REMEMBER
Jimin se dejó caer en el sofá y su novio Jungkook se sentó a su lado. -Por fin, nuestra casa-murmuró el más joven recostándose contra el hombro del rubio. Habían pasado las últimas semanas remodelando la vieja casa de Busan de los padres de Jungkook, aquella que hacía muchos años habían dejado atrás.
Durante días se habían dedicado a pintar y acomodar aquel lugar para que volviese a parecer un hogar. Su hogar. -Hemos vuelto a nuestros inicios-contestó Jimin golpeando ligeramente la naricilla de su novio con un dedo. Él moreno arrugó la nariz y sonrió.
-¿Te acuerdas cuando nos conocimos?-preguntó el menor. Este asintió y Jimin se contagió de su bonita sonrisa. -Si, eras un enano molesto e insoportable-dijo intentando chinchar a su chico. Jungkook abrió los ojos sorprendido y se abalanzó sobre él para torturarlo con una retahíla de cosquillas en el cuello.
-Habló, el niño que no dejaba de perseguirme-contraatacó el joven. Ambos estallaron en carcajadas. Recordar aquellos momentos les hacía revivir todas y cada una de las experiencias que habían tenido durante los más de quince años que llevaban conociéndose.
-Éramos dos niños, parece mentira todo lo que hemos vivido para llegar hasta aquí-añadió con una sonrisa.
-Y luego te fuiste-murmuró con tristeza el rubio. Jungkook tragó con fuerza recordando aquel episodio de sus vidas. Aún podía sentir el dolor de la marcha y de la despedida.
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Aquella mañana, Jungkook había corrido a refugiarse en casa de su amigo cuando sus padres habían comenzado a discutir de nuevo. Últimamente, su casa se había vuelto un caos, sus padres no paraban de chillarse y echarse en cara cualquier cosa que pasase en la casa.
Había corrido con lágrimas en los ojos y los brazos de su amigo lo habían consolado cuando había entrado agotado en el jardín de la casa del moreno.
-Odio a los mayores-admitió Jimin secándose las lágrimas con su propia camiseta amarilla. Jungkook asintió con fuerza.-Yo también los odio...- reafirmó el joven. -Jimin, tengo que contarte algo-añadió agachando la cabeza.
-Cuando acabe el verano, Jungkook-había dicho su madre.
-Mis padres y yo nos mudamos a finales de verano-dijo por fin después de darle muchas vueltas a cómo iba a contárselo.
-¿Te vas? ¿Para siempre?-preguntó Jimin sintiendo que volvería a llorar en cualquier momento. Jungkook asintió una vez y ambos se quedaron en silencio durante largo rato. Se sentaron en las escaleras del jardín y durante minutos solo permanecieron agarrados de las manos pensando en alguna infantil manera para conseguir que Jungkook no tuviese que irse.
-Si me subo al árbol y me quedo ahí, no me encontrarán y podremos estar siempre juntos-chilló el más joven poniéndose en pie de repente. Jimin abrió los ojos sorprendido viendo como su amigo corría para encaramarse a la rama más baja del árbol del jardín de su casa.
-Bájate de ahí, vas a caerte-gritó el rubio alzando los brazos hacia dónde se encontraba su amigo. Corrió detrás de él y se quedó debajo mirándolo asustado como seguía subiendo.
-No va a pasarme nada, ya sabes que soy un experto escalador-contestó el moreno con una sonrisa.
-Te vas a caer-repitió Jimin alarmado. Y como si lo hubiese previsto, el menor subió una pierna para colocarla en una rama cercana, pero su zapatilla resbaló y se precipitó con fuerza al suelo.
-¡Jungkook!-gritó Jimin corriendo a su encuentro. El aludido se incorporó con pequeños quejidos y su amigo lo acogió entre sus brazos mientras no paraba de regañarle por su imprudencia.
-Te lo he dicho, te he dicho que te ibas a caer-reclamó Jimin con lágrimas encharcando sus ojos. -No pasa nada-murmuró el joven moreno.
-Solo es un rasguño, se me curará pronto-añadió mirando su codo que había comenzado a sangrar. -Espera aquí, buscaré ayuda-comentó el rubio levantándose para ir a buscar a la madre de su amigo.
-No-dijo únicamente Jungkook agarrándolo del brazo. -Quédate conmigo-pidió asustado y compungido por la preocupación de su amigo. Jimin lo miró con lástima y asintió débilmente.
-Está bien, pero al menos déjame que vaya a por una tirita y un desinfectante-pidió volviéndose a levantar. Jungkook asintió, retiró la mano del brazo de su amigo y lo dejó marchar. Se dejó caer hacia atrás sobre la hierba y suspiró, definitivamente no quería marcharse de su ciudad. Allí tenía su colegio, a sus abuelitos y a su mejor amigo Jimin. No le interesaba nada de lo que hubiese en el nuevo país donde iban a vivir. Definitivamente no quería irse.
Unos minutos después, Jimin bajo corriendo por las escaleras hacia el jardín.
-Casi me pilla tu madre-dijo en un susurro el rubio. Jungkook sonrió levemente, pero aquel gesto no llegó realmente a sus ojos y Jimin lo notó.
