡Apártate! —gritó Dan. 

     Azasell bajo su espada, lo único que pudo hacer fue mirar al cielo dibujado por una gran estela de humo. También miré en su dirección. 

     Un gigantesco navío estaba a punto de estrellarse contra la ciudad, en la proa se alcanzaba a reconocer el nombre CRUC Horizont. 

Azasell 

     Estaba inerte en mis pensamientos al ver cómo el destructor arrasaba con los rascacielos a su paso envolviendolo todo en fuego y humo. 

     Me teletransporte hacia él con la intención de frenarlo. Coloqué mis manos sobre su casco metálico, mientras expulsaba una intensa aura plateada de mi cuerpo. 

     "¡Aún teniendo la fuerza es absurdo, una nave de más de media milla, no puede ser frenada por un punto de presión tan pequeño!" 

     —Lards al habla —escuché la transmisión. 

     —¡¡¡Gran momento Lards!!! —Logré destruir gran parte del navío por la precisión descomunal de mi poder ejercida sobre su casco.

     —Nuestros sistemas fueron bloqueados, por un momento nos quedamos a ciegas. —Escuché las explosiones de Lards—. Nos dirigimos a la zona de impacto lo más rapido que podemos...

     Todo habia transcurrido en pocos segundos, la Horizont estaba destrozada, junto con gran parte de la ciudad. Grandes edificios desplomandose sobre las calles en una lluvia de escombros.

     Mi respiración era acelerada, veía a decenas de jóvenes huyendo, mientras otros ayudaban a los heridos en las calles. Volé rápidamente hacia uno de los lugares más concurridos. Ví a Dhalas intentando levantar un gran fragmento de escombro, el cual aplastaba la mitad del cuerpo de Meilín.

     —¡Azasell, por favor ayúdame! —gritó mientras hacia un esfuerzo extremo, Meilín estaba gritando de dolor. 

     Sin perder tiempo levanté el gran pedazo de escombro. Fue realmente impactante la imagen del cuerpo de Raizar aplastada al lado de las piernas mal heridas de Meilín. 

     Rápidamente Dhalas corrió hacia él y lo sostuvo entre sus brazos llorando llena de dolor. 

     Cargué a Meilín y le dije a Dhalas—: Vete de aquí los más rápido posible. 

     Llevé rápidamente a la niña; quien se habia desmallado a un transporte de salvamento. La acosté en la camilla y rápidamente los jóvenes doctores la comenzaron a atender. 

     Varias naves de asalto comenzaron a aterrizar y de ellas bajar decenas de soldados fuertemente armados. 

     —Azasell, ¿dónde está mi hija? —preguntó Lards al frente de escuadrones de asalto. 

     —Esta a salvo, Lards, Raizar está muerto. —Le informe con pesar, el solo se lo tomó con calma. 

     —Lloraré por él después, —dijo con frialdad.

     —Encárgate de evacuar a todos. 

     Nuevamente me volví a teletransportar frente al gran destructor destruido, a un lado estaban Daewinm, junto a Dan y compañía. Me acerqué a ellos, Dan me miró y dio un paso hacia mi antes de ser detenido por el brazo del otro Dios, de ojos rojos. 

     —Dan, eso puede esperar —dijo Dryden sin apartar su mirada de la nave—. Detectamos a la Horizont entrar en aproximación con este planeta hace algunos minutos, no había nadie guiandola. 

     —¿Dónde está mi padre? —preguntó Dan. 

     Tras escuchar un extruendo sobre nuestros cuerpos fue ejercida una inmensa precisión, dirigí mi atención hacia la destruida nave, encima de ella se encontraba un fornido sujeto de ojos verdes. 

     —¡Padre! —Dan lo llamó al verlo. 

     —No, ese al que conocías por Gerald ya está muerto —le respondió oscuramente, con una mirada sin vida.

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