26- twenty six
Luego de la confesión de Jungkook, sobre que SeokJin ya no vivía con ellos... Y luego de haber vomitado todo lo ingerido la noche anterior. TaeHyung estaba sobre su cama, algo descompuesto y pesado. Se encontraba solo porque Jungkook, luego de hacer su trabajo se había retirado del apartamento para llevar a Rose y luego hacer otras cosas que no le había mencionado al azabache.
TaeHyung sentía que sus dedos picaban viendo el chat de SeokJin en su teléfono. Quería enviarle una disculpa por no haber estado en la cena de despedida, pero a la vez ¿a quién deseaba engañar?, seguro y ni habían sentido su ausencia. Así que tragaba el nudo en su garganta y se disponía a darse una buena ducha. Sentía que el tiempo pasaba demasiado lento y aunque en el pasado adoraba quedarse sin compañía y disfrutar de su soledad, del silencio de su apartamento, ahora se sentía como una maldita tortura.
Así que al salir de la ducha y vestirse decente, TaeHyung volvía a ser un poco impulsivo. Ya cansado de tanto huir y tanto pensar, tomaba su teléfono y decidido marcaba.
— ¡Hola! —soltaba demasiado alegre, como si nada.
— ¿TaeHyung? —sonaba la voz sorprendida al otro lado.
—Hey... ¿Llamo en mal momento? —preguntaba ahora, con voz temblorosa.
—No ¿qué locura es esa?. Hola —mencionaba el castaño, sonriente.
—Dijiste anoche que hoy tenías también el día libre. ¿quieres ver una película en el cine o algo conmigo? —preguntaba TaeHyung.
El doctor Park BoGum sonreía de oreja a oreja, al otro lado de la línea, asintiendo frenéticamente, pero el azabache no podía verlo.
— ¿Estás ahí? —cuestionaba el veterinario.
— ¡Si! Lo siento, no creí que te vería tan pronto, de hecho... —soltaba sonriente y titubeante—. Honestamente, creí que solo habías aceptado por amabilidad, pero no querrías volver a verme.
TaeHyung abría su boca y la cerraba. Si, de hecho, tenía pensado hacer eso, pero ahora solo había un escape que lo mantendría alejado de pensar en el arquitecto y de sentirse tentado por llamarlo... Y ese era, Park BoGum, con su bonita sonrisa y sus ojos brillosos. BoGum era de Corea, BoGum no se iría a ningún lado y BoGum no tenía el recuerdo de alguien más rondando como fantasma del pasado.
BoGum era la elección correcta, no Kim Seokjin.
—Perfecto, pasaré por ti en un hora —señalaba intentando sonar seguro, pero no lo estaba ni un poco.
Quizás se estaba mandando la cagada del año intentando protegerse. O quizás estaba tomando la decisión correcta. Ya sabría más adelante. Pero por ahora conocer a BoGum un poco más, no le hacía daño a nadie, era un manotazo de ahogado o una corazonada algo insegura que, no sabía cuánto podría llegar a durarle, pero por ahora apostaba sus fichas a ese alocado arrebato.
Y aquel arrebato de salir, ver y entablar más relación con el doctor Park BoGum, a TaeHyung le había durado, y seguía durandole lo que SeokJin ya no estaba con ellos, aproximadamente una semana había pasado desde que ya no vivía con irresistible duo.
El castaño por su parte era puro trabajo, algo desconcentrado y extrañando ver dos rostros que se habían vuelto, en poco tiempo, tan familiares, pero ahora estaba solo y para ser honestos, extrañaba las cenas con esos chicos. Pero era necesario y mejor así, debía de despegarse, volver a la realidad.
Si el accidente nunca hubiese ocurrido, el camino de los tres nunca se hubiera enredado. Jamás se habrían cruzado y él seguiría tan miserable como... Cómo iba camino a serlo nuevamente. Un viudo de tono gris, donde solo era feliz cuando cosas positivas le pasaban a sus allegados y él no las vivía en carne propia. Era mejor alejarse.
Aunque Jungkook no lo había hecho.