-Estas triste ¿verdad?-preguntó el mayor. Vio como su amigo asentía y agachaba la cabeza con tristeza.
-No me quiero ir-murmuró mientras Jimin pasaba el algodón impregnado en alcohol por su herida. Siseó al contacto y luego alzó la vista para encontrarse con los bonitos ojos de su amigo fijos en la herida que estaba curando.
-Yo tampoco quiero que te vayas, Jungkook-admitió el mayor desenvolviendo la tirita que traía en su mano. Sus ojos se encontraron cuando Jimin terminó con su trabajo y parecieron brillar aún más con la luz de aquel fresco atardecer del verano.
Unas semanas después, el pequeño Jimin observaba con lágrimas en los ojos, como el coche negro de los padres de Jungkook, cargado hasta los topes de maletas y enseres, se perdía calle abajo con su amigo en el interior y la ilusión de que aquello fuese una pesadilla, se marchaba con él para no volver.
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-Recuerdo perfectamente cómo fuimos perdiendo el contacto poco a poco-recordó Jungkook desde su posición que no había cambiado mientras recordaban el comienzo de aquella pesadilla que habían vivido. -Era complicado-admitió con lástima en su voz.
-Si que lo era-afirmó Jimin con un pequeño asentimiento. -Fueron años de echarte de menos en silencio y al final, después de tanto pedir que volvieses, volviste-
-Volví, pero pensé que ya te habrías marchado-admitió Jungkook recordando aquel pesar cuando fue a buscarlo a su casa y no lo encontró.
-Pero me encontraste-comentó Jimin emocionado.
-Y vaya reencuentro-añadió sonriendo intentando que las carcajadas no abandonasen sus labios.
-¿Lo recuerdas?-preguntó Jungkook risueño levantando la cabeza para mirarlo. Jimin asintió con fuerza.
-Como olvidarlo, me tiraste el café por encima-rememoró su novio riendo.
-Fue un afortunado accidente-se defendió el joven entrelazando sus manos. Jimin asintió y dejó un pequeño beso sobre el pelo negro de Jungkook mientras recordaba aquel día en que todo volvió a tener sentido en su vida.
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Jimin se había levantado demasiado pronto esa mañana para ir a ensayar a la academia. Le había costado mucho trabajo llegar hasta donde estaba en ese momento y le gustaba llegar siempre pronto para poder calentar y bailar a su propio ritmo antes de la llegada de sus compañeros. Ese día el autobús se había retrasado y cuando llegó a la escuela, el conserje ya había abierto las puertas. Después de saludarlo y dedicarle una bonita sonrisa, se dirigió hacia la máquina de café como hacía todas las mañanas, seleccionó el café expreso y esperó con paciencia a que el vaso terminase de llenarse. Cuando la maquina hizo el ultimo sonido, Jimin se apresuró a coger el vaso caliente mientras volvía a colocarse la bolsa de deporte en el hombro y enfiló el pasillo hacia su aula a toda prisa. De pronto, el impacto de un cuerpo duro contra el suyo le hizo salir de su ensoñación, y dejó escapar un siseo por lo bajo cuando el café se deslizó por su camiseta manchándola y quemando su pecho en el proceso. Levantó la vista lentamente, dispuesto a echar pestes sobre aquel que había chocado contra él. Analizó sus brazos al descubierto, uno de ellos lleno de tatuajes y detuvo su mirada un segundo en la camiseta negra pegada que llevaba el joven.
-Mira por dónde...-comenzó a decir. Pero entonces, la sarta de improperios que había preparado para soltar, murió en sus labios cuando observó cauteloso el rostro de aquel joven. Tenía el pelo negro, largo y recogido en un pequeño moño en la parte trasera de su cabeza y los ojos más profundos que había visto en mucho tiempo. Delante de su cara se encontraba el hombre más guapo que había visto en su vida.
-Fíjate por donde vas-dijo únicamente el rubio sacudiéndose la camiseta para apartarla de su piel. El chico moreno alzó una ceja.
-Eres tú quien ha chocado contra mi-dijo únicamente con su voz profunda.
-Mira, no tengo tiempo de esto, necesito ensayar-farfulló Jimin tirando a la papelera más cercana el vaso de café vacío. Jungkook sonrió para sí mismo.
-¿Eres uno de esos perfeccionistas que necesitan ser los mejores en todo?-preguntó con bravuconería. Jimin se giró hacia él y lo contempló con una mueca de desagrado en su rostro.
-¿Y a ti que te importa?-respondió en el mismo tono en que el desconocido le había preguntado.
-Eres muy bajito para tener tan mal carácter-bufó el joven moreno. El rubio esbozó una sonrisa cínica y dejó escapar una risita.
-Si alguien no me hubiese tirado el café caliente encima-volvió a replicar. El alto se cruzó de brazos y se irguió en toda su altura.
-Te repito que has sido tú el que ha chocado contra mi-contraatacó muy seguro de si mismo. Jimin suspiró con pesadez y se dio la vuelta para irse, pero antes de hacerlo se giró un segundo y volvió a escrutar al joven moreno con la mirada.
