18
Ya no había nadie en la universidad, Jungkook corrió entre calles que eran conocidas para ambos, la verdad es que ni siquiera tenía idea de en dónde buscar a Jimin porque nunca preguntó por su paradero, de sobra sabía que en su casa no estaría.
A cada paso los pensamientos sobre él fluían.
Tenía ese recuerdo vivo donde sus manos se entrelazaban bajo la mesa, eran esos momentos donde nadie podía saber que las cosas acabarían tan mal.
Y el otoño regresaba a su mente con esa confesión inesperada.
—¿Por qué no saldrías conmigo? Tú me gustas y yo te gusto.
—Te has confundido.
—He visto cómo me observas, pones tu atención en cada punto de mí y me sonríes como un tonto cuando nuestras miradas se encuentran, lo siento, no creo en esa falsa mascara de chico malo que sueles llevar encima, has sido hechizado por mí.
—Me gustas, pero...
—¡Ajá, ahí lo tienes! —tenía miedo de esos ojos miel que no podía rechazar nunca—. Te gusto.
Había aceptado todas sus invitaciones, Jungkook seguía a Taehyung a donde fuera, pero ahora aquello no era suficiente.
Jungkook se tensó en el sofá de la casa de los Kim, odiaba estar ahí, odiaba las miradas despectivas, si era recibido solo lo era porque en aquella casa todos cumplían los caprichos del menor.
—Sí me gustas, Taehyung.
—Entonces seamos novios —respondió el contrario bastante animado.
La declaración fue escuchada por Namjoon, que recién llegaba de sus exhaustivas clases de política, acababa de participar en un largo debate donde todos querían llevarle la contra, pero su tenacidad siempre era más grande que eso.
—¿Qué mierda haces aquí? —preguntó cabreado al encontrarse a Jeon Jungkook en el sofá—. ¿Y qué es eso que acabo de escuchar?
—Jungkook y yo ahora somos novios, ¿no nos felicitarás por eso?
—¡Te dije que no te metieras con mi familia! Eres una plaga, ¿cómo piensas que podrías verte bien aquí?
Jungkook ni siquiera podía hablar, quería responder porque odiaba que humillaran su nombre, pero tampoco quería hacer sentir menos a la persona que lo inspiraba, todo era abrumante.
—Esto no es para nada lo que parece, hablaremos de esto el lunes, Taehyung —habló recogiendo su chaqueta e ignorando al hermano mediano que lo observaba con furia desde el marco de la puerta.
La estima que solía tenerle a Taehyung era enorme, pero lo era aún más su preocupación por el pelirrosa, en cuanto llegara a su casa le llamaría para contarle todo, porque sentía que debía de saberlo, así funcionaban las cosas entre los amigos, ¿no?
Si Jungkook no actuaba por ningún lado era por su terror a dar un paso en falso, sabía que Taehyung gustaba de él, ¿pero y Jimin? Yoongi se burlaba de su conflicto amoroso y continuaba recomendando que se alejara de toda esa bola de gente que compartía la misma sangre.
—Los separa una jodida brecha enorme, Jeon, nunca te sentirás cómodo ahí —decía Yoongi y para Jungkook era cierto, todo el tiempo se sentía enjaulado al entrar a esa residencia pulcra.
Se detuvo frente a una tienda de 24 horas tras haber corrido durante tanto rato, llevaba días sin meterse nada, su cuerpo empezaba a resentirlo y su resistencia se volvía nula.
—Solo pasé a comprar algo dulce porque me he sentido mal todo el día —escuchó una voz a sus espaldas mientras agarraba una lata de energizante de la nevera, Jungkook reconocía esa voz—. Volveré a casa temprano, Jin, lo prometo, hoy no iré a la comisaría, lo que han hecho es una jodida mierda, simplemente no puedo creer que nuestro padre lo haya permitido.
Se encogió tratando de pasar desapercibido ante los ojos del mayor y se apresuró en llegar a la caja para pagar sus cosas e irse de ahí antes de ser visto, lo que menos quería era un enfrentamiento contra el mismísimo Namjoon.