El pelinegro lo había visto algún que otro día en el almuerzo, lamentablemente, no había estado tan presente en su nuevo apartamento y esto debido al trabajo que debía de llevar a cabo. Tenía que trabajar en el diseño de tres portadas y lo habían contratado como el ilustrador de un cuento para chicos, Jungkook se lo había mencionado y le había dicho que lo festejarían juntos pronto, al finalizar la semana.
Sólo habían pasado días y Jungkook parecía ser todo amistad y comprensión, con algún que otro piropo que le era imposible no soltar, pero ya no le estaba dando indirectas directas. Y TaeHyung, TaeHyung seguía sin mandar absolutamente nada, sin siquiera enviar saludos por medio de Jungkook y SeokJin no quería preguntar. Seokjin entendía. Entendía a ambos.
No guardaba rencor, no le debían nada. Jungkook no estaba obligado a mantenerlo en su vida, sin embargo, ahí estaba—con pequeños y significativos detalles—presente. Y TaeHyung, TaeHyung ya lo había soltado al parecer, SeokJin desconocía sobre las salidas del veterinario y el doctor. A veces se removía incómodo, mirando el chat del chico y pensando en que la última vez que lo había visto había sido totalmente despampanante y listo para alguien más.
SeokJin entendía, en serio lo hacía.
Ese jueves se encontraba destruido de la semana movida, pero sabía que el trabajo comenzaría a hacerse más ligero y también más rápido, porque Kim Namjoon, su compañero enviado desde Australia para ayudarlo, su mano laboral derecha, ya se encontraba con él. Había llegado, hacía ya dos días y había tomado ritmo de inmediato. El apartamento ya no era tan silencioso y al parecer, el silencio, le molestaba en la actualidad. Todo era culpa del par de amigos que, lo habían hecho valorar el vivir con alguien más de nuevo, no románticamente hablando sino, solo compartir con alguien más y tener una charla al final del día agotador laboral.
Aunque con Namjoon no había ese tipo de relación, de todas formas, el tipo aún mostraba obvio interés en ser más amigos que solo compañeros laborales, para sorpresa de éste, SeokJin se veía mucho más ameno, muy parecido al SeokJin colorido que había conocido semanas antes de que el arquitecto conociera a Park Jimin y luego comenzarán con su histórico romance.
El castaño había llegado junto con Namjoon y había tomado una ducha, para luego sentarse en su silla sobre la mesa de dibujo lista para un nuevo plano porque habían cosas que no cuadraban aún y no quería comentar ningún error.
—No más errores, SeokJin —se alentaba.
Estaba todo de negro, vestido con ropa holgada y cómoda, mientras estaba descalzo con medias blancas. El único color en toda su vestimenta, pero cuando había comenzado su trabajo, sus cálculos y todo lo que era importante, su timbre sonaba, sacándolo de su concentración. Fruncia el ceño y miraba en dirección al pequeño pasillo para ver si Namjoon saldría ya que, le había mencionado que tendría una cita esa tarde de viernes.
Pero el peliceniza, no salía, por lo que volvía a sonar el timbre y se veía obligado a levantarse. Cuando llegaba, veía por la pequeña pantalla a Jeon Jungkook con comida y cervezas.
— ¡Bambi! —hablaba, Jungkook le sonreía.
— ¡Jin Hyung! ¡Ábreme! —pedía sonriente, sus ojos se veían inmensos en la pequeña pantalla.
Y Seokjin sonreía de oreja a oreja, permitiéndole el pase de la puerta de abajo y esperándolo con ansias, mierda, lo había extrañado. Los almuerzos no eran suficientes para que Jungkook alegrará sus días con sus sonrisas y malos chistes. La faceta amistosa del pelinegro era cálida para SeokJin. Le gustaba.
Le gustaba mucho saber que al menos Jungkook lo apreciaba, pudiendo totalmente, dejarlo en el olvido. Así que mientras se encargaba de limpiar la mesa de dibujo y dejar todo ordenado de ese lado, la puerta sonaba y de inmediato corría a abrirla. Jungkook vestía unos pantalones de vestir negro y una camisa de color celeste claro.