-¿Te funciona esta táctica?-espetó con desprecio. El alto lo miró y enarcó una ceja sin entender. -Para caerle mal a todo el mundo, digo-aclaró el mayor. Luego se dio la vuelta y enfiló el pasillo hacia las clases de ballet al final del pasillo sin esperar siquiera una respuesta. Jungkook bufó molesto y se cruzó de brazos mientras lo veía marchar. Aquel rubio insoportable lo había puesto de mal humor y ni siquiera había comenzado la mañana.Se aireó un poco con los papeles de su matrícula y luego se dirigió a secretaría para entregarlos. Su nueva vida estaba a punto de comenzar. Estaba en Busan y quería seguir con todo donde lo había dejado al marcharse tantos años atrás.
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-Y sin saber quién era, ya estabas colado por mí-comentó Jungkook con una sonrisa altiva.
-Créeme que no, eras un estúpido que se reía de mí, me caías fatal-objetó Jimin. Su novio sonrió tontamente al recordar aquellos momentos donde la única manera que había encontrado para acercarse a él había sido chinchándolo todo el rato.
-Un estúpido loco por ti, Park, yo no tengo miedo a decir que, aunque me costó un par de días ubicarte, te reconocí y me enamoré de ti aún más de lo enamorado que me había ido-confesó el joven moreno mirando a los ojos fijamente a Jimin. Este tuvo que respirar con fuerza concentrarse en la pequeña regañina que le estaba dando a su novio y no caer rendido ante aquellos ojos oscuros que lo escrutaban.
-Enamorado, sí, pero eras un estúpido y un tóxico, al fin y al cabo-rectificó el mayor ganándose una mirada reprobatoria de su chico.
-Después de todo no se te ocurrió que a mí también me hubiese gustado saber que eras tú, no sé, podía haberte echado de menos todos esos años que estuviste fuera, digo yo- añadió con retintín. Jungkook puso los ojos en blanco y luego una pequeña y discreta sonrisa adornó sus labios.
-Eras tan increíble para mí, Jimin, tan inalcanzable que no sabía si podríamos reanudar nuestra amistad donde la dejamos. No sabía siquiera si te acordarías de mí, así que como el crío estúpido que era, me acerque a ti de la manera más fácil que se me ocurrió. Solo quería llamar tu atención-replicó el joven haciendo un gesto tierno. El rubio negó con la cabeza y se acercó a el para agarrarlo de las mejillas con dulzura.
-Alguien debió explicarte que metiéndote con la persona que te gusta no vas a llamar su atención-murmuró muy cerca de su boca. Luego se deslizó hacia él y dejó un pequeño beso sobre sus labios.
-En ti lo conseguí-fanfarroneó el menor aún ansioso por otro beso. Jimin lo empujó levemente mientras reía y se acomodó más en el sofá.
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Jimin estaba agotado. El divorcio de sus padres lo estaba asfixiando en casa y en la academia, el chico nuevo de la clase de funki no dejaba de atosigarlo. No sabía cómo se llamaba ni cuántos años tenía y por supuesto no sabía porque la había tomado con él, por qué lo miraba seriamente por los pasillos y sobre todo no tenía ni remota idea de por qué lo había pillado mirándolo mientras ensayaba, mientras se alzaba sobre sus puntas y giraba hasta dejarse caer agotado con el final de la música.
-Mira quién está aquí, el patito bailarín-chinchó Jungkook sabiendo que el rubio estaría listo para entrar al ataque.
-Cállate y déjame en paz-respondió Jimin únicamente sin dejar de cerrar las cremalleras de su bolsa.
-Eh tranquilo enano, solo venía a verte bailar con tus ridículas mallas, pero me he encontrado una sorpresa-murmuró sin saber muy bien qué decir. Tuvo que coger aire para no tambalearse ante la visión que tenía frente a su cara.
-¿Te sorprende ver un hombre sin camiseta?-preguntó el rubio con sorna ante la estupefacción reflejada en el rostro de su eterna némesis. Ante su silencio, Jimin se sintió vencedor y volvió al ataque. -¿Dónde vives? ¿Debajo de una piedra?-inquirió de nuevo con ironía. Jungkook se quedó callado y agitó la cabeza para intentar borrar esa imagen de su cabeza mientras el rubio deslizaba una camiseta rosada por su cabeza para cubrirse. Si, se había sorprendido, pero se había sorprendido gratamente de ver aquel torso definido y bien formado que no tenía nada que ver con el cuerpo del niño que había dejado en su marcha.
-Déjame pasar-ordenó Jimin con rudeza al ver que Jungkook no pensaba moverse ni decir nada más. Sin saber porque, su cuerpo obedeció a la imperativa voz del joven rubio y se hizo a un lado para dejarlo salir de los vestuarios. Lo vio deslizarse hacia la puerta y abrirla para salir, pero supo que iba a decir algo épico cuando lo vio quedarse inerte en la salida. -Y, por cierto, quizás el patito bailarín eres tú, yo soy mucho más que eso-agregó altivo echándose la bolsa de deporte sobre el hombro para marcharse.
