21

Jungkook se sostenía la cabeza y jalaba de su cabello con desesperación yendo de un lado a otro mientras Jimin lo observaba desde la esquina con ojos inquietantemente serenos sin una pizca de miedo o preocupación.

—Tú... ¡Me destruiste! ¡Sin razón! ¡Eres un mentiroso!

—¿Ahora no crees ser inocente?

—Es que... —los ojos de Jungkook brillaban entre lágrimas—, sé que no lo hice, pero... ¡Siento tanta culpa por dentro! ¡Y tú solo viniste a mortificarme! ¡Dañaste a mis amigos! ¡Me dañaste a mí! ¡Tú a quien tanto amé!

—¿Y si dijera que tú pudiste haber hecho algo y no lo hiciste? ¿Eso no te hace también un asesino? ¿Por qué los espectadores siempre son inocentes? —su voz era como el siseo de una víbora, aún con la diferencia de fuerzas se sentía aterrorizado.

—Se acabó, Jimin, le diré a la policía que estás aquí, le diré a tus hermanos y a todos —Jungkook corrió hasta la puerta y la abrió, pero antes de salir el pelirrosa se interpuso en su camino.

—¿Piensas que te creerán? Saben que yo no tendría motivos para lastimarte, además ahora podemos estar juntos y sin presiones. 

Las manos de Jimin subieron hacia las mejillas de Jungkook y acariciaron su rostro, se sentía bien, el tacto lo traspasaba, sentía que se hundía hasta acariciar su alma y se derritió en él, estaba mal sentirse tan bien entre sus manos, pero no podía contenerlo... 

—Jimin —le habló con voz suave—, te lo ruego... dime qué pasó ese día.

—Sácame las respuestas.

Una frase tan simple que hizo eco en el cerebro de Jeon.

El golpe de emociones rompió la tensión en el aire y finalmente sus labios se juntaron con desesperación mientras los botones en la camisa de Jimin se desprendían uno a uno y la ropa caía al suelo tan lento como cerezos de primavera.

El placer los atrajo hasta la cama, los apretones y caricias eran duros y dejaban marcas dolorosas en la piel, pero Jungkook estaba tan anestesiado para sentirlas y medirlas.

Esa piel blanca, esos labios cereza y ese cabello de primavera, él quería destruirlo, Jungkook quería despedazarlo hasta que solo quedaran las respuestas, lo comparó con un cofre con candado y sin llave, no podía seguir siendo delicado, él solo tenía que romperlo para que se abriera.

—J-Jungkook —Jimin gimió mientras los dedos húmedos del mencionado se hundían en su entrada suciamente.

Jungkook silenció su voz con besos, besos bruscos, mordidas dolorosas, una mano apretando su cuello blanquecino y los dedos abriéndose paso para hacerlo sufrir.

No era así como solían hacerlo, pero se sentía bien.

Las embestidas reales, aunque con torpeza, eran profundas y acertadas, él jadeaba, Jimin gemía y se sostenía de sus brazos sudorosos mientras su rostro se contraía en expresiones de placer, pero todavía había una sonrisa detestable en sus labios.

Jungkook adoraba su cuerpo delicado como un diamante, se sentía fascinado con cada uno de sus movimientos, Jimin se filtraba entre sus poros hasta llegar a su alma y lo amaba.

Pero no se sentía como antes.

Jungkook ya no buscaba respuestas realmente, él solo quería filtrarse en Jimin hasta encontrar al hombre que extrañaba y que no podía dejar ir, el pelirrosa que jamás tendría intención de herirlo, el que daba calidez a su hogar, el que olvidaba los lentes en su pupitre todo el tiempo haciendo que Jungkook tuviera que regresar por ellos, el adorable de ojos azules como el cielo que le enseñaba las maravillas olvidadas de la ciudad, el chico que lo despertaba a besos en las mañanas, a quien le brillaban los ojos mientras hablaba de lo que amaba, aquel chico que no estaba construido de olas, aquel que no se llevaba todo a su paso para después relajar sus aguas como si nada hubiera pasado, aquel que no era un mentiroso, que no era su verdugo, aquel Jimin que se sentía real. Extrañaba al pelirrosa que lo amaba.