— ¿Viniste directo del trabajo? —cuestionaba, tomando la bolsa con comida y el pack de cervezas, pero ese segundo Jungkook no se lo permitía—. Entra, Bambi.
Jungkook suspiraba sonora y exageradamente, tocando su pecho mientras dejaba sus zapatos en la puerta.
—Extraño que me llames así todos los días —mencionaba dramático.
Seokjin reía, sacando la comida de la bolsa y tomando dos vasos para poder disfrutar las cervezas.
—No exageres —exclamaba, viéndolo fijamente—. Hablamos todos los días, y te llamo así todos los días.
Jungkook hacía un puchero lastimero.
—Te has vuelto grosero, entre y no me diste ningún abrazo —se quejaba, apoyado sobre la mesada de la cocina, donde dejaba las cervezas.
Seokjin imitaba su puchero, se sentía cada vez más relajado alrededor del menor. Por lo que arrastraba sus pies en su dirección y se paraba frente a un Jungkook que sonreía de forma preciosa, con dientes incluido y pese a que sabía que era muy atractivo, no se había permitido verlo tan detalladamente cómo lo hacía en ese momento. Jungkook tenía un lunar debajo de su labio inferior y su nariz se arrugaba adorablemente, casi logrando que sus dientes delanteros resaltarán más en su sonrisa.
Como un conejo. Un adorable, atractivo y musculoso conejo que, ahora lo miraba con sus ojos negros brillantes y grandes de forma curiosa.
— ¿Te pasa algo, Hyung? —preguntaba con voz dulce, mirándolo confundido y con su cabeza ladeada hacia la izquierda.
Seokjin sonreía y levantaba su mano para despeinarlo cual niño de cuatro años. Jungkook resoplaba y se dejaba hacer, luego lo miraba aburrido.
— ¿Tengo seis o qué? ¿También me vas a dar un beso en la mejilla? —provocaba con ese tono seductor tan propio de Jungkook.
Seokjin sonreía ladino y relamia sus labios, para luego besarlo sonoramente en la mejilla. Podía escuchar la risa estrepitosa de un Jungkook que, inconscientemente se agarraba fuertemente de su camiseta negra, manteniéndolos a escasas distancias. Seokjin había dejado de sonreír primero y Jungkook segundos después, desviando sus ojos a los labios del arquitecto, relamiendo los suyos propios con gran antojo de probar los ajenos.
Pero no lo haría, aunque tampoco se estaba alejando, ni diciendo lo que fuera para cortar el ambiente tenso de algo en el aire que no podían descifrar. Hasta que una garganta carraspeaba y cortaba la escena. Los ojos de Jungkook se desviaban al dueño de la voz y sabía de quién se trataba, pero no lo había visto hasta ese momento.
Kim Namjoon yacía sin remera, en unos vaqueros con roturas, su torso acaramelado sutilmente trabajado y su pelo ceniza húmedo, había ocasionado que Jungkook parpadeara dos veces.
— ¿Interrumpo algo? —se mofaba Namjoon.
Seokjin volteaba con ceño fruncido porque había visto la reacción del pelinegro y al voltearse, entendía porque sus ojos estaban un poco libidinosos y sorprendidos en partes iguales.
— ¿Por qué estás semi desnudo? —se quejaba el castaño.
Extrañamente exasperado.
—Lo siento, Jin... ¿y? —miraba detrás del mayor que tapaba a Jungkook.
Jungkook reaccionaba—. Soy-...
—Jeon Jungkook —interrumpía SeokJin, presentándolos cómo era debido—. Mi compañero, Kim Namjoon.
El peliceniza se acercaba con una sonrisa coqueta y su mano estirada en dirección al pelinegro que, ahora le sonreía de igual forma. Coqueto, seductor y Seokjin no supo como sentirse ante ese choque de seducción. Pero claramente no estaba feliz.
—Jin no mencionó que el chico que casi lo pasa a mejor vida se vería cual ángel y demonio al mismo tiempo —Namjoon le daba una mirada lasciva de arriba a abajo y Jungkook respondía mordiendo su belfo.
—Es que Jin me quiere para él. Es un poco egoísta —se mofaba Jungkook, relajado.