-Es cierto, todos en la academia piensan que eres un cisne, el mejor bailarín de la compañía-comentó espabilando de su pequeño trance. Intentó ser mordaz, pero sus labios solo habían dicho lo que todo el mundo, incluso él, pensaban de Jimin. -Tendré que tener más cuidado con su majestad-añadió con burla haciendo una ridícula reverencia.
Jimin bufó, azotó la puerta tras su cuerpo. y quiso patalear por la rabia que le daba el desdén de ese chico.
Una tarde, tan solo unos días después, mientras recogía sus cosas en el vestuario y guardaba con delicadeza sus preciadas puntas en el bolsillo interior de su bolsa, unas risitas interrumpieron sus pensamientos. Se asomó por la pequeña ventanita que daba al polideportivo de la academia y contempló cómo el grupito de la clase de funki revoloteaba por allí revolviéndolo todo a su paso. Negó con la cabeza intentando ser lo más silencioso posible y siguió con su tarea dispuesto a largarse de allí lo más rápido posible.
Unos gritos volvieron a irrumpir en el silencio del vestuario y en el eco del polideportivo.
-Eh Jungkook, nos vamos ya, ¿vienes?-gritó una voz desconocida para él.
Al escuchar ese nombre cientos de recuerdos cruzaron su mente como un tornado y un sentimiento asfixiante lo arrolló todo a su paso. Sobre todo, cuando escuchó la contestación a aquella pregunta que parecía lanzada al aire de sus más profundos anhelos.
-No, voy a ensayar la coreografía una vez más, id vosotros, luego os busco-contestó la voz del aludido.
Esta vez, Jimin gimoteó al escucharlo contestar, aquella voz, la voz de su tortura, su más reciente pesadilla. No podía ser. Boqueó confuso y a la vez sorprendido sin poder evitar que las lágrimas acudiesen a sus ojos. Aquel nombre, no podía ser una casualidad. Siempre había sentido esa conexión hacia él, hacia sus ojos profundos, pero nunca había querido aceptar lo que su mente le repetía una y otra vez hasta la saciedad.
Comenzó a guardar todo y a vestirse con rapidez mientras su mente daba vueltas y vueltas a la evidencia que acababa de descubrir y sus cables mentales poco a poco se iban conectando entre todos. Así se explicaba el enorme parecido con el niño que había conocido y alguno de los gestos de su rostro. Negó con la cabeza intentando alejar los pensamientos de su cabeza y se echó la bolsa al hombro para marcharse.
En el trayecto, todas sus cosas impactaron con fuerza contra una de las taquillas y un estruendoso ruido metálico se extendió por todo el espacio. Cerró los ojos y rezó en silencio para que no lo hubiesen escuchado, pero cuando la puerta de salida se abrió con urgencia y golpeó la pared, supo que la única persona que no tenía que saber que él estaba allí, era justo quien había entrado por la puerta con cara de susto. Así lo confirmó cuando abrió los ojos con lentitud y quiso que la tierra se lo tragase.
-Ah, eres tú-murmuró Jungkook con una mueca de indiferencia en su voz.
-Ya me iba-dijo únicamente agachando la cabeza e intentando pasar entre la pared y el cuerpo del chico. Este únicamente levantó su brazo e impidió que el joven rubio pasase y huyese de nuevo. Lo miró a los ojos y aquellas dos bonitas orbes le dijeron mucho más de lo que hubiese podido decirle el propio Jimin.
-¿Lo has oído verdad?-preguntó con un suspiro agotado. Buscó su mirada, pero la encontró agachada como si lo rehuyese. Eso contestó a su propia pregunta. Jimin intentó pasar de nuevo por el otro lado para marcharse, pero Jungkook se interpuso haciéndolo chocar contra su cuerpo.
-Espera, Jimin, hablemos-pidió con suavidad. El joven rubio lo miró apretando los puños a lo largo de su cuerpo.-No, te he dicho cientos de veces que me dejes en paz-recalcó con impaciencia y frialdad. Jungkook bufó molesto.
-¿Vas a seguir fingiendo que no sabes quién soy?-preguntó de golpe para que esta vez no hubiese manera de que el joven pudiese huir.
-No sé de qué me estás hablando-contestó el rubio fingiendo indiferencia. Un sonrisa de estupefacción cruzó el rostro del moreno que negó cínicamente con la cabeza.
-¿Estás seguro Jimin? ¿No sabes quién soy o no quieres admitir que tu amigo de la infancia ha vuelto y no lo has reconocido?-preguntó de carrerilla intentando que Jimin no tuviese otro remedio que contestar a sus preguntas.
-No tienes ni idea, Jungkook se marchó del país, dijo que no volveríamos a vernos-respondió con calma el rubio intentando evitar aquella oscura y abrasadora mirada que lo estaba fulminando. -Si, lo dije, hace muchos años que me despedí de ti frente a mi casa, hace mucho tiempo que me marché, pero ahora estoy aquí Jimin y es una realidad-confesó Jungkook agotado de mantener aquella farsa por un minuto más. -Tú no eres mi amigo-afirmó. Jungkook no lo demostró, pero dentro de su pecho, su corazón se dolió de aquellas palabras.