—Di que me amas —pidió en un ruego acompañado de lágrimas en medio de la agitación de la cama.

Jimin bajó la mirada hasta él y entreabrió los labios con las mejillas sonrojados, pero no le respondió y solo sonrió.

¿En qué momento te fallé?

Jungkook enfureció.

—¡Dilo!

Oh, no, Jimin no querría responder. Jungkook salió de él y llevó una mano al hombro ajeno para girarlo con fuerza y ponerlo de boca contra la cama, después alzó su cadera y volvió a entrar en él dejando azotes en sus glúteos que le sacaban maldiciones y gemidos vulgares a Jimin.

—¡D-Dilo! —enredó sus dedos en la cabellera rosada y jaló de ella—. ¿Te gusta así? ¿Prefieres que te trate tan duro como si fueras una maldita...-?

—N-Ngh, hazlo más fuerte —gimoteó Jimin cortando sus palabras—. Haz que me corra.

Y lo hizo con lágrimas, fuego y sudor, hizo sonar el choque constante de las pieles, trazó sus marcas en la piel pulcra de su compañero, lo hizo rogar por más, lo hizo gritar su nombre, lo hizo hundirse en su propia marea para que sintiera la misma asfixia que él había soportado durante tantos días.

¿En qué momento te lastimé?

Jungkook y Jimin se fundieron en medio de un huracán que no era suficiente para apagar el incendio de sus almas.

¿En qué momento mentí diciendo que no te amaba?

La explosión llegó acompañada de sollozos, cuando Jungkook sacó su miembro de la entrada de Jimin, el líquido espesó cayó obscenamente y trazó un camino en su entrepierna hasta tocar las sábanas.

Lo había hecho, había dejado ir todo lo que había reprimido durante tantas semanas, se sentía aliviado.

Cayó en la cama, justo a su lado, mientras aún intentaba controlar su respiración al igual que Jimin, ambos en silencio, Jungkook observando el techo, Jimin bocabajo con el rostro en dirección a Jungkook y esos ojos lagrimosos sobre él.

Su mano cálida acarició el pecho desnudo y sudoroso de Jungkook atrayendo su mirada hacia él y le sonrió con compasión.

—Te amo, Jungkook.

Los ojos del mencionado se cristalizaron.

—Yo también te amo, Jimin.

Después cerró los ojos y se entregó al sueño sin respuestas, con un "te amo" se sentía sereno.

Incluso si aún sentía un vacío, él se hundiría en esa ilusión de amor correspondido, en la escena de una íntima confesión después del sexo.

Oscuridad.

Relajación.

Descanso.

Cuando abrió los ojos el reloj de la mesa de noche marcaba las veintiún horas y el lado contrario de la cama estaba desocupado. Jimin no estaba.

Jungkook se puso de pie al recordar todo lo que había pasado en el día, todo estaba sereno, él estaba en el departamento, Hoseok y Yoongi debían estar comienzo pizza, era como si nada hubiera sucedido realmente.

Recogió su celular que estaba cargando junto a la cama, Jimin debió de haberlo conectado por él, ahora solo escuchaba el ruido de la regadera.

Tal vez debía de entrar ahí también, aún estaba a tiempo de ir a comer pizza.

Encendió el celular y observó el mensaje de Seokjin en la barra.

[Namjoon me lo dijo todo, muchas gracias por esto, Jungkook, no tienes idea de lo agradecidos que nos sentimos].

Sus pensamientos se interrumpieron cuando escuchó un ruido acercándose afuera, eran las sirenas de la policía, no era nada nuevo considerando que su edificio estaba en una zona bastante urbana, pero aún lo hacía sentir ansioso como si algo más pasara.

Escuchó golpes en la puerta principal, golpes desesperados y constantes.

Se puso la camisa y un pans lo más rápido posible mientras gritaba que estaba en camino y al abrir cayó de espaldas con la figura de Yoongi sobre él.

—¡¿Qué hiciste, Jeon?! —gritaba desesperado tomándolo por el cuello de la camisa—. ¡NO ME IBAS A TRAICIONAR!