Seokjin abultaba sus labios.
—Namjoon, por dios. Se supone que vas en una cita y estás coqueteando con mi-... —SeokJin se quedaba callado de repente.
Namjoon alzaba sus cejas y Jungkook estaba... No estaba seguro como se sentía ante la irritación leve del mayor, pero pensaba rápido.
—Tu compañero recién llega y ya tiene una cita ¿y tú qué Jin Hyung? —se burlaba Jungkook, solo un poco vacilante.
Namjoon le devolvía la mano, sin dedicarle otra mirada sugerente, luego se reía cuando SeokJin bufaba sin excusa alguna.
—Jin, necesito un favor —mencionaba.
Seokjin lo miraba entrecerrando sus ojos.
—Yo también, Joon —fingía un tono dulce, mientras estaba cruzado de brazos—. Ponte una maldita camiseta —regañaba.
Jungkook apretaba sus labios evitando reír. Seokjin se veía tan lindo así de serio y extraño. Ay, Jungkook debía superar su Crush si quería que la amistad funcionará.
— ¡Exacto! —soltaba Namjoon, tomandolo de lo hombros—. ¿Recuerdas que aún no me devuelven mi segunda maleta del aeropuerto?...
—No me gusta cómo va esto —soltaba SeokJin. Jungkook los miraba codicioso, que par de pura sensualidad eran esos dos y Jungkook no era ciego.
—Si, necesito que me prestes algo negro, para arriba. Camisa, remera, camiseta, lo que sea —sonreía con labios apretados y sus hoyuelos reluciendo gloriosos y adorables.
Jungkook, le estaba viendo medio atontado y Seokjin había fruncido de nuevo el ceño, regresando su atención a su compañero.
—No tengo mucha ropa, solo esta camiseta de ese color, puedo prestarte otra —bufaba, camino a la habitación.
—Si, verás...—le detenía Namjoon—. Necesito que sea negra. ¿Por favor?
Jungkook alzaba sus cejas esperando el próximo movimiento de un SeokJin irritado.
— ¿Va a golpearme, cierto? —mencionaba Namjoon, mirando hacia atrás a un Jungkook que le sonreía muy coqueto y se encogía de hombros.
«A la mierda» pensaba SeokJin y se quitaba su camiseta negra frente a dos pares de ojos sorprendidos.
Jungkook literalmente perdía estabilidad unos momentos y tapaba su boca, intentando relajarse. Seokjin estaba semi desnudo, torso blanco casi como la leche, pectorales firmes, abdomen suavemente marcado. Brazos firmes y largos, cintura angosta, cuello largo...
Jesús bendito, sus pantalones apretaban un poquito su polla atormentada. Quería desviar la vista, pero no podía cuando lo veía acercarse a Namjoon, extendiéndole la prenda.
—Si la manchas, te mato. Y cuando llegas la pones a lavar de inmediato —ordenaba firme y su mentón se marcaba.
Jungkook dejaba de respirar «Joder, tan mandón» pensaba.
Namjoon agradecía, colocandosela de inmediato para luego olerla.
—Me gusta tu perfume —halagaba y Seokjin afilaba su mirada—. De acuerdo, me iré. Tengo celular, billetera y un bonito chico esperando por mi —mientras decía la última frase, se giraba a ver a Jungkook, una vez más de forma bastante indecente que, lograba dejar a Jungkook algo alterado.
—Te fuiste —SeokJin lo tomaba de los hombros y lo empujaba con dirección a la puerta.
Namjoon se reía balbuceando que entendía la indirecta, mientras Jungkook babeaba descaradamente por como la espalda de SeokJin se marcaba del simple esfuerzo de empujar a Namjoon. Cuando la puerta era cerrada y ambos quedaban solos en un suave silencio, SeokJin comprendía que había actuado extrañamente territorial, por lo que de inmediato se giraba con una mirada compungida y caminaba en dirección a Jungkook.
—Lo siento, Namjoon fue descarado y yo-... —cerraba su boca y miraba los ojos de Jungkook, grandes, expectantes y curiosos.
Jungkook daba un paso más, nuevamente escasa distancia.
