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Tras reunirse en el estacionamiento llevaban una hora entera caminando por viejos lugares que Jungkook no pisaba desde hace más de dos años, pero que todavía recordaba perfectamente y por eso temía de las intenciones del pelirrosa.
—Dijiste que iríamos a mi departamento —habló Jungkook y el frío viento del otoño lo hizo encogerse—. ¿A dónde me llevas?
Le había preguntado todo el camino a dónde se dirigían, pero Jimin solo mostraba una sonrisa juguetona y seguía caminando.
—Llegamos —Jimin se detuvo junto a un callejón que tenía una puerta abierta casi al fondo—, es molesto jugar contigo cuando estás tan apagado, así que pensé que tal vez te gustaría probar algunas cosas.
—Jimin… —la mirada asustada de Jungkook se detuvo sobre él—. No pienso entrar.
—Esta vez entraré yo, cortesía de la casa.
—Es peligroso que lo ha-
Pero sus palabras fueron ignoradas, pues Jimin solo desapareció en la espesa oscuridad sin decir nada.
Pasaron alrededor de diez minutos que para Jungkook fueron eternos entre pensamientos ansiosos donde todo acababa mal para su acompañante, se suponía que las personas que administraban el lugar no lo conocían y a las personas desconocidas no se les daba un buen trato. Sin embargo, Jimin apareció guardando una bolsa de plástico negra en su mochila y mostrando una gran sonrisa.
—Es hora de irnos —anunció.
Jungkook sabía que las cosas estaban mal, que lo que el chico de baja estatura planeaba no era bueno para ninguno de los dos, pero no contaba con la fuerza mental para retenerse a eso y enfrentarlo, sintió que en el fondo deseaba vivir todas las cosas malas que Jimin le quisiera dar, aunque se negara a ese sentimiento, se frustrara, llorara y gritara, al final nada detendría las cosas.
Cuando llegaron al departamento se paró en una orilla y observó a Jimin invadir el sillón de su sala, este sacó las sustancias compradas y las acomodó en la mesa libre sin vergüenza alguna, parecía un total experto. Jungkook evitó preguntar cómo había aprendido todo eso por miedo a la respuesta, por eso continuó observando.
—Joven Jeon —canturreó Jimin extendiendo el porro recién hecho con sus propias manos—. ¿Qué le parece empezar primero?
La mente de Jungkook estuvo tan adormecida como para negarse, con todos los malos sucesos de la semana su ansiedad había crecido a tal punto desesperado de rogar por lo malo, así que tomó el peculiar cigarro entre sus dedos, permitió que el pelirrosa lo encendiera y después dio una calada tan profunda que terminó de nublar sus pensamientos.
Ojalá con eso hubiera podido sentirse mejor.
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