El corazón de Jungkook era frenético como su respiración, no entendía nada, la cabeza le dolía y los gritos incesantes de Yoongi no ayudaban en nada, pero sentía que había hecho algo muy malo que lo haría llorar.

—¡¿QUÉ LES DIJISTE?! —un golpe llegó a su mejilla—. ¡ELLOS DETUVIERON A HOSEOK!

Se sentía como un déjà vu de todas las veces que Hoseok estuvo en el lugar de Yoongi y llegaba al departamento hundido en lágrimas.

Jungkook lo sostuvo de las muñecas para apartarlo, había pasos firmes en el pasillo que se acercaban y él no entendía nada.

—¿¡QUÉ DEMONIOS DIJISTE?! ¡ERES UN MENTIROSO! ¡SIEMPRE LO RECORDASTE TODO!

Un par de manos tomaron a Yoongi por los brazos alejándolo de Jungkook y después lo tumbaron al suelo mientras intentaban colocarle las esposas.

—¡MALDITO TRAICIONERO!

La regadera ya no sonaba.

—¡Jungkook! —la voz preocupada de Seokjin se hizo paso entre las personas y llegó hasta él para envolverlo en sus brazos—. ¿Estás bien? ¿Te golpeó fuerte?

Jungkook estaba en shock, toda la policía en el pasillo, Yoongi siendo arrastrado por ellos mientras gritaba maldiciones y Seokjin con las manos en su rostro tratando de inspeccionar la herida.

—S-Seokjin, ¿p-por qué se lo llevan?

—¿Cómo que por qué?

Jungkook se deshizo de las manos de Seokjin y corrió detrás de ellos.

—¡YOONGI!

—¡TRAICIONERO! ¡TÚ Y TODOS LOS KIM! ¡LOS ODIO A TODOS!

Yoongi jaloneaba, pataleaba, era golpeado por los policías y aún no perdía las fuerzas para gritar todo lo que podía.

Cuando menos lo esperaba el frío nocturno golpeó su rostro al llegar a la salida del edificio, había personas mascullando cosas, gente grabando la escena y él solo podía ver que se llevaban a su mejor amigo.

Intentó alcanzarlos, intentó tomar a Yoongi antes de que lo metieran al auto, él de verdad esquivó los empujones de toda la gente y los policías, pero Namjoon lo atrapó antes de llegar a su destino.

—¡Tranquilizate! —lo tomó por los hombros y lo sacudió para que volviera en sí—. Todo estará bien desde ahora, mi padre se encargará de que no vuelva a ver la luz del día, ¿okay?

—¿C-Cómo...? —sus piernas perdieron la fuerza y sus ojos empañados de lágrimas acabaron por derramar todos los sentimientos que contenían.

—Creo que tendrá un ataque de pánico...

Las voces sonaban distorsionadas, los policías se acercaban para preguntarle cosas, Namjoon lo sostenía, Seokjin intentaba echarle aire, las personas lo miraban y murmuraban cosas entre ellos, el auto con su amigo se alejaba, las luces parpadeantes de la patrulla iluminaban su rostro, los reporteros, todos...

"Respira, respira, respira..."

—Jungkook, respira —una voz grave lo sacó del trance.

Sus ojos viajaron hasta la persona frente a él, delineando cada facción de su rostro, eran unos ojos virtuosos de miel, una piel suave y cálida de otoño, una cabellera de atardecer, ah, la esencia de los universos pintorescos en persona, el ángel que clama sentimientos ajenos sobre escenarios. Ahora estaba frente a él para aclararle las cosas.

—Taehyung... —susurró con la voz rota.

El mencionado lo abrazó con fuerza, una lástima que ese otoño atrasado ya no pudiera alcanzar un alma invernal que solo esperaba la primavera para poderse descongelar.

—Gracias, Jungkook, muchas gracias por haber ido a declarar —susurró en su oído y luego se separó para verlo fijamente—. Todo terminó ahora, él es libre.

Los hermanos Kim acariciaron su espalda.

Todo había terminado...

¿Eso también lo hizo Jimin?

Yoongi, Hoseok, declaración...

¿Y Jimin?

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