Tras entregar el billete a la cajera, salió del lugar sosteniendo la bebida entre sus manos y empezó a correr, tal vez no era el más rápido en ello, pero se relajó hasta que estuvo a tres cuadras de distancia.
Esas palabras de la llamada lo habían hecho deducir que era cierto lo que decía Yoongi, tenían a un presunto culpable y seguramente era el erróneo, porque Namjoon no estaba de acuerdo.
Abrió su lata y bebió un largo sorbo, un auto frenó junto a él.
—¡Olvidaste tu cambio y tu recibo! —Jungkook giró la vista, totalmente rendido—. No tenías que ser tan obvio.
—Quédate con eso, no lo necesito —siguió caminando con nervios.
Escuchó la puerta del auto abrirse y luego cerrarse, junto a unos pasos llegando hasta él.
—Por favor, Jeon... si de verdad amabas a mi hermano, necesito que me digas lo que recuerdes.
¿Amar? Jungkook ya ni siquiera recordaba ese tipo de sentimientos.
—No recuerdo nada, Namjoon, solo recuerdo que conducía a casa... y después... no hay nada.
—Eres la única persona que vio la cara del que podría ser el culpable, déjame enseñarte unas fotos, tal vez si uno de esos hombres es... ¡No sé, tal vez lo recuerdes todo! —la desesperación en la voz de Namjoon era palpable, ya era un acto de angustia que le estuviera hablando sin insultarlo hasta por los codos.
Namjoon desbloqueó su celular con la huella y buscó las imágenes rápidamente antes de que él huyera de nuevo, cuando las tuvo le extendió el celular, las manos naturalmente temblorosas de Jungkook lo sostuvieron y entonces observó las nueve caras de los presuntos culpables.
—Ninguno de ellos me suena —respondió, haciendo que Namjoon ahogara un grito de enojo.
—Lo sabía, maldita sea, lo sabía...
—¿Por qué piensan que pueda tratarse de ellos?
—Son las únicas personas captadas por las cámaras, cuyos autos conducían alrededor de la zona, lamentablemente no hay cámaras en la calle donde se dio todo ni alrededor... Solo pasaron ellos cercas de la hora y... Bueno, también tú, pero... no fuiste tú, supongo.
Jungkook apretó el celular, no reconocía a nadie, incluso para él todo se sentía incompleto.
—¿De verdad no pasó nadie más?
—Un auto robado, pero tomaron esa investigación como privada e independiente de esta.
—No pueden cerrar este caso sin siquiera saber de quién era el auto robado —contestó más furioso de lo que le hubiera gustado sonar—. ¡No deberían cerrarlo así sin más!
—Todas las pruebas apuntan a que el culpable es él —Namjoon señaló un rostro en el celular—, es un estudiante de nuestra universidad, tiene muchas multas por conducir a exceso de velocidad y pasarse los altos.
Jungkook le regresó el celular que casi resbalaba de sus manos, no podía controlar el temblor de sus manos a causa de la ansiedad.
—Lo lamento, Namjoon, no puedo ayudarte.
—Piensan detenerlo el miércoles al termino de las clases —avisó—. Si recuerdas algo estos días, te suplico que hables.
En la mirada desgastada de Namjoon pudo observar lo mucho que amaba a todos sus hermanos y la impotencia que sentía de haber perdido a uno. Ahora Jungkook veía de otra manera la típica actitud tosca que Namjoon siempre había tenido contra él, era simple, él nunca fue un buen prospecto para nadie, Namjoon solo trató de proteger a su familia.
—Está bien, cuida de mi hermano.
La cabeza de Jungkook dolió ante el recuerdo de un apretón de manos y una mirada amenazante de Namjoon.
El mayor ya estaba regresando a su auto, Jungkook se tragó el nudo en su garganta y habló.
—Si Jimin tuviera que ocultarse en algún lugar de la ciudad, donde ninguno de ustedes pudiera molestarlo, ¿a dónde iría?
Namjoon detuvo sus pasos y se quedó quieto por varios segundos.
—A tu departamento —Namjoon se giró hacia el pelinegro—. Jimin iría a tu departamento.
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