c i n c o
Desde hace días que habías estado observando cómo es que Bruce y Jason desaparecían en cualquier momento, la verdad es que quedarte con Alfred creó cierto pequeño vínculo con el mayordomo. Pero querías seguir aprendiendo acerca de lo que los héroes hacían hoy en día.
Habías estado practicando con Dick durante estos días pero, a decir verdad no eras lo suficientemente experta como él. Aunque eso era lo de menos, lo que querías era entender el arte de pelea cuerpo a cuerpo.
Cuando Bruce llego después de unas largas horas de trabajo comunitario, te diste cuenta de algo que no estaba nada bien. Para comenzar, siempre que el salía a combatir contra criminales tenía una nueva hematoma nueva o inclusive alguna herida nueva. Simplemente comenzaban a preocuparte por el bienestar del millonario, estaba claro que tenía suficiente dinero pero ni con todo el dinero del mundo podrías comprar otra vida.
Por esa razón cuando él llegó de su misión, te intentaste acercar hacia el de una manera sigilosa encontrando la entrada a la cueva dónde el mantenía en secreto su guarida. De esta manera descubriendo cómo es que tenía una nueva herida nueva.
— ¿Realmente es bueno que tú estés allá afuera?
Tu voz tomó por sorpresa al mayor quien, rápidamente te observó con un semblante de seriedad. No sabía cómo es que habías llegado hasta allí.
— Eres un humano— aclaraste—. En cualquier momento puedes morir, no tienes superpoderes como Kal-El y yo.
En ese momento Bruce se levantó de su asiento para dirigirse hacia donde te encontrabas, a decir verdad tus nervios estaban a flor de piel, de todas las personas que tú conocías Bruce era la persona menos impredecible, por lo que cualquier acción siempre te causaba una impresión.
Una vez que él llegó a colocarse frente a ti, ejerció una pequeña sonrisa para después llevar una mano sobre tu cabeza, aunque eras mayor que el hombre de acero, tu seguías manteniendo una altura de una jovencita de catorce años, porque si lo eras. Una vez que su enorme mano se encontraba en tu cabeza, el logró despeinar tus mechones de cabellos rubios.
— Lo entenderás más tarde— finalizó, cosa que causó una impresión en ti.
Aquello definitivamente no respondía tus preguntas.
— Por ahora ve a dormir— aconsejó al momento de ocultar sus heridas.
La verdad es que Bruce quería liberar la maldad de Gotham, la maldad que le había costado la vida de sus padres. Su lucha consistía en proteger a los débiles de los malos, los egoístas que solamente pensaban en si mismos. Aunque el no tuviera los superpoderes que tenía Superman, sabía que su trabajo era bien hecho.
Pero eso fue lo que tú no entendiste ese día.
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Jason había estado observando tus grande cambios debido a los enormes entrenamientos a los que te sometias, por lo que él tampoco planeaba quedarse atrás, quería seguir mejorando. Sentía una enorme molestia una vez más, debido a que tenías todos los ámbitos que necesitaba un superhéroe y porque ahora parecidas recibir toda la atención de Bruce. Pero, al darse cuenta de que tendría a un superhéroe idéntico a Superman sabía que podría utilizarlo a su favor, quizás si ambos entrenaban para enfrentar sus debilidades podrían ser mejores. Él podría aprender a defenderse de un alienígena con superpoderes.
Jason estaba a centímetros del cuatro de entrenamiento, dónde los habitantes del lugar podrían mejorar sus habilidades. Allí fue donde observó tu silueta golpeando un saco de boxeo, sabía que si utilizarlas toda tu fuerza lo más probables es que se rompiera, pero estabas tratando de utilizar al menos una pequeña parte, de esa manera para no depender de tus poderes
— Lo estás haciendo mal.
Tu cuerpo se estremeció una vez que escuchaste aquella voz, se suponía que no había nadie en la habitación por lo que podrías practicar tranquilamente y escuchar a alguien de pronto te había asustado.
Observaste al joven de cabellos negros acercarse hacia ti con lentitud, aquel joven que siempre se mantenía de forma arrogante sin medir su comentarios, pero ahora trataba de llevar la fiesta en paz.
— Tienes que golpear con todo tu cuerpo— explicó, cosa que provocó que lo observarás con confusión—. Pero si lo haces, lo más probables es que lo destruyas.
Una pequeña sonrisa sobresalió de tu rostro, a decir verdad era la primera vez en la que ambos mantenías una pequeña conversación sin tener que recurrir a una discusión. Sin embargo esto te agradaba mucho más, estar juntos a él sin discutir.
— Así— explicó el joven una vez que golpeó con fuerza aquel saco de boxeo—. ¿Entendiste?
Jason había golpeado aquel saco como si hubiese querido lanzar si cuerpo, lo que provocó que entendías a lo que se quería referir.
— Si.
Te acércate hacia él sacó, para después comenzar a intentar golpear de la misma manera. Pero como era de esperarse aquel saco salió golpeado con una fuerza bruta, provocando que una carcajada de Jason se hiciera presente en la habitación. Aún era una novata en cuestión e querer medir tu fuerza, los más cercanos del lugar lo sabían, no por nada Bruce había mandando a cambiar los picaportes de las puertas por lo menos cuatro veces a la semana.
El tener un cálculo para tomar las cosas con cierta fuerza provocaba aún más presión, por lo que simplemente en vez de tratar de hacer lo correcto hacías lo contrario.
— Te lo dije.
Afirmó Jason mientras se mantenía de brazos cruzados, observando el saco de boxeo todo desecho en el suelo, por lo que observaste de igual manera aquel lugar.
Mientras que alguien un poco mayor que Jason se encontraba frente a la puerta de la habitación, observando la escena con una sonrisa marcada. Dick estaba feliz por qué finalmente Jason se diera el tiempo de conocer a la nueva inquilina de la mansión.
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