🏐Cap. 34🏐

Algunos instantes deberían ser eternos...

Cuando tocamos el cuerpo de aquella persona que acelera nuestros latidos.

Cuando rozamos la suave dermis de aquel ser que logra estremecer nuestra piel.

O cuando palpamos el afecto con cada poro de nuestra piel.

Todos y cada uno de ellos merecen el mismo respeto. Porque hay que ser valientes para demostrar el afecto, hay que repletarse de valía para aceptar a quién queremos y sacarse las caretas a la hora de quererlo.

Transparente sentimiento que se siente aunque no se exprese en el tintero. Logrando lo impensado en aquellos que no daban crédito al afecto, dejarse seducir por ello.

De este modo el rubio aprieta sus brazos alrededor del cuerpo del castaño, percibiendo su preocupación como un mantra regenerador de su caótico estado. Y aún maldiciendo por dentro, no quiere emitir vocablos, solo dejar que la cálida situación inunde los fragmentos rotos de su animado corazón.

"Ya habrá tiempo para el espanto" Se le cruza en la cabeza. Pero sobre que siente las caricias sobre sus rubios cabellos, el "espanto" desaparece por completo, inundando su pecho de quisquillosos movimientos y asomando la rojez de la vergüenza sobre la punta de sus orejas.

—Todo tímido eres tan bonito... Lo siento, sé que te incomodan mis palabras pero si no lo digo, reviento —suelta el punta sin dejar de lado las caricias —. ¡Ah! Mira, me tomé el atrevimiento de buscar ayuda aquí y di con ella. No será lo mejor, pero me parece un buen comienzo —le alcanza un papel en donde están escritos los datos de una terapeuta dentro del campus.

Resignado, el capitán emite un largo suspiro dejando caer su cabeza sobre el hombro del contrario, sin importarle si el acceso es abierto o si detecta movimientos.

Está agotado de tanto pensar sin ningún resultado. ¿De qué sirve esconderse de algo que se siente innato? Propio de los otros y completamente suyo por probarlo... No hay nada más mediocre que sentirse infravalorado, renegando por algo que podría estar disfrutando pero no, decide ocultarse para aparentar normalidad que solo trae incomodidad y una creciente necedad...

—Deberíamos regresar a clases —dice el rubio sin soltar su agarre —. ¿Sabes qué eres una maldita molestia? —libera palabras manteniendo su rostro enterrado sobre el cálido del contrario.

Y el punta, promotor del descontrol y no culpable de sentir afecto hasta ese momento, le suelta: — Lo siento, mi intención nunca fue dañarte, pero pareciera que estoy destinado a eso —bajando su rostro a medida que piensa como tantas primeras veces ha tenido que hacer en este último tiempo. Y decidiendo por dentro que, a lo mejor, otras decisiones hubieran sido las correctas.

—Deja de decir eso y ayúdame a incorporar que el cuerpo me pesa, debo empezar urgente una dieta —tratando de sacar una sonrisa al contrario, el capitán estira su brazo a medida que se aleja en cuanto es agarrado por el castaño.

—Nada de dietas que bastante has vomitado, cuida tu estado que tenemos las próximas fechas a contrareloj. Esta vez lo digo en serio, sino, hablaré con el entrenador.

—¡Como usted diga mi sargento! Más pareces un papi todo controlador que un... —cortando las palabras a medida que se levanta y observa la ceja de su compañero de cuarto, elevada.

—Vamos, continúa la frase bonito que estoy esperando para deleitarme en ella.

—¡Cállate idiota! A ver, dame paso que no aguanto el olor a podrido —libera el capitán a medida que el castaño se mueve parándose demasiado cerca de la pared y dejándolo encerrado entre sus dos brazos —¿Te puedes correr?

—Me puedes esquivar —suelta bajando sus labios casi a la altura del oído del capitán —pero pareciera que prefieres estar atrapado.

Las roncas palabras más el cosquilleo de su aliento, estremecen al rubio que pierde rumbo sobre que la cercanía de su compañero de cuarto excede los límites establecidos para ser solo compañeros de equipo.

Dejándose llevar cuando su cuerpo pide a gritos que lo toquen sin piedad. Pareciera que el punta tuviera en su poder, un interruptor que acciona sobre su psiquis volviéndolo inconsciente y a la misma vez, un demente necesitado de las acciones del contrario.

No puede, aunque quisiera, dejar de imaginar su cuerpo siendo explorado a medida que recuerda el sabor de sus besos. Y emitiendo un suspiro frustrado, agarra la cabeza del más alto y lidera el encuentro de sus labios. Un roce áspero en un principio, enojado y necesitado que luego se transforma en una profunda exploración sobre que los dedos del castaño se enredan en sus alborotados cabellos para tomar el mando.

Maldice por dentro a medida que intenta no morir de inanición ante la inminente necesidad de íntimo contacto. ¿Cómo puede ser que un simple roce de labios despierte una necesidad tan grande? Nunca antes había experimentado perderse en el delicioso sabor de unos besos, y peor aún, tener la urgente necesidad de liberar sus prendas para no morir calcinado.

"Sexo homosexual" recuerda letra por letra un informe detallado que leyó en su laptop, incrementando su curiosidad como así mismo, el miedo a lo que significa "de verdad" entregarse hasta el final. Ya que aún siendo el activo, se trata de un cuerpo semejante en atractivo. Piernas musculosas y un torso definido, exceso de vello, falencia de pechos y algo que cuelga firme entre las piernas.

Un timbre a lo lejos que marca el último llamado para el inicio de la jornada escolar para ambos, unos húmedos besos, y el deleite de la toma de sus manos, despiertan al argentino que emite un frustrado suspiro al finalizar de morder el labio inferior de su capitán a medida que le suelta: —Te arrancaría la ropa y besaría cada porción de tu cuerpo, pero debemos regresar a clases o no podremos luchar por un lugar en los próximos partidos a disputar.

El balde de agua fría que significan las palabras de aquel que lo tiene excitado, le devuelven el escaso raciocinio con el que cuenta hasta que se le vuele la cabeza... Solo trayendo tristeza cuando se da cuenta de que no sería capaz de expresar su necesidad cuando haya un público que valorar, como sucede en los pasillos de la universidad o en los entrenamientos junto a sus compañeros de equipo.

La dura realidad, es algo que azota su cabeza con continuos y malos pensamientos que intentan liderar sus decisiones para luego actuar.

—Saldré primero, espera un momento y sales luego. Tomaré tu mochila y mi morral del comedor, tú, solo preocúpate por llegar a tiempo.

Las palabras del punta despiertan la decisión en aquel que reacciona siempre por impulso y continuo temor. Y atrapando el papel que tiene en el bolsillo de su chaqueta, corre y se sitúa a la par de su compañero de equipo a medida que le suelta: —Aunque lleguemos tarde o a tiempo, lo haré contigo...

Cuánto sentimiento en un solo capítulo, gracias por estar♥️

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