-Puede que ahora no, pero lo fui y al menos, yo si tengo el valor de admitir que te conozco y no esconderme tras una fachada de ignorancia que desde luego no te pega-replicó el menor. Alargó la mano y apresó la muñeca de Jimin entre sus finos dedos tatuados. Afianzó su agarre y se acercó hacia él con paso felino hasta quedar a unos pocos centímetros de su rostro. Jimin intentó retroceder, pero fue en vano.
-Al menos yo tengo el valor de decirte Jimin, que volví a buscarte-siseó el moreno. Se miraron un segundo desafiantes y luego Jungkook aflojó el agarre para dejarlo marchar. Al contrario de lo que pensaba, Jimin no se movió durante unos eternos minutos y luego lo miró a los ojos con demasiadas cosas que decir.
-Mi amigo Jungkook, nunca me hubiese hecho la vida imposible-aseguró Jimin antes de largarse corriendo por el pasillo. El aludido soltó todo el aire que había retenido en sus pulmones y cerró los ojos con un gesto serio. Era cierto, lo que el rubio había dicho era totalmente verdad. Jungkook, el pequeño que se despidió de él, jamás lo hubiese tratado así.
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-Te pasaste el curso sin hablarme-se quejó el joven acogiendo de nuevo a Jimin entre sus brazos. El joven se acomodó entre los brazos de su novio y sonrió.
-Te lo merecías, Jungkook-señaló únicamente girándose para abrazarse al cuerpo del moreno.
-Si me lo merecía, y luego la señorita Hyo me impuso cosas que yo no quería y salvó la situación-añadió con sorna mientras acariciaba las mejillas abultadas de Jimin. Este hizo un mueca de fastidio y se incorporó para sentarse sobre sus piernas.
-¿Ves cómo sigues siendo ese estúpido? No te vi quejarte más de una vez-reclamó hacia su novio que se había echado a reír.
-Solo deseaba estar a tu lado Jimin y bailar contigo era la excusa para estar aún más cerca y que volvieses a mirarme al menos-aseguró el menor recordando todo aquello que había sentido cuando lo había vuelto a ver.
-Solo querías arrimarte-murmuró Jimin con un puchero. Jungkook volvió a soltar otra carcajada y lo abrazó con fuerza como si no quisiese dejarlo escapar.
-No digas eso, acuérdate de lo que pasó después de aquello-comentó mirándolo a los ojos. Jimin sonrió dispuesto a volver a molestar a su chico.
-¿Que tuve que enseñarte a bailar casi desde el principio?-chinchó el rubio intentando picar a Jungkook. Este puso los ojos en blanco y volvió a dejarse caer sobre el respaldo del sofá.
-No seas así, hablo de nosotros, de nuestra conexión, me perdonaste-comenzó a enumerar el moreno picando con el dedo las costillas de Jimin. Este sonrió levemente y se encogió de hombros.
-Puede que tengas razón, al fin y al cabo-murmuró levantándose del sofá y estirando sus piernas.-¿En qué?-inquirió el menor confuso.-No me quedó más remedio que perdonarte porque estaba loco por ti-admitió Jimin con una sonrisa. Jungkook se enderezó en el sofá y sonrió como un niño con un caramelo.
-¡Ves! Te lo dije, síndrome de Estocolmo-chinchó el moreno estirándose en el sofá que Jimin acababa de abandonar.
-Jungkook, hoy duermes en el sofá-gritó el rubio desde la cocina. El aludido rió a carcajadas.
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Casi a final de año, los profesores de la gran academia de baile de Busan los reunieron a todos en el salón de presentaciones. El aura del lugar se manejaba en una gran incógnita. Jimin y una de sus compañeras especulaban que podía estar pasando para que los reuniesen a todos con tanta presteza y sin explicarles nada. Después de unos minutos, la directora dio un paso hacia delante y se aclaró la garganta para hablar.
-Alumnos, ya casi se ha acabado el curso, habéis terminado vuestros exámenes y los habéis superado con altas notas-comentó la mujer con orgullo. Uno nuevo comienza en tan solo unos meses y como ninguno de vosotros dejará la academia durante este verano, hemos pensado en habilitar ciertas salas para el ensayo del gran certamen de baile de Seúl, que se celebrará en Septiembre antes del comienzo de curso-añadió con una sonrisa demasiado amplia.
Por un segundo todos los alumnos se miraron entre confundidos y emocionados y luego, aquel lugar se volvió un caos de alegría y locura por la noticia de la inscripción de la academia en el gran certamen de baile de Seúl. Los profesores intentaron controlar aquel alboroto con sonrisas de orgullo en sus rostros por la felicidad de sus alumnos ante la noticia y cuando lo consiguieron, la directora volvió a tomar la palabra en el centro de la sala.
-Hemos pensado que, para hacer un gran espectáculo, tenemos que ofrecer algo novedoso, así que juntaremos todas nuestras categorías de baile en una sola para hacer algo nunca visto en esta academia-explicó con parsimonia. Jungkook observó a la profesora de Jimin acercarse a la directora y quedarse a su lado. -Ahora os lo explicará la señorita Hyo y os irá nombrando -terminó de decir. Dejó paso a la chica que tomó la palabra inmediatamente.