— ¿Tú que, Hyung? —ronroneaba con voz suave y algo ronca.
Seokjin tragaba el nudo en su garganta y sus ojos se desviaban medio segundo a los finos y tentadores labios de Jungkook.
—No sé que decir, Bambi —susurraba con honestidad—. Solo se sintió extraño que te coqueteara de esa forma. Lo lamento.
Jungkook lo miraba con ojos brillosos, sin decir una palabra. Luego se daba el lujo de mirarlo con detenimiento, el cuerpo trabajado del arquitecto, las caderas anchas, los hombros fuertes, la cintura angosta, la piel limpia y blanca cual seda. Jungkook se imaginaba medio segundo haciendo un desastre de esa piel lechosa de ese hombre, por lo que su mano no pedía permiso, tocando el suave abdomen del castaño con sus largos dedos.
Seokjin sentía la electricidad salir de estos y ambos habían relamido sus labios al mismo tiempo que se miraban fijamente. Jungkook seguía acortando la distancia, notando la tensión emanar del cuerpo ajeno.
—Bambi... —susurraba sin aliento.
Jungkook se había acercado demasiado, hasta él estaba sorprendido de la cercanía cuando había escuchado el susurro de SeokJin con su cariñoso apodo, trayéndole de nuevo a la realidad. De repente apretaba sus labios, los cuales se habían encontrado entreabiertos, sedientos y deseosos de avanzar y tomar esa boca carnosa de la cual Jin era dueño, pero se contenía, sonreía, se alejaba y...
—Juro que no vine con esa intención... Lo lamento —soltaba sonriendo con incomodidad y girando para quedar de espaldas a SeokJin—. ¿Podrías ponerte algo? Eres jodidamente perfecto.
SeokJin pasaba el nudo en su garganta y desaparecía de inmediato a su habitación para vestir la parte superior de su cuerpo, totalmente caliente y expuesto. Jungkook revolucionaba sus hormonas. Su cabeza se desordenaba, sus sentimientos se alocaban, no estaba seguro de querer que la amistad que se estaba formando se arruinara por pensar con su polla o con su corazón, no estaba ni siquiera seguro como comenzaba a sentirse respecto a la atención del pelinegro.
Y tampoco entendía por qué le había molestado tanto que su compañero lo mirara de esa forma. Tampoco quería extrañar a alguien que ya no pensaba en él y ni siquiera se había molestado en mandarle nada.
Él cuidaría su amistad con Jungkook. Mientras que este por su lado, haría lo que fuera para no dejar a SeokJin fuera de su vida y si eso incluía solo ser su amigo, él lo sería. Él podía hacerlo, podía ser amigo del arquitecto sin querer treparse encima con segundas intenciones.
Era tarea sencilla, querían convencerse.
Podían hacerlo, podían ser amigos sin complicar las cosas y confundirse peor. Era todo demasiado reciente y lo último que Jungkook deseaba era asfixiarlo con segundas intenciones, tampoco le diría nada de TaeHyung a menos que SeokJin preguntara o viceversa, porque tener que lidiar con un TaeHyung que, pretendía que SeokJin ya no existía y jamás existió era un poco irritante, sabiendo que arquitecto había calado hondo en él, pero se estaba rindiendo o resguardando, Jungkook lo entendía y en ocasiones no.
Pero no arruinarían su amistad, ni con uno, ni con otro.
Preguntándome ¿qué esperan de este fic?, me esfuerzo en no ser cliché (aunque siempre sostendré que la vida siempre es un poco cliché en cosas buenas y malas) pero si eso pasa en cualquier fic mío, asquerosamente cliché, avisen que lo cancelo jajajaj "al toque perro"
Bueno, nueva rueda, venía todos los días y fallé, perdón por ser humano 😭
Así vamos:
EROTOFONOFILIA ✅ 27/6
ANATEMA ✅ 28/6
REMEMBER ME ✅ 01/07
HOLA, SOY VANTE ❎
UPSÍDA ❎
ILLECEBRA ❎
¿Y SI DIGO QUE NO? ❎
Con amor Niñita Nany 💜
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