-Jimin es la gran estrella de nuestro cuerpo de ballet y por ello necesitamos a otra gran estrella que lo acompañe en el escenario-comenzó a decir la profesora encargada de aquella categoría. Jimin le sonrió agradecido en la lejanía de la sala por aquel halago.
-Jungkook-dijo de nuevo. El aludido dio un respingo y la miró confuso. -Serás la pareja de Jimin para la gran actuación-sentenció con firmeza. Ambos mencionados fruncieron el ceño por aquella idea.
-Pero-comenzó a objetar el menor intentando evitar aquella situación a toda costa. La profesora se llevó uno de sus dedos a la boca y lo hizo callar.
-Sin peros, Jimin te enseñará lo necesario y tú se lo enseñarás a él, ahora ambos sois el acto principal de nuestra compañía-sentenció la joven profesora.
El chico guardó silencio en el acto y bufó frustrado, pero volvió a su sitio obedientemente mientras la cabeza no paraba de darle vueltas y vueltas con la idea de tener que pasar tiempo junto a Jimin después de lo que había ocurrido entre ellos. Los profesores siguieron enumerando y dirigiendo durante casi una hora entera que transcurrió entre incómodas miradas. Jungkook y Jimin se desafiaron con miradas furiosas y cuando por fin todo el mundo aplaudió para cerrar aquella reunión con suma alegría, cada uno se retiró hacia sus respectivos vestuarios evitando siquiera mirarse. Iba a ser un verano muy largo.
Al día siguiente, Jimin se retrasó en su llegada a la academia, algo que no había hecho en todos los años que llevaba allí estudiando. Llegó cabizbajo intentando evitar a toda costa encontrarse con Jungkook más allá de las clases en común. Cuando paró en su querida máquina de café y lo vio parado al final del pasillo, apoyado contra la pared, maldijo haber fallado en su esfuerzo.
-Eh, prima ballerina, es que no piensas hablar conmigo-dijo cuando estuvo a su lado. Jimin puso los ojos en blanco y se volvió ligeramente hacia él. Podría tirarle el café ardiendo en la cara y salir corriendo para evitar aquella conversación. En cambio, lo miro a los ojos e intentó intimidarlo con su mirada más molesta.
-¿Vas a seguir siendo un idiota?-preguntó con cansancio. Jungkook se quedó callado ante aquellas palabras lo cual animó a Jimin a seguir hablando. -Mira, quiero esto tan poco como tú, pero no voy a dejar que tires por tierra mi gran momento. Aunque seas un mentiroso estoy dispuesto a hacer una tregua para salvar la actuación-admitió el joven rubio increpándolo con el dedo.
-Al contrario de lo que piensas, Jimin, no deseo que la actuación salga mal, por eso me he acercado a hablar, porque sé que, si no, tú no lo hubieses hecho-replicó el joven moreno apoyándose contra la pared que se encontraba a su espalda. Jimin suspiró.
-¿Nos vemos después de clases para organizarlo?-preguntó dándose por vencido. Jungkook asintió y ambos se quedaron estáticos en el mismo sitio. Unos minutos después, Jimin dio el primer paso para marcharse, pero antes de hacerlo se le ocurrió un último comentario mordaz para picar a su ahora compañero.
-Por cierto, Jungkook-dijo girándose de nuevo hacia él. -Ahora tú también eres una prima ballerina-añadió con una pizca de burla en su voz. Sonrió una última vez y se marchó por el pasillo hacia su clase mientras el menor se quedaba allí plantado con una mueca de sorpresa en la cara.
Con el paso de las semanas, Jimin no podía parar de pensar en Jungkook. Todo había sido muy incómodo al principio, sobre todo en los pasos donde más cercanía tenían que tener y donde no podían evitar tener que tocarse o rozarse. Jimin pasaba largos trances de tiempo tumbado en su cama mirando el techo, pensando en cómo su compañero lo miraba, en lo rápido que aprendía los pasos de la coreografía, en como lo tocaba cuando tenía que hacerlo y en cómo lo hacía volar cuando lo elevaba entre sus brazos. Aquella cercanía lo estaba volviendo loco, lo hacía querer perdonarlo y plantearse si no lo habría hecho ya.
Y también creía saber el porqué de que su corazón se acelerase cada vez que lo hacía girar entre sus brazos, cada vez que estaban tan cerca que podía sentir el latido de su corazón acelerado por el baile o podía ver el sudor deslizarse por su cuello haciendo brillar aquella zona que más de una vez se había imaginado cómo sería besar. Aquellos sentimientos de niño que parecían un simple cariño entre amigos se habían acrecentado al encontrarse y aquella rivalidad había reavivado lo que parecía perdido en el tiempo. Ya no eran niños, eran adultos y se atraían, negarlo era inevitable.
Había podido descubrirlo en esos últimos días, Jungkook era trabajador, cariñoso y tenía un sentido del humor particular que a veces incluso llegaba a hacerle gracia.Ese día de Julio, Jimin había tenido que salir corriendo de la sala de ensayo en busca de una botella de agua cuando Jungkook se había desprendido de su camiseta totalmente asfixiado por el húmedo calor de Busan. Ese brazo totalmente lleno de tatuajes y el sudor recorriendo su firme pecho, habían hecho estragos en la estabilidad de Jimin.
-Jimin espera-escuchó que le llamaba la voz de su compañero mientras se dirigía a la máquina. El rubio se giró para verlo correr hacia él, todavía sin camiseta, con el pelo despeinado y alborotado. Cuando se paró a su lado, ambos dejaron escapar una sonrisa tímida.
-Por dios, pero también estás aquí-replicó con una sonrisa. Jungkook sonrió de la misma manera, hacía tiempo que aquel pique que se llevaban ya no era malintencionado sino amable y especial entre ellos.
-Perdona, quería darte las gracias por enseñarme como hacer bien ese último paso que me estaba volviendo loco-comentó llevándose las manos a los bolsillos. -Y también por perdonarme-añadió tranquilamente.
-No hace falta que me des las gracias por nada, te perdoné hace mucho tiempo-admitió Jimin-También quiero darte algo-susurró. Jimin tuvo que hacer un pequeño esfuerzo por escuchar lo que había dicho.
-¿A mí?-preguntó confuso. Jungkook asintió despacio y avanzó con paso seguro para acercarse al joven rubio. Dejó sus manos viajar hacia las mejillas sonrosadas de Jimin que no sabía cómo reaccionar exactamente y luego se agachó hasta rozar débilmente sus labios. Espero unos segundos ser rechazado, pero cuando comprobó con Jimin se apegaba más a su cuerpo y enredaba los brazos tras su cuello, supo que todo eso que había escondido durante meses, durante demasiados años, era totalmente correspondido. El rubio se alzó sobre las puntas de sus pies y fue él quien volvió a colisionar sus labios para besarlo. Durante minutos, aquello no fue más que una prolongación de su coreografía personal y cuando se separaron para mirarse con las mejillas sonrosadas y los corazones latiendo al galope, Jimin no pudo evitar recostar su frente contra el pecho agitado de Jungkook. Este no se apartó, solo lo sujetó por la cintura y lo apretó firmemente deseando que no se marchase.
-No dudaré en dejarte en paz si es lo que quieres, pero tenía que intentarlo-murmuró dejándole claro que respetaría su decisión.
-No creo que pueda marcharme lejos de ti, ni ahora ni nunca-contestó en un murmullo aún con los ojos cerrados, mientras intentaba controlar su respiración de nuevo. -¿Y eso por qué?-inquirió el moreno emocionado.
-Ahora, porque me tiemblan las piernas y nunca, porque llevo tantos años enamorado de ti que hasta he perdido la cuenta.
-¿Lo dices en serio?-preguntó impresionado por aquella respuesta.
-Nunca he hablado tan en serio-murmuró Jimin mirándolo a los ojos con una sonrisa tímida. Jungkook se contagió de su gesto y volvió a abrazarlo. Volvieron a fundirse en un beso dulce y esta vez ya no hubo dudas de que todo lo que habían esperado, había tenido su recompensa. Y aún quedaba mucho por llegar.
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-Y por fin actuamos-dijo Jungkook sonriente mientras se recostaba en las piernas de Jimin. Este sonrió y asintió recordando la asfixiante sensación de aquel momento. -¿Te acuerdas de lo nervioso que estabas? Tenías miedo de caerte y hacerlo mal-añadió el moreno enternecido por aquellos recuerdos.
-Y fue entonces cuando me hiciste tu promesa-añadió el rubio casi sin aliento por volver a tenerlo tan cerca.
-Exacto y a día de hoy lo sigo manteniendo Jimin, nunca te dejaré caer, ni en el escenario, ni fuera de él-volvió a prometer el más joven con solemnidad. Jimin sintió su corazón acelerarse y la boca de Jungkook capturar la suya en un beso firme que le supo a demasiado poco cuando se separaron.
-Nunca te había visto tan guapo como aquel día-admitió Jimin en un susurro mientras acariciaba con ternura el pelo negro de Jungkook.
-No podía dejarme eclipsar por el cisne-replicó Jungkook con una pequeña sonrisa. Jimin le sacó la lengua y llevó la vista a la foto que habían colgado en la entrada de su casa, la foto que les habían sacado en su primera actuación como pareja. Ese había sido su hermoso comienzo.
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Suspiró frustrado y deslizó la cabeza de vuelta entre las cortinas para volver a quedarse a oscuras al fondo del escenario.
-¿Ya te estás torturando?-preguntó una voz grave y conocida a su espalda. Jimin sonrió con tristeza y se giró para encarar a Jungkook que había terminado su sesión de peluquería. Lo miraba escrutándole hasta el alma y en ese momento se preguntó cómo era posible que alguien lo conociese tan bien.
-Hay mucha gente-murmuró Jimin únicamente sucumbiendo al miedo escénico. -Todos han venido a ver un gran espectáculo y me van a ver a mi-añadió angustiado y a punto de echarse a llorar.
-Mi pequeño cisne, tú eres el espectáculo-dijo únicamente. Se miraron a los ojos y no fue necesario decir nada más. Cuando fueron llamados a prepararse para salir a escena, ambos caminaron de la mano hacia sus lugares.
-No me dejes caer, por favor-pidió casi angustiado-Jamás te dejaría caer, mi estrella-prometió. Jimin asintió y lo abrazó como siempre hacían antes de salir a un escenario.
Cuando el telón se retiró y la orquesta comenzó a tocar, Jimin respiró intranquilo mientras veía a Jungkook deslizarse por el escenario despacio. Caminó felino entre los bailarines, absolutamente seguro de sí mismo con su traje blanco y su pelo recogido alborotado, pisando el escenario como si fuese suyo y no tuviese ningún miedo de resbalarse con el agua que poblaba el suelo. Luego se agachó y mientras los demás bailarines danzaban a su alrededor, Jungkook se dedicó a moverse con la mayor delicadeza posible para simular que quería escapar de algo que lo estaba apresando. Lo observó adaptarse al cambio de música como tantas veces habían ensayado, se volvió agresivo y perfecto en todo su conjunto y entonces escuchó su señal. Mientras Jungkook se abalanzaba sobre los brazos de los bailarines preparados, él se colocó tras la fila que habían formado.
Ni siquiera tuvo tiempo de pensar mucho más, los bailarines se retiraron y el foco de luz apuntó hacia él. Ahí estaba radiante la estrella del espectáculo.
Forcejeó en una intensa danza con los brazos que intentaban apresarle a él también como espinas enredadas de un rosal, se movió con gracilidad pareciendo un ángel y se dejó transportar hacia el centro del escenario como si volase por el cielo.
Entonces los violines se aceleraron en su ritmo y su corazón se acompasó con los instrumentos cuando vio sus ojos allí, en medio de todo aquel torbellino de emociones, los ojos de Jungkook, que lo miraba seriamente y le extendía la mano para que la cogiese con confianza.
-No tengas miedo-parecía decirle. Jimin asintió levemente y se dejó caer, hasta el suelo. sintió el agua tibia colarse por su ropa y un escalofrío sacudió su cuerpo cuando alzó la vista y Jungkook lo hizo girar una vez. Con el mismo impulso del giro, el rubio se levantó del suelo y elevó la pierna todo lo que pudo mientras su chico se agachaba para pasar por debajo y sostenerlo de la cintura.
Y así, levantándolo como una pluma, Jungkook lo hizo girar y volar como el cisne que era. Con ese apasionante movimiento pudo escuchar más allá de la música de la orquesta los vítores agitados de la gente. Saltó por encima de su compañero y Jungkook volvió a cogerlo por la cintura para elevarlo.
Un segundo antes de abandonar el escenario para dejar que el resto de los bailarines hiciesen su aparición, Jimin miró al público y sonrió emocionado. La gente se había puesto de pie ante tal muestra de belleza y aplaudía sin cesar con las miradas emocionadas reflejando los focos del escenario. Jungkook lo agarró de la mano y lo instó a volver a su lugar tras las bambalinas.
Recibieron felicitaciones de todo el equipo y de sus profesoras y aquello recompensó todo, demostrándoles que había valido la pena luchar, pero cuando se quedaron a solas, respirando agitados por la actuación y se abrazaron queriendo fundirse en un solo, se dieron cuenta de que aquello no había hecho nada más que empezar.
Conquistarían escenarios solo si estaban juntos. Habían sido los mejores amigos cuando eran solo unos niños, se habían separado y se habían reencontrado. Y después de ignorarse durante meses, habían firmado aquella tregua que los había llevado a la lucha más dura de sus vidas hacia el estrellato donde por fin y después de tantos años habían dejado que el amor triunfase por encima del orgullo y la competencia.
Y Jungkook lo había prometido infinitas veces, pero no pensaba dejar caer a Jimin.
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-¿Vienes a la cama?-preguntó Jimin asomándose por la puerta con el cepillo de dientes en la mano. Jungkook lo miró y sonrió.
-Es pronto-objetó perezoso estirándose más en el cómodo sofá.
-Mañana ensayamos y luego tenemos que coger el avión, luego no digas que estás cansado-advirtió el mayor. El moreno lo miró y bufó cansado.
-Se me olvidaba que somos las estrellas del ballet más famoso de Seúl-comentó tranquilamente con un pequeño suspiro. Su novio rió por el dramatismo.
-Tu eres la estrella, la gente te adora-corrigió Jimin apuntándolo con el cepillo de dientes que seguía llevando en su mano. Jungkook sonrió por el cumplido y se levantó del sofá.
-Cierto, tú eres el cisne-comentó Jungkook acercándose hacia él. -No necesitas que nadie te adore, eres superior a todos sin proponértelo-añadió el menor agarrando a su novio por la cintura. Este rió y se dejó llevar en un beso dulce.
Estaban juntos y tenían una maravillosa vida por delante
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Hola a todos :)
Bueno, por fin me he decidido a subir este pequeño OS que realicé hace un tiempo para una colaboración.
Se que es Jikook y que no os tengo acostumbrados a esto, pero bueno, la verdad es que fue un reto y creo que salió bastante bien.
Espero que os guste